La naturaleza de lo Absoluto es el más enigmático y fascinante de los problemas de la
filosofía y de la religión, y aunque esté condenado a permanecer por siempre sin resolver
para la filosofía, continuará sin embargo ocupando la atención de los filósofos del futuro.
Dado que la Realidad Última, que es denominada con la palabra “Absoluto” o
Parabrahman”, es el verdadero núcleo de nuestro ser, así como la causa y base del universo
del que participarnos, no podemos apartarnos de él, del mismo modo que nuestro sistema
solar no puede dejar al sol en torno del cual revoluciona y del cual recibe todo cuanto lo
mantiene vivo y en movimiento.
Si bien lo Absoluto a veces es denominado con expresiones tales como: el Vacío, la
Sempiterna-Tiniebla, etc., y está más allá de la comprensión intelectual, aun así, desde el
punto de vista intelectual, es el concepto más profundo en todo el dominio de la filosofía.
El hecho de que sea considerado “Incognoscible” no significa que esté fuera del alcance del
pensamiento filosófico o religioso, ni que sea algo acerca de lo cual sea imposible o
indeseable pensar. Al contrario, el mismo hecho de que constituye el corazón y la base del
universo, lo convierte en el tema de investigación más intrigante dentro de los dominios del
intelecto.
Si bien los Vedas y los Upanishads insisten reiteradamente en que este Principio Superior y
sutil de la existencia está más allá del intelecto y de la palabra, aun así, su propósito
principal parecería ser el dar a quienes lean esas obras reveladas una certeza de que tal
Realidad Ultima existe en el corazón del universo manifestado y de que realizarlo en
creciente medida es el objetivo supremo del quehacer humano. Estas obras están llenas de
insinuaciones indirectas, bellas narraciones y representaciones simbólicas de este Principio
desconocido e intelectualmente incognoscible, y de los medios que pueden adoptarse para
lograr realizaciones cada vez más vívidas de su naturaleza, dentro de las profundidades
insondables de nuestra propia conciencia.
Es obvio, entonces, que el pensar e investigar acerca de lo Absoluto o Parabrahman no es
desalentado, sino que por el contrario, es considerado como el objeto más elevado al que
puede aplicarse a investigar el intelecto.
De lo que sí tiene que precaverse el estudiante de la Sabiduría Divina o sadhaka no es de
pensar acerca de esta Realidad Ultima sino que creer que sus pensamientos sean el
conocimiento de esa Realidad. Es incognoscible y sin embargo el más profundo objeto de
investigación filosófica, pero esta investigación debe ser la conjunción de un esforzado y
serio pensar con una profunda devoción, y no una mera especulación o ejercitación de una
lógica estéril, si es que ha de ser de alguna utilidad práctica.
Al tratar esta concepción, tan profunda como inagotable, todo cuanto es posible hacer es
desplegar ante el lector, una por una, ciertas ideas que arrojen alguna luz sobre sus diversos
aspectos. Estas ideas son como las piezas de un rompecabezas: cada pieza, tomada
aisladamente, puede significar poco o nada, pero cuando se las yuxtapone adecuadamente, una tras otra, comienza a aparecer una escena de la que logramos una súbita y completa
vislumbre en nuestra mente y vemos, no solo el sentido de las piezas que ya han sido
colocadas sino que también alcanzamos a tener ya una imagen, aunque pálida, de aquellas
piezas que aún faltan.
El intelecto sólo puede ocuparse de aspectos separados de cada idea. Es función de la
Mente Superior, y especialmente de Buddhi o intuición en el caso de realidades
espirituales, el fusionar estos aspectos separados y captar, hasta cierto límite, aquella
Realidad de la que son imágenes fragmentarias.
De ahí surge la importancia del esfuerzo intelectual en la búsqueda de la Sabiduría Divina.
El intelecto no nos puede dar la percepción de las verdades que buscamos; esto puede
solamente venir de la luz de Buddhi, pero puede preparar el terreno para el logro de tal
percepción, reuniendo material intelectual esencial y trabajándolo con gran concentración y
seriedad y con el propósito establecido de encontrar aquellas verdades ocultas tras las ideas.
En este esfuerzo perseverante por ir más allá de las ideas, la conciencia se va liberando
cada vez más de la influencia obscurecedora del intelecto y adquiriendo así, en forma
creciente, la percepción directa de esas verdades.
Antes de comenzar a clarificar nuestras ideas con respecto a lo Absoluto, debemos recordar
una vez más las tremen das limitaciones bajo las cuales habremos de emprender esta difícil
cuanto fascinante tarea.
Vamos a tratar de comprender, mediante la instrumentalidad del intelecto, una Realidad que
está no sólo más allá del alcance del intelecto sino también del de Buddhi y de Atma y aun
más allá del alcance de la experiencia de aquellos elevados Adeptos que pueden sumergirse
en lo más profundo de sus propias conciencias.
Estamos tratando de atisbar en un misterio
llamado la Perpetua Tiniebla y lo Incognoscible, y sólo podemos esperar que un tenue
resplandor, proveniente de las lejanías más profundas de nuestro ser, sea lo que pueda
filtrarse y descender a nuestras mentes, satisfaciendo así, aunque tan sólo parcialmente
nuestra hambre de conocimiento, y que tal vez nos acerque un poquito siquiera a esa
Realidad que está rodeada de impenetrable misterio.
Si nos mantenemos conscientes de nuestras tremendas limitaciones y consideramos
nuestros esfuerzos como mera tentativas de lograr información acerca de un país mediante
un mapa y no de conocerlo, en cualquier sentido que se de a la palabra, podremos mantener
la recta actitud de reverencia y humildad.
Es esta la única manera de evitar el error en el que caen tanto el intelectual corriente como
el consagrado, cuando confunden su conocimiento intelectual con el conocimiento real y,
además, cuando comienzan a considerarse superiores a aquellos que ni siquiera poseen este
conocimiento. Ser conscientes de nuestra propia ignorancia es el comienzo de la sabiduría y
el primer paso hacia el logro del conocimiento real.
No hay enemigo mayor del
conocimiento real que la complacencia, que bloquea totalmente nuestro progreso
haciéndonos vivir en un mundo falso y en una satisfacción y seguridad ilusorias.
Si bien por conveniencia de exposición del tema, hemos separado el concepto de Absoluto
de las otras dos concepciones, las del dual Principio Padre-Madre y del triple Logos
Cósmico Inmanifestado, hemos de recordar que las tres en conjunto integran el Perpetuo-
Inmanifestado y que realmente constituye un indivisible e impenetrable Misterio que
sustenta al universo manifestado.
Por eso es que, después de haber estudiado separadamente los tres aspectos de lo Inmanifestado, deberemos considerarlos juntos y,
después de haber establecido sus interrelaciones, integrarlos en un concepto único que
constituya un todo autónomo y armónico.
En el estudio de la Naturaleza de lo Absoluto, has donde ello es posible dentro del dominio
del intelecto, ayudaría mucho el considerar previamente unos pocos hechos y fenómenos
naturales que, por sus relaciones análogas con este Misterio de Misterios, pueden hacernos
penetrar un poco en él.
Por una extraña ironía de las circunstancias, esos hechos provienen
del campo de la Ciencia, la que debido a su hostilidad hacia las doctrinas de la Religión y
de la Filosofía, era generalmente considerada un enemigo por los adherentes ortodoxos de
la Religión y de la Filosofía.
Estos y otros ejemplos de esta naturaleza muestran cómo los
descubrimientos de la Ciencia, en lugar de ser perjudiciales a la Doctrina Oculta,
constituyen un apoyo que nos ayuda a comprender y a apreciar dicha Doctrina. Esto es así
porque los fenómenos en los mundos inferiores son sombras de realidades en los
superiores, y porque del examen y la comprensión de las sombras de aquí abajo, a veces
podemos lograr una clave o vislumbre acerca de la naturaleza de las realidades de arriba.
Es este hecho el que hizo que uno de los Adeptos dijera que “la Ciencia es nuestro mayor
aliado”.
La Verdad no tiene nada que temer de ningún lado, y menos del lado de la Ciencia,
que está dedicada también al descubrimiento de la Verdad, si bien a un nivel muy inferior y
en un campo muy limitado. Si en alguna de las doctrinas ocultas menores, o en
investigaciones hechas por ocultistas, se prueba que algo es erróneo, es beneficioso que se
lo haya podido probar, en interés de la Verdad mayor, porque el ocultista también, como el
científico, desea la Verdad y nada más que la Verdad.
El primero de los fenómenos naturales que analizaremos brevemente es la dispersión de la
luz blanca por un prisma, como se indica en la Fig. 1. Quienes tienen algunas nociones
científicas elementales, están familiarizados con la experiencia en la que un rayo de luz
blanca es obligado u atravesar un prisma y cuyo rayo emergente es recibido en una pantalla
blanca.
La imagen que se produce no es la del rayo original sino que recogemos una banda
coloreada llamada “espectro”. Si el rayo inicial es de luz proveniente del Sol, entonces hay
un espectro invisible que se extiende a ambos lados del espectro visible, y que se llaman
infra-rojo y ultra-violeta.
Lo que ha ocurrido es que el rayo de luz blanca ha sido dispersado o diferenciado por el prisma y todas las vibraciones, visibles e invisibles, han sido
separadas una de otras de acuerdo con su propia longitud de onda, formando un espectro
continuo.
Interponiendo ahora otro prisma invertido en el camino del rayo emergente, es posible
recombinar o integrar las vibraciones separadas en el rayo de luz blanca original.
De este
modo, todo el proceso es reversible.
Ahora observemos algunos hechos concernientes a este sencillo experimento y que
aclararán algo el problema que estamos considerando.
El primer punto a notar es que
resulta posible integrar una serie graduada de cosas en un estado perfectamente equilibrado
y en el que ninguna de las cosas individuales está presente como tal, pero siendo posible
obtener todos los integrantes por diferenciación. Considerando ahora las condiciones
prevalecientes a cada lado del prisma, vemos que son totalmente diferentes.
Del lado en que
la luz entra en el prisma, sólo tenemos luz blanca y ningún color; del otro lado, por el cual
la luz sale del prisma sólo hay colores y no hay luz blanca. Si hubiese alguna entidad que
hubiese vivido solamente del lado de los colores, no tendría la más mínima idea de lo que
es la luz blanca a través de su experiencia de diversos colores, por más que ellos se deriven
de la luz blanca. Tendría que pasar a través del prisma y emerger del otro lado para darse
cuenta de ello.
También lo contrario: si hubiese vivido siempre del lado de la luz blanca, no
podrá experimentar ni tener idea alguna acerca de colores, mientras no pase por el prisma al
dominio de los colores.
Las dos experiencias parecen ser mutuamente excluyentes.
Otro hecho que debemos notar es que nada de toda la luz blanca incidente es destruida
cuando en su propagación atraviesa un prisma y es fraccionada en colores del otro lado.
La luz blanca del lado incidente no es afectada por lo que le ocurre del lado de emergencia,
porque se trata no de un fenómeno estático sino dinámico que se renueva constantemente.
El significado de este fenómeno luminoso en sus varios aspectos nos permite comprender
algo de la naturaleza de lo Absoluto, de un modo muy general como es obvio, y no
necesitamos ir más allá para señalar analogías que son evidentes por sí mismas.
Vemos de inmediato cómo lo Absoluto en sí puede ser sin atributos, si bien es la fuente de
todos aquellos principios, Tattvas, fuerzas que invisten con atributos a todas las cosas en el
dominio de lo manifestado.
Para un mundo que solo conoce colores, la ausencia de colores sólo puede ser interpretada
como tinieblas y no como luz blanca, que es fundamentalmente distinta de la oscuridad,
porque oscuridad significa ausencia total de colores, mientras que la luz blanca implica la
presencia de todos los colores, pero en una forma integrada.
Así, resulta más sencillo ver
cómo lo Absoluto puede ser sin atributos de ninguna clase, la oscuridad-Perpetua, o
Nirguna-Brahman.
Veamos, entonces, cómo es imposible conocer un principio o realidad, de la cual se han
obtenido una serie de derivados por diferenciación, hasta que hayamos trascendido el
dominio de esos derivados y emergido en el dominio del principio originador. Debemos
trascender el dominio de los particulares si queremos conocer, y no meramente concebir, el
arquetipo del cual derivan. Debemos dejar el mundo de sombras, si queremos conocer las realidades que proyectan esas sombras. Debemos dejar el mundo de la mente, si queremos
conocer la Conciencia en su pureza y, finalmente, debemos dejar el mundo de lo relativo, si
queremos conocer lo Absoluto, si es que ello es del todo posible.
La inversa de esta proposición tal vez sea también cierta en otro sentido, y tal vez pueda
proporcionar una clave al interrogante de por qué la Mónada tiene que descender a los
mundos inferiores para conquistar la experiencia necesaria para su misterioso
desenvolvimiento. Viviendo como ha vivido siempre en el seno del Padre, en la brillante
radiación de sólo luz blanca, debe descender al mundo de manifestación, donde sólo hallará
los colores que se obtienen por diferenciación de aquella luz blanca. Y dado que esto sólo
puede hacerse en los planos inferiores mediante la instrumentalidad de un mecanismo
apropiado, deberá empeñarse en la construcción y utilización de tal mecanismo. Es lo que
necesita para su evolución, digámoslo así, en los planos inferiores.
Tratemos de ver ahora este problema desde otro punto de vista.
Hemos visto ya que para
individuos viviendo en un mundo de sólo colores, la luz blanca sería concebida como
oscuridad, si bien es fundamentalmente diferente de la oscuridad. Puede decirse en general
que, cuando no podemos responder a una serie de vibraciones tenemos la impresión de una
ausencia de vibración, porque la conciencia se vincula con algo sólo mediante vibraciones,
y si nuestro vehículo no responde a un conjunto de ellas, el objeto que las produce
permanecerá como inexistente en lo que a nosotros concierne.
Sabemos, como hecho científico, que a ambos lados del espectro visible están los espectros
infra-rojo y ultra-violeta, pero no los vemos porque nuestros ojos no responden a las
vibraciones de esas longitudes de onda.
Estos dominios de luz son oscuridad para nosotros,
si bien pueden afectarnos de otra forma. Análogamente con el sonido. Nuestros oídos
responden sólo a un limitado número de vibraciones sonoras, y vibraciones de mayor y
menor longitud de onda sólo son silencio para nosotros, si bien pueden ser detectadas y
utilizadas por la Ciencia de varias maneras.
Lo mismo vale en el caso de nuestra conciencia. Lo que está más allá del alcance de nuestra
captación mental se nos aparece como carente de sentido y falso.
Cuando maduramos
mentalmente, no sólo comenzamos a comprender aquellas cosas, sino que seguimos viendo
significados más profundos en ellas. Así, debemos estar en guardia cuando encontremos
palabras tales como “silencio” y “oscuridad” al tratar las realidades de los dominios
internos y no debemos asociarlas con la ausencia de toda clase de realidad, sino con la falta
de respuesta de nuestra parte.
Es un hecho comprobado que oscuridad y silencio abarcan,
aún en el plano físico, mucho más que la luz visible y el sonido audible, Esto se evidencia
si recordamos que cuando nos venimos ciegos y sordos el espectro visible también pasa al
dominio de las tinieblas y el espectro audible en el dominio del silencio.
La expresión “Oscuridad Permanente” usada para referirse a lo Absoluto en la literatura
oculta significa únicamente aquella Realidad Última que, como lo denota, está más allá del
alcance de no sólo nuestros sentidos y mente sino que también más allá del alcance de
experiencia del más elevado de los principios como Atma, los cuales caen dentro de la
experiencia de los Adeptos de mayor rango de nuestro globo. De las muchas referencias
que tenemos en la religión hindú y en la literatura oculta, surge que recién el Logos de un
sistema solar es quien puede tener algún acceso a tan impenetrable misterio, pero no se ha
dicho nada definido acerca de esto.
Hasta ahora hemos estado considerando todo este asunto desde lo que podríamos llamar,
momentáneamente, el punto de vista cualitativo. Ocupémonos, ahora, un tanto de su
aspecto cuantitativo, y para la consideración del aspecto cuantitativo lo mejor que podemos
hacer es tratar brevemente la naturaleza del cero.
El cero, como saben todos aquellos que
tienen algún conocimiento de matemáticas, es el más intrigante, desconcertante e
imprevisible ente en todo el campo de las matemáticas con excepción de su contraparte: el
infinito. No es posible entrar aquí en pormenores de las propiedades del cero y del infinito,
pero sí podemos considerar unos pocos hechos que son del caso para nuestro problema y
que pueden aclarar un tanto el concepto de Absoluto.
El cero y el infinito parecen ser polarmente opuestos. Si incrementamos continuamente la
cantidad de algo, nos acercaremos al límite de lo infinito, aunque sin alcanzarlo nunca; si
disminuimos constantemente la cantidad, nos acercamos al límite del cero, pero también sin
alcanzarlo.
Entre ambos límites, extremos e inalcanzables, están contenidas todas las
cantidades posibles de cualquier cosa que imaginemos. El cero y el infinito se asemejan,
así, al punto y al espacio en geometría. Ahora bien, algo asombroso acerca del punto ideal y
del espacio ilimitado, es que aparecen, en última instancia, como análogos e indistinguibles,
Si imaginamos aun punto expandiéndose ad infinitum, se confundirá finalmente con el
espacio infinito e ilimitado, para reaparecer luego como de la nada en su original posición y
dimensión infinitesimal.
Uno puede advertir porqué ha de ser así. El punto y el espacio ilimitado son las dos
investiduras polares de lo Absoluto, y el Ritmo Cósmico, como veremos más adelante, es
una eterna oscilación de la conciencia entre ambos. Las propiedades del cero y del infinito
son análogas a las del punto y del espacio.
Una extraordinaria propiedad del cero es la de contener inherentemente a cualquier
cantidad, si la suponemos equilibrada por otra cantidad de igual magnitud pero de signo
opuesto. Se puede escribir en el pizarrón un número de cien cifras para representar una gran
cantidad de algo, y si escribimos frente a ella el mismo número pero con signo contrario,
ambas desaparecen en el cero, No solamente algún número grande, sino que podrá
escribirse una fracción compleja tan amplia como para cubrir la pared, y si entonces se
escribe otra expresión opuesta en signo y de igual magnitud, ambas desaparecen en la
ilimitada potencialidad del cero.
Lo interesante de ver es que no solamente se puede reducir
cualquier cosa a cero introduciendo su opuesto, sino que también puede el cero contener a
la vez cantidades positivas y negativas en cualquier cantidad y magnitud, sin quedar
afectado en ninguna forma. Sintetizando, podemos decir, por tanto, que el cero puede
contener en sí mismo un número infinito de magnitudes, desde la más pequeña hasta la más
grande, todas perfectamente equilibradas por sus opuestos.
El significado de estas extraordinarias propiedades del cero puede aclarar algunas
características del concepto de Absoluto.
Ellas muestran, matemáticamente, cómo la
existencia de una Realidad última, con la propiedad de contener un número infinito de
sistemas potenciales y de cualquier magnitud es posible, dado su posible equilibrio por su
opuesto. Debe observarse que no hay límite para el número, tamaño o tipo de ítem, siempre
en el supuesto de que cada uno sea equilibrado por su igual y opuesto. También vemos que
esta Realidad, pese a la presencia de estos múltiplos contenidos puede ser un vacío,
conteniéndolo todo y sin embargo nada.
La consideración de estos dos singulares hechos, uno cuantitativo y otro cualitativo del
campo de la Ciencia, nos muestra que los dos principios de integración equilibrada y suma
equilibrada proporcionan una clave de la naturaleza sin atributos ni contenidos de lo
Absoluto, que potencialmente tiene todos los atributos y sin embargo carece de todo
atributo, que tiene en sí mismo todo cuanto encuentra expresión en una infinita serie de
manifestaciones y que sin embargo carece’ de todo contenido. Ahora ya no es necesario
plantear el interrogante de si lo Absoluto es un Plenum o un Vacío. La pregunta se ha
respondido a sí misma.
En lo Inmanifestado la presencia en forma integrada de todos los principios iguales y
opuestos en estado potencial encuentra, en el universo manifestado, su expresión natural en
opuestos llamados dvandvas o “pares de opuestos”, si bien no siempre es posible debido a
las limitaciones e ilusiones en que vivimos, el correlacionar estos opuestos en cada cosa,
pero dichos opuestos son percibidos por doquier y en muchos casos en una forma muy
notable, si observamos la vida inteligente e inquisitivamente
Las funciones activa y pasiva de la volición y de la cognición de la involución y la
evolución, espíritu y materia, sujetos y objeto, descenso y ascenso, electricidades positiva
negativa, son unos pocos de estos muy conocidos pares de opuestos que pueden rastrearse
hasta su fuente en lo Inmanifestado, en donde permanecen perfectamente equilibrados y en
forma potencial, estado del cual surgen a la actividad cuan do comienza la manifestación.
La presencia de estos aspectos opuestos que pueden rastrearse hasta su fuente en lo
Inmanifestado en un versículo del Ishavasyopanishad (5), así:
“Ello se traslada, Ello no se traslada; Ello está más allá de lo más lejano;
“Ello está más cerca de lo más cercano, está dentro de todo este universo, y también
fuera de este Todo”.
Estos pares de opuestos: fuerzas, procesos y propiedades, son muy conocidos y no es
necesario ahondar aquí su naturaleza, Me ocuparé, más bien un tanto brevemente, de unos
pocos pares de opuestos que generalmente no son reconocidos como tales pero que están
implícitos en el equilibrio, armonía y totalidad perfectos de lo Absoluto, en quien está
enraizado todo el universo, tanto manifestado como inmanifestado.
El reconocimiento de estos opuestos es importante, no solamente desde el punto de vista
académico, sino que también desde el punto de vista práctico, porque puede afectar
nuestras actitudes en la vida y ser una ayuda en la tarea de descubrir aquella Realidad
dentro de nosotros mismos.
Tomemos, en primer término, un asunto de gran interés personal y acerca del cual parecería
haber alguna confusión de ideas entre nosotros. Me estoy refiriendo a la cuestión de
Saguna-Brahman y Nirguna-Brahman. O en otras palabras, la cuestión del Dios personal y
Dios impersonal.
Hay una impresión prevaleciente entre algunos de que el Ocultismo considera a Dios como
un Principio puramente impersonal e inalcanzable mediante capacidades personales y que,
por consiguiente, no es posible establecer ninguna clase de relación personal entre Él y
nuestra vida interior. Toda tentativa de considerarlo también como un Dios personal es
desaprobada por esa gente, y generalmente considerada por ellos como un resultado de
tendencia antropomórfica del hombre.
Un Dios personal no implica necesariamente un Dios sentado en un trono en algún lugar
elevado en el cielo. Es un Dios accesible y con el pueden establecerse relaciones
personales, por más que ÉL permanezca invisible e intangible. Esta impresión ha sido
creada, en cierta medida, por aquellos que bajo la fuerte influencia de las enseñanzas del
Buddhismo, han tomado en cuenta solamente un punto de vista y prácticamente ignorado su
opuesto.
Cierto es que en el centro de lo Inmanifestado, de lo Absoluto, los dos aspectos llamados
Saguna-Brahman y Nirguna-Brahman han de estar presentes en un estado de equilibrio y
es imposible, por lo tanto, establecer alguna clase de relación individual con tan Último
Principio, pero si descendemos al próximo nivel inmediato, como resultado de la
diferenciación primaria en Principios positivo (+) y negativo (—), llamados Shiva-Shakti en
la filosofía hindú y PADRE- MADRE en “La Doctrina Secreta”, esta impersonalidad e
inaccesibilidad desaparecerán, y no sólo será posible establecer relaciones personales con
cualquier aspecto de esa Realidad en cualquier nivel, sino que también será de una
tremenda ayuda para nosotros en el trabajo de Autodescubrimiento.
En un Capítulo subsiguiente me ocuparé de este Principio Padre-Madre y Su relación para
con las Mónadas y trataré de mostrar que debemos rastrear nuestro nacimiento como
Mónadas y origen espiritual hasta ese Principio dual último llamado Padre-Madre, y no sin
razón, hablar irreflexivamente, por no decir anticientíficamente, de haber surgido del seno
del Padre, ignorando completamente a nuestra Madre espiritual quien ha de tener en estos
misteriosos e inimaginables dominios, un papel más importante que desempeñar en el
darnos nacimiento y multiplicarnos como Mónadas, así como Su influencia aquí abajo.
Sin embargo, aquí no nos ocuparemos tanto del problema de nuestro origen cuanto de
nuestra relación con ese Principio Padre-Madre, o con algunas otras manifestaciones
inferiores de ese Principio.
Podría preguntarse, muy seriamente cómo es posible que el Principio Padre-Madre, que es
el prototipo de todos los padres y madres en el mundo físico y por tanto, fuente última de
todo amor, ternura y cuidado paternales pueda, en si mismo, carecer de todos estos
atributos.
¿No es más razonable suponer que Ello es la fuente origen que, aun en sus más débiles
formas de expresión en los planos inferiores, proporciona la experiencia más exquisita y
dichosa a los seres humanos, y aun a los animales? Si nuestros Padres espirituales son tan
impersonales e indiferentes hacia nosotros sus hijos como individuos, como aspiramos ser,
entonces ¿por qué son mencionados como Padre-Madre?
Creo que este punto de vista de la impersonalidad de Dios es el resultado de adoptar
solamente un punto de vista y de ignorar el opuesto.
La Realidad subyacente que sustenta a
este universo de tan vastas magnitudes y complejidades, debe ser impersonal en uno de sus
aspectos, pero este mismo hecho de su total impersonalidad debe, a su vez, estar
equilibrado exactamente por su opuesto, esto es, el hecho de que ha de existir la más íntima
y exquisita relación personal entre sus Padres Divinos y cada alma individual.
Si ELLO es totalmente impersonal en uno de SUS aspectos, ELLO deberá ser totalmente
personal en SU aspecto opuesto. Si en SU vasto abrazo de amor sostiene todo el universo
de una manera impersonal, también ha de sostener en SU seno a cada alma individual con
el amor y el cuidado para su hijo como ninguna madre humana puede hacerlo.
Debemos ponderar cuidadosamente esta idea de que la personalidad y la impersonalidad
son dos principios opuestos y que la impersonalidad total en su aspecto universal debe
quedar equilibrada por la personalidad total en su aspecto individual. Es sobre este
principio fundamental, derivado de nuestro concepto de Absoluto, que se basa la idea de un
Saguna-Brahman y la de la posibilidad de establecer la más íntima relación entre amador y
lo amado, entre el alma individual y el Alma Universal; y es mediante el desarrollo de esta
relación que se huella el Bhakti-Marga o sendero de amor.
Partiendo de una cuestión de interés personal, en la cual muchos deberían estar interesados,
llegamos ahora a otra cuestión más bien impersonal y de importancia filosófica y que
constituye una auténtica atiprashna o “cuestión última”, o sea, que está más allá de la
comprensión del intelecto. Me estoy refiriendo al “porqué” del universo.
¿Por qué ha sido creado el universo? Y si no hay creación y sí mera alternancia de Shristi
(creación) y Pralaya (disolución) ¿por qué esta alternancia? Creo que deberemos acudir
nuevamente al concepto de Absoluto para lograr una respuesta parcial a esta pregunta. Es
obvio que los de Manifestado e Inmanifestado son dos estados opuestos de Ser.
Surgimiento y retorno son dos procesos opuestos relacionados con esos dos estado de Ser, y
uno no puede existir sin el otro, su opuesto, conformando un todo equilibrado. Si hay lo
Inmanifestado, deberá haber también un retorno a ese estado.
Así, tanto el Manifestado como lo Inmanifestado, y su alternancia en diversos niveles, son
inherentes a la verdadera naturaleza de la Realidad, y no se trata aquí de ninguna
motivación o esfuerzo de voluntad de ningún ser en el funcionamiento de esta alternancia.
No podrá haber Realidad Última sin estos inherentes y opuestos aspectos de Ella, y que
producen la alternancia de Shristi y Pralaya
Hemos tomado, a los fines de ilustración, solamente estas dos implicaciones del concepto
de Absoluto. Podríamos tomar muchas otras implicaciones de este maravilloso concepto de
integración y equilibrio en lo Absoluto y descubrir que ellas también arrojan alguna luz
sobre muchos problemas del campo filosófico que nos dejan aparentemente perplejos.
.Un estado en el que todos los principios, fuerzas. etc., posibles, existen en un perfecto
equilibrio sería no sólo un vacío, como se indicó más arriba, sino que seda además un
estado perfectamente estable.
De acuerdo con las modernas concepciones de la Ciencia, si
tal estado de equilibrio es perturbado por cualquier causa, la perturbación sería seguida por
una serie de cambios y reajustes que tendería a neutralizar la perturbación y a restablecer el
estado de equilibrio estable original.
¿Hay alguna indicación en los fenómenos de la Naturaleza que muestre que en el corazón
del Universo existe una Realidad Última que está en perfecto equilibrio y que tiende a
restaurar el equilibrio dónde y cuándo sea perturbado? Hay muchas leyes y fenómenos
naturales que indican la existencia de una perfecta estabilidad y equilibrio en el corazón del
universo y la neutralización de cualquier clase de perturbación mediante los
correspondientes cambios y reajustes. Consideremos brevemente unos pocos de tales leyes
y fenómenos.
La primera de tales leyes generalmente observada que puede ser considerada es la ley de
compensación. Toda ventaja en la vida de un individuo está contrabalanceada por una
desventaja. Toda satisfacción es compensada por un dolor, real o potencial. Si estamos
exaltados, habremos de sentirnos deprimidos correspondientemente. Si queremos realizar algo en un tiempo más breve, deberemos gastar energías en cantidad en mayor grado. Si
queremos cosas de la vida superior, deberemos dejar cosas de la vida inferior. Debido a que
nosotros solo podemos tener una visión limitada a una sola vida es que no podemos ver
claramente a la ley de compensación en acción, pero es de vigencia universal.
No solamente en la vida corriente vemos vagamente la acción de esta ley; también en el
campo de la Ciencia vemos su actuación bajo diferentes formas que encuentran expresión
matemática. Así por ejemplo, tenemos en la Química el muy conocido principio de Le
Chatelier, según el cual “si un sistema en equilibrio es sometido a cualquier cambio, el
sistema reacciona de modo a anular el efecto del cambio”. En lenguaje sencillo, ésto
significa que si un sistema en equilibrio químico es perturbado de alguna manera, reacciona
de manera a oponerse al efecto de la perturbación.
En el campo de la Biología, el desarrollo
de la inmunidad puede considerarse como una expresión de dicha ley.
Vemos así que pueden existir simultáneamente estados de perfecto equilibrio y de cambio
dinámico, puesto que el cambio introducido es compensado por otro de naturaleza
equivalente, pero como el tiempo de observación es corto y no siempre es posible ver todos
los cambios resultantes que se han verificado en un sistema complejo en equilibrio,
tampoco es siempre visible la acción de la ley de compensación.
Puede concluirse de lo anteriormente dicho que cuando cualquier clase de impulso se da
en alguna parte del universo, teóricamente es todo el universo el que reacciona, si bien esta
reacción puede llegar a ser tan débil que no pueda detectarse.
La reacción es de tal
naturaleza que tiende a neutralizar cuantitativamente la perturbación originada. Este hecho,
reconocido por la Ciencia, muestra la unidad subyacente en todo el universo, manifestado e
inmanifestado, y el hecho de que es algo viviente y o consciente en cada punto. Y es el
desenvolvimiento de esta reacción ante impulsos de cualquier naturaleza, lo que podemos
considerar como la Ley de Causa y Efecto en su sentido más amplio. La acción o impulso
originario es la causa, y la reacción es el efecto.
La Ley de Karma no es sino la Ley de Causa y Efecto operando en dominios de la vida
humana y originando reajustes entre un individuo y otros individuos a quienes ha afectado
con sus pensamientos, emociones y acciones.
Los reajustes que restauran los equilibrios en la Naturaleza son de dos clases: o inmediatos
o diferidos, que siguen a un período de acumulación.
Las reacciones naturales en los
dominios de la materia inerte son generalmente inmediatas, mientras que las relativas a
seres humanos, quienes son conscientes, son más o menos diferidas.
Las acumulaciones de
estas reacciones, que abarcan grandes cantidades de almas, son las que, al quedar
archivadas en los dominios invisibles producen resultados cataclismos como las guerras,
pestes y revoluciones.
Es este mantenimiento en suspenso de las reacciones destructivas las
que están simbolizadas por el acto de Shiva de beber veneno durante la agitación del
Océano, en la conocida leyenda puránica.
El “veneno” de las reacciones indeseables, una
vez generado, no puede ser destruido, teniendo que permanecer retenido y liberado tan
gradual y oportunamente como para que produzca el mínimo de daño y no obstruya
indebidamente la evolución de los individuos o de la humanidad.
La mayoría de la gente reflexiva no está sino muy vagamente advertida de que existe una
ley de compensación subyaciendo en los fenómenos de la vida, y son aún muy pocos los
que comprenden que esta ley de compensación es una ley que no limita su acción a la esfera de la vida o fenómenos naturales sino que es de vigencia universal; y es universal e
inviolable, porque es expresión del hecho de que una Realidad ultima que llamamos lo
Absoluto, yace en el corazón de la manifestación.
Y es porque el universo está enraizado en
lo Absoluto que la compensación rige en todas las esferas de la vida y de la Naturaleza y
que, como un giróscopo que ha sido apartado de su posición de equilibrio, tiende a
recuperarla automáticamente.
De hecho, todo el fenómeno de la manifestación es resultado de esta tendencia a recuperar
el equilibrio. Al reloj del universo le ha sido dada cuerda, por la Voluntad Divina, hasta un
alto potencial de existencia, y a partir de allí, la maquinaria del universo manifestado
comienza a marchar hacia la recuperación de la armonía y equilibrio perfectos de lo
Absoluto y que habían sido alterados por esta manifestación.
Dr. I.K Taimni
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