jueves, 30 de mayo de 2019

Maruts – Las 5 Pulsaciones




Otro aspecto de los maruts está en relación con las pulsaciones pránicas. 
Hay 5 pranas. Más allá de los cinco, hay un alma que es una unidad pulsante. Más allá del alma se encuentra la superalma, que también pulsa. Así que tenemos la pulsación cósmica, la pulsación solar y la pulsación planetaria. 
El alma funciona por todo el cuerpo a través de 5 pulsaciones. Estas pulsaciones también pueden relacionarse con los 7 maruts. En la Persona Cósmica existen todas las pulsaciones y se relacionan con paravaha. Desde la Persona Cósmica se produce una exhalación, que da lugar a una creación, y una inhalación, que representa la absorción de la creación en ella. Estas son sus cinco respiraciones ígneas. Parivaha es la pulsación del alma. Avaha es la inhalación. Nivaha es la exhalación. Inhalación y exhalación se llaman prana y apana. Así es como lo describe el Maestro DK en el libro Tratado sobre Magia Blanca. 

El Maestro usa los términos en sánscrito para describir los pranas:  prana – inhalación, apana 
– exhalación, samana – la pulsación equilibradora del corazón, udana  – la pulsación elevadora, que ayuda a tener hipo, a toser, a eructar y también a subir, y finalmente, vyana – la pulsación que lo permea todo. Estas son las cinco pulsaciones relacionadas con los cinco maruts. Prana se relaciona con avaha, apana con nivaha, samana con samvaha, udana con udvaha. Si te familiarizas con estos términos, te resultarán de gran ayuda, porque hay una clave sónica en ellos. Los 5 maruts gobiernan las 5 pulsaciones. El alma, en sí misma, es una entidad pulsante, así como la Persona Cósmica (superalma), que también es una entidad pulsante. 

La pulsación es una inteligencia cósmica. Todas ellas se explican, en forma de tobogán, en distintas partes de las escrituras sagradas, así como también en La Doctrina Secreta. Correspondencias 
A menos que trabajes con todos estos aspectos en tu interior, no puedes sintetizarlos y entender estas correspondencias. Todo este trabajo desarrollado durante años se cocina y se sirve en un plato. Te lo comes y lo experimentas. No puedes encontrar toda esta información, tal como ha sido dada, ni en los libros de Bailey, ni en los de Blavatsky, ni en los Puranas. Es una síntesis de muchas escrituras sagradas. Es una gran cocción, y el plato resultante te lo hace más fácil. También facilita la comprensión remitirse a los libros relacionados. Por ejemplo, cuando lees “maruts”, de Madame Blavatsky, entiendes lo que escribe. 

De otro modo, no entiendes nada. Solamente leyendo La Doctrina Secreta no puedes entenderlo. Tampoco comprendes lo que explica si lees a Patanjali o el Bhagavad Gita. 
Una vez que te relacionas con ellos, como eres un microcosmos, los libros se te revelan, porque estas inteligencias están en ti y están vivas. En cuanto reconoces a estas inteligencias, ellas te responden. Esta es la belleza. La belleza de las inteligencias planetarias, solares y cósmicas es tal, que en el momento en que las reconoces en ti, ellas te muestran su agradecimiento y cooperan contigo. 
Solo por el mero hecho de haberlas reconocido, dicen: “No tienes que hacer nada por nosotras. Después de tantas encarnaciones, te acabas de dar cuenta de que existimos en ti”. 
Al ignorar que somos un microcosmos, andamos a tientas en la objetividad en busca de la verdad, de la luz, del conocimiento, una actividad inútil. Todo el tesoro está en ti. Entra en ti y experiméntalo. Todo lo que tenemos como nuestro trasfondo está preparado para ayudarnos si entramos en él. 

Si no entramos en el trasfondo, y por el contrario, nos aproximamos a él emocionalmente, las inteligencias se dan media vuelta, porque la emoción no es aceptable. Por favor, recordad, ¡la emoción es alérgica para un Maestro de sabiduría! ¡No la puede tolerar! La quemará, así que estarás a salvo. Las emociones son quemadas inmisericordemente, para que estés libre de nubes. Maruts – Maruti Pitágoras dijo: “Hombre, conócete a ti mismo”. No pienses en conocer todo lo que está a tu alrededor. Entra en tu interior, y entonces conocerás lo interno y lo externo. Contempla y contacta con el Maestro que hay en tu interior. 

Él abre tu libro desde dentro. Tú eres el original. Cada uno de nosotros es un libro original. 
Tenemos que abrirlo y leerlo. Esta es la belleza de todo esto. Tenemos el cuadro de Krishna en lo alto del altar. Está tocando una flauta que tiene 7 agujeros. Toca todo lo que es siete a través de dicha flauta. Los maruts son parte de ello. La flauta es tu columna vertebral. Él sopla en la corona, y todos los 6 centros empiezan a cantar. De ahí que tengas que agujerear. Haz una flauta. Si entras en ella, todo lo que está regido por el siete (sonidos, colores) se revela a sí mismo. 
Hay un ser en la Tierra que lleva los 7 maruts en él. Se llama Maruti.


Maruti – Hanuman 

Maruti es aquel al que conocemos como Hanuman. Él está presente en la Tierra. 
Es un gran Maestro. Prefirió quedarse en la Tierra para ayudar a los seres terrestres. Es unos de los Maestros más antiguos que hay en el planeta. Está en el planeta desde los tiempos de la Lemuria. Lemuria es un continente enorme que existió en el lugar en el que ahora está situado el océano Pacífico. Fue mucho antes del advenimiento de la Atlántida. Hanuman pertenece a la tercera raza raíz. La Jerarquía que conocemos, de Maitreya en adelante, está trabajando desde hace 5.000 años. Maruti apareció mucho tiempo antes de la Atlántida. Con su historia concluiremos la historia sobre los maruts. Su nombre es Maruti. Hanuman es un título que se le otorga. 

Maruti es su nombre espiritual original. Es más conocido como Hanuman, el dios mono, aunque realmente no es un mono. Solo para complacer a los niños prefirió aparecer en esta forma. De hecho, tiene muchas formas. A Rama, el Señor, se le apareció como un casto y vibrante brahmín védico. 
A personas como nosotros, con pensamientos inconsistentes, se presenta como un mono. Prefirió venir durante la tercera raza raíz, cuando los Hijos de la Voluntad descendieron. Por favor, remitíos a La Doctrina Secreta, porque es un libro más accesible para vosotros que los textos orientales, no accesibles debido a la lengua. La Doctrina Secreta es un libro de gran ayuda para todas las escrituras sagradas del planeta. Durante la tercera raza raíz, los Hijos de la Voluntad descendieron a esta Tierra. Se les llamó también los Hijos del Yoga o los Hijos Cósmicos de Dios. Unos pocos descendieron para ayudar a la humanidad. Entre ellos se encuentra Hanuman o Maruti. 

Él es una representación de los 7 maruts. Nació de una mujer llamada Anjani. Anjani significa “la de ojos negros”. Sus ojos resplandecen, y el globo ocular es muy negro. En India, las mujeres suelen aplicarse un preparado especial de aceite de ricino alrededor de los ojos para embellecerlos externamente. Ajnani, sin embargo, lo tenía de forma natural. Era una mujer hermosa. Anjani estaba casada con un gran devoto de Siva, el Señor, llamado Kesari, que significa león. 

Se llamaba león porque llevaba en sí la luz dorada de la cualidad leonina. 
Kesari significa león. Todos los nombres llevan un mensaje. 
Igual que Anjani era muy atractiva por sus ojos, Kesari era de color dorado. Tenía un cuerpo dorado. Era un gran devoto de Siva, el Señor. Anjani era tan atractiva, que Vayu le era muy favorable. Vayu significa la fuente de los maruts. Los maruts han venido de Rudra, vía Vayu, como aires ardientes. 

El padre de Maruti era un devoto de Siva. La madre estaba profundamente inclinada hacia la inteligencia cósmica del aire, Vayu. La madre estaba bendecida por Vayu y el padre, por Siva, la voluntad cósmica. El otro nombre de Siva es Rudra. Los padres, entonces, concibieron un bebé. Rudra bendijo a través del padre, y la inteligencia cósmica del aire bendijo a través de la madre. Así que el chico era una combinación de la energía de Rudra y Vayu, del color dorado del padre y los ojos negros de la madre. De esta forma, pues, el bebé crecía en el útero. 

En el planeta Tierra se produjo el renacimiento de los 7 maruts para ayudar a la humanidad. Mientras el bebé se desarrollaba en el útero, había otro gran ser, con forma de mono, que gobernaba una región que, actualmente, representa el océano Pacífico. Una pequeña parte de este territorio todavía permanece sobre las aguas. Es lo que conocemos como las islas de Andamán. Estas islas son parte de India y están gobernadas por ella. En aquellos tiempos eran un territorio continental, junto con Singapur, Bali, Sumatra, Yakarta y Malasia. Yakarta se llamaba, originalmente, Yogakarta, así como Bali se llamaba Vali. “V” y “B” son sonidos intercambiables. Vali era el rey de toda la región. Sintió que en su reino había un niño que crecía en la matriz de Anjani, porque Anjani y Kesari eran conocidos del rey. 

Vali sospechó que había un ser muy poderoso en el útero de la mujer, y eso le provocaba miedo. 
Así que se decidió a eliminar al bebé. ¡Es horrible pensar en lo que hizo! Capturó a Anjani y vertió oro líquido en su matriz. El niño en crecimiento sonrió y lo tomó como una cubierta de protección natural. ¡No le ocurrió nada! Así que Maruti tiene el aura dorada del padre, y por fuera, una armadura de oro que no se puede separar del cuerpo. ¡El cuerpo es dorado! En el interior, la naturaleza también es de color dorada. Además, tiene la vibración de Rudra y Vayu como maruts en él. Después de su nacimiento, el rey Vali estaba atemorizado. Los reyes siempre tienen miedo de aquellos que son más poderosos que ellos en el reino. Como el niño tenía las energías colectivas de los maruts, sus padres le llamaron Maruti. En él confluían la energía de Rudra, Vayu y los maruts. Su color era dorado y su naturaleza era de generosidad y benevolencia. 

Tras el nacimiento y mientras iba creciendo, como el padre estaba en la corte del rey, Maruti, el niño, se dio cuenta de que el rey le temía. Le dijo al rey: “No te preocupes, no soy tu enemigo. 
Soy un benefactor global. Estoy aquí para ayudar a los seres e iluminarlos. Yo no destruyo la ley, sino que soy un eterno defensor de la ley. Mientras estés con la ley, no tienes por qué temerme. Yo te apoyaré también. Como eres mi rey, si no defiendes la ley, no lucharé contigo, sino que me retiraré de este lugar”. El rey estuvo contento. El niño crecía en el reino, y era muy poderoso porque llevaba en él las energías de Rudra, Vayu y los maruts. Cuando tenía 5 años de edad, vio al Sol que se deslizaba por el cielo. Pensó que era una fruta que se desplazaba por el cielo. 

Sintió que tenía que ir hasta “esa fruta”. Con la ayuda de los maruts y Vayu, llegó hasta el Sol y se lo tragó. Se produjo un eclipse solar completo. Indra, el rey celestial, usó su arma celestial contra Maruti, y esta impactó contra su mandíbula. No lo mató, pero lo derribó, y cayó al suelo. A su padre no le agradó el ataque de Indra, y oró por el bienestar de su hijo.

 Durante la plegaria, Rudra, Vayu e Indra vinieron y le dijeron al padre que a su hijo no le pasaría nada, puesto que era un gran benefactor. El tercer Logos, además, le otorgó la bendición de que su cuerpo nunca moriría, que sería eterno mientras quisiera estar en la Tierra. Si lo deseaba, podría ir donde quisiera. Esta historia es de los tiempos de la Lemuria. Hoy en día son cuentos de hadas, pero entonces estaban a la orden del día. Entonces Indra pidió perdón al padre del niño, diciendo que ignoraba que su hijo tuviera la capacidad de engullir el globo solar. Así que para salvar la creación, Indra tuvo que hacer lo que hizo. Al despertar de la contusión, el niño dijo que retendría como una memoria, un recuerdo, el golpe en la mandíbula. Por esta razón tiene una mandíbula proyectada hacia delante. Maruti dijo: “Que esto se grabe como un evento. Mantendré esta forma”. 

Rudra, el Señor, dijo que era inmortal. Con la ayuda de Vayu, podía adoptar cualquier forma que le gustara, aunque la forma no supone un límite para él. Los Kumaras vinieron y le otorgaron sus bendiciones. Fue un gran acontecimiento planetario. El niño dijo: “Me interesa el Sol. Deseo estar a su alrededor y aprender todo el conocimiento relacionado con el universo, ya que me parece que es el mejor Maestro”. Moviéndose, pues, con el Sol, aprendió toda la sabiduría. Esta es una particularidad única en las escrituras sagradas orientales: Un iniciado que se mueve alrededor del Sol y lo aprende todo. También estaba versado en los cuatro Vedas. 

Al crecer, con la ayuda de los maruts, llevó a cabo muchos actos suprahumanos que pueden leerse en el Ramayana. Podía volar, cambiar su forma. Con la ayuda del aire cósmico, podía hacerse enorme o muy pequeñito, podía levantar montañas y cargarlas encima. Podía enseñar sabiduría. No había nadie igual a él en cuanto a voluntad,conocimiento y actividad inteligente. Además, sirvió y ayudó al Señor cuando descendió en forma de Rama. Sin la ayuda de Hanuman, Rama no habría logrado lo que logró. Durante el Dwapara Yuga, Maruti ayudó a Krishna y a Arjuna, creando vientos favorables para Arjuna durante la guerra. El viento siempre le era favorable a Arjuna, y desfavorable para el otro equipo. Arjuna era muy poderoso en el manejo del arco y las flechas. Maruti facilitó este poder y debilitó las flechas que provenían del bando contrario. Y era un gran devoto de Krishna. 

Un día Arjuna le preguntó al propio Krishna si había un devoto mayor que él. Krishna dijo: 
“Sí, hay uno. Es más valeroso, sabio e inteligente que tú. No hay nadie igual a él”. Arjuna dijo: “Permíteme ver su habilidad en la guerra. Construiré un puente de flechas, a ver si Hanuman puede romperlo”. Arjuna también es un descendiente de Rudra. Arjuna es uno de los nombres de Rudra. Rudra ayudó a Krishna a establecer el orden en el Dwapara Yuga, uniéndose a él. Rudra también ayudó, en forma de Hanuman, en el trabajo de Rama. Arjuna, entonces, construyó un sólido puente con flechas celestes, armas celestes, y le dijo a Hanuman que lo rompiera. Hanuman replicó: “¿Para qué estos juegos? No estoy interesado en ellos”. Arjuna dijo: “Solo para satisfacer mi conocimiento, si puedes romperlo, por favor, rómpelo”. 

Arjuna poseía cualquier arma que se pueda concebir. Hanuman dijo: “De acuerdo. ¡Lo haré solo para satisfacer tu curiosidad!”. Hanuman fue hasta el puente, saltó sobre él y este se vino abajo, pero no completamente. Entonces Arjuna le dijo a Hanuman que no lo había podido destruir del todo. Mientras tanto, Krishna salió del puente con la espalda completamente magullada. Arjuna le preguntó: “¿Qué ha ocurrido?” Krishna explicó: “Solo para salvar tu honor me he situado debajo del puente y he colocado mi espalda para evitar que se derrumbara del todo. Si hubiera vuelto a saltar, no solamente hubiera roto lo que queda del puente, sino también mi espalda”. 

Tal es la dimensión del ser que está entre nosotros. Esto es lo que tenemos que comprender. 
Hanuman es un gran músico. Puedes nombrar cualquier ciencia de sabiduría, y él la conoce. 
La belleza de su música es muy bien conocida en los círculos superiores. Hay miles de anécdotas relacionadas con él recogidas en los Puranas. Hay un cantante celestial llamado Narada, el Kumara, que canta con un instrumento de 7 cuerdas que es el mejor instrumento conocido. Cuando Narada canta, todo entra en éxtasis. Una vez, le preguntó al Señor del segundo Logos si había algún cantante que cantara como él. Solo por curiosidad, él quería saberlo. El Señor le dijo que sí había alguien. 

Narada quiso saber si había un cantante que se le pudiera igualar a él en la creación, así que decidió moverse en los 7 planos de la creación en su busca. El Señor le dijo a Narada que había un ser en la Tierra que, cuando cantaba, todo entraba en éxtasis. Todos los seres entraban en éxtasis, en meditación, y todos se volvían suaves. Incluso el ser más salvaje se dulcificaba. Narada preguntó quién era este ser. El Señor le dijo: “Es Maruti, que reside en los Himalayas”. Así que Narada fue a encontrarse con él. Aunque conocía a Hanuman, no sabía que cantaba. Esto es debido a que Hanuman nunca ostenta su conocimiento y poder. Narada llegó y le dijo: “Creo que eres un gran cantante y he venido a escucharte”. Hanuman dijo: “Yo no sé que sea un cantante”. ¡Él nunca se acuerda! 

La belleza de Hanuman es que nunca permanece como “yo soy”, sino como “Aquello”. 
Cada vez hay que recordarle que puede hacerlo. Muchas veces no se acuerda de quién es, porque se encuentra con Brahman todo el tiempo. Hanuman le dijo a Narada: “No sé si soy un cantante”. Narada le replicó: “No, se dice de ti que eres el mejor de los cantantes. He venido a escucharte. ¿Puedes, por favor, cantar?”. Entonces Hanuman dijo: “Yo no sé lo que es cantar ni lo que es la música. Yo solo pronuncio el nombre sagrado de la Divinidad. Si esto es música para ti, entonces puedes escuchar”. Entonces Narada dejó su instrumento musical sobre una piedra y se sentó a escuchar. Hanuman empezó a cantar. A los pocos minutos de empezar, Narada estaba en samadhi. La canción continuó durante mucho tiempo. ¡Nadie sabe cuánto! Súbitamente, Narada volvió a la conciencia individual, a la autoconciencia. Vio a Hanuman en samadhi, cantando sin cesar. Narada esperó y esperó. Pensó: “Este hombre no parece que vaya a volver tan pronto. Tengo trabajo que hacer, así que me voy a ir”. Trató, entonces, de coger su instrumento musical, que había depositado sobre una mesita de piedra. 

El instrumento musical se había fundido con la piedra, a consecuencia de la música. Narada estaba atónito. Se acercó a Hanuman y lo tocó suavemente. Hanuman regresó del samadhi y preguntó qué había ocurrido. Le preguntó a Narada: “¿He cantado? ¿Te ha gustado?”. Narada no tenía palabras. Narada replicó: “Yo pensaba que sabía algo de música. Conozco la ciencia musical y su arte. Soy reconocido como el mejor músico del universo, pero tu canto… me inclino ante él”. Ahora, dijo Narada, ayúdame, por favor, a recuperar mi instrumento, adherido a la piedra. Hanuman dijo: “No sé cómo se ha quedado ahí atrapado. Así que no sé tampoco cómo sacarlo. Dime lo que tengo que hacer”. Entonces Narada le dijo: “Vuelve a cantar”. Hanuman volvió a cantar y entró en el éxtasis de la música. La piedra se fundió de nuevo, y Narada, atento, recuperó el instrumento y se marchó. Esta es la historia de Hanuman y su habilidad musical. 

Rama, el Señor, incluso elogiaba su conocimiento védico. Rama le contó a Lakshmana, su hermano, cuando se encontraron con Maruti la primera vez: “Tienes que saber que este hombre es la encarnación de todos los Vedas, de todas las escrituras sagradas. No hay nada que él no sepa. Compórtate con él como lo haces conmigo”. Lakshmana, el hermano de Rama, se quedó sorprendido. Tal es la habilidad de Maruti, que es una encarnación de los 7 vientos juntos. Hanuman permanece en el planeta hasta la fecha. Algunas veces se mueve por los Himalayas. Cuando se desplaza, su huella mide 7 pies. Dondequiera que los Maestros de Sabiduría ven esta huella de 7 pies, se postran y tocan con su frente la huella. Solo para mostraros lo que los maruts significan, os he explicado esta historia. Tal es la belleza de los maruts. Que la flecha de Sagitario encuentre la fuerza de los maruts y avance para beneficiar a la humanidad entera. Este debe ser el propósito de esta narración sobre las energías de los maruts. Que todos vosotros seáis bendecidos. Que este lugar sea bendecido. Que el orador sea bendecido. Que todos seamos bendecidos. Ha siso un seminario extraordinariamente bueno. 
Un encuentro de grupo extraordinario. Uno de los mejores. Será recordado para siempre, será registrado por los maruts. 

Que así sea. Namaskarams.

K. Parvathi Kumar

miércoles, 29 de mayo de 2019

BHAGAVAD GITA - Capitulo 9 (Con apuntes de: W.Q. JUDGE y R. Crosbie)


       DEVOCIÓN POR MEDIO DEL REGIO CONOCIMIENTO Y DEL REGIO MISTERIO


KṚṢṆA:

“Y a ti, que no encuentras falta, te doy a conocer este, el conocimiento más misterioso, junto con una realización de ello, y, una vez sabido, te librará de todo mal. Este es el conocimiento regio, el regio misterio, el más excelente purificador, que es claramente comprensible, que no está opuesto a la sagrada ley, fácil de ejecutar, y que es inextinguible. Y esos que son incrédulos de esta verdad, ¡oh atormentador de tus enemigos!, no me encuentran, sino que, revolviéndose en la rueda del renacimiento, regresan a este mundo que es la mansión de la muerte.” “Este Universo entero está penetrado por mí en mi forma invisible; todas las cosas existen en mí, pero yo no existo en ellas.
Ni tampoco están todas las cosas en mí; contempla mi divino misterio: yo mismo, que soy la causa de que todas las cosas existan, las sostengo y les doy apoyo, pero no habito en ellas.

Comprende que todas las cosas están en mí tal como el poderoso aire pasa e interpenetra todo el espacio. ¡Oh hijo de Kuntī!, al final de un kalpa todas las cosas retornan al interior de mi naturaleza, y entonces, otra vez, al comienzo de otro kalpa, Yo causo su evolución nuevamente. Tomando el control de mi propia naturaleza, Yo emano una y otra vez toda esta agrupación y ensamblaje de seres, aún sin la voluntad de ellos, sino por el poder de la esencia material1. Pero estas acciones no me atan, ¡oh conquistador de la riqueza!, porque Yo soy aquel uno que se siente indiferente y desinteresado en las obras. A causa de mi supervisión, la naturaleza produce el universo animado e inanimado; es por esta causa, ¡oh hijo de Kuntī!, que el universo gira.” “El iluso me desprecia en mi forma humana, porque desconoce mi verdadera naturaleza como Señor de todas las cosas.

Ellos tienen vanas esperanzas, son ilusos en sus acciones, en su razonamiento y en su conocimiento, inclinados como están a principios demoníacos y engañadores2. Pero aquellos grandes de alma, participando de la naturaleza divina, conociéndome como el imperecedero principio de las cosas, me adoran, y no se entretienen con nada más. Fijos como están ellos en votos irrompibles, me adoran, proclamándome por todas partes e inclinándose ante mí. Otros, con el sacrificio del conocimiento, me adoran en otras formas como indivisible, como inseparable, como el Espíritu del Universo. Yo soy, yo mismo, el sacrificio y el rito sacrificial; Yo soy la libación y ofrenda a los ancestros, y soy las especias; soy la fórmula sagrada, y soy el fuego; Yo soy el alimento y la manteca sacrificial; Yo soy el padre y la madre del Universo, el ancestro y el preservador; Yo soy el Uno Santo, soy el objeto del conocimiento, la mística y purificante sílaba OṀ, el Rg, el Sama, el Yajur, y todos los Vedas. Yo soy la meta, el que Consuela, el Señor, el Testigo, el lugar de descanso, el asilo y el Amigo.

Yo soy el origen y la disolución; el receptáculo, el almacén y la simiente eterna. Yo soy la causa de la luz, del color y de la lluvia; y ahora inhalo y ahora expelo; Yo soy la muerte y la inmortalidad; Yo soy la causa invisible y el efecto visible. Y aquéllos que están ilustrados en los tres Vedas, ofreciéndome sacrificios y alcanzando santificación, al beber el jugo del soma3, me piden el cielo, y es así que ellos logran la región de Indra4, el príncipe de los seres celestiales, y allí tienen festines entre el celestial alimento y se gratifican con los goces celestes. Y así, ellos, habiendo gozado este espacioso cielo por un período proporcional a sus méritos, se hunden otra vez en este mundo mortal en el que nacen de nuevo tan pronto como el cúmulo de sus méritos queda extinguido; y es así como esos que añoran el logro de todos sus deseos, siguiendo los Vedas, obtienen una felicidad que viene y se va. Pero para aquellos que, pensando en Mí como algo idéntico con todo, me adoran constantemente, Yo cargo sobre mis hombros la responsabilidad de su felicidad.

Y aún esos que adoran a otros dioses con una fe firme, al hacerlo, involuntariamente a mí también me adoran, ¡oh hijo de Kuntī!, sin que en ello cuente su ignorancia. Yo soy aquél que es el Señor de todos los sacrificios, yo también soy el disfrutador, pero como ellos no me comprenden de una manera real, por eso ellos caen del cielo. Aquéllos que se hacen devotos de los dioses, van a los dioses; los que adoran a los pitṛs, van a los pitṛs; aquéllos que adoran los espíritus malignos5, a ellos van, en tanto que mis adoradores vienen a mí. Yo acepto y disfruto las ofrendas del alma humilde que en su devoción, con un corazón puro, me ofrenda una hoja, una flor, un fruto o un poco de agua.
Cualquier cosa que hagas, ¡oh hijo de Kuntī!, cualquier cosa que comas, cualquier cosa que sacrifiques, cualquier cosa que des, cualquier mortificación o humillación que lleves a cabo, entrégamela a mí. Y así serás librado de las buenas y las malas experiencias que son los lazos que atan toda acción; y tu corazón, así unido a la renuncia y a la práctica de la acción, hará que vengas a mí. Yo soy el mismo hacia todas las criaturas; Yo no conozco ni el odio ni el favor; pero aquéllos que me sirven con amor habitan en mí y yo en ellos.

Y aún el hombre de los caminos más malvados que me adora con una devoción exclusiva, ha de ser considerado un justo, porque él ha juzgado rectamente. Tal hombre, pronto se convierte en un alma justiciera y obtiene la felicidad perpetua. Yo te juro, ¡oh hijo de Kuntī!, que aquél que me adora no perecerá jamás, y aún aquéllos que pueden venir de matrices de pecado, las mujeres6, los vaiśyas y los śūdras7, todos ellos hollarán el sendero supremo si toman santuario en mí. ¡Entonces, cuánto más los santos brahmanes y los devotos de la regia raza! Y habiendo tú obtenido este mundo finito y sin gozo, adórame. Sírveme, fija tu corazón y tu mente en mí, sé mi servidor, mi adorador, póstrate ante mí y así, unido a mí en descanso, tú vendrás a mí.” Y así, en la Upani􀜈ad, llamada la sagrada Bhagavad Gita, en la ciencia del Supremo Espíritu, en el libro de la devoción, en el coloquio entre el santo Kṛṣṇa y Arjuna, está el Noveno Capítulo de nombre

— DEVOCIÓN POR MEDIO DEL REGIO CONOCIMIENTO Y DEL REGIO MISTERIO.  ____________________________

1- Esto es, por el poder de “prakṛti”.
2- Aquí lee que: “ellos están inclinados hacia la naturaleza de los asuras y los rākṣasas”, un tipo de seres elementales malignos, o como dicen algunos: “de la índole de los más bajos constituyentes de la naturaleza”.
3- Entre los hindúes, el beber el soma al final de un sacrificio, es un acto de gran mérito, con su equivalencia dentro de la fe cristiana, a beber el vino de la comunión.
 4- “La región de Indra” se trata de la más alta y suprema de las esferas o planos. Es el devachan de la literatura teosófica, porque Indra es el príncipe de los seres celestiales que habitan en el deva-sthan. 5- Estos espíritus malignos son los Bhūtas y son los mismos que los tal llamados espíritus de los muertos: los cascarones que son adorados y buscados en las reuniones espiritistas.

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COMENTARIOS AL CAPITULO 9



El título del Noveno Capítulo es: “Devoción por Medio del Regio Conocimiento y del Regio Misterio”. El término “Regio” significa, desde luego, “lo Supremo”, de manera que, si el título hubiese sido escrito en nuestra época, se hubiera leído de esta forma: “El Supremo Conocimiento y el más Profundo Misterio”. El hecho de que un libro o sistema de pensamiento pretenda dar los medios por los cuales tal conocimiento universal pueda ser ganado, es un asunto que demanda la atención de cada mente inteligente. Un reclamo tan grande no puede ser ligeramente puesto a un lado como inmerecedor de una profunda consideración. 

 Pensadores en todas partes admiten que lo que se necesita en este mundo es una autoevidente y verdadera base para el pensamiento y la acción; ellos han comprendido que nuestras ciencias, filosofías y religiones son sólo intentos, más o menos sinceros, de obtener semejante base; sin embargo siguen siendo confrontados de una manera continua con el hecho de que ninguna de estas proveen un fundamento seguro para la paz, la felicidad y el verdadero progreso de la humanidad. Se comprende, por ejemplo, que nuestros modernos métodos de pensamiento están basados y aplicados a la existencia material y a las apariencias externas, pero que todos no son más que efectos de causas invisibles y que, dondequiera que se hace un intento de sondear lo invisible, la existencia material es tomada como la causa y a lo invisible como el efecto; sin que haya ninguna ganancia que pueda ser perceptible en la dirección de comprender la Vida o su propósito. Es interesante observar que la moderna base de pensamiento y acción es lo opuesto de las de los sabios antiguos y que, mientras nuestros modos de pensamiento nos dejan en las tinieblas, los métodos de los antiguos arrojan una clara luz sobre todos nuestros problemas. 

Hagamos pues un estudio de la sabiduría del pasado, de manera que podamos ir hacia adelante con un propósito más claro y más definido del que ahora tenemos. En este capítulo, Kṛṣṇa se dirige a su discípulo, Arjuna, en estos términos: “A ti que no juzgas, ahora te haré conocer el conocimiento más misterioso, junto con una realización de ello y, al haberlo conocido, te liberarás de todo mal”. 
Las palabras: “A ti que no juzgas” significan que Arjuna es reconocido como uno que comprende que la Ley rige en todas y cada una de las circunstancias y que nada, bueno o malo, puede acontecerle, sino aquello del cual él mismo fue la causa; es por eso que él aceptó el bien sin exaltación y el mal sin quejas; en otras palabras, Arjuna se mantuvo ecuánime en el dolor o en el placer, en la alegría o en el sufrimiento, permaneciendo listo a sufrir o a gozar lo que fuera que el Yo Superior le tuviera preparado para él a modo de experiencia o disciplina. 

Es por eso que, desde el comienzo mismo, Kṛṣṇa propone y Arjuna acepta la regla de la Ley como un paso necesario para una mayor iluminación. El término “conocimiento”, como ha sido usado aquí, tiene un significado más amplio que del que estamos acostumbrados a darle;; pues nosotros consideramos como “conocimiento” a una amplia y completa familiaridad con todas las religiones, filosofías, artes, ciencias y las historias, por lo menos lo que se ha registrado junto con aquello que nuestros sentidos nos dan con relación al mundo material exterior. Por ejemplo: se sostiene generalmente que uno no puede conocer los constituyentes o las propiedades de un guijarro de piedra sin que las necesarias ayudas mecánicas o químicas sean aplicadas directamente a ese objeto y que nada puede ser conocido de los pensamientos o sentimientos de otro ser, a menos que sean expresados en palabras o en actos; mientras, el conocimiento del que habla Kṛṣṇa, implica una completa identificación de la mente o el poder pensante, con cualquier sujeto u objeto al que sea dirigido, siendo esta una concentración tal que permita al percibidor conocer todas las cualidades inherentes del sujeto u objeto, así como también todas las peculiaridades incidentales y conocer todo lo referente a su naturaleza. 

La posibilidad de tal “omni-conocimiento” no es admitida por los líderes del pensamiento y por los hombres de hoy día, cuyo procedimiento está basado enteramente en el razonamiento que parte de las cosas particulares hacia las universales, desde los efectos hasta la causa probable y quienes están contentos con elaborar sus siempre cambiantes hipótesis. Su proceso de razonamiento es uno que, aun siendo más refinado y expandido, es el mismo que fue usado por nuestras razas salvajes. Los sabios de la antigüedad, a través de experiencias ganadas de muchas civilizaciones, ya habían aprendido a comenzar con principios universales, el plano de la causalidad, y habían logrado llegar finalmente a ver, a comprender y a usar el verdadero proceso después de un sinnúmero de pruebas y verificaciones. Es el resultado de esta sabiduría adquirida lo que Kṛṣṇa le imparte a Arjuna tan rápidamente como su avanzante inteligencia le va permitiendo. Es esta sabiduría y sus resultados lo que está delineado en la Doctrina Secreta o Teosofía. 

Puesto que, si el estudiante ha de comprender la Bhagavad Gītā, él debe comenzar con principios universales y, con lo universal siempre en mente, expandirse hacia todos los particulares. Tómese, por ejemplo, la primera oración del segundo párrafo de este capítulo. “Todo este Universo está penetrado por mí en mi forma invisible; todas las cosas existen en mí pero yo no existo en ellas”;; aquí Kṛṣṇa está hablando como el Espíritu Omnipresente que está en todos los seres, el cual, sin embargo, está totalmente realizado en seres tales como Kṛṣṇa, Cristo y otros que han aparecido en el mundo de los humanos. Cuando Kṛṣṇa usa el pronombre personal a través de la Gītā, no se está refiriendo a su propia personalidad, sino al Yo de Todo. Por lo tanto, la sentencia mencionada puede ser leída: “Todo este Universo está penetrado y sostenido por el Yo Uno, el Espíritu Omnipresente; puesto que ese es el Yo y el Percibidor en todas las formas, no puede ser visto externamente. 

 Por razón de Eso, todas las formas existen; pero Eso no depende de la forma o formas; sino que estas dependen de Eso”. En esta oración está contenida una expresión del Principio Universal básico, la causa y el sostén de todo lo que fue, es, o jamás será y sin la cual nada existe. Siendo Universal u Omnipresente e Infinito, ninguna forma de pensamiento puede definir Eso; sin embargo la humanidad ha tratado siempre de definir lo infinito por sus conceptos finitos de la Deidad. De aquí que haya los muchos dioses de diferentes épocas y diferentes pueblos; todos ídolos y cada uno de ellos hechos por el hombre, ya sean mentales o físicos. Son estas concepciones producidas por el hombre acerca de la Deidad que han tendido siempre a erigir muros y divisiones entre los pueblos; los dioses tribales y nacionales niegan y frustran una realización de la Hermandad Universal. 

 La antigua enseñanza que Kṛṣṇa enuncia una vez más es que todas las formas de todo tipo proceden de Una Fuente Universal; la vida de cada cual está escondida y sostenida por esa Fuente, la Vida Una. El poder de percibir y de expandir su campo de percepción y de expresión es el mismo en todos los seres y en todas las formas; los grados de percepción y de expresión están manifestados en las innumerables clases de seres; este es el poder que se encuentra detrás de toda evolución del desarrollo que procede de adentro hacia afuera. Kṛṣṇa procede a enunciar la Ley bajo la cual todos los seres evolucionan, en las palabras: “Oh hijo de Kuntī, al final de un kalpa todos los seres retornan al interior de mi naturaleza y entonces, de nuevo, en el comienzo de otro kalpa, Yo causo que ellos evolucionen otra vez”. Un kalpa significa una gran era o período y la ley a la que se hace referencia es aquella de que se habla en la Doctrina Secreta como la Ley de Periodicidad, o la ley de ciclos. Por todas partes en la naturaleza encontramos esta ley en operación, como día y noche, como verano e invierno, como vida y muerte, como el aspirar y el expirar, como la sístole y la diástole del corazón y así como el sembrar y el cosechar. 

El nombre general para esta Ley universal es Karma, lo cual significa Acción y Reacción, Causa y Efecto; la misma aplica a todos los seres y a todos los planos. Dice un antiguo aforismo: “No hay Karma a menos que haya un ser que lo cree o que sienta sus efectos”. Por lo tanto toda manifestación es el resultado de la acción kármica por seres de todo grado en su mutua interacción e inter-relación. La frase: “Yo causo que ellos evolucionen otra vez” lleva consigo el significado de que cada período de manifestación, grande o pequeño, va seguido por otro sobre la base de la experiencia ya ganada. Eso que causa “que ellos evolucionen otra vez” es el Yo de Todo lo que es, al mismo tiempo, el yo de cada uno o como ha sido poéticamente llamado: “el Gran Aliento” con su gran “expirar e inspirar”, que son periódicos y recurrentes; la pulsación incesante puede decirse que es Su único atributo. 
Esta naturaleza esencial es eso de lo cual se habla en la frase que dice: “Yo emano una y otra vez todo este montaje de seres, sin la voluntad de ellos, por el poder de la esencia material”. La sentencia: “sin la voluntad de ellos”, puede ser comprendida si consideramos que ningún ser humano está en un cuerpo porque él, como tal, así lo deseara; ni tampoco abandona su cuerpo porque así él lo desee; la fuerza impulsante procede del yo interno, del hombre real. 

La oración: “Por el poder de la esencia material”, podemos comprenderla si consideramos la declaración de que el Espíritu y la Materia son co-existentes y co-eternos. Por la palabra “materia” se indica substancia primordial de la cual son producidas todas las diferenciaciones en la materia por acciones conscientes de seres de todos los diferentes grados. “Y yo soy como uno que permanece indiferente”, significa que el Yo Uno no está envuelto en ninguna forma particular ni colectiva de manifestación, pero por siempre permanece como el espectador, como el amonestador, el sostenedor, el que disfruta y también como el Alma Suprema. Igualmente, cada uno puede siempre decir: “Yo estuve en un cuerpo de niño y tuve experiencias pertinentes a ese estado; pasé a través de todos los cambios del cuerpo y circunstancias hasta el presente y pasaré por los cambios futuros; pero permanezco la misma incambiante identidad a través de todas las condiciones”. “Los ilusos me desprecian en mi forma humana, por ser desconocedores de mi naturaleza real como Señor de todas las cosas”. El Yo Uno es el yo de todos los seres. 

En las Upaniṣads se dice que: “el Yo brilla en todos; pero en todos no resplandece”. Kṛṣṇa dice que los ilusos fallan en reconocer este Yo y, juzgando por las apariencias y por las clasificaciones arbitrarias, mantienen la separatividad. Y así actuando, ellos ponen en movimiento causas que producen efectos similares en otras palabras, mal karma. El resto de este capítulo presenta la recta comprensión del Yo y de sus resultados, e igualmente a los resultados de una falsa e imperfecta comprensión. Las enseñanzas integrales de Kṛṣṇa enfatizan la declaración de que hay sólo Un Espíritu y no varios, el mismo Espíritu animando a todos los seres y sosteniéndolo todo. El mismo poder de percibir es poseído por todos igualmente. Las diferencias entre los seres consisten en el ámbito de la percepción adquirida a través de la evolución. Esto aplica a todas las vidas por debajo del Hombre, al Hombre mismo y a todos los seres superiores al Hombre. “La Voz del Silencio” dice que: “La Mente es como un espejo que acumula herrumbre mientras refleja”, y que en otros escritos se habla de la Mente como “el espejo del Alma”. 

No podemos fallar y dejar de ver el hecho de que nosotros actuamos de acuerdo a las ideas que sostenemos sobre la vida; que lo que nosotros llamamos: “nuestra mente”, es un cúmulo de ideas sostenidas por nosotros como una base para pensamiento y acción; y que nosotros vamos cambiando de tiempo en tiempo a medida que encontramos ocasiones para tales cambios; pero que, en todo momento actuamos sobre la base de las ideas que sostenemos en ese preciso momento. 
Las razones para la diferencia entre los seres humanos son tan sólo las falsas, las imperfectas o las verdaderas ideas que forman la base del pensamiento y de acción. Estamos inclinados en aceptar y a sostener sólo aquellas ideas que están de acuerdo con nuestros deseos personales. Kṛṣṇa presenta aquí un ejemplo de aquello que, entre nosotros, sería llamado un buen deseo, es decir: “aquellos que están versados en los Vedas, cuyo deseo es por un goce personal del cielo; ellos, él dice, obtienen y gozan de ese cielo por un período de tiempo proporcional al de sus méritos y entonces se hunden de regreso a un nacimiento mortal. El concluye diciendo: “por lo tanto, aquellos que anhelan el logro de sus deseos, siguiendo los Vedas, obtienen una felicidad que viene y se va. Pero para aquellos que, pensando en mí como idéntico con todo y que constantemente me adoran, Yo cargo el peso de la responsabilidad de su felicidad”. 

Las palabras: “constantemente me adoran”, tienen una explicación más adelante, en el capítulo en donde él dice: “Lo que sea que hagas Oh hijo de Kuntī, cualquier cosa que comas, cualquier cosa que sacrifiques, cualquier cosa que des, cualquier mortificación que ejecutes, encomiéndamelas todas a mí”. La “devoción” verdadera es la devoción a un ideal. Aquí, “el Yo de Todo” es el ideal y la acción indicada es la de pensar y actuar a nombre de y como si fuera el Yo Uno en todas las cosas, sin auto-interés en los resultados. Nosotros no estamos apegados a los resultados por nuestras acciones, sino por nuestros pensamientos; la libertad viene de la renunciación al auto-interés en el fruto de esas acciones. Todo lo dicho anteriormente está incluido en el mandato final de Kṛṣṇa: “Habiendo tú obtenido este mundo finito y triste, adórame. Sírveme, fija tú corazón y tu mente en mí. Sé mi servidor, mi adorador, póstrate ante mí y así, unido a mí, en reposo, vendrás a mí”.

martes, 28 de mayo de 2019

SER Y LLEGAR A SER



            
La Naturaleza toda es una Transformación, pues representa un proceso universal al que se aplica esta palabra desde el punto de vista de que algo que está dentro de cada cosa -la vida, la naturaleza de la cosa- se transforma. La palabra “Transformación” implica una continuidad. Lo que ha llegado a ser lo que es, es en esencia lo mismo que era, aunque diferente. El cambio que ocurre lo describe la Ciencia desde otro punto de mira como evolución, sin esta connotación sicológica. Los tipos viejos han desaparecido, pero de ellos ha emergido algo nuevo y mejor.
            
Todo individuo presenta externamente en su naturaleza, el aspecto de una Transformación. 
Está cambiando constantemente. Esto es cierto no sólo con respecto a cada hombre, sino a cada cosa o vida en la Naturaleza.
            
Sin embargo en medio de esta Transformación hay un estado que puede describirse como Ser. 
El Logos, cuya Vida es la Vida Una, se manifiesta en cada cosa individual como un estado de Ser en esa individualidad. Si El se manifiesta en cada cosa, no podemos sino considerarlo como perfecto en cada una de Sus manifestaciones. El debe ser perfecto, ya sea en la infinidad, o en medio de las limitaciones que definen lo finito. Toda individualidad, toda forma, ha de tener una definición, y está necesariamente limitada por esa definición.
            
Shri Krishna en el Bhagavad Gita, hablando como una Encarnación del Logos, dice: “Yo soy el Ser que está en el corazón de todos los Seres”, y procede a describirse como la esencia de cada tipo distintivo de Ser que se encuentra en el universo. Esa es la Inmanencia Divina. Si El está allí tiene que estarlo sin quedar implicado en la transformación, sino en un estado de perfección adecuado a cada cosa, o sea en ese estado que representa la perfección que ella ha de alcanzar. En un estado ya perfecto no hay necesidad ni causa de cambio.
            
Si podemos imaginar el Ser Divino morando de alguna manera misteriosa o mística en cada individualidad, debe estar allí en un estado que, debido a su misma perfección no admita cambio. 
La perfección es un fin en si misma, no un medio para un fin, aunque sea una perfección limitada. Representa una cima más allá de la cual no puede uno ir, aunque haya otras cimas.
            
Hay, desde luego, innumerables estados que constituyen el proceso de transformación para cada cosa individual, y algunos permiten más que otros la revelación de la naturaleza del Ser interno. 
Aunque todos sean Dioses (¿No sabéis que sois Dioses?”) la Divinidad está más manifiesta en unos que en otros. En cada estado de Transformación el Ser Divino está manifiesto en un grado proporcional a ese estado.
            
El uso de la palabra “grado” no implica imperfección. El estado de Ser en cada cosa puede imaginarse como un círculo perfecto el cual se ha usado como símbolo de eternidad porque en un círculo no hay ni principio ni fin. Puede haber una infinidad de círculos, de tamaños que varían desde el infinito hasta un punto. Pero sea cual sea el tamaño, cada círculo es completo en sí mismo.
            
Imaginemos, pues, una serie infinita de círculos concéntricos, que representan todos al mismo y único Ser, pero desde un punto de mira que continuamente crece. Desde otro punto de mira que incluye una nueva dimensión, pueden considerarse estos círculos como secciones de una esfera perfecta, perpendiculares a uno de sus innumerables diámetros. Todas esas secciones que serian infinitas en número, constituirían la totalidad del Ser en ese diámetro, el cual no es sino uno entre un número infinito de diámetros posibles. Así pues, la naturaleza del Ser, desde cualquier dirección que nos acerquemos a ella, o sea por medio de la cualidad innata de cualquier forma-arquetipo, es una y sin embargo infinita, inmutable en su unidad, pero variable en su revelación de sí misma.
           
¿Qué puede significar Ser, para nosotros? 

Ser es un estado fuera del tiempo; un estado de integridad en el que no hay vacío alguno; un estado como el que experimentamos en un momento de amor total o de belleza perfecta. Es un estado absoluto que cuando ocurre, rompe la continuidad de lo relativo. Nuestras mentes se mueven por asociación de una cosa a otra. Pero de vez en cuando la consciencia -que difícilmente puede llamarse mente- cae en un estado que es completo en sí mismo. Cuando la experiencia es así completa, no tiene relación de continuidad con lo antecedente o con lo que sigue después. Una continuidad necesaria implicaría en toda su extensión una falta de plenitud propia, y por tanto imperfección. Y así por el momento se interrumpe la sucesión que llamamos tiempo.
            
La absolutividad consiste en un estado no dividido, o sea una unidad. Si existe la unidad de todo, y el Logos conserva Su naturaleza de unidad en cada manifestación Suya, no hay partes siquiera en esa manifestación, en el sentido de elementos de ella en vías de Transformación. Lo que es una unidad está perfectamente integrado, es siempre un absoluto.
            
El estado de ser en cualquier individuo es un reflejo del Ser universal, una integridad que está incluida en una integridad mayor. Hasta cuando se refleja ligeramente es una consciencia receptiva, despierta una sensación de unidad, de comunidad, si no de comunión, con todos los demás seres. El sentimiento de que lo otro es diferente y separado, se olvida por el momento. Lo otro es diferente, si, pero no separado. Este sentimiento interno no está muy lejano del amor; pero es amor sin posesión ni auto-gratificación.
            
El amor lleva consigo el significado de una fuerza que se irradia, una objetividad subjetiva, una intensa radiación. Pero un estado de Ser sugiere encierro en sí mismo. ¿Es el estado que se llama Ser, un estado de encierro en uno mismo, o un estado de irradiación? Es ambas cosas. Cuando hay la condición de armonía, está encerrado en sí mismo, y sin embargo esa armonía puede tener el efecto más encantador sobre todos los que sean receptivos a ese efecto. Es como el fuego de una piedra preciosa, que es a la vez tranquilo y brillante.
            
Cuando hay integridad, un sentido de plenitud, hay felicidad absoluta. En nuestra experiencia normal, el estar enamorado representa este estado, porque cuando una persona está enamorada, si es un amor puro y no meramente una forma de lujuria, si es el amor que busca dar y no tomar o apropiarse, no hay en esa persona el deseo de salir de ese estado. Está supremamente contento. En esa integridad hay Belleza eterna e inmortal, porque la experiencia de lo Bello es siempre una experiencia completa.
            
Aunque Ser y Transformación son dos estados muy diferentes, debe haber una relación entre ellos. 
Si no la hubiere, no estarían en condición ni siquiera de discutir la naturaleza del Ser. Esa relación puede describirse como de conocimiento puro desde el nivel del Ser. Bajo la luz que emana del estado de Ser existe la posibilidad de comprender el proceso de Transformación,
            
La Luz que entra en la Transformación crea la posibilidad del Discernimiento. La mente iluminada por esta luz no coloca una meta fuera del estado del Ser. Si deseara algo fuera de ese estado, sería un deseo falso. El único deseo verdadero es una expresión fiel o natural del Ser, cuya expresión también es Ser. Pues si Ser es un estado completo, no existe nada perteneciente a él fuera de esa integridad. 
El deseo de algo fuera de la experiencia del momento pertenece los niveles de lo incompleto. 
En el Hombre Perfecto, en el estado de Ser perfecto, no puede existir tal deseo. Todo deseo, toda codicia, todo temor, toda ambición, es una deformación, no de ese Ser que es una armonía integral sino del aura, de la envoltura externa, de ese medio reflejante y transformante en que está envuelto. 
La voluntad del Ser puro es una auto-realización perfecta, el desarrollo o expresión de esa armonía que El es, en formas cuya esencia íntima está implícita en el espíritu de esa armonía.
            
No “transformarse” no implica una condición estática, ni contentamiento consigo. Ser es siempre potencialmente un estado dinámico. Genera movimiento. El Ser único, donde permanece enroscada la serpiente de la Eternidad, es la causa de las energías universales. Lo que causa un movimiento falso es aquella transformación que sueña con la glorificación y expansión de sí mismo.
            
Cuando se usa la palabra “Ser”, como al hacer referencia al Ser Supremo o Logos, introducimos en el concepto que formamos cierto sentido de ego-idad, una nota de auto afirmación humana, -yo soy yo- que es nuestra constante experiencia de nosotros mismos. Pero el puro Ser no incluye semejante auto-proyección consciente. Ser es simplemente existir (prescindiendo por el momento del significado de “ex” en la palabra “existencia”). No hay discordancia entre el Ser en cualquier forma, y su trasfondo universal, como tampoco la hay entre el Logos y el Parabrahmán o Mulaprakriti.
            
La perfección hacia la que toda cosa está evolucionando, junto con la perfección de todo otro ser, constituye una totalidad, porque ellas son aspectos del Ser Uno que es perfecto. La perfección de cada cosa es un estado de la Perfección total. El Ser de uno y todos es el principio, el corazón, y el fin de su Transformación. La consciencia que está fuera del tiempo reposa en ese Ser, que es uno con todo otro Ser, expresando cada uno nada más que un estado del Ser Uno. Cuando la consciencia no está ocupada en una transformación, el Ser permanece, y ella está absorta en ese Ser.

N. SRI RAM

sábado, 25 de mayo de 2019

EL SENDERO DEL DISCIPULADO - EL PROGRESO FUTURO DE LA HUMANIDAD





FUTUROS MÉTODOS ClENTÍFICOS EL VENIDERO DESENVOLVIMIENTO DEL HOMBRE 

Hasta ahora hemos indicado el progreso del individuo, demostrando cómo el hombre atento a su porvenir puede alzarse paso a paso desde la vida del mundo a la del discípulo, y cómo le es posible anticiparse al progreso de la humanidad efectuando en unos cuantos años lo que la raza cumplirá en indecibles milenios. Pero ahora vamos a trazar el progreso de la humanidad en el transcurso de los siglos, exponiendo brevemente las grandes etapas del progreso humano, considerada la humanidad en conjunto. Así es que echaremos una rápida ojeada sobre la evolución, para ver no sólo el pasado desde donde llegamos al presente, sino el porvenir que colectivamente nos aguarda. 

Me propongo tratar del progreso de las naciones y del desenvolvimiento de la humanidad a que ahora pertenecemos. Más para dar esta ojeada a vista de pájaro, casi me atrevería a deciros que subáis conmigo al vehículo de Vishnú, la potente ave Garuda, y atravesando la atmósfera de innumerables edades, posemos la vista en los panoramas que encontremos en nuestro vuelo. Me parece que todos quedaremos sin aliento después del viaje. Sin embargo, en cierto modo me será a mí más fácil que a vosotros, porque a causa de haber pensado muy a menudo en este asunto me es ya familiar, mientras que a muchos de vosotros les parecerá algo extraño el terreno, y nuevo en sus pormenores el concepto teosófico de la evolución. Pero forzoso es pasar rápidamente de uno a otro punto sin dilucidarlos, y así tal vez os evite, por la rapidez de la exposición, muchas dificultades que suscitaría la completa y pormenorizada explicación del conjunto. 

Con todo, permitidme deciros que acaso me equivoque en algunos pormenores y puntos subalternos de esta vasta descripción; pero es fiel el bosquejo del conjunto, porque no lo trazo yo, sino que viene trazado de otra parte, y aunque la insuficiencia de quien os lo muestra pueda ocasionar algún error en los detalles, tened absoluta confianza en la fundamental exactitud del diseño. A la vista de los Grandes Seres que fueron sus primitivos instructores, gobernantes y guías, el hombre no es tal como hoy aparece, pues no ha llegado a ser lo que debe ser y será algún día. No quiero decir con esto que colectivamente haya sido insatisfactorio su progreso. Por el contrario, el punto a que la humanidad ha llegado en su evolución, rodeada de dificultades y sufrimientos. es bastante satisfactorio si lo miramos desde un elevado punto de vista, considerando el tiempo, corto según los cómputos divinos, aunque largo según los años terrenos, que tiene tras sí en su evolución. 

Seguramente que el hombre actual no es tal como lo conciben quienes proyectaron su peregrinación ni según lo ven en su mente los que le impelieron a la evolución. Recorrió la humanidad el arco descendente, ha transpuesto el ínfimo punto de conversión y se extiende ante sus pasos una empinada cuesta a cuyo término la perfecta y gloriosa humanidad, muy distinta de la de hoy, será tal como la concibió el divino pensamiento. Necesario es tener en cuenta que el universo comprende siete grandes y distintas regiones o planos. surgidos de la mente divina de dentro afuera o de arriba abajo, según la frase que prefiráis. Cada plano está constituido por distintas modalidades de la única esencia, el paramatma de que todos proceden. 

Al enfundirse el divino pensamiento y tomar forma por la divina voluntad en el manifestado universo, se fue constituyendo cada plano caracterizado por la diferente densidad de su materia constituyente y el número de envolturas en que estaba velada la primaria energía. Así es que en términos generales podemos concebir el universo como un grandioso sistema solar en que el sol representa al Logos que lo formó, y cada orbe representa un plano del universo. 
Los planos interiores serían los de materia más sutil y de energía menos aprisionada; los exteriores serían los de materia más densa y energía más aprisionada por la densidad de la materia que la envuelve. 
Además, conviene advertir que cada una de estas regiones o planos tiene sus habitantes y que la evolución va primero del centro a la circunferencia y después regresa de la circunferencia al centro. Cuando el Gran Aliento espira y la materia aparece en existencia cada vez más densificada, llega un punto en que la materia alcanza el máximo de densidad y la energía el máximo de flaqueza. En este punto la forma tiene su mayor rigidez y la vida su mayor ocultación, por lo que será un proceso en que la materia se vaya densificando y la forma aumente en rigidez mientras que la vida estará cada vez más velada en esta manifestación. 

Por otra parte, cuando el Gran Aliento inspira, retrayendo hacia el centro su creadora actividad, la materia se va sutilizando y la vida está menos velada, hasta que finalmente el Gran Aliento cosecha del manifestado universo todas las experiencias adquiridas en los mundos. La humanidad, objeto y resultado de este proceso evolutivo, será divina y estará dispuesta a superiores etapas de adelanto. Observando el curso de la evolución, echamos de ver que los habitantes de los planos propenden a individualizarse a medida que pasan a formas de más densa materia. Así es que si miramos hacia atrás de nosotros, advertimos que la llamada esencia elemental va tomando poco a poco formas cada vez más definidas, porque involuciona por el arco descendente y en consecuencia propende a separarse en formas materiales. Es el proceso del descenso a la materia, mientras que la humanidad evoluciona ahora por el arco ascendente y propende a tomar formas cada vez más sutiles en aspiración a la unidad y a la vida sin velos. 

Esta ligera explicación os dará idea del universo en conjunto, y comprenderéis que en los planos menos densos que el físico, no sólo está evolucionando y ascendiendo la humanidad, sino que también está involucionando y descendiendo la esencia elemental. 
El mundo mineral es el punto de conversión, porque en él llega la materia al máximo grado de densidad. En el transcurso de la evolución ascendente, los reinos mineral y vegetal del mundo físico ocupan el plano físico y su conciencia no pasa más allá; pero al proseguir la evolución, el reino animal da un paso adelante y ha de vivir en los planos físico y astral. El hombre está destinado por el pensamiento del Logos a ocupar y adueñarse, durante la actual evolución, de cinco de los siete planos del universo, que son el físico, el astral, el mental, el búdico y el nirvánico. 

El plano mental incluye el svarga del hinduista y el devachán del teósofo; pero también podemos designar más ventajosamente el estado de conciencia mental con el nombre de sushupti, que ahora sólo conocen en la tierra los hombres de mucha experiencia y desarrollo, aunque en el transcurso de la evolución llegará a él la mayoría de la raza humana. Al plano búdico se le llama también el plano de turiya, y al nirvánico, turiya-tita. Con esto tenemos cinco distintas regiones o planos del universo que la humanidad está destinada a ocupar en el transcurso de la evolución, en los cuales ha de ir desenvolviendo su conciencia para acabar con éxito feliz su peregrinación. 

El individuo puede recorrer estas etapas más rápidamente por medio del yoga; pero la colectiva humanidad sólo podrá terminar su evolución en el transcurso de las edades. La mayoría de los hombres, no todos, habrán desplegado su conciencia en los cinco planos y actuarán en ellos antes de que finalice el actual manvantara. El hombre poseerá entonces vehículos a propósito para actuar conscientemente en cada plano. Y al observar al hombre de hoy día, vemos en él la posibilidad de explayar dicha quíntuple vida con los cinco vehículos que le capaciten para habitar en los cinco planos y enseñorearse, cual es su destino, de este manifestado universo. Más allá de los cinco planos referidos, se dilatan otros dos, a donde no llegará la mayoría de la humanidad, por lo menos en la actual evolución. Dichos dos planos son para nosotros meros nombres sin definido significado, pues transcienden a cuanto nos cabe imaginar. 

Se les llama paranirvánico o anupadákico y mahaparanirvánico o ádico, sin que ni soñar podamos lo que sean ambos estados de conciencia. He ahí, pues, los siete planos del universo. La mayoría de la humanidad ha de ocupar y adueñarse de cinco de ellos, y algunos de sus más insignes hijos llegarán a los dos planos superiores pero la masa general de la raza humana terminará su evolución en el quíntuple universo. Esto os dará, tal vez, una insinuación acerca de la controversia suscitada respecto a los números "cinco" y "siete" en la naturaleza. Muchas discusiones ha habido sobre esto, especialmente entre los teósofos y algunos de nuestros hermanos brahmanas, quienes defienden la división quíntuple, mientras que los teósofos insisten en la séptuple. 

Seguramente que la división total es séptuple, y diversos pasajes de los Upanishadas nos hablan de la división del séptuple fuego; pero la actual evolución es de índole quíntuple, simbolizada en los cinco pranas, tan frecuentemente citados en la literatura hinduista. Digo esto de paso, porque muchas discusiones se evitarían si las gentes se comprendieran mutuamente mucho mejor de lo que hoy se comprenden, pues si en vez de contender sobre meras apariencias mirasen debajo de la superficie, encontrarían casi siempre el punto de coincidencia. Repito que me falta tiempo para detenerme en esta cuestión; pero en lo dicho está la clave del enigma relativo al cinco y al siete. 

La humanidad en conjunto desarrolla cinco vehículos para la quíntuple evolución, mientras que la flor de la humanidad alcanzará los dos planos allende los cinco. Estudiando la evolución humana, vemos que las razas primera y segunda se ocupan en la evolución de la forma física y de la naturaleza inferior o animálica, es decir, que desarrollan el cuerpo físico con su doble etéreo y la naturaleza kámica o pasional que hallamos en los animales y también en el hombre. La tercera raza de la humanidad recibió especial ayuda al llegar al promedio de su evolución. Desde luego que el linaje humano hubiera podido progresar sin esta ayuda en el transcurso de las edades; pero la recibida ayuda apresuró enormemente la evolución, de modo que fue. mucho más rápido su progreso. Los grandes Kumaras, que también se llaman Manasaputras o Hijos de la Mente, las primicias de una pretérita evolución, descendieron a la humanidad terrestre a fin de que pudiera apresurar su desenvolvimiento, y emanando una chispa de su peculiar esencia, despertaron el manas o alma individual en el hombre. 

Esta especial ayuda tuvo por consecuencia un grande aceleramiento de la evolución humana. Entonces quedó formado el cuerpo causal (karana sharira) o cuerpo del manas superior, el último de los que posee el reencarnado espíritu, y que perdura de una a otra vida entrojando los resultados de cada una de ellas para transferirlos a la siguiente. Por esto se le llama cuerpo causal, porque en él radican las causas que se resuelven en efectos en el plano físico de la vida terrena. Desde la formación del cuerpo causal dispuso la humanidad de un vehículo, de un receptáculo y depósito donde acopiar las experiencias y conocimientos adquiridos en el mundo físico durante la vida terrena, cuando el ego con su cuerpo causal se proyecta o refleja en los cuerpos inferiores. Al morir el cuerpo físico, el hombre debe asimilarse las cosechadas experiencias y vive entonces sucesivamente en los planos astral y mental, donde infunde en su ser las experiencias y efectos resultantes de la vida terrena. Cada vida física le produce ciertos resultados que se transmutan en potencias y facultades. 

Si, por ejemplo, durante la vida terrena frecuentó el hombre el ejercicio de su mente, esforzándose en aprender y comprender y acumular conocimientos, resultará que en el período transcurrido entre la muerte física y el renacimiento irá transmutando en facultades intelectuales cuantos esfuerzos realizó en la tierra, y al renacer traerá congénitamente consigo las elaboradas facultades. De la propia suerte, sus nobles aspiraciones, sus levantados deseos, sus espirituales anhelos quedarán asimilados definitivamente a su íntima naturaleza durante el intervalo de la muerte al renacimiento, y renacerá en circunstancias favorables a su progreso, trayendo consigo las facultades espirituales que le servirán para mayor adelanto durante aquella nueva vida terrestre. Así vemos cuán regulares son las etapas de crecimiento del cuerpo causal o vestidura peculiar del ego, que se proyecta o refleja en los planos inferiores para adquirir y acopiar experiencias que después se lleva consigo al devachan o plano mental, para asimilárselas y transmutarlas en potencias, facultades y aptitudes que infunde definitivamente en su conciencia. 

Entonces se refleja o proyecta de nuevo en los planos inferiores, enriquecido con los allegados tesoros y manifiesta en otra vida terrena las potencias, facultades y aptitudes que con su esfuerzo ganó en las vidas anteriores. Por lo tanto, progresa lenta, pero incesantemente, el hombre, vida tras vida, teniendo el cuerpo causal por receptáculo de todas sus experiencias cuyo fruto se asimila el ego. Comprendido esto se ve claramente el significado de la frase: "peregrinación del alma", porque en cada vida terrena ha de tener el hombre mayores potencias, facultades y aptitudes mentales, morales y espirituales. Tal es el plano de evolución; pero como se prosigue muy imperfectamente, de aquí la enorme longitud del camino de peregrinación, porque el peregrino da muchas vueltas y revueltas, se extravía por vericuetos y se descarría por andurriales en vez de seguir un derecho y ascendente sendero. Por lo enormemente largo del camino, necesita la humanidad millares de milenios para terminar su evolución. Sin embargo, ha de terminarla, porque así lo quiere la divina Voluntad y nada podrá impedirlo por mucho que tarde en llegar a la meta señalada. 

Prosiguió la evolución en el transcurso de la segunda mitad de la tercera raza hasta llegar a la cuarta, en la que floreció la poderosa civilización atlante cuyo cenit señala la gran subraza tolteca, de la que también dice algo la ciencia occidental. Fue una civilización de maravillosas hazañas, pero con el inconveniente de que como el hombre estaba todavía muy abajo del arco ascendente, y por lo tanto profundamente sumergido en la materia, sus facultades mentales eran de índole psíquica. De aquí la necesidad de velarlas durante algún tiempo para que pudiesen desarrollarse las de índole intelectual, facilitando con ello en el porvenir una superior evolución de la humanidad. 

En consecuencia, la ley cósmica, a la que nada resiste, sumió a la raza atlante en una grandiosa pero muy materializada civilización. Las clases directoras y gobernantes del imperio tolteca contribuyeron deliberadamente a extinguir las facultades psíquicas, pues con egoístas fines las fueron debilitando y entorpeciendo en las clases populares de atrasada evolución, al objeto de que desprovistas de ellas fuesen dóciles instrumentos de sus ambiciones. De esta suerte, además de la natural acción de la ley cósmica en la pérdida de las facultades psíquicas, contribuyó artificialmente a ella la acción de los gobernantes toltecas. Esto me mueve a recordaros que nadie puede resistir el formidable empuje de la ley cósmica ni detener la majestuosa marcha de la divina evolución; pero sí es posible que el hombre actúe en pro o en contra de ella. Puede obrar bien o mal. 

Si reconoce la sabiduría y grandeza de la evolución, a ella cooperará con el cumplimiento de su deber y la sumisión a la divina voluntad; pero también puede utilizar en su personal provecho, con fines egoístas, alguna de las fuerzas de la naturaleza en vez de emplearla en contribuir a la realización de los divinos designios. Cuando el hombre se vale, con fines egoístas, de las fuerzas del universo, engendra un mal karma individual, aunque sin afectar por ello al karma colectivo de la raza. 
Así vemos que el individuo puede malograr su porvenir y hacerse miserable en el exiguo círculo de su personal evolución, aunque esté comprendido en la amplísima esfera de la ley cósmica, y si egoístamente utiliza las fuerzas de la naturaleza, cosechará frutos de árido egoísmo. 
Por lo tanto, bajo la acción de la gran ley cósmica, puede engendrar el individuo su buen o mal karma. Vale la pena de reflexionar sobre este asunto porque seguramente os descifrará muchos enigmas, entre ellos cómo cabe que sea divina la ley de evolución que impele al hombre hacia adelante, cual si adelantar fuese su fatal destino, cuando el hombre reconoce el relativo albedrío de su voluntad. 

A esto diremos que cada quién es libre de escoger su propio camino, pero en el inmenso campo de la evolución. Los atlantes emplearon las fuerzas de la naturaleza con fines egoístas, y la última consecuencia de su conducta fue la destrucción de la Atlántida y el aniquilamiento de la raza, excepto algunos núcleos de población que, salvados de la catástrofe, quedaron acá y allá, especialmente en el Perú donde dejaron vestigios de su gloriosa civilización. Tanto era su esplendor, que aún en la época de la decadencia, cuando los españoles conquistaron el imperio de los Incas, sorprendióles en extremo la dulzura, afabilidad y candor de las gentes, la sabiduría de los gobernantes, la prosperidad y dicha del país entero. Esta civilización, hollada por las invasoras huestes de los conquistadores, era el postrer destello de la civilización atlante, de aquella civilización tan esplendente en su cenit como espantosa en su caída, que anegaron las olas del Atlántico al engullirlas un tiempo amenas y rientes tierras de la Atlántida. 

Llegamos ahora a la evolución de la raza a que pertenecemos; más para proseguir nuestro estudio conviene recordar que el Logos de nuestro sistema se manifiesta en trino aspecto. Sabéis que en las principales religiones la Trimurti o Trinidad representa a Dios manifestado, y también sabéis (por lo menos los más pensadores y filosóficos), que las tres personas de la Trinidad son la trina manifestación del único Dios, los tres aspectos de la única Esencia inmanifestada, sólo cognoscible cuando se manifiesta existentemente en el universo. 

En el Trino Logos se descubren los aspectos de Poder, Sabiduría y Amor. Pues bien; todas las actividades humanas llevan la característica del trino Logos y pueden relacionarse con uno u otro de los tres aspectos de poder, sabiduría y amor, de suerte que las actividades de toda nación, estirpe o individuo se agrupan bajo dichos tres aspectos. Expongo esta clasificación porque en un tema tan complejo como el que estamos considerando, servirá a modo de armario con diversos cajoncillos donde ir colocando las diferentes partes del tema para vuestro ulterior estudio y consideración. Recordemos que los tres son uno y que, por lo tanto, se interpenetran pues la división en tres se refiere al aspecto fenoménico y no a la esencia; pero como estamos en el mundo de los fenómenos, y la separación es fenoménica, podemos considerar a los tres distintamente, sin que nos confundamos por ello con tal de tener presente su fundamental unidad. 

Tomemos la trina división y subdividamos cada uno de sus elementos. En el Amor descubriremos aquellas actividades del ánimo que naturalmente se relacionan por una parte con la religión y por otra con la filantropía, tomando ambas palabras en su más amplio significado, es decir, que por religión entendemos el servicio tributado a los seres que están sobre nosotros, y por filantropía el servicio prestado a los que están alrededor y debajo de nosotros. Así, en el Amor incluimos el conjunto de las humanas actividades que tributan homenaje y servicio a Quienes están más allá de nosotros en la evolución, y prestan ayuda compasiva y auxilian a los que nos rodean y a quienes están más atrasados que nosotros. Si clasificamos a los seres en dioses y hombres, tendremos que a la religión incumbe el directo servicio a los dioses, mientras que la filantropía se contrae al servicio prestado en el plano físico a los hombres. 

En la Sabiduría se comprenden todas las actividades de la mente humana, tanto altas como bajas, que podemos dividir en científicas, filosóficas y artísticas. Estos son los tres dilatados campos de las actividades de la mente comprendidas en la Sabiduría; pero no vaya a creerse que el conocimiento sea de por sí Sabiduría, sino el material de que por espiritual alquimia dimana la Sabiduría, porque el conocimiento espiritualmente transmutado se convierte en Sabiduría, y por lo mismo agrupamos bajo el título de Sabiduría el conjunto de las actividades del conocimiento. 

En el Poder comprendemos todas las actividades relacionadas con el gobierno humano, con el ejercicio de las funciones administrativas y ejecutivas, la constitución de las nacionalidades y municipios, con todo aquello en donde se ejerce el poder. También entran en esta división las creadoras facultades que por derecho de nacimiento le corresponden al hombre como brote de la Divinidad, y que, sin embargo, tan pocos comprenden y menos aún ejercitan conscientemente, a pesar de ser poderosos medios de evolución y adelanto. Todos los esfuerzos de los divinos Instructores del pasado y del presente se dirigen a poner estos vastísimos campos de actividad bajo el inteligente cultivo del hombre, de suerte que con acierto labrados aseguren su evolución. Todos los esfuerzos de los Maestros se encaminan a dirigir las actividades humanas de suerte que sean de amor, sabiduría o poder y se encaucen derechamente en beneficio de la general evolución de la humanidad. A este fin se han fundado las principales religiones, se dictaron los códigos de moral y se estimuló con enérgicos impulsos el desarrollo intelectual de las gentes. 

A este mismo fin, en nuestros días, se han restaurado las antiguas verdades con el nombre helénico de Teosofía, que equivale a Sabiduría divina, y no es más que un nuevo restablecimiento de la antigua verdad, logrado por el esfuerzo de los Maestros que dirigen las actividades de la vida humana. 
Hoy día es doblemente necesaria la restauración de las antiguas verdades, porque si echáis una ojeada sobre el mundo, parece como si el hombre hubiese llegado al límite de su poder en todas sus modalidades de actuación. Es ya dueño del plano físico, y tanto se ha ocupado y tan grande ha sido su interés por los fenómenos físicos, que no percibe las realidades de los planos superiores. 
Si observamos las actividades de la vida humana, veremos que en punto a religión, el materialismo la combate por un lado y la superstición la socava por otro. 

Contra la religión se asestan dos puñales: el del escepticismo incrédulo y el de la superstición crédula. Ambos son dañinos para el progreso humano en esta particular actividad. Si de la religión volvemos la vista hacia la filantropía en el mundo moderno, vemos que la miseria está demasiado extendida y es en exceso intensa para que los hombres se debatan contra ella. Donde la moderna civilización se muestra más pujante y esplendente, allí vemos los más acerbos sufrimientos y las más horribles miserias capaces de aplastar la vida humana. Al ver estas miserias, no sólo nos convencemos de que la filantropía es impotente para remediarlas, sino que engendran resentimientos, rencores y odios de clase con amenaza de anárquicas revoluciones. Así la civilización se estremece en sus cimientos y los hombres no saben cómo afrontar el peligro, porque han perdido el espíritu de amor. 

En los tres campos de la Sabiduría no son menores las dificultades. La ciencia parece haber consumido todos sus recursos materiales. Sus aparatos de observación y análisis son tan maravillosamente delicados, que no cabe imaginar mayor perfeccionamiento. Sus balanzas de precisión son tan finas, que aprecian las milésimas de miligramo; y sin embargo, dicen los científicos que todavía hay substancias imponderables en tan delicadas balanzas. La ciencia está agotando sus recursos en cuanto con sus métodos de investigación se relaciona, y a su pesar se ve compelida por misteriosas y sutiles fuerzas que se negaba a reconocer. Si entramos en el laboratorio del químico y en el gabinete del físico, echaremos de ver que actúan allí fuerzas imposibles de sujetar a peso ni medida. La realidad de estas fuerzas confunde al científico, pues contrarían todos los métodos clásicos y difieren de todo cuanto él se figura conocer de la naturaleza. 

En filosofía advertimos la lucha entre el materialismo ya desacreditado y el idealismo que no acierta a asentarse sobre firmes e inconmovibles cimientos. En el arte echamos de ver la propensión a la extravagancia, la aridez y esterilidad, sin nada nuevo ni original, sino tan sólo torpes remedos de las antiguas escuelas. Ha perdido el arte su potencia creadora y si nos detenemos a mirar la tercera actividad, la del Poder, ¿qué vemos en el mundo moderno? Las naciones tantean una tras otra diversidad de regímenes políticos. Perdieron los divinos gobernantes que un tiempo las condujeron por caminos de paz, prosperidad y dicha, y ahora intentan compensar la pérdida de los reyes divinos entronizando al policéfalo monarca llamado Pueblo. En vez de la divina monarquía de poderosos iniciados, han instaurado los regímenes de autonomía y democracia, como si multiplicando la ignorancia por un factor de millones de unidades, hubiese de dar por producto el conocimiento. Echaréis de ver que en cuanto con el poder creador se relaciona, se ha perdido el verdadero conocimiento, y quien de él hablara sería víctima del ridículo, porque las gentes desconocen la divinidad de su herencia. ¿Qué nos enseña todo esto? 

Que la humanidad colectivamente considerada se dispone a dar otro paso adelante. Nos enseña que hemos llegado a uno de aquellos períodos de transición cuando, gastado ya lo viejo, debe abrir sitio a un nuevo crecimiento y desarrollo. Entre tanta turbulencia y desasosiego, entre tanta angustia y perplejidad, laten en el seno de la raza humana las semillas de su próximo avance que restituirán a los tres órdenes de actividad su antigua eficacia mediante un nuevo desarrollo por retrazados caminos de progreso. Porque, si bien la evolución no puede retroceder sobre sus pasos para reproducir atávicamente las formas ancestrales, se mueve en línea espiral que regenera en superior nivel lo que de mejor contuvo el inmediato inferior. La humanidad camina hoy por esta espiral y da la vuelta a una espira, para restaurar con nuevos poderes y más amplias posibilidades lo que bajo diferente forma existió en el pasado. Consideremos el Amor. 

Cuando la humanidad de su próximo paso hacia adelante (ya se notan acá y allá señales de que va a darlo) y haya perfeccionado su vehículo físico, comenzará la tarea de perfeccionar su segundo vehículo de conciencia con el que ha de actuar libremente en el plano astral. Transcurridos millares de años, la humanidad habrá ya perfeccionado dicho segundo vehículo y la mayoría de las gentes serán capaces de actuar con él en el plano astral tan fácil y cómodamente como hoy actúan con el cuerpo físico en el plano físico. No tendrá esta facultad todo el linaje humano, porque los hombres no son iguales, según pretende absurdamente la moderna democracia; pero la inmensa mayoría podrá valerse del cuerpo astral para actuar conscientemente en el plano de este nombre, sin dejar por ello su actuación en el físico, y así progresará la humanidad. 

¿Qué alteraciones producirá este nuevo paso? En religión, tendrá la humanidad desplegado ante su abierta vista el plano astral, donde algunos de los más poderosos Seres se manifiestan en forma humana para auxiliar e instruir a los hombres. Entonces verán las gentes a las Entidades cuya existencia les declaró por fe la religión y las conocerán como ahora conocen o se figuran que conocen a los seres que en cuerpo físico los rodean. Conocerán a los habitantes del hoy invisible mundo. 
De esta suerte, la mayoría de la humanidad compartirá con los actualmente más adelantados el directo conocimiento y la absoluta seguridad del mundo astral, que tan pocos conocen hoy, y se desvanecerá para siempre el escepticismo, porque nadie podrá negar la existencia del mundo ahora invisible, cuando despierto y consciente vea a los seres que en él habitan, como no puede negar la de sus parientes y amigos en el plano físico.5 

Al dar la humanidad el nuevo paso, la religión cambiará de carácter hasta el punto de que todos los hombres conocerán cuanto conocieron y proclamaron los videntes y profetas, porque será materia de su diario conocimiento y experiencia, resultando con ello el escepticismo tan imposible como hoy lo es en las verdades científicas positivamente comprobadas. La superstición sufrirá la misma suerte que el escepticismo, porque vive en tinieblas y se nutre de la ignorancia. Vive y florece y es una maldición para las naciones, porque hay quienes se valen de la tergiversada y contrahecha tradición del conocimiento, sin su vívida realidad, para esclavizar a sus prójimos, cuya ignorancia los somete al dominio de quienes pretenden poseer las llaves del conocimiento, aunque estas llaves estén enmohecidas y no sirvan para dar vuelta a la cerradura. 

Más, no obstante el terror que a los ignorantes se les infunde para apartarlos del verdadero conocimiento, la superstición es imposible cuando se abren los ojos del hombre. No podéis imaginar el cúmulo de errores que de la superstición derivan en el plano astral. Es indecible la miseria y el terror que sufren muchas almas al dejar el cuerpo físico y entrar en un mundo desconocido y repleto para ellas de todos los imaginarios terrores de que la superstición dominada por el falso conocimiento lo pobló. Sobre todo así ocurre en Occidente, donde tan divulgada está la idea del infierno eterno y se les enseña a las gentes que después de la muerte no hay adelanto ni progreso, y que a los pecadores se les sumerge en un lago de fuego y azufre por toda eternidad, sin esperanza de remedio ni salvación. No es posible imaginar el efecto que estas arraigadas supersticiones producen en el mundo astral a quienes allí pasan dominados por ellas. Creídos de que todo cuanto les enseñaron sus ignorantes maestros es verdad o puede serlo, se figuran que van a ser víctimas de semejantes horrores, y con muchas dificultades tropiezan los auxiliadores del plano astral para ir disipando poco a poco el terror de aquellas pobres almas y darles a entender que la ley es la misma por doquiera y no cabe malicia ni malignidad en las potestades directoras del universo. 

Así tenemos que el escepticismo y la superstición serán imposibles. Habrá otras dificultades, problemas y enigmas; pero los dos gemelos enemigos del hombre, el escepticismo y la superstición, quedarán extirpados sin posibilidad de rebrote cuando aquel día llegue para la humanidad. También será muy grande el adelanto en el aspecto del amor que llamamos filantropía, pues desde el plano astral se puede hacer en favor de la humanidad mucho más que desde el plano físico, porque las actividades físicas tienen más hojarasca que fruto. Veis a un gobernante dictando leyes, decretos y reglamentos sin descanso, y las gentes se admiran de lo intenso de su labor y esperan que ha de ser muy provechoso su trabajo. Pero en extremo mezquinos y desabridos son los frutos en comparación de la oculta labor silente y tranquila que sin esfuerzos físicos ni meneo de lengua efectúa la actuación de la mente en el sutil medio que influye en los pensamientos de los hombres con mayor eficacia que en sus cuerpos. 

Cuando la humanidad ascienda a este superior plano, dicha influencia se derramará mucho más copiosamente que hoy día, y la miseria, el crimen y el vicio se combatirán influyendo en las mentes de los hombres para purificarlas y elevarlas, realzándolas de esta suerte sobre las circunstancias que ahora las asedian. Habéis de advertir que cuando engendráis un pensamiento rencoroso, impuro sórdido o vengativo, lo mandáis a las gentes del mundo como una fuerza viva, un agente activo que planea sobre las masas humanas y se lo asimila el más débil y receptivo, el menos desarrollado, de suerte que estos pensamientos de individuos al parecer respetables, esparcen las semillas del crimen entre las gentes de inferior clase social, cuyos delitos nutren en gran parte el mal karma de quienes con sus pensamientos los estimularon. 

Esto no lo conocen como debieran la generalidad de las gentes ni lo creen cual habrían de creerlo. Todo hombre poseído de sentimientos de venganza envía al plano astral una fuerza destructora, y cuando alguna débil personalidad se interpone con un mal karma en adversidad de circunstancias, pasiones indómitas e impulsos irreductibles, se acumulan en él los siniestros pensamientos de gentes de representación social, y si llega a excitarlo alguna injuria o a descomponerlo algún agravio, arriesgan dichos pensamientos a inducirle al asesinato; pero aunque él haya blandido el arma homicida en sus manos físicas, el golpe recibió su impulso de los pensamientos engendrados por quienes sintieron mortífera venganza, por más que no aparezcan en plástica forma. No se extinguirán los crímenes de la plebe social hasta que se purifiquen las mentes de las clases superiores cuya educación las obliga a comprender la naturaleza de las cosas. 

Cuando todo esto se vea y conozca y el mundo astral se abra a la vista de los hombres, dispondrá la humanidad de otra valiosa fuerza que la auxilie y la realce, porque nadie negará entonces el poder del pensamiento y todos apreciarán su responsabilidad por los pensamientos que engendren, y emitirán amorosas y auxiliadoras influencias en vez de las siniestras que con tanta frecuencia emiten hoy. También entonces se convencerán las gentes de la posibilidad de recibir directa ayuda de los mundos superiores, como actualmente se recibe, pues los descubrimientos de los científicos suelen tener su origen en la influencia que la mente del descubridor recibe del mundo mental. 

Cuando un científico, como, por ejemplo, sir Guillermo Crookes, descubre la génesis de los átomos, una de las más delicadas generalizaciones de la ciencia moderna, ¿creéis que procede de abajo arriba para llegar a tan alto? Por el contrario, las nuevas ideas provienen de arriba y no de abajo, porque los Maestros influyen en las mentes de quienes poseen alguna aptitud utilizable, y desde el mundo mental a través del astral, donde los pensamientos son formas vivientes y activas, influyen en algunos individuos con objeto de apresurar el progreso del mundo y facilitar el adelanto de la humanidad. Esta influencia no es más frecuente hoy día, porque hasta que el hombre no mejore su naturaleza moral, no conviene que conozca demasiado las invisibles fuerzas actuantes tras el velo, pues abusaría de ellas en vez de aprovecharlas, y las emplearía para oprimir a las gentes con egoístas propósitos en vez de aplicarlas al bien de la humanidad. Por esta razón no se divulga más rápidamente dicho conocimiento ni recibe la ciencia más poderoso auxilio. 

Como dice un Maestro, la ciencia ha de emplearse en servicio de la humanidad para obtener mayor ayuda de los Auxiliadores y Salvadores de la raza humana. Más rápido aún será el progreso en otros sentidos cuando llegue el día que vislumbramos. En educación supongo que nadie negará cuán mayor provecho obtendrían los educandos si los educadores supieran estimular directamente las buenas cualidades y sofocar las siniestras. Sabemos que en torno de cada individuo hay un aura, visible a los adiestrados ojos del yogui, que denota el desarrollo de la mente, la índole del carácter y el estado de adelanto del alma residente en aquel cuerpo, con todas sus características y cualidades. 
Cada individuo lleva en su alrededor este registro de su condición como prueba evidente del grado de evolución en que se halla, y que revela los pensamientos y el carácter a una vista ejercitada con tanta facilidad como la vida física percibe los rasgos fisonómicos, pero con mayor exactitud por lo que se refiere al carácter del hombre. Ahora bien; cuando nace un niño, al pasar por las primeras fases de crecimiento, tiene su aura la particularidad de entrañar los resultados kármicos del pasado, aunque la mayor parte de las congénitas cualidades mentales y morales están latentes y no en plena actualización. 

El aura del niño es relativamente pura; sus colores son nítidos y diáfanos, no pesados, sucios y espesos como en el adulto. En el aura infantil residen los gérmenes de las inclinaciones, unas buenas y otras malas, que más tarde manifestará. La vista ejercitada que distinga estas características podrá estimular las buenas y reprimir las malas rodeando al niño de favorables influencias. 
El agricultor que necesita una planta sana y robusta siembra la semilla en buen terreno, la riega y procura que le dé el sol. Según el cultivo, así será lozano o desmedrado el crecimiento de la planta. Análogamente sucede en la educación del niño. Cuando nace ya lleva en sí los gérmenes de iracundia y de ardiente y pasional temperamento, pongamos por caso. 

Si los que le rodean estuviesen dotados de conocimiento y sabiduría, acertarían en el método de educación. No consentirían que jamás oyese aquel niño ni una palabra colérica ni viese una acción pasional. Todos cuantos familiarmente le trataran habrían de ser de apacible, amoroso y dominado carácter, sin nunca excitar el germen latente con las coléricas vibraciones de los adultos que lo vitalizarían provocando su crecimiento y fructificación. 

Así es preciso rodear al niño de influencias estimulantes de todo lo bueno, noble y puro. Si de esta suerte se procediera con todos los niños, la humanidad adelantaría con velocidad de carrerista, mientras que ahora va a paso de lisiado. La ignorancia nubla la mente de los hombres, que no saben cómo educar a la niñez. Fracasan todos los métodos; pero no habrá fracaso cuando aumente el conocimiento del hombre y los maestros eduquen a los niños según el aura de cada cual y no a ciegas como hoy día. Entonces los educarán con pleno conocimiento y no por ignorancia. Esta necesidad de la verdadera educación explica por qué en antiguos tiempos se confiaba la dirección de todo niño a un preceptor religioso o gurú, cuya disciplinada mente influía en la del educando con auxilio de una intuición más profunda que la de los hombres vulgares. 

El gurú solía ser varón sabio y vidente que acertaba a estimular en el educando las buenas cualidades y reprimir las malas. Pero como ya no hay verdaderos gurús o preceptores sinceramente religiosos, la humanidad ha perdido esta gran ventaja, aunque la recobrará cuando el conocimiento se divulgue entre las gentes y un mayor estado de desarrollo facilite la noble educación de la infancia. En todas las modalidades de conocimiento cambiarán los métodos. El médico no se verá en la precisión de diagnosticar una enfermedad por los síntomas, ni por razonamiento, sino por videncia. 

Algunos individuos diagnostican ya por medio de las facultades clarividentes cuya vista penetra a través de la materia física sin que la eclipse la densidad del cuerpo, y ven la enfermedad y descubren exactamente las lesiones de los órganos internos, dando después al médico los informes convenientes para recetar con perfecto conocimiento de la dolencia. Imaginad cuán diferente sería la medicina si los médicos tuviesen esta clarividencia que hoy es facultad de unos cuantos individuos, y por ella pudieran diagnosticar con seguridad y recetar con absoluta precisión según lo que hubiesen visto. Cosa parecida sucederá en química, porque cuando los químicos posean vista astral, harán muchísimo más de lo que ahora hacen, y en vez de combinar los cuerpos y computar sus proporciones y equivalencias por conjetura, sin tener completa seguridad acerca del resultado del experimento, procederán por visión exacta de las fuerzas y agentes químicos, apresurando el adelanto de la ciencia y previniendo muchísimos accidentes. 

En el número de Noviembre de 1895 de la revista Lucifer, apareció un artículo que insinúa el modo de realizarse el progreso de la ciencia. Allí se dice que cuando el hombre haya hecho utilizable su vehículo astral, se ensancharán considerablemente los límites del conocimiento. En cuanto a la sicología, tenemos que cuando los hombres puedan comunicarse unos con otros por medio del pensamiento, en vez de emplear los lentos métodos de la pluma y la imprenta, volarán las ideas de cerebro a cerebro sin necesidad de los tardos procedimientos que usamos hoy día. Por lo referente al mundo físico, esta generalizada transmisión del pensamiento significará que la separación es ya cosa del pasado, pues ni montes ni mares podrán apartar al hombre de sus amigos y parientes. Significará que cuando el hombre domine el plano astral de la naturaleza podrá comunicarse con los demás hombres mente a mente, doquiera resida o por doquiera viaje, pues para la mente no hay limitaciones de tiempo y espacio como las hay en el mundo físico. 

Cuando el hombre perfeccione su vehículo astral podrá relacionarse continuamente con quienes ame, y la separación habrá perdido su dolor, como la muerte perderá también su poder de separar. Considerad la vida de los individuos y de las naciones tal como es hoy día y veréis que la muerte y la separación son las dos amargas tristezas que afligen a la humanidad. Ambas perderán su poder de herir cuando el hombre dé este gran paso hacia adelante. Ambas perderán su poder de separar cuando el hombre llegue a este superior nivel. Todo cuanto sólo poseen hoy los discípulos será entonces compartido por la mayoría de la humanidad. ¡Y cuán mucho más hermosa será la vida terrena del hombre cuando barridas estas influencias ya no le conturben! Lo mismo cabe afirmar de la filosofía con su entonces más agudo conocimiento de las posibilidades de la materia y su más intensa intuición de las realidades de la vida. Asimismo sucederá con la escritura de la historia, cuando los historiadores tengan su fuente en las crónicas akásicas y no escriban parcialmente para halagar las pasiones de un partido político, apoyar alguna falsa teoría sobre el progreso humano o robustecer alguna hipótesis de científica Imaginación. 

Toda la historia está en los imperecederos e indestructibles archivos del akasa. Ningún hecho o suceso pretérito de la humanidad deja de estar allí anotado. No hay acontecimiento de la historia humana que no esté allí escrito por los ojos capaces de ver. Tiempo vendrá en que toda la historia se escriba de acuerdo con los documentos akásicos en vez de escribirla ignorantemente como ahora; y cuando los hombres necesiten conocer el pasado escudriñarán los perdurables archivos y de ellos inferirán las provechosas lecciones de pasadas experiencias para estimular el rápido desenvolvimiento de la humanidad. Respecto a lo que será el arte cuando estos nuevos poderes lleguen a manos del hombre, sólo son capaces de comprenderlo los pocos que de ellos se valen ahora. Nuevas formas de indecible belleza y nuevos colores de inimaginable esplendor desconocidos en el mundo físico, y que son imposibles de describir porque el color escapa a toda descripción verbal, tomarán existencia en la sutil materia del plano astral. 

Formas y colores enriquecerán la región del arte con maravillosas posibilidades de los sentidos sutiles. ¿Y qué diremos de la voluntad y del poder? Entonces se restaurará en la tierra la divina monarquía y los hombres ocuparán en la sociedad el lugar correspondiente a su grado de evolución, y no por compadrazgo o conjetura de sus méritos, como sucede hoy día. Todos los hombres conocerán lo que cada cual es y lo que los demás son, porque en el aura estarán visiblemente impresas sus cualidades mentales y morales, y por lo tanto, la posición social que cada uno merezca ocupar. Entonces se destinará a los jóvenes a la profesión mejor adecuada a sus aptitudes y facultades con seguridad de éxito, y no habrá el descontento de hoy día, porque el descontento dimana de las facultades malogradas y del sentimiento de injusticia que invade la mente de los hombres al ver que poseen aptitudes sin ocasión de emplearlas y facultades a que no pueden dar aplicación. Si estos tales tuvieran verdadero conocimiento, comprenderían que las circunstancias en que se ven son kármicas; pero ahora tratamos de las masas y no de los individuos razonables. 

El descontento será imposible cuando cada hombre esté en el lugar para el que le capaciten sus notorias facultades, y así quedará nuevamente la sociedad bien ordenada. También entonces sabremos tratar mejor a los tipos inferiores de la humanidad. No castigaremos, sino que corregiremos a los criminales. No los mataremos; los educaremos, porque nuestros ojos verán el preciso punto en que es necesario el auxilio, y habrá sabiduría en reformar en vez de cólera en infligir castigo. No solamente cambiará la sociedad merced a esta influencia en la naturaleza de los hombres, sino que igualmente variará de aspecto el reino animal por el plasmante poder del hombre. Ya no será el tirano y opresor como ahora, sino el educador y maestro del mundo animal. 

Cumplirá su destino de ser el auxiliador del bruto y no su opresor abusivo como tan grandemente lo es hoy día. Todas las formas de crueldad irán desapareciendo poco a poco y la sangre de los animales no manchará la tierra como con tanta abundancia la mancha ahora. Los animales ya no huirán con horror y espanto del hombre mirándole como enemigo en vez de reconocerle por amigo, porque caminaremos hacia una edad de oro en que todos los seres vivientes sentirán amor sin sombra de odio. Todo cuanto expongo parece un cuento de hadas, pero es la realidad de la próxima etapa de la humana evolución, el resultado de la conquista del plano astral. ¿Qué sucederá cuando el hombre se eleve a todavía superior nivel y ocupe en plena y despierta conciencia el plano mental? Sólo puedo poner un par de ejemplos que os muestren el triunfo de la explayada conciencia. 

En aquellos remontísimos días, un orador causará en el auditorio muy diferente efecto que causan los de hoy día, pues en vez de escuchar los oyentes palabras de articulados sones que conducen por el oído a la mente tan sólo una parte y aún imperfecta del pensamiento, percibirían en toda su integridad el pensamiento del orador, que brotará ante sus ojos en bellísimas formas de radiantes colores y armoniosos sonidos, como si el orador entonara un himno que hinchiera la sala de perfectos acordes, formas y matices. Así serán los oradores del porvenir cuando el hombre domine el tercer plano de conciencia y de vida. ¿Diréis acaso que sueño? Pues os responderé que aún hoy mismo hay quienes actúan en el plano mental y lo perciben y lo ven y lo conocen, porque atravesaron el velo que ciega a la mayoría de la humanidad y le oculta las posibilidades de la vida superior. 

Porque así como un hombre puede ver desde lo alto de una torre todo el paisaje circundante y percibir formas, sonidos y colores en todos los puntos del panorama; pero si baja de la torre sólo descubrirá la porción de paisaje que alcance a ver desde un ventanuco abierto en los bajos de la escalera, así en el plano mental le afluye al hombre el conocimiento de todas partes, no por conducto de los actuales sentidos del cuerpo físico, sino por medio de un sólo sentido capaz de percibir cuantas vibraciones le hieran. Pero cuando el hombre desciende de la torre mental a los bajos del cuerpo físico, sólo puede ver lo que del mundo exterior le permitan percibir los ventanucos de ojos, oídos y narices abiertos en la pared del cuerpo físico. Únicamente cuando nos elevamos más allá de este cuerpo, hasta llegar a lo alto de la torre mental, podemos contemplar el mundo circundante con todas sus maravillosas glorias y hermosuras. También entonces será la vida mucho más intensa. 

Los más vigorosos pensamientos científicos llegan del plano mental a través del astral. Las poderosas Inteligencias que hoy día auxilian al hombre en el mundo físico vienen del plano mental enviadas por Quienes en él actúan conscientemente. Los discípulos de los Maestros, los que transpusieron el portal de la iniciación, trabajan allí en conciencia vigilica para ayudar al hombre y realzar el nivel de la humanidad. Pueden actuar los discípulos en el mundo físico; pero trabajan mucho más y con mayor eficacia en el plano mental. Allí intensifican sus actividades y prestan sus más amplios servicios. Cuando la mayoría de los hombres lleguen al plano mental, ¡cuán numerosos serán los obreros y cuán nutrida la hueste de auxiliadores! Hoy día sólo actúan unos cuantos centenares para auxiliar a millones de gentes, y la tarea ha de ser forzosamente incompleta a causa del exiguo número de operarios. Pero cuando la masa general de la humanidad alcance el plano de la mente, se apresurará en grado extraordinario la evolución de los tipos inferiores. 

Progresará entonces la raza humana con una rapidez que no cabe ahora imaginar. Todavía más allá se extiende otro plano que también el hombre ha de conquistar. Es el plano búdico, la esfera llamada turiya, donde prevalece la unidad y el hombre se reconoce en unidad con todos los seres del universo manifestado. Antes de que termine el actual manvantara, ocupará el hombre colectivo la región búdica, hoy día sólo accesible conscientemente a los que están en la última etapa del sendero del discipulado. La séptima raza de la humanidad actuará en el plano búdico, donde la amplísima conciencia no consentirá separación divisoria entre los hombres. Cada cual reconocerá su unidad con los demás, y sentirá, pensará y conocerá como ellos sientan, piensan y conozcan. La Conciencia humana será entonces lo bastante amplia para abarcar millones de conciencias y la confraternidad se habrá realizado en toda su plenitud. En el plano búdico se ve la esencia de las cosas y no sólo sus aspectos exteriores. Se ven las realidades que entrañan los fenómenos. Se reconoce la existencia del único Yo residente en todas las cosas. 

El odio será por jamás imposible para el hombre consciente. Aún más allá, se extiende otro plano inefable al que los sabios llaman nirvánico, sin lograr describirlo, aunque lo intentaron, porque a tanto no llega el lenguaje humano, y de cuyos esfuerzos para darlo a comprender sólo han resultado errores y tergiversaciones. Alcanza allí la conciencia un estado inimaginable por lo sublime, porque abarca el universo entero y así le parece inconsciencia a la limitada mente concreta del hombre físico. Pero valga decir que la consciente vida de los Seres del plano nirvánico es tan excelsa y sublime, que con ella comparada resulta la nuestra como la del mineral por las limitaciones que la sujetan, las tinieblas que la ciegan y la incapacidad de sus métodos de actuación. 

La vida en el plano nirvánico supera a cuanto pueda soñar el hombre terreno, y su actividad transciende todas las posibilidades de nuestro pensamiento. Es vida una, y sin embargo se derrama en manifestadas actividades, como la manifiesta luz del Logos cuyos rayos alumbran el universo entero. Es la meta final del hombre en este manvantara. Llegará a ella cuando la séptima raza haya terminado su carrera, y las primicias de nuestra humanidad que ya la han alcanzado, verán en su alrededor innumerables multitudes que entonces la alcanzarán para gozar por toda una eternidad de la vida del Logos perfectamente reflejada en quienes crecieron a su imagen y semejanza, hasta que un nuevo universo nazca a la manifestada actividad. Los seres unidos al Logos del pasado universo constituirán el Logos que construya el nuevo universo donde evolucione una nueva humanidad. ¡Tal es el porvenir que nos aguarda! ¡Tal la gloria que se nos ha de revelar! 

ANNIE BESANT

FIN

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 5 No discuto la cuestión filosófica acerca de lo real y lo ilusorio. Trato del Universo fenoménico y empleo las palabras en su acepción ordinaria y corriente en la conversación.