miércoles, 29 de mayo de 2019

BHAGAVAD GITA - Capitulo 9 (Con apuntes de: W.Q. JUDGE y R. Crosbie)


       DEVOCIÓN POR MEDIO DEL REGIO CONOCIMIENTO Y DEL REGIO MISTERIO


KṚṢṆA:

“Y a ti, que no encuentras falta, te doy a conocer este, el conocimiento más misterioso, junto con una realización de ello, y, una vez sabido, te librará de todo mal. Este es el conocimiento regio, el regio misterio, el más excelente purificador, que es claramente comprensible, que no está opuesto a la sagrada ley, fácil de ejecutar, y que es inextinguible. Y esos que son incrédulos de esta verdad, ¡oh atormentador de tus enemigos!, no me encuentran, sino que, revolviéndose en la rueda del renacimiento, regresan a este mundo que es la mansión de la muerte.” “Este Universo entero está penetrado por mí en mi forma invisible; todas las cosas existen en mí, pero yo no existo en ellas.
Ni tampoco están todas las cosas en mí; contempla mi divino misterio: yo mismo, que soy la causa de que todas las cosas existan, las sostengo y les doy apoyo, pero no habito en ellas.

Comprende que todas las cosas están en mí tal como el poderoso aire pasa e interpenetra todo el espacio. ¡Oh hijo de Kuntī!, al final de un kalpa todas las cosas retornan al interior de mi naturaleza, y entonces, otra vez, al comienzo de otro kalpa, Yo causo su evolución nuevamente. Tomando el control de mi propia naturaleza, Yo emano una y otra vez toda esta agrupación y ensamblaje de seres, aún sin la voluntad de ellos, sino por el poder de la esencia material1. Pero estas acciones no me atan, ¡oh conquistador de la riqueza!, porque Yo soy aquel uno que se siente indiferente y desinteresado en las obras. A causa de mi supervisión, la naturaleza produce el universo animado e inanimado; es por esta causa, ¡oh hijo de Kuntī!, que el universo gira.” “El iluso me desprecia en mi forma humana, porque desconoce mi verdadera naturaleza como Señor de todas las cosas.

Ellos tienen vanas esperanzas, son ilusos en sus acciones, en su razonamiento y en su conocimiento, inclinados como están a principios demoníacos y engañadores2. Pero aquellos grandes de alma, participando de la naturaleza divina, conociéndome como el imperecedero principio de las cosas, me adoran, y no se entretienen con nada más. Fijos como están ellos en votos irrompibles, me adoran, proclamándome por todas partes e inclinándose ante mí. Otros, con el sacrificio del conocimiento, me adoran en otras formas como indivisible, como inseparable, como el Espíritu del Universo. Yo soy, yo mismo, el sacrificio y el rito sacrificial; Yo soy la libación y ofrenda a los ancestros, y soy las especias; soy la fórmula sagrada, y soy el fuego; Yo soy el alimento y la manteca sacrificial; Yo soy el padre y la madre del Universo, el ancestro y el preservador; Yo soy el Uno Santo, soy el objeto del conocimiento, la mística y purificante sílaba OṀ, el Rg, el Sama, el Yajur, y todos los Vedas. Yo soy la meta, el que Consuela, el Señor, el Testigo, el lugar de descanso, el asilo y el Amigo.

Yo soy el origen y la disolución; el receptáculo, el almacén y la simiente eterna. Yo soy la causa de la luz, del color y de la lluvia; y ahora inhalo y ahora expelo; Yo soy la muerte y la inmortalidad; Yo soy la causa invisible y el efecto visible. Y aquéllos que están ilustrados en los tres Vedas, ofreciéndome sacrificios y alcanzando santificación, al beber el jugo del soma3, me piden el cielo, y es así que ellos logran la región de Indra4, el príncipe de los seres celestiales, y allí tienen festines entre el celestial alimento y se gratifican con los goces celestes. Y así, ellos, habiendo gozado este espacioso cielo por un período proporcional a sus méritos, se hunden otra vez en este mundo mortal en el que nacen de nuevo tan pronto como el cúmulo de sus méritos queda extinguido; y es así como esos que añoran el logro de todos sus deseos, siguiendo los Vedas, obtienen una felicidad que viene y se va. Pero para aquellos que, pensando en Mí como algo idéntico con todo, me adoran constantemente, Yo cargo sobre mis hombros la responsabilidad de su felicidad.

Y aún esos que adoran a otros dioses con una fe firme, al hacerlo, involuntariamente a mí también me adoran, ¡oh hijo de Kuntī!, sin que en ello cuente su ignorancia. Yo soy aquél que es el Señor de todos los sacrificios, yo también soy el disfrutador, pero como ellos no me comprenden de una manera real, por eso ellos caen del cielo. Aquéllos que se hacen devotos de los dioses, van a los dioses; los que adoran a los pitṛs, van a los pitṛs; aquéllos que adoran los espíritus malignos5, a ellos van, en tanto que mis adoradores vienen a mí. Yo acepto y disfruto las ofrendas del alma humilde que en su devoción, con un corazón puro, me ofrenda una hoja, una flor, un fruto o un poco de agua.
Cualquier cosa que hagas, ¡oh hijo de Kuntī!, cualquier cosa que comas, cualquier cosa que sacrifiques, cualquier cosa que des, cualquier mortificación o humillación que lleves a cabo, entrégamela a mí. Y así serás librado de las buenas y las malas experiencias que son los lazos que atan toda acción; y tu corazón, así unido a la renuncia y a la práctica de la acción, hará que vengas a mí. Yo soy el mismo hacia todas las criaturas; Yo no conozco ni el odio ni el favor; pero aquéllos que me sirven con amor habitan en mí y yo en ellos.

Y aún el hombre de los caminos más malvados que me adora con una devoción exclusiva, ha de ser considerado un justo, porque él ha juzgado rectamente. Tal hombre, pronto se convierte en un alma justiciera y obtiene la felicidad perpetua. Yo te juro, ¡oh hijo de Kuntī!, que aquél que me adora no perecerá jamás, y aún aquéllos que pueden venir de matrices de pecado, las mujeres6, los vaiśyas y los śūdras7, todos ellos hollarán el sendero supremo si toman santuario en mí. ¡Entonces, cuánto más los santos brahmanes y los devotos de la regia raza! Y habiendo tú obtenido este mundo finito y sin gozo, adórame. Sírveme, fija tu corazón y tu mente en mí, sé mi servidor, mi adorador, póstrate ante mí y así, unido a mí en descanso, tú vendrás a mí.” Y así, en la Upani􀜈ad, llamada la sagrada Bhagavad Gita, en la ciencia del Supremo Espíritu, en el libro de la devoción, en el coloquio entre el santo Kṛṣṇa y Arjuna, está el Noveno Capítulo de nombre

— DEVOCIÓN POR MEDIO DEL REGIO CONOCIMIENTO Y DEL REGIO MISTERIO.  ____________________________

1- Esto es, por el poder de “prakṛti”.
2- Aquí lee que: “ellos están inclinados hacia la naturaleza de los asuras y los rākṣasas”, un tipo de seres elementales malignos, o como dicen algunos: “de la índole de los más bajos constituyentes de la naturaleza”.
3- Entre los hindúes, el beber el soma al final de un sacrificio, es un acto de gran mérito, con su equivalencia dentro de la fe cristiana, a beber el vino de la comunión.
 4- “La región de Indra” se trata de la más alta y suprema de las esferas o planos. Es el devachan de la literatura teosófica, porque Indra es el príncipe de los seres celestiales que habitan en el deva-sthan. 5- Estos espíritus malignos son los Bhūtas y son los mismos que los tal llamados espíritus de los muertos: los cascarones que son adorados y buscados en las reuniones espiritistas.

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COMENTARIOS AL CAPITULO 9



El título del Noveno Capítulo es: “Devoción por Medio del Regio Conocimiento y del Regio Misterio”. El término “Regio” significa, desde luego, “lo Supremo”, de manera que, si el título hubiese sido escrito en nuestra época, se hubiera leído de esta forma: “El Supremo Conocimiento y el más Profundo Misterio”. El hecho de que un libro o sistema de pensamiento pretenda dar los medios por los cuales tal conocimiento universal pueda ser ganado, es un asunto que demanda la atención de cada mente inteligente. Un reclamo tan grande no puede ser ligeramente puesto a un lado como inmerecedor de una profunda consideración. 

 Pensadores en todas partes admiten que lo que se necesita en este mundo es una autoevidente y verdadera base para el pensamiento y la acción; ellos han comprendido que nuestras ciencias, filosofías y religiones son sólo intentos, más o menos sinceros, de obtener semejante base; sin embargo siguen siendo confrontados de una manera continua con el hecho de que ninguna de estas proveen un fundamento seguro para la paz, la felicidad y el verdadero progreso de la humanidad. Se comprende, por ejemplo, que nuestros modernos métodos de pensamiento están basados y aplicados a la existencia material y a las apariencias externas, pero que todos no son más que efectos de causas invisibles y que, dondequiera que se hace un intento de sondear lo invisible, la existencia material es tomada como la causa y a lo invisible como el efecto; sin que haya ninguna ganancia que pueda ser perceptible en la dirección de comprender la Vida o su propósito. Es interesante observar que la moderna base de pensamiento y acción es lo opuesto de las de los sabios antiguos y que, mientras nuestros modos de pensamiento nos dejan en las tinieblas, los métodos de los antiguos arrojan una clara luz sobre todos nuestros problemas. 

Hagamos pues un estudio de la sabiduría del pasado, de manera que podamos ir hacia adelante con un propósito más claro y más definido del que ahora tenemos. En este capítulo, Kṛṣṇa se dirige a su discípulo, Arjuna, en estos términos: “A ti que no juzgas, ahora te haré conocer el conocimiento más misterioso, junto con una realización de ello y, al haberlo conocido, te liberarás de todo mal”. 
Las palabras: “A ti que no juzgas” significan que Arjuna es reconocido como uno que comprende que la Ley rige en todas y cada una de las circunstancias y que nada, bueno o malo, puede acontecerle, sino aquello del cual él mismo fue la causa; es por eso que él aceptó el bien sin exaltación y el mal sin quejas; en otras palabras, Arjuna se mantuvo ecuánime en el dolor o en el placer, en la alegría o en el sufrimiento, permaneciendo listo a sufrir o a gozar lo que fuera que el Yo Superior le tuviera preparado para él a modo de experiencia o disciplina. 

Es por eso que, desde el comienzo mismo, Kṛṣṇa propone y Arjuna acepta la regla de la Ley como un paso necesario para una mayor iluminación. El término “conocimiento”, como ha sido usado aquí, tiene un significado más amplio que del que estamos acostumbrados a darle;; pues nosotros consideramos como “conocimiento” a una amplia y completa familiaridad con todas las religiones, filosofías, artes, ciencias y las historias, por lo menos lo que se ha registrado junto con aquello que nuestros sentidos nos dan con relación al mundo material exterior. Por ejemplo: se sostiene generalmente que uno no puede conocer los constituyentes o las propiedades de un guijarro de piedra sin que las necesarias ayudas mecánicas o químicas sean aplicadas directamente a ese objeto y que nada puede ser conocido de los pensamientos o sentimientos de otro ser, a menos que sean expresados en palabras o en actos; mientras, el conocimiento del que habla Kṛṣṇa, implica una completa identificación de la mente o el poder pensante, con cualquier sujeto u objeto al que sea dirigido, siendo esta una concentración tal que permita al percibidor conocer todas las cualidades inherentes del sujeto u objeto, así como también todas las peculiaridades incidentales y conocer todo lo referente a su naturaleza. 

La posibilidad de tal “omni-conocimiento” no es admitida por los líderes del pensamiento y por los hombres de hoy día, cuyo procedimiento está basado enteramente en el razonamiento que parte de las cosas particulares hacia las universales, desde los efectos hasta la causa probable y quienes están contentos con elaborar sus siempre cambiantes hipótesis. Su proceso de razonamiento es uno que, aun siendo más refinado y expandido, es el mismo que fue usado por nuestras razas salvajes. Los sabios de la antigüedad, a través de experiencias ganadas de muchas civilizaciones, ya habían aprendido a comenzar con principios universales, el plano de la causalidad, y habían logrado llegar finalmente a ver, a comprender y a usar el verdadero proceso después de un sinnúmero de pruebas y verificaciones. Es el resultado de esta sabiduría adquirida lo que Kṛṣṇa le imparte a Arjuna tan rápidamente como su avanzante inteligencia le va permitiendo. Es esta sabiduría y sus resultados lo que está delineado en la Doctrina Secreta o Teosofía. 

Puesto que, si el estudiante ha de comprender la Bhagavad Gītā, él debe comenzar con principios universales y, con lo universal siempre en mente, expandirse hacia todos los particulares. Tómese, por ejemplo, la primera oración del segundo párrafo de este capítulo. “Todo este Universo está penetrado por mí en mi forma invisible; todas las cosas existen en mí pero yo no existo en ellas”;; aquí Kṛṣṇa está hablando como el Espíritu Omnipresente que está en todos los seres, el cual, sin embargo, está totalmente realizado en seres tales como Kṛṣṇa, Cristo y otros que han aparecido en el mundo de los humanos. Cuando Kṛṣṇa usa el pronombre personal a través de la Gītā, no se está refiriendo a su propia personalidad, sino al Yo de Todo. Por lo tanto, la sentencia mencionada puede ser leída: “Todo este Universo está penetrado y sostenido por el Yo Uno, el Espíritu Omnipresente; puesto que ese es el Yo y el Percibidor en todas las formas, no puede ser visto externamente. 

 Por razón de Eso, todas las formas existen; pero Eso no depende de la forma o formas; sino que estas dependen de Eso”. En esta oración está contenida una expresión del Principio Universal básico, la causa y el sostén de todo lo que fue, es, o jamás será y sin la cual nada existe. Siendo Universal u Omnipresente e Infinito, ninguna forma de pensamiento puede definir Eso; sin embargo la humanidad ha tratado siempre de definir lo infinito por sus conceptos finitos de la Deidad. De aquí que haya los muchos dioses de diferentes épocas y diferentes pueblos; todos ídolos y cada uno de ellos hechos por el hombre, ya sean mentales o físicos. Son estas concepciones producidas por el hombre acerca de la Deidad que han tendido siempre a erigir muros y divisiones entre los pueblos; los dioses tribales y nacionales niegan y frustran una realización de la Hermandad Universal. 

 La antigua enseñanza que Kṛṣṇa enuncia una vez más es que todas las formas de todo tipo proceden de Una Fuente Universal; la vida de cada cual está escondida y sostenida por esa Fuente, la Vida Una. El poder de percibir y de expandir su campo de percepción y de expresión es el mismo en todos los seres y en todas las formas; los grados de percepción y de expresión están manifestados en las innumerables clases de seres; este es el poder que se encuentra detrás de toda evolución del desarrollo que procede de adentro hacia afuera. Kṛṣṇa procede a enunciar la Ley bajo la cual todos los seres evolucionan, en las palabras: “Oh hijo de Kuntī, al final de un kalpa todos los seres retornan al interior de mi naturaleza y entonces, de nuevo, en el comienzo de otro kalpa, Yo causo que ellos evolucionen otra vez”. Un kalpa significa una gran era o período y la ley a la que se hace referencia es aquella de que se habla en la Doctrina Secreta como la Ley de Periodicidad, o la ley de ciclos. Por todas partes en la naturaleza encontramos esta ley en operación, como día y noche, como verano e invierno, como vida y muerte, como el aspirar y el expirar, como la sístole y la diástole del corazón y así como el sembrar y el cosechar. 

El nombre general para esta Ley universal es Karma, lo cual significa Acción y Reacción, Causa y Efecto; la misma aplica a todos los seres y a todos los planos. Dice un antiguo aforismo: “No hay Karma a menos que haya un ser que lo cree o que sienta sus efectos”. Por lo tanto toda manifestación es el resultado de la acción kármica por seres de todo grado en su mutua interacción e inter-relación. La frase: “Yo causo que ellos evolucionen otra vez” lleva consigo el significado de que cada período de manifestación, grande o pequeño, va seguido por otro sobre la base de la experiencia ya ganada. Eso que causa “que ellos evolucionen otra vez” es el Yo de Todo lo que es, al mismo tiempo, el yo de cada uno o como ha sido poéticamente llamado: “el Gran Aliento” con su gran “expirar e inspirar”, que son periódicos y recurrentes; la pulsación incesante puede decirse que es Su único atributo. 
Esta naturaleza esencial es eso de lo cual se habla en la frase que dice: “Yo emano una y otra vez todo este montaje de seres, sin la voluntad de ellos, por el poder de la esencia material”. La sentencia: “sin la voluntad de ellos”, puede ser comprendida si consideramos que ningún ser humano está en un cuerpo porque él, como tal, así lo deseara; ni tampoco abandona su cuerpo porque así él lo desee; la fuerza impulsante procede del yo interno, del hombre real. 

La oración: “Por el poder de la esencia material”, podemos comprenderla si consideramos la declaración de que el Espíritu y la Materia son co-existentes y co-eternos. Por la palabra “materia” se indica substancia primordial de la cual son producidas todas las diferenciaciones en la materia por acciones conscientes de seres de todos los diferentes grados. “Y yo soy como uno que permanece indiferente”, significa que el Yo Uno no está envuelto en ninguna forma particular ni colectiva de manifestación, pero por siempre permanece como el espectador, como el amonestador, el sostenedor, el que disfruta y también como el Alma Suprema. Igualmente, cada uno puede siempre decir: “Yo estuve en un cuerpo de niño y tuve experiencias pertinentes a ese estado; pasé a través de todos los cambios del cuerpo y circunstancias hasta el presente y pasaré por los cambios futuros; pero permanezco la misma incambiante identidad a través de todas las condiciones”. “Los ilusos me desprecian en mi forma humana, por ser desconocedores de mi naturaleza real como Señor de todas las cosas”. El Yo Uno es el yo de todos los seres. 

En las Upaniṣads se dice que: “el Yo brilla en todos; pero en todos no resplandece”. Kṛṣṇa dice que los ilusos fallan en reconocer este Yo y, juzgando por las apariencias y por las clasificaciones arbitrarias, mantienen la separatividad. Y así actuando, ellos ponen en movimiento causas que producen efectos similares en otras palabras, mal karma. El resto de este capítulo presenta la recta comprensión del Yo y de sus resultados, e igualmente a los resultados de una falsa e imperfecta comprensión. Las enseñanzas integrales de Kṛṣṇa enfatizan la declaración de que hay sólo Un Espíritu y no varios, el mismo Espíritu animando a todos los seres y sosteniéndolo todo. El mismo poder de percibir es poseído por todos igualmente. Las diferencias entre los seres consisten en el ámbito de la percepción adquirida a través de la evolución. Esto aplica a todas las vidas por debajo del Hombre, al Hombre mismo y a todos los seres superiores al Hombre. “La Voz del Silencio” dice que: “La Mente es como un espejo que acumula herrumbre mientras refleja”, y que en otros escritos se habla de la Mente como “el espejo del Alma”. 

No podemos fallar y dejar de ver el hecho de que nosotros actuamos de acuerdo a las ideas que sostenemos sobre la vida; que lo que nosotros llamamos: “nuestra mente”, es un cúmulo de ideas sostenidas por nosotros como una base para pensamiento y acción; y que nosotros vamos cambiando de tiempo en tiempo a medida que encontramos ocasiones para tales cambios; pero que, en todo momento actuamos sobre la base de las ideas que sostenemos en ese preciso momento. 
Las razones para la diferencia entre los seres humanos son tan sólo las falsas, las imperfectas o las verdaderas ideas que forman la base del pensamiento y de acción. Estamos inclinados en aceptar y a sostener sólo aquellas ideas que están de acuerdo con nuestros deseos personales. Kṛṣṇa presenta aquí un ejemplo de aquello que, entre nosotros, sería llamado un buen deseo, es decir: “aquellos que están versados en los Vedas, cuyo deseo es por un goce personal del cielo; ellos, él dice, obtienen y gozan de ese cielo por un período de tiempo proporcional al de sus méritos y entonces se hunden de regreso a un nacimiento mortal. El concluye diciendo: “por lo tanto, aquellos que anhelan el logro de sus deseos, siguiendo los Vedas, obtienen una felicidad que viene y se va. Pero para aquellos que, pensando en mí como idéntico con todo y que constantemente me adoran, Yo cargo el peso de la responsabilidad de su felicidad”. 

Las palabras: “constantemente me adoran”, tienen una explicación más adelante, en el capítulo en donde él dice: “Lo que sea que hagas Oh hijo de Kuntī, cualquier cosa que comas, cualquier cosa que sacrifiques, cualquier cosa que des, cualquier mortificación que ejecutes, encomiéndamelas todas a mí”. La “devoción” verdadera es la devoción a un ideal. Aquí, “el Yo de Todo” es el ideal y la acción indicada es la de pensar y actuar a nombre de y como si fuera el Yo Uno en todas las cosas, sin auto-interés en los resultados. Nosotros no estamos apegados a los resultados por nuestras acciones, sino por nuestros pensamientos; la libertad viene de la renunciación al auto-interés en el fruto de esas acciones. Todo lo dicho anteriormente está incluido en el mandato final de Kṛṣṇa: “Habiendo tú obtenido este mundo finito y triste, adórame. Sírveme, fija tú corazón y tu mente en mí. Sé mi servidor, mi adorador, póstrate ante mí y así, unido a mí, en reposo, vendrás a mí”.

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