DEVOCIÓN A TRAVÉS DE LA RECTA EJECUCIÓN DE LA ACCIÓN
ARJUNA:
“Si de acuerdo con tu opinión, oh dador de lo que los
hombres piden, el conocimiento es superior a las prácticas de
las obras, ¿por qué me impeles a que me envuelva en una
empresa tan terrible como esta? Con tu dudosa forma de hablar,
confundes mi razón; por lo tanto, escoge un método dentro de
todos, por el cual yo pueda lograr la felicidad, y explícamelo.”
KṚṢṆA:
“Ha sido dicho antes por mí, oh tú sin pecado, que en este
mundo hay dos formas de devoción: aquella de los que siguen
la ciencia Sāṃkhya o especulativa, la cual es el ejercicio de la
razón en la contemplación; y la otra, la de los seguidores de la
escuela del Yoga, que es la devoción en la ejecución de la
acción.”
“Un hombre no disfruta de la liberación de la acción por el
simple hecho de no comenzar aquello que él tiene que hacer; ni
tampoco obtiene la felicidad del abandono total de la acción.
Porque nadie descansa ni un sólo momento en la inactividad.
Pues cada hombre está involuntariamente impelido a actuar por
las cualidades o guṇas que surgen de la naturaleza. Y aquél que
permaneciendo inerte, y restringiendo sus sentidos y sus
órganos, sigue entreteniéndose en su corazón con los objetos de
sensación, ese es llamado un falso piadoso de mente aturdida y
perpleja. Mientras que aquél que habiendo subyugado todas sus
pasiones ejecuta con sus facultades activas todos los deberes de
la vida, despreocupado de sus resultados, es digno de estima.
Ejecuta, entonces, las acciones apropiadas: porque la acción es
superior a la inacción.
La jornada de este armazón mortal no puede ser lograda por la inacción. Todos los actos ejecutados
que no sean como un sacrificio a Dios, hacen que el actor quede
atado por la acción. Abandona, entonces, Oh hijo de Kuntī,
todas las intenciones egoístas, y ejecuta tu deber en la acción
solamente por Él. Cuando en los antiguos tiempos el señor de
las criaturas formó la humanidad, y señaló al mismo tiempo la
adoración, él habló y dijo: ‘Con esta adoración, ruega por el
crecimiento y deja tú que Kāmadhuk sea para ti la vaca de la
abundancia de quien dependerás para la realización de todos tus
deseos. Nutre con esto a los dioses, para que los dioses te nutran
a ti; y así nutriéndose mutuamente alcanzarás la suprema
felicidad.
Los dioses así nutridos por la adoración y el
sacrificio, te darán el goce de todos tus deseos. Porque aquél
que disfruta de lo que se le ha dado y no ofrece una porción de
ello, ¡es como un ladrón!’ Pero aquéllos que no se alimentan
sino de los remanentes que quedan de las ofrendas en el altar,
serán purificados de todas sus transgresiones. Mientras que los
que sólo aderezan sus carnes para sí mismos están comiendo el
pan del pecado, siendo ellos mismos el pecado encarnado.
Porque los seres son nutridos por el alimento, el alimento es
producido por la lluvia, la lluvia viene del sacrificio, y el
sacrificio está ejecutado por la acción. Y sabe que la acción
viene del Espíritu Supremo que es Uno; por lo tanto, el Espíritu
que todo lo penetra, está en todo momento presente dentro del
sacrificio.”
“Aquél que pecaminosamente se deleita en la gratificación
de sus pasiones, hace que esta rueda que ha sido puesta en
movimiento continúe rotando; ése vive en vano, oh hijo de
Pṛthā.”
“Mientras que el hombre que sólo se deleita en el Yo
interior, y que está satisfecho con ello y contento solo con eso,
no tiene interés egoísta en la acción. Él no se interesa ni en lo
que es hecho ni en lo que es dejado de hacer; y no hay entre
todas las cosas que han sido creadas, ningún objeto sobre el
cual él pueda poner su sostén. Por lo tanto, ejecuta tú aquello que has de hacer, permaneciendo en todo momento desinteresado
del evento mismo; porque el hombre que hace aquello que él
tiene que hacer, sin apego a sus resultados, alcanza lo Supremo.
Fue por la acción misma que Janaka y muchos otros lograron la
perfección. Porque si el bien de la humanidad es tu sola
consideración, la ejecución de tu deber estará muy clara; pues lo
que sea que practiquen los hombres más excelentes, eso
también es practicado por los otros. El mundo sigue cualquier
ejemplo que ellos establezcan. Porque, oh hijo de Pṛthā, no hay
nada en las tres regiones del universo que sea necesario que yo
ejecute, ni hay nada que sea posible de obtener que no haya ya
obtenido y, sin embargo, Yo estoy constantemente en acción. Si
no fuera yo infatigable en la acción, todos los hombres habrían
seguido mi ejemplo, oh hijo de Pṛthā. Y si yo no ejecutara
acciones, todas estas criaturas perecerían; y Yo sería la causa de
la confusión de las castas, y habría ya matado a todas estas
criaturas.
Porque, oh hijo de Bharata, así como el ignorante
ejecuta la acción y los deberes de la vida con la esperanza de la
recompensa, así los sabios lo hacen por el sólo deseo de traer el
mundo hacia el deber y beneficiar a toda la humanidad, que
debe ejecutar sus acciones sin intenciones interesadas. El sabio
no ha de crear confusiones en los ignorantes que están inclinados a
las labores externas, sino que más bien, por estar envuelto en la
acción debe ser causa de que ellos así actúen. Todas las
acciones son efectuadas por las cualidades o guṇas de la
naturaleza.
El hombre ilusionado por la ignorancia piensa, “Yo
soy el actor”. Mientras que aquél, ¡oh tú de fuertes brazos!, que
está familiarizado con la naturaleza de esas dos distinciones de
la causa y del efecto, y que conoce que las cualidades sólo
actúan sobre las cualidades pero que el Yo es distinto de ellas,
ese no queda atado a la acción.”
“En tanto que aquéllos que no tienen este conocimiento,
están interesados en las acciones que han sido así causadas por
las tres cualidades; y aquél que está perfectamente iluminado no
debería perturbar a aquellos cuya discriminación es débil y su conocimiento incompleto, ni tampoco ser la causa de que ellos
languidezcan en la ejecución de su deber.”
“Y arrojando cada acto sobre mí, y con tu meditación fija en
el Yo Superior, decídete a pelear sin expectativa, exento de
egoísmo y libre de toda angustia.”
“Porque esos hombres que constantemente siguen mi doctrina
sin mancillarla, y con una fe firme, serán liberados por las
acciones mismas; pero aquellos que la mancillan y que no la
siguen, están perplejos en relación a todo conocimiento y
perecen porque están desprovistos de discriminación.”
“Ahora bien, el sabio también busca aquello que es homogéneo
con su propia naturaleza. Todas las criaturas actúan de acuerdo
con su propia naturaleza; entonces ¿qué podrá restringir el
efecto?
En todos los propósitos de los sentidos están fijos el
afecto y el desagrado. Un sabio no debería caer bajo el poder de
estas dos pasiones, porque ellas son las enemigas del hombre. Y
es mejor cumplir el propio deber de uno, aun cuando el mismo
esté desprovisto de mayor excelencia, que ejecutar bien el deber
de otro. Sería mejor perecer en la ejecución del propio deber,
porque el deber del otro está lleno de peligro.”
ARJUNA:
“Pero entonces, Oh descendiente de Vṛṣṇi, ¿qué es eso que
impulsa al hombre a cometer ofensas, aparentemente contra su
voluntad y como si estuviera constreñido por alguna fuerza
secreta?”
KṚṢṆA:
“Es la lujuria lo que lo instiga. Es la pasión, nacida de la
cualidad de rajas1, que es insaciable y está llena de pecado. Y
sabe que este es el enemigo del hombre en la tierra. Porque así
como la llama está envuelta por el humo, y el espejo por la
herrumbre2, y así como la matriz envuelve el feto, así está el universo rodeado por esta pasión. Y por esto mismo, eso que es
el constante enemigo del sabio, formado de deseo, que arde
como el fuego, y que no puede ser nunca apaciguado, así está
también rodeada la sabiduría o conocimiento discriminativo.
Porque su imperio reina sobre los sentidos y sobre los órganos,
sobre el principio pensante y también sobre la facultad
discriminante; y por medio de estos, ello nubla la discriminación
y engaña al Señor que está en el cuerpo. Por lo tanto, oh tú, el
mejor de los descendientes de Bharata, que desde el principio
restringes tus sentidos, habrás de conquistar este pecado que es
el destructor del conocimiento y del discernimiento espiritual.”
“A los sentidos y a los órganos se les estima como grandes,
pero el principio pensante es más grande que ellos.
El poder
discriminante3 es más grande aún que el principio pensante, y
aquello que es más grande que el principio discriminante es Él4.
Y así, sabiendo lo que es más grande aún que el principio
discriminante y fortaleciendo lo inferior por el Yo Superior,
mata, oh tú de poderosos brazos, este enemigo que está hecho
de deseo y que es difícil de apresar.”
Y así, en la Upanishad, llamada la sagrada Bhagavad Gita, en
la ciencia del Supremo Espíritu, en el libro de la devoción, en el
coloquio entre el santo Kṛṣṇa y Arjuna, está el Tercer Capítulo,
de nombre—
DEVOCIÓN A TRAVÉS DE LA RECTA EJECUCIÓN DE LA ACCIÓN.
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1- Rajas es una de las tres cualidades; el poder conductor de la naturaleza,
que es activo y malsano.
2- Se refiere a los espejos de metal bruñido.
3- El principio discriminante es Buddhi.
4- “Él”, el Espíritu Supremo, el verdadero Ego.
COMENTARIO AL CAPITULO III
Los dos primeros versos de este Capítulo expresan una duda
que nace en la mente de Arjuna, y contiene una petición tanto
para resolverla, como por un método a través del cual él pueda
llegar al conocimiento perfecto —la salvación. Estos versos
son:
“Si, de acuerdo a tu opinión, ¡Oh Tú que das a los
hombres lo que ellos piden! El uso de la comprensión es
superior a la práctica de las obras, ¿Por qué, entonces, me
instas a luchar en una empresa tan terrible como esta?”
“Tú, más bien, confundes mi razón con una mezcla de
sentimientos; dime con certeza un método por el cual yo
pueda obtener la felicidad y explícamelo.”
La duda nació porque el Bendito Señor había declarado que
Arjuna debía alcanzar la salvación por el correcto uso de su
entendimiento y, al mismo tiempo, debía ejecutar la terrible
acción de oponerse y, tal vez matar, a sus amigos, maestros y
parientes. Esta petición es la misma que oímos repetir todos los
días dentro de la Sociedad Teosófica y para la cual se exige una
respuesta1. Es tan sólo por medio de un método, una práctica y
una doctrina que el estudiante puede obtener aquello que busca,
ya sea que lo haya formulado como felicidad o tan sólo como
una sed por un conocimiento y poder maravillosos.
La duda de Arjuna es aquella que nace naturalmente en la
persona que, por primera vez, es puesta frente a frente con la
gran dualidad de la Naturaleza o de Dios.
Esta dualidad puede ser expresada metafísicamente por las palabras pensamiento y
acción, puesto que aquí significan la misma cosa que ideación y
expresión. Brahmā, como el Dios Inmanifiesto, concibe la idea
del Universo y esta, de inmediato, se expresa en la llamada
Creación de los cristianos y Evolución de los científicos. Esta
Creación o Evolución es la acción de Dios. En lo que a Él
respecta, no hay diferencia de tiempo entre el surgir de la idea y
su expresión en los objetos manifestados. Considerando ahora
los objetos “creados” o aquellos planos en los que el pensamiento
de Dios se expresa a través de sus propias leyes,
encontramos la dualidad expresada como acción y reacción,
como atracción y repulsión, como día y noche, como expiración
e inspiración y todo lo demás. Estando ahora frente a frente con
estos opuestos, uno primeramente se confunde por la multiplicidad
de objetos y luchamos en la búsqueda de una sola cosa, de
alguna ley o doctrina, una práctica, un dogma o filosofía que, al
ser conocida, pueda asegurarle la felicidad.
Aunque, usando un término buddhista, hay un sólo vehículo,
el mismo no puede ser captado por el estudiante en el
comienzo. Él ha de pasar a través de la experiencia suficiente
para darle una más amplia conciencia antes de que pueda
comprender este Vehículo. Si esa ley única pudiera ser
comprendida por el aprendiz y si fuera posible elevarnos, por
medio de una simple palabra, a las resplandecientes alturas de
poder y de servicio, es bien cierto que Aquellos que saben,
consentirían con pronunciar la palabra y nos darían ese método
único; pero, como el único camino posible por el cual podemos
lograr la verdadera felicidad, es a través del venir a ser y no por
la simple comprensión intelectual de un solo sistema o dogma,
los guardianes de la lámpara de la verdad tienen, por necesidad,
que elevar a los hombres gradualmente de un estado a otro.
Arjuna tenía una actitud semejante cuando pronunció los versos
iniciales de este capítulo2.
Kṛṣṇa, entonces, le dice a Arjuna que, siendo imposible
permanecer en el mundo sin ejecutar acción alguna, la práctica
correcta es la de realizar aquellas acciones (deberes de la vida,
ya sean en la guerra o en la paz) que están ahí para ser hechas y
hacerlas con un corazón desapegado a los resultados; y debería
sentirse satisfecho de hacer lo que se considera como la
voluntad del Señor interno, por la sola razón de que hay que
efectuarlo. Él lo resume con estas palabras:
“Pero aquel que, frenando sus sentidos por medio de su
corazón y que, estando libre de apego a los resultados de
su acción, emprende la devoción activa a través de los
órganos de la acción, ese es digno de encomio.”
Él ilustra esto refiriéndose a aquellos a quienes llama:
“falsos devotos de alma perpleja y aturdida”, quienes permanecen
inertes con sus cuerpos y frenan sus órganos de acción,
mientras que, al mismo tiempo, ponen su atención en los
objetos de los sentidos a los cuales ellos han renunciado sólo en
la forma. Él nos muestra aquí la falsa postura en la que es inútil
abandonar el campo externo de acción, mientras que la mente
permanece apegada a ello, porque tal apego mental causará que
el ego encarne, una y otra vez, sobre la tierra. Un poco más allá
en el capítulo, Kṛṣṇa menciona a un gran Yogin, Janaka, quien,
aun siendo un santo que posee el conocimiento perfecto que
había obtenido mientras estuvo envuelto en asuntos de estado,
seguía ejecutando acciones.
Lo que sigue son estos peculiares versos:
“El creador, cuando de antaño ya había creado los
mortales y señalado el sacrificio, les dijo: ‘Por medio de
este sacrificio seréis propagados. Será para vosotros la
vaca de la abundancia. Por este medio apoyaréis a los dioses y dejaréis a esos dioses que os apoyen a vosotros.
Apoyándose mutuamente unos a otros, alcanzaréis la
suprema felicidad. Porque, siendo nutridos por los sacrificios,
los dioses os darán el deseado alimento. El que
come del alimento que los dioses dan, sin primero
ofrecerle una parte a ellos es, en verdad, un ladrón’.”
A primera vista confieso que estos versos y los subsiguientes
no resultan fáciles de explicar a la mente Occidental. Y aun
cuando he tenido algún trato con el razonamiento Occidental,
basándome en el conocimiento Occidental, parece un caso
imposible, en nuestra época, el tratar de explicar gran cosa
respecto a este capítulo. Hay numerosos puntos que Kṛṣṇa
considera para los cuales no hallo correspondencias en el
pensamiento del Oeste. Entre estos están los versos sobre el
sacrificio.
Decir todo lo que pienso acerca del sacrificio me
expondría sólo a ser acusado de locura, de superstición o de
ignorancia; y verdaderamente será recibido, en todas partes, con
incredulidad. Y aunque las burlas y la incredulidad no infunden
terror, es innecesario seguir señalando ciertos puntos de este
capítulo.
Sin embargo, al pasarlos por alto, se siente cierta tristeza de
que una civilización elevada sea tan cerrada e ignorante en lo
que respecta a estos temas. Aun cuando Moisés estableció
sacrificios para los Judíos, los cristianos que les sucedieron han
abolido esos sacrificios tanto en espíritu como en la letra, con
una curiosa inconsistencia que les permite ignorar las palabras
de Jesús de que: “ni una jota ni una tilde perecerá de la Ley,
hasta que todas las cosas sean cumplidas”.
Con la culminación
de la edad oscura3, era natural que el último vestigio de sacrificio
desapareciera.
Sobre las ruinas del altar se ha alzado el templo del yo
inferior, el santuario de la idea personal. En Europa, el individualismo está, de algún modo, mitigado por variadas formas
monárquicas de gobierno que por ningún medio logran curar el
mal; y en América, el individualismo actúa totalmente sin
restricción y formando, de hecho, la base de independencia
aquí, ha llegado a su culminación. Sus malos efectos, aunque
todavía vagos en el horizonte, hubieran podido ser evitados si
las doctrinas de la Religión-Sabiduría hubieran sido creídas por
los fundadores de la república. Y después de haber barrido con
todos los grilletes forjados por los dogmas sacerdotales y por el
poder regio, encontramos una superstición peor aún que aquella
a la que estamos acostumbrados a llamar como tal. Se trata de la
superstición del materialismo que se inclina reverente ante una
ciencia que sólo conduce a la negación.
Pero aquí hay, sin embargo, muchas mentes dispuestas que
tienen cierta intuición que, después de todo, mucho puede
extraerse de estos antiguos libros hindúes si se estudian como
algo más que el simple balbuceo de una humanidad infante;
excusa, esta, que el profesor Max Müller da al traducir esos
textos. Por lo tanto hablo a aquellos teósofos naturales, porque
ellos verán que, aun cuando avancemos tan rápidamente en la
civilización materialista, necesitamos las enseñanzas filosóficas
y religiosas puras que se encuentran en las Upaniṣads.
La peculiar explicación de los sacrificios mosaicos que nos
dio el místico Conde de San Martín, (véase: “El Hombre, su
Naturaleza y su Destino” 1802, –B) necesita tan sólo una
alusión pasajera. Los estudiantes pueden reflexionar sobre esto
y llegar a sus propias conclusiones de la verdad contenida en tal
explicación.
El sostiene que la eficacia de los sacrificios
descansa en las leyes magnéticas, ya que para él, los sacerdotes
recogían las malas consecuencias de los pecados del pueblo en
su propia persona y entonces, con sólo colocar sus manos sobre
una víctima propiciatoria (como se hace en el sacrificio),
comunicaban esas influencias dañinas al pobre animal que las
exhalaba en el desierto donde no tuvieran efecto sobre las
personas. Se ha sugerido, por lo tanto, que Moisés sabía algo de
las leyes ocultas, ya que fue educado por los egipcios e iniciado por ellos.
Pero el Conde de San Martín va más allá al decir que:
“a los judíos se les indicó matar a los animales de la tierra
porque la muerte de los animales infectados con las influencias
impuras de aquellas naciones guardaban a los judíos de tal
veneno; mientras que, en los sacrificios, la muerte de animales
limpios atraía influencias preservadoras e íntegras”, y que “eran
influencias puras y regulares que caracterizaban ciertas especies
y animales individuales, y que, al romper la base en la que
estas influencias estaban fijas, podrían ser de utilidad al
hombre; entonces deberíamos de leer de esta manera a Levítico
17, 2: ‘Es la sangre la que hace expiación por el alma’.” Aquí él
dice que la virtud de los sacrificios viene a través de la
concordancia que el hombre tiene con los animales y con la
naturaleza; y que: “si los judíos hubiesen observado los
sacrificios fielmente, nunca hubieran sido abandonados, sino
que hubieran atraído hacia ellos toda cosa buena que eran
capaces de recibir. ** Los holocaustos extraordinarios en los
tres grandes festivales, se proponían traer sobre el pueblo
aquellas influencias activas que corresponden a las épocas; por
eso vemos toros, carneros y corderos añadidos siempre a los
sacrificios quemados.
**
Algunas sustancias, minerales y
animales, retienen una mayor proporción de las propiedades
vivientes y poderosas de sus estados primarios”. En estos
puntos de vista San Martin tenía cierta razón. Moisés ordenó
algunos sacrificios como un deber religioso y por razones
sanitarias propias, ya que las tribus no pensantes llevarían a
cabo voluntariamente actos devocionales que, si fueran
impuestos estrictamente como medidas de higiene, las podrían
omitir4. Las ofrendas quemadas se basaban, sin embargo, en
distintas razones muy parecidas a las que están detrás de todos
los sacrificios del Hinduismo, cuya ley básica está enunciada en
las siguientes palabras de nuestro capítulo:
“Los seres son nutridos por el alimento. El alimento
tiene su origen en la lluvia.
La lluvia es el fruto del
sacrificio. El sacrificio es ejecutado por la acción.”
Ni los Brahmanes ni sus seguidores pretenden afirmar con
esto que el alimento no se producirá a menos que la ofrenda
sacrificial sea hecha de acuerdo al ritual Védico, sino que el
correcto alimento, el que produce en el organismo físico las
condiciones apropiadas que capacitan al hombre a vivir a la
altura de sus más grandes posibilidades. Ese alimento sólo es
producido en aquella era cuando se ejecutaban los verdaderos
sacrificios. En otros lugares y en otras épocas, la comida se ha
producido siempre, pero no significa que ese alimento esté a la
altura requerida. En esta era tenemos que someternos a semejantes
dificultades y tan sólo podemos sobrellevarlas siguiendo
las instrucciones de Kṛṣṇa como nos son dadas en este libro. En
el versículo que acabamos de citar se ha hecho la distinción
entre el alimento producido naturalmente sin sacrificio y el otro
debido al sacrificio, puesto que él dice:
“Porque, nutridos por
los sacrificios, los dioses te darán el alimento deseado”.
Extendiendo
todavía más este argumento, llegamos a la conclusión de
que si los sacrificios que nutren a los dioses son omitidos, estos
“dioses” han de morir o retirarse a otras esferas. Y como
sabemos que los sacrificios están totalmente en desuso en
nuestra época, los “dioses” de los que se habla deben haber
dejado esta esfera hace mucho tiempo. Por lo tanto, es necesario
preguntarse quiénes son ellos y qué son. Ellos no son los
simples ídolos y seres imaginarios que tan constantemente son
mencionados en las condenaciones contra la India por los
misioneros, sino que son más bien ciertos poderes y ciertas
propiedades de la Naturaleza que abandonan el mundo cuando
el Kali Yuga o era de obscuridad, como se le llama, se ha
establecido completamente. Los sacrificios entre nosotros, por
lo tanto, serían inútiles al momento presente.
Sin embargo, la “vuelta de la rueda” de la cual habla Kṛṣṇa,
tiene otro significado. Él explica muy claramente que se refiere
al principio de reciprocidad o de Hermandad. Y declara que esta rueda tiene que ser mantenida en movimiento; o sea, que
cada ser debe vivir de acuerdo a esa regla o de lo contrario vive
una vida de pecado y sin propósito alguno. Y es muy fácil
concluir que en estos tiempos, tal principio de obediencia,
aunque se le admire como una hermosa teoría, no es lo que
mueve a la gente. A ellos, por el contrario, los anima la idea
egoísta y personal de convertirse en algo mejor, más grande y
más rico que su prójimo. Si esta tendencia continúa sin freno,
terminará haciendo de esta nación una de Magos Negros. Y fue
para contrarrestar esto que la Sociedad Teosófica fue fundada
originalmente, con el propósito de inducir a los hombres, una
vez más, a darle una vuelta a la rueda del Amor Fraternal,
puesta primeramente en movimiento por el “Creador cuando, en
la antigüedad, creó los mortales”.
Kṛṣṇa, entonces, exhorta de nuevo a Arjuna a cumplir los
deberes que le están señalados y lo insta a hacerlo sobre la base
de que él, siendo un gran hombre, debía dar un buen ejemplo,
de manera que las clases más bajas pudieran seguirlo; diciendo:
“Aquel que comprende el universo entero no debiera
inducir, a aquellos que no lo conocen ni están despiertos,
a renegar de su deber.”
Sabiendo que bajo las grandes leyes cíclicas que nos gobiernan,
llegan periodos en eras aún peores, en los que los buenos
ejemplos de vida que quedan impresos en la luz astral causan
efectos cada vez más intensos, hasta que, por fin, los “dioses” a
que antes se hizo referencia, comienzan a sentir, en distantes
esferas, la fuerza de estas buenas acciones y regresan otra vez
para ayudar a la humanidad en el advenimiento de una era
mejor, él implora a Arjuna a ser el primero en dar un buen
ejemplo.
En una era como esta, el sacrificio rituálistico de una era
diferente, que ciertamente tiene un efecto mágico, se convierte
en un sacrificio a ser cumplido por cada hombre en su propia
naturaleza y sobre el altar de su propio corazón. Y esto es
especialmente así entre los teósofos sinceros y de aspiraciones.
Nacidos como somos en estos días, en el seno de familias cuyo
linaje de ancestros inmaculados es muy limitado, no contamos
con la ventaja que nos dan las grandes tendencias espirituales
de la naturaleza e igualmente sin ciertas inclinaciones y poderes
peculiares que pertenecen a otro ciclo. Pero la fuerza misma y
la rapidez de esta era en que vivimos, nos da el poder de hacer y
de lograr más, en sólo unas pocas encarnaciones. Hemos, pues,
de reconocer este principio y aprender cual es nuestro deber y
hacerlo. Esta porción del capítulo termina con el famoso verso:
“Es mejor cumplir con el deber propio, aun cuando careciera
de excelencia, que cumplir bien el deber de otro. Es mejor morir
en el cumplimiento del deber propio.
Porque el deber ajeno está
lleno de peligros.”
* * *
Kṛṣṇa ha dicho a Arjuna que una cierta clase de hombres, no
teniendo fe, profanan la verdadera doctrina y, al final, terminan
pereciendo asombrados y confusos aun de su propio conocimiento;
por lo tanto, Arjuna ve de inmediato surgir la dificultad
al sólo considerar que es aquello que induce a estos hombres a
pecar aun en contra de su voluntad. Él ve en esto el funcionamiento
de una fuerza desconocida que moldea a los hombres en
una forma que ellos no permitirían si estuvieran conscientes de
ello. Entonces dice Arjuna:
“¿Y a instigación de qué, incurre este hombre en el
pecado, aun en contra de su propia voluntad, Oh descendiente
de Vṛṣṇi, impelido, como si fuera, por la fuerza?”
A lo que contesta Kṛṣṇa:
“Es el deseo;; es la pasión que surge de la cualidad de
Tamas (oscuridad), que es voraz, y pecaminosa. Sabe que
ello es hostil al hombre en este mundo. Así como el fuego
está envuelto por el humo y un espejo por la herrumbre5,como el feto está envuelto en el útero, así este universo se
halla envuelto por esta cualidad de Tamas.
El conocimiento
también está envuelto por ella y es el enemigo
constante y continuo del sabio, se trata de un fuego que
asume cualquier forma a voluntad, ¡Oh hijo de Kuntī! Y
es insaciable. Se ha dicho que su imperio es el reino de
los sentidos, del corazón y del intelecto. Por medio de
estos envuelve al conocimiento y confunde al alma. Por
lo tanto, ¡Oh mejor de los Bhāratas! en primer término,
frena tus sentidos, arroja de ti este ímpetu pecaminoso que
devora el conocimiento y el discernimiento espirituales.”
“Se dice que los sentidos son poderosos. El corazón es
más poderoso que los sentidos. Pero el intelecto es más
poderoso que el corazón y aquello que es más poderoso
que el intelecto es esta pasión. Sabiendo entonces que ella
es más poderosa que la mente y fortificándote a ti mismo
por ti mismo, ¡Oh tú de poderosos brazos! destruye a ese
enemigo que asume toda forma a voluntad y es intratable.”
Una profunda reflexión sobre esta respuesta dada por el Gran
Señor de los Hombres nos mostrará que el reino sobre el que se
extiende la influencia de la pasión es mucho más amplio de lo
que habíamos supuesto al comienzo. Muchos estudiantes creen
que la libertad puede ser rápidamente obtenida tan pronto como
ellos empiezan a estudiar el Ocultismo o comienzan la investígación
de su ser interno, de lo cual lo externo es sólo una
revelación parcial.
Ellos entran en este estudio llenos de
esperanzas, y, al encontrar en ello un gran alivio y entusiasmo,
piensan que la victoria ya está prácticamente lograda. Pero el
enemigo del cual se ha hablado, esa obstrucción, esa mancha,
está presente dentro de un mayor número de factores que
componen el ser de lo que parece.
Kṛṣṇa hace referencia a las tres cualidades o guṇas de Sattva,
Rajas, y Tamas. La primera es de la naturaleza de la verdad,pura y luminosa; la segunda participa de la verdad en un grado
menor, es de la índole de la acción y tiene también en ella la
cualidad del mal; la tercera, Tamas, es enteramente mala, y su
peculiaridad esencial es la indiferencia, correspondiendo a la
oscuridad y tinieblas en las que ninguna acción de una cualidad
pura es posible.
Estas tres grandes divisiones, llamadas Guṇas en el idioma
Sánscrito, incluyen todas las combinaciones de lo que nosotros
llamamos “cualidades”, ya sean éstas morales, mentales o
físicas.
Esta pasión o deseo de la que se habla en el capítulo está
compuesta de las dos últimas cualidades, Rajas y Tamas. Tal
como dice Kṛṣṇa, es indomable. No es posible, como enseñan
algunos, el traer un deseo de esta índole a nuestro servicio. Ha
de ser matado. Es inútil tratar de usarlo como ayuda, porque su
tendencia se dirige más hacia Tamas, o sea, desciende, en lugar
de ir más hacia la otra dirección.
Aquí se muestra que envuelve al conocimiento mismo. Está
presente, ya sea en un grado mayor o menor, en cada acción. De
ahí la dificultad encontrada por todos los hombres que se
disponen al cultivo de lo más elevado que hay en ellos.
Al principio estamos inclinados a suponer que el campo de
acción de esta cualidad es solamente el de los sentidos; pero
Kṛṣṇa enseña que su imperio alcanza más allá de todo esto e
incluye el corazón y el intelecto también.
El alma encarnada,
deseosa de conocimiento y de libertad, se encuentra continuamente
enlazada por Tamas que, gobernando también en el
corazón y la mente, es capaz de manchar el conocimiento y, por
lo tanto, asombrar y desconcertar al luchador.
Esta fuerza tiene preponderancia particularmente entre los
sentidos. Y estos últimos incluyen todos los poderes psíquicos
tan deseados por aquellos que estudian el Ocultismo. Por lo
tanto no implica, necesariamente, que un hombre sea espiritual
o que conozca la verdad solo porque sea capaz de ver a través
de grandes distancias o de percibir los habitantes que residen en el mundo astral o de oír con el oído interno.
En esta parte de la
economía humana la cualidad tenebrosa es peculiarmente
poderosa. Es más posible que el error esté presente allí que en
ningún otro campo y a menos que el vidente sea dueño de sí
mismo, no consigue conocimiento valioso, pero es muy
probable que caiga, al final, no sólo en errores mucho más
grandes, sino también en gran maldad.
Tenemos, pues, que comenzar, tal como nos lo aconseja
Kṛṣṇa, con aquello que está más próximo a nosotros, o sea,
nuestros propios sentidos. No podemos matar al enemigo desde
el comienzo, porque también reside en el corazón y en la mente.
Por lo tanto, partiendo desde lo más inmediato, hasta lo más
lejano, avanzamos de manera regular y con la certeza de la
conquista final. Por eso Él dijo, “En primer lugar, frena tus
sentidos”.
Porque si nosotros descuidamos estos y nos
dedicamos enteramente al corazón y a la mente, en verdad no
ganaremos nada, porque el enemigo todavía permanece
imperturbable dentro de los sentidos. Por medio de estos,
cuando hemos dedicado mayor tiempo y cuidado al corazón y a
la mente, él puede arrojar tales oscurecimientos y dificultades
en nuestro camino, que todo el trabajo hecho con el corazón y
con la mente termine siendo algo inútil.
Por medio de los sentidos externos y de sus contrapartes
internas se produce un gran tumulto y desorden dentro de todo
el sistema, que se extiende hasta el corazón y de allí hacia la
mente, y por tanto, como se ha dicho en otra parte:
“El corazón
inquieto, entonces, arrebata la mente de su sitio fijo y firme”.
Tenemos que continuar el cultivo del alma por etapas
regulares, sin descuidar nunca una parte a costa de la otra.
Kṛṣṇa le aconseja a su amigo que controle y frene sus sentidos y
entonces, que: “se refuerce a sí mismo por sí mismo”.
El significado aquí es que él ha de confiar en la Conciencia
Una, la cual, al diferenciarse en el hombre, es su Yo Superior.
Por medio de este Yo superior él debe fortalecer el inferior o
sea aquello que él está acostumbrado a llamar: “yo mismo”.
No estaría de más el citar aquí parte de una conversación con
un amigo.
“Nuestra conciencia es una y no muchas, ni es diferente de
otras conciencias. No es la conciencia de vigilia ni la conciencia
del sueño ni alguna otra, sino la conciencia misma.”
“Ahora bien, aquello que yo he llamado conciencia, es Ser.
La antiquísima subdivisión era:
Sat o Ser; Cit o Conciencia, Mente; Ananda o Bienaventuranza.
A estos se les llama, conjuntamente: Satcitananda.
“Pero Sat o Ser, el primero de los tres es, en sí mismo, ambas
cosas: Cit y Ananda. El que aparezcan juntas, en completa
armonía, se le llama Sactiananda.”
“Pero la conciencia una de cada persona es el Testigo o
Espectador de las acciones y las experiencias de cada estado en
que estamos o a través del cual pasamos.
Se deduce, por lo
tanto, que la condición de vigilia de la mente no es una conciencia
separada.”
“La conciencia una penetra, por arriba y por abajo, a través
de todos los estados o planos de Ser y sirve para sostener la
memoria —ya sea esta completa o incompleta— de las experiencias
de cada estado.”
“Por lo tanto, en la vida despierta o vigilia, Sat experimenta
plenamente y conoce. En el estado de sueño, Sat conoce y ve lo
que sucede allí, al tanto que no parezca haber en el cerebro una
memoria completa del estado de vigilia que acaba de abandonarse.
En Suṣupti, más allá del sueño y sin embargo
indefinidamente, Sat todavía conoce todo lo que se hace, se oye
o se ve.”
“Hay que entrar en el camino a la salvación. Dar el primer
paso conlleva ya la posibilidad del éxito.
Por lo tanto se ha
dicho: ‘Cuando se obtiene el primer triunfo, Moka (salvación),
ya ha sido ganado’.”
“El primer paso es el de renunciar a las malas compañías y el
de anhelar el conocimiento de Dios; el segundo es el de unirse a buenas compañías, escuchando sus enseñanzas y practicándolas;
el tercero es el reforzamiento de los primeros dos logros,
manteniendo la fe y continuando hacia adelante. Quienquiera
que así muera, establece la base segura para el ascenso al
adeptado o salvación.”
* * *
Hemos llegado al fin del tercer capítulo, el cual trata de la
Devoción a través de la Acción o, en Sánscrito, Karma Yoga.
En estos tres capítulos se ha enseñado claramente que la
devoción ha de obtenerse, de buscarse, de ser deseada y
cultivada. El discípulo debe aprender a hacer todo acto teniendo
lo Divino a la vista, así como lo Divino en todas las cosas.
Como se ha dicho en el Brihad Nandikesvara Purana: “Cuando
uno toma la medicina debería pensar en Viṣṇu, el omnipresente;
mientras come, en Janārdana, el Dador de Todo; mientras
descansa, en Padmanābha; mientras se casa, en Prajāpati, el
Señor de todas las Criaturas; cuando pelea, en Cakradhara;
mientras viaja por un país extranjero, en Trivikrama; a la hora
de la muerte, en Nārāyaṇa; al reunirse con los amigos, en
Śrīdhara; después de soñar malos sueños, en Govinda; en la
hora del peligro, en Madhusūdana; en medio del bosque, en
Narasiṃha; en medio del fuego, en Jalasaya o aquel que yace
sobre el agua; en medio del agua, en Varāha; cuando en la
montaña, en Raghunandana; mientras camina, en Varuṇa; y en
todos los actos, en Mādhava”. Todos estos son los nombres de
Viṣṇu en sus múltiples poderes y aspectos. Es ver a Kṛṣṇa en
todas las cosas y todas las cosas en él. Al final tendremos que
hacer todo esto porque Īśvara, el espíritu en cada uno de
nosotros, no es nadie más que Kṛṣṇa; por lo tanto pensemos en
Él y luchemos; mientras estamos enredados en este denso
bosque de la existencia, pensemos en Él, el León nuestro
guardián, el Sabio nuestro guía, el Guerrero nuestra segura
defensa y escudo.
___________________________________________________
1- Véase la revista Lucifer de Abril y Mayo de 1888, los artículos
“Ocultismo Práctico” y “Ocultismo y las Artes Ocultas” (N.E.). Ambos
artículos fueron reimpresos en la revista Theosophy en la edición de Enero
de 1913 y están disponibles en español (Los Traductores).
2- Ha de notarse que Arjuna y Kṛṣṇa cambian constantemente los nombres
con los cuales se llaman el uno al otro. Cuando Kṛṣṇa está tratando sobre un
tema o sobre algo que tiene que ver con un aspecto particular de la naturaleza de Arjuna, le da a este un nombre que hace referencia a esa
cualidad, tema o asunto al que se está refiriendo; y Arjuna, a su vez, cambia
el nombre de Kṛṣṇa cuando igualmente la situación lo requiere. Por ejemplo,
en estos versos, el nombre usado para el Bendito Señor es Janardana, que
quiere decir: “dador de todo lo que los hombres piden”, significando con
esto la potencia de Kṛṣṇa de realizar todos los deseos. –B.
3- Tal vez, mis lectores no concuerden conmigo de que ésta es la Edad
Oscura, siendo el término aplicado a un periodo que ahora pasó. Sin
embargo, ese tiempo fue parte de éste, el cual, según pensamos, es aún más
oscuro que el anterior. –B.
4- En la India hay numerosas observancias religiosas que tienen que ver con
efectos sanitarios.
Por ejemplo: la Danza del Cólera, un asunto religioso en
la cual, mientras el alcanfor desinfectante se quema a montones, una curiosa
danza de sombrilla en flor es llevada a cabo con cantos y música religiosos.
–B.
5- Aquí se refiere a un espejo de forma antigua. Estaba hecho de metal muy
bruñido y pulido. Por supuesto estaba expuesto constantemente a oxidarse.
Igualmente están llamados a oxidarse nuestros espejos de plata, debido a la
oxidación metálica. –B.
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