DEVOCIÓN POR MEDIO DEL REGIO CONOCIMIENTO Y DEL REGIO MISTERIO
KṚṢṆA:
“Y a ti, que no encuentras falta, te doy a conocer este, el
conocimiento más misterioso, junto con una realización de ello,
y, una vez sabido, te librará de todo mal. Este es el
conocimiento regio, el regio misterio, el más excelente
purificador, que es claramente comprensible, que no está
opuesto a la sagrada ley, fácil de ejecutar, y que es
inextinguible. Y esos que son incrédulos de esta verdad, ¡oh
atormentador de tus enemigos!, no me encuentran, sino que,
revolviéndose en la rueda del renacimiento, regresan a este
mundo que es la mansión de la muerte.”
“Este Universo entero está penetrado por mí en mi forma
invisible; todas las cosas existen en mí, pero yo no existo en
ellas.
Ni tampoco están todas las cosas en mí; contempla mi
divino misterio: yo mismo, que soy la causa de que todas las
cosas existan, las sostengo y les doy apoyo, pero no habito en
ellas.
Comprende que todas las cosas están en mí tal como el
poderoso aire pasa e interpenetra todo el espacio. ¡Oh hijo de
Kuntī!, al final de un kalpa todas las cosas retornan al interior
de mi naturaleza, y entonces, otra vez, al comienzo de otro
kalpa, Yo causo su evolución nuevamente. Tomando el control
de mi propia naturaleza, Yo emano una y otra vez toda esta
agrupación y ensamblaje de seres, aún sin la voluntad de ellos,
sino por el poder de la esencia material1. Pero estas acciones no
me atan, ¡oh conquistador de la riqueza!, porque Yo soy aquel uno que se siente indiferente y desinteresado en las obras. A
causa de mi supervisión, la naturaleza produce el universo
animado e inanimado; es por esta causa, ¡oh hijo de Kuntī!, que
el universo gira.”
“El iluso me desprecia en mi forma humana, porque
desconoce mi verdadera naturaleza como Señor de todas las
cosas.
Ellos tienen vanas esperanzas, son ilusos en sus acciones,
en su razonamiento y en su conocimiento, inclinados como
están a principios demoníacos y engañadores2. Pero aquellos
grandes de alma, participando de la naturaleza divina, conociéndome
como el imperecedero principio de las cosas, me adoran,
y no se entretienen con nada más. Fijos como están ellos en
votos irrompibles, me adoran, proclamándome por todas partes
e inclinándose ante mí. Otros, con el sacrificio del conocimiento,
me adoran en otras formas como indivisible, como
inseparable, como el Espíritu del Universo. Yo soy, yo mismo,
el sacrificio y el rito sacrificial; Yo soy la libación y ofrenda a
los ancestros, y soy las especias; soy la fórmula sagrada, y soy
el fuego; Yo soy el alimento y la manteca sacrificial; Yo soy el
padre y la madre del Universo, el ancestro y el preservador; Yo
soy el Uno Santo, soy el objeto del conocimiento, la mística y
purificante sílaba OṀ, el Rg, el Sama, el Yajur, y todos los
Vedas. Yo soy la meta, el que Consuela, el Señor, el Testigo, el
lugar de descanso, el asilo y el Amigo.
Yo soy el origen y la
disolución; el receptáculo, el almacén y la simiente eterna. Yo
soy la causa de la luz, del color y de la lluvia; y ahora inhalo y
ahora expelo; Yo soy la muerte y la inmortalidad; Yo soy la
causa invisible y el efecto visible. Y aquéllos que están
ilustrados en los tres Vedas, ofreciéndome sacrificios y
alcanzando santificación, al beber el jugo del soma3, me piden el cielo, y es así que ellos logran la región de Indra4, el príncipe
de los seres celestiales, y allí tienen festines entre el celestial
alimento y se gratifican con los goces celestes. Y así, ellos,
habiendo gozado este espacioso cielo por un período
proporcional a sus méritos, se hunden otra vez en este mundo
mortal en el que nacen de nuevo tan pronto como el cúmulo de
sus méritos queda extinguido; y es así como esos que añoran el
logro de todos sus deseos, siguiendo los Vedas, obtienen una
felicidad que viene y se va. Pero para aquellos que, pensando en
Mí como algo idéntico con todo, me adoran constantemente, Yo
cargo sobre mis hombros la responsabilidad de su felicidad.
Y
aún esos que adoran a otros dioses con una fe firme, al hacerlo,
involuntariamente a mí también me adoran, ¡oh hijo de Kuntī!,
sin que en ello cuente su ignorancia. Yo soy aquél que es el
Señor de todos los sacrificios, yo también soy el disfrutador,
pero como ellos no me comprenden de una manera real, por eso
ellos caen del cielo. Aquéllos que se hacen devotos de los
dioses, van a los dioses; los que adoran a los pitṛs, van a los
pitṛs; aquéllos que adoran los espíritus malignos5, a ellos van,
en tanto que mis adoradores vienen a mí. Yo acepto y disfruto
las ofrendas del alma humilde que en su devoción, con un
corazón puro, me ofrenda una hoja, una flor, un fruto o un poco
de agua.
Cualquier cosa que hagas, ¡oh hijo de Kuntī!, cualquier
cosa que comas, cualquier cosa que sacrifiques, cualquier cosa
que des, cualquier mortificación o humillación que lleves a
cabo, entrégamela a mí. Y así serás librado de las buenas y las
malas experiencias que son los lazos que atan toda acción; y tu
corazón, así unido a la renuncia y a la práctica de la acción, hará
que vengas a mí. Yo soy el mismo hacia todas las criaturas; Yo
no conozco ni el odio ni el favor; pero aquéllos que me sirven con amor habitan en mí y yo en ellos.
Y aún el hombre de los
caminos más malvados que me adora con una devoción
exclusiva, ha de ser considerado un justo, porque él ha juzgado
rectamente. Tal hombre, pronto se convierte en un alma
justiciera y obtiene la felicidad perpetua. Yo te juro, ¡oh hijo de
Kuntī!, que aquél que me adora no perecerá jamás, y aún
aquéllos que pueden venir de matrices de pecado, las mujeres6,
los vaiśyas y los śūdras7, todos ellos hollarán el sendero
supremo si toman santuario en mí. ¡Entonces, cuánto más los
santos brahmanes y los devotos de la regia raza! Y habiendo tú
obtenido este mundo finito y sin gozo, adórame. Sírveme, fija tu
corazón y tu mente en mí, sé mi servidor, mi adorador, póstrate
ante mí y así, unido a mí en descanso, tú vendrás a mí.”
Y así, en la Upaniad, llamada la sagrada Bhagavad Gita, en
la ciencia del Supremo Espíritu, en el libro de la devoción, en el
coloquio entre el santo Kṛṣṇa y Arjuna, está el Noveno Capítulo
de nombre
—
DEVOCIÓN POR MEDIO DEL REGIO CONOCIMIENTO Y DEL REGIO
MISTERIO.
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1- Esto es, por el poder de “prakṛti”.
2- Aquí lee que: “ellos están inclinados hacia la naturaleza de los asuras y
los rākṣasas”, un tipo de seres elementales malignos, o como dicen algunos:
“de la índole de los más bajos constituyentes de la naturaleza”.
3- Entre los hindúes, el beber el soma al final de un sacrificio, es un acto de
gran mérito, con su equivalencia dentro de la fe cristiana, a beber el vino de
la comunión.
4- “La región de Indra” se trata de la más alta y suprema de las esferas o
planos. Es el devachan de la literatura teosófica, porque Indra es el príncipe
de los seres celestiales que habitan en el deva-sthan.
5- Estos espíritus malignos son los Bhūtas y son los mismos que los tal
llamados espíritus de los muertos: los cascarones que son adorados y
buscados en las reuniones espiritistas.
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COMENTARIOS AL CAPITULO 9
El título del Noveno Capítulo es: “Devoción por Medio del
Regio Conocimiento y del Regio Misterio”. El término “Regio”
significa, desde luego, “lo Supremo”, de manera que, si el título
hubiese sido escrito en nuestra época, se hubiera leído de esta
forma: “El Supremo Conocimiento y el más Profundo
Misterio”.
El hecho de que un libro o sistema de pensamiento pretenda
dar los medios por los cuales tal conocimiento universal pueda
ser ganado, es un asunto que demanda la atención de cada
mente inteligente. Un reclamo tan grande no puede ser ligeramente
puesto a un lado como inmerecedor de una profunda
consideración.
Pensadores en todas partes admiten que lo que se necesita en
este mundo es una autoevidente y verdadera base para el
pensamiento y la acción; ellos han comprendido que nuestras
ciencias, filosofías y religiones son sólo intentos, más o menos
sinceros, de obtener semejante base; sin embargo siguen siendo
confrontados de una manera continua con el hecho de que
ninguna de estas proveen un fundamento seguro para la paz, la
felicidad y el verdadero progreso de la humanidad. Se
comprende, por ejemplo, que nuestros modernos métodos de
pensamiento están basados y aplicados a la existencia material y
a las apariencias externas, pero que todos no son más que
efectos de causas invisibles y que, dondequiera que se hace un
intento de sondear lo invisible, la existencia material es tomada
como la causa y a lo invisible como el efecto; sin que haya
ninguna ganancia que pueda ser perceptible en la dirección de
comprender la Vida o su propósito.
Es interesante observar que la moderna base de pensamiento
y acción es lo opuesto de las de los sabios antiguos y que, mientras nuestros modos de pensamiento nos dejan en las
tinieblas, los métodos de los antiguos arrojan una clara luz
sobre todos nuestros problemas.
Hagamos pues un estudio de la
sabiduría del pasado, de manera que podamos ir hacia adelante
con un propósito más claro y más definido del que ahora
tenemos.
En este capítulo, Kṛṣṇa se dirige a su discípulo, Arjuna, en
estos términos: “A ti que no juzgas, ahora te haré conocer el
conocimiento más misterioso, junto con una realización de ello
y, al haberlo conocido, te liberarás de todo mal”.
Las palabras:
“A ti que no juzgas” significan que Arjuna es reconocido como
uno que comprende que la Ley rige en todas y cada una de las
circunstancias y que nada, bueno o malo, puede acontecerle,
sino aquello del cual él mismo fue la causa; es por eso que él
aceptó el bien sin exaltación y el mal sin quejas; en otras
palabras, Arjuna se mantuvo ecuánime en el dolor o en el
placer, en la alegría o en el sufrimiento, permaneciendo listo a
sufrir o a gozar lo que fuera que el Yo Superior le tuviera
preparado para él a modo de experiencia o disciplina.
Es por
eso que, desde el comienzo mismo, Kṛṣṇa propone y Arjuna
acepta la regla de la Ley como un paso necesario para una
mayor iluminación.
El término “conocimiento”, como ha sido usado aquí, tiene
un significado más amplio que del que estamos acostumbrados
a darle;; pues nosotros consideramos como “conocimiento” a
una amplia y completa familiaridad con todas las religiones,
filosofías, artes, ciencias y las historias, por lo menos lo que se
ha registrado junto con aquello que nuestros sentidos nos dan
con relación al mundo material exterior. Por ejemplo: se
sostiene generalmente que uno no puede conocer los constituyentes
o las propiedades de un guijarro de piedra sin que las
necesarias ayudas mecánicas o químicas sean aplicadas directamente
a ese objeto y que nada puede ser conocido de los pensamientos
o sentimientos de otro ser, a menos que sean expresados
en palabras o en actos; mientras, el conocimiento del que
habla Kṛṣṇa, implica una completa identificación de la mente o el poder pensante, con cualquier sujeto u objeto al que sea
dirigido, siendo esta una concentración tal que permita al
percibidor conocer todas las cualidades inherentes del sujeto u
objeto, así como también todas las peculiaridades incidentales y
conocer todo lo referente a su naturaleza.
La posibilidad de tal “omni-conocimiento” no es admitida
por los líderes del pensamiento y por los hombres de hoy día,
cuyo procedimiento está basado enteramente en el razonamiento
que parte de las cosas particulares hacia las universales,
desde los efectos hasta la causa probable y quienes están
contentos con elaborar sus siempre cambiantes hipótesis. Su
proceso de razonamiento es uno que, aun siendo más refinado y
expandido, es el mismo que fue usado por nuestras razas
salvajes. Los sabios de la antigüedad, a través de experiencias
ganadas de muchas civilizaciones, ya habían aprendido a
comenzar con principios universales, el plano de la causalidad,
y habían logrado llegar finalmente a ver, a comprender y a usar
el verdadero proceso después de un sinnúmero de pruebas y
verificaciones. Es el resultado de esta sabiduría adquirida lo que
Kṛṣṇa le imparte a Arjuna tan rápidamente como su avanzante
inteligencia le va permitiendo. Es esta sabiduría y sus resultados
lo que está delineado en la Doctrina Secreta o Teosofía.
Puesto
que, si el estudiante ha de comprender la Bhagavad Gītā, él
debe comenzar con principios universales y, con lo universal
siempre en mente, expandirse hacia todos los particulares.
Tómese, por ejemplo, la primera oración del segundo párrafo
de este capítulo. “Todo este Universo está penetrado por mí en
mi forma invisible; todas las cosas existen en mí pero yo no
existo en ellas”;; aquí Kṛṣṇa está hablando como el Espíritu
Omnipresente que está en todos los seres, el cual, sin embargo,
está totalmente realizado en seres tales como Kṛṣṇa, Cristo y
otros que han aparecido en el mundo de los humanos.
Cuando Kṛṣṇa usa el pronombre personal a través de la Gītā,
no se está refiriendo a su propia personalidad, sino al Yo de
Todo. Por lo tanto, la sentencia mencionada puede ser leída: “Todo este Universo está penetrado y sostenido por el Yo Uno,
el Espíritu Omnipresente; puesto que ese es el Yo y el
Percibidor en todas las formas, no puede ser visto externamente.
Por razón de Eso, todas las formas existen; pero Eso no
depende de la forma o formas; sino que estas dependen de Eso”.
En esta oración está contenida una expresión del Principio
Universal básico, la causa y el sostén de todo lo que fue, es, o
jamás será y sin la cual nada existe. Siendo Universal u
Omnipresente e Infinito, ninguna forma de pensamiento puede
definir Eso; sin embargo la humanidad ha tratado siempre de
definir lo infinito por sus conceptos finitos de la Deidad. De
aquí que haya los muchos dioses de diferentes épocas y
diferentes pueblos; todos ídolos y cada uno de ellos hechos por
el hombre, ya sean mentales o físicos. Son estas concepciones
producidas por el hombre acerca de la Deidad que han tendido
siempre a erigir muros y divisiones entre los pueblos; los dioses
tribales y nacionales niegan y frustran una realización de la
Hermandad Universal.
La antigua enseñanza que Kṛṣṇa enuncia una vez más es que
todas las formas de todo tipo proceden de Una Fuente
Universal; la vida de cada cual está escondida y sostenida por
esa Fuente, la Vida Una. El poder de percibir y de expandir su
campo de percepción y de expresión es el mismo en todos los
seres y en todas las formas; los grados de percepción y de
expresión están manifestados en las innumerables clases de
seres; este es el poder que se encuentra detrás de toda evolución
del desarrollo que procede de adentro hacia afuera.
Kṛṣṇa procede a enunciar la Ley bajo la cual todos los seres
evolucionan, en las palabras: “Oh hijo de Kuntī, al final de un
kalpa todos los seres retornan al interior de mi naturaleza y
entonces, de nuevo, en el comienzo de otro kalpa, Yo causo que
ellos evolucionen otra vez”. Un kalpa significa una gran era o
período y la ley a la que se hace referencia es aquella de que se
habla en la Doctrina Secreta como la Ley de Periodicidad, o la
ley de ciclos. Por todas partes en la naturaleza encontramos esta
ley en operación, como día y noche, como verano e invierno, como vida y muerte, como el aspirar y el expirar, como la
sístole y la diástole del corazón y así como el sembrar y el
cosechar.
El nombre general para esta Ley universal es Karma,
lo cual significa Acción y Reacción, Causa y Efecto; la misma
aplica a todos los seres y a todos los planos. Dice un antiguo
aforismo: “No hay Karma a menos que haya un ser que lo cree
o que sienta sus efectos”. Por lo tanto toda manifestación es el
resultado de la acción kármica por seres de todo grado en su
mutua interacción e inter-relación.
La frase: “Yo causo que ellos evolucionen otra vez” lleva
consigo el significado de que cada período de manifestación,
grande o pequeño, va seguido por otro sobre la base de la
experiencia ya ganada. Eso que causa “que ellos evolucionen
otra vez” es el Yo de Todo lo que es, al mismo tiempo, el yo de
cada uno o como ha sido poéticamente llamado: “el Gran
Aliento” con su gran “expirar e inspirar”, que son periódicos y
recurrentes; la pulsación incesante puede decirse que es Su
único atributo.
Esta naturaleza esencial es eso de lo cual se
habla en la frase que dice: “Yo emano una y otra vez todo este
montaje de seres, sin la voluntad de ellos, por el poder de la
esencia material”. La sentencia: “sin la voluntad de ellos”,
puede ser comprendida si consideramos que ningún ser humano
está en un cuerpo porque él, como tal, así lo deseara; ni
tampoco abandona su cuerpo porque así él lo desee; la fuerza
impulsante procede del yo interno, del hombre real.
La oración:
“Por el poder de la esencia material”, podemos comprenderla si
consideramos la declaración de que el Espíritu y la Materia son
co-existentes y co-eternos. Por la palabra “materia” se indica
substancia primordial de la cual son producidas todas las
diferenciaciones en la materia por acciones conscientes de seres
de todos los diferentes grados.
“Y yo soy como uno que permanece indiferente”, significa
que el Yo Uno no está envuelto en ninguna forma particular ni
colectiva de manifestación, pero por siempre permanece como
el espectador, como el amonestador, el sostenedor, el que
disfruta y también como el Alma Suprema. Igualmente, cada uno puede siempre decir: “Yo estuve en un cuerpo de niño y
tuve experiencias pertinentes a ese estado; pasé a través de
todos los cambios del cuerpo y circunstancias hasta el presente
y pasaré por los cambios futuros; pero permanezco la misma
incambiante identidad a través de todas las condiciones”.
“Los ilusos me desprecian en mi forma humana, por ser
desconocedores de mi naturaleza real como Señor de todas las
cosas”. El Yo Uno es el yo de todos los seres.
En las Upaniṣads
se dice que: “el Yo brilla en todos; pero en todos no resplandece”.
Kṛṣṇa dice que los ilusos fallan en reconocer este Yo y,
juzgando por las apariencias y por las clasificaciones arbitrarias,
mantienen la separatividad. Y así actuando, ellos ponen en
movimiento causas que producen efectos similares en otras
palabras, mal karma.
El resto de este capítulo presenta la recta comprensión del
Yo y de sus resultados, e igualmente a los resultados de una
falsa e imperfecta comprensión.
Las enseñanzas integrales de Kṛṣṇa enfatizan la declaración
de que hay sólo Un Espíritu y no varios, el mismo Espíritu
animando a todos los seres y sosteniéndolo todo. El mismo
poder de percibir es poseído por todos igualmente. Las diferencias
entre los seres consisten en el ámbito de la percepción
adquirida a través de la evolución. Esto aplica a todas las vidas
por debajo del Hombre, al Hombre mismo y a todos los seres
superiores al Hombre. “La Voz del Silencio” dice que: “La
Mente es como un espejo que acumula herrumbre mientras
refleja”, y que en otros escritos se habla de la Mente como “el
espejo del Alma”.
No podemos fallar y dejar de ver el hecho de
que nosotros actuamos de acuerdo a las ideas que sostenemos
sobre la vida; que lo que nosotros llamamos: “nuestra mente”,
es un cúmulo de ideas sostenidas por nosotros como una base
para pensamiento y acción; y que nosotros vamos cambiando de
tiempo en tiempo a medida que encontramos ocasiones para
tales cambios; pero que, en todo momento actuamos sobre la
base de las ideas que sostenemos en ese preciso momento.
Las razones para la diferencia entre los seres humanos son tan sólo
las falsas, las imperfectas o las verdaderas ideas que forman la
base del pensamiento y de acción.
Estamos inclinados en aceptar y a sostener sólo aquellas
ideas que están de acuerdo con nuestros deseos personales.
Kṛṣṇa presenta aquí un ejemplo de aquello que, entre nosotros,
sería llamado un buen deseo, es decir: “aquellos que están
versados en los Vedas, cuyo deseo es por un goce personal del
cielo; ellos, él dice, obtienen y gozan de ese cielo por un
período de tiempo proporcional al de sus méritos y entonces se
hunden de regreso a un nacimiento mortal. El concluye diciendo:
“por lo tanto, aquellos que anhelan el logro de sus deseos,
siguiendo los Vedas, obtienen una felicidad que viene y se va.
Pero para aquellos que, pensando en mí como idéntico con todo
y que constantemente me adoran, Yo cargo el peso de la
responsabilidad de su felicidad”.
Las palabras: “constantemente
me adoran”, tienen una explicación más adelante, en el capítulo
en donde él dice: “Lo que sea que hagas Oh hijo de Kuntī,
cualquier cosa que comas, cualquier cosa que sacrifiques,
cualquier cosa que des, cualquier mortificación que ejecutes,
encomiéndamelas todas a mí”. La “devoción” verdadera es la
devoción a un ideal. Aquí, “el Yo de Todo” es el ideal y la
acción indicada es la de pensar y actuar a nombre de y como si
fuera el Yo Uno en todas las cosas, sin auto-interés en los
resultados. Nosotros no estamos apegados a los resultados por
nuestras acciones, sino por nuestros pensamientos; la libertad
viene de la renunciación al auto-interés en el fruto de esas
acciones.
Todo lo dicho anteriormente está incluido en el mandato
final de Kṛṣṇa: “Habiendo tú obtenido este mundo finito y
triste, adórame. Sírveme, fija tú corazón y tu mente en mí. Sé
mi servidor, mi adorador, póstrate ante mí y así, unido a mí, en
reposo, vendrás a mí”.
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