Es la Ciencia la que provee la actitud y las técnicas por cuya aplicación pueden hacérsenos
reales las verdades de la vida interior. Sin esa realización no podremos elevarnos por arriba
de las ilusiones y limitaciones de los mundos inferiores.
Así, la comprensión dada por la filosofía, la atracción despertada por la religión y los
medios provistos por la ciencia, todos son necesarios por el buscador de la Verdad si es que
quiere triunfar en su dificultosa tarea.
Es de esperar que los fanáticos y los ortodoxos en estas diversas esferas de actividad e
investigación insistan en permanecer aislados dentro de sus estrechas miras y limitadas
esferas de trabajo, por lo cual no estarán en condiciones de ver la necesidad, la eficacia y la
magnitud de esta alianza entre la religión, la filosofía y la ciencia para el descubrimiento de
la Verdad.
No hay razón valedera, pues, para que gente realmente inteligente,
genuinamente interesada en los más profundos problemas de la vida, encuentre difícil
aceptar este principio y adoptarlo sin reservas en su trabajo. Y tan racional y plena de
sentido común es esta actitud, que está destinada a derribar gradualmente las concepciones
estrechas y las ortodoxias de los que actúan en estos diversos campos y, tarde o temprano,
unirlos en una común fraternidad de buscadores de la Verdad cuando esta hermandad
llegue a realizarse, veremos que es no sólo posible organizar la búsqueda de la Verdad más
intencionada y efectivamente, sino que muchos de los problemas que obstaculizan el
progreso de la humanidad y que son generadores de caos y conflictos en todas partes,
comenzaran a disolverse natural y rápidamente.
Síntesis e integraciones de varias clases están teniendo lugar en varias esteras de la vida por
doquier, pero la síntesis de la religión, de la filosofía y de la ciencia que, tarde o temprano,
habrá de concretarse, es la más grande de las síntesis en la que uno pueda pensar y la que
encierra la mayor carga de posibilidades más beneficiosas. Ella pondrá fin no sólo a los
conflictos entre religiones y filosofías, sino que nos permitirá ver la vida y sus problemas
desde un punto de vista más amplio y más profundo así como cooperar sin reservas y
efectivamente en todas las esferas del quehacer humano.
Que esta síntesis es posible resulta evidente de lo ya dicho arriba.
El Hinduismo reconoció
las imposibilidad de separar la religión de la filosofía, y así fue que ambas ramas del saber
se interpenetraron en el desarrollo del pensamiento y la cultura hindúes.
Los instructores religiosos hindúes, llamados rishis fueron grandes filósofos, y los grandes
filósofos fueron generalmente Yoguis dedicados a la tarea de develar, por experiencia
directa, el misterio que yace tras del alma humana y del universo.
Aunque la filosofía que ellos propiciaban estaba basada en la razón y era presentada en un
lenguaje intelectual, estaba, sin embargo, íntimamente asociada con los problemas de la
religión y a menudo derivados de sus realizaciones directas de las verdades de la vida
interior. Ellos primero realizaron las verdades en sus propias vidas penetrando
profundamente en sus propias mentes y luego las presentaron bajo la forma de una filosofía
razonada y racional.
En el dominio del pensamiento, sin embargo, esta síntesis de la religión y de la filosofía no
es la síntesis final con relación a los problemas más profundos de la vida. Tal como se ha
señalado arriba, nos será necesario incluir otra importante rama del conocimiento en esta
síntesis: la ciencia, para hacerla más rica pero no final. De hecho, el elemento científico
estaba incluido en la síntesis de la religión y la filosofía acometida por el Hinduismo,
porque el Yoga es una ciencia experimental y la filosofía yóguica y su técnica son una parte
integrante del Hinduismo.
Todo conocimiento oculto genuino que forma parte de la filosofía y la religión hindúes está
basado, en última instancia, en las experiencias directas y en los experimentos sistemáticos
de los Yoguis, muchos de los cuales prefirieron mantenerse desconocidos del mundo y que
por eso no son figuras históricas. Ellos comunicaron sus experiencias a sus discípulos
avanzados o las incorporaron en tratados, bajo un lenguaje un tanto velado.
Sin embargo, como la ciencia física no se había desarrollado hasta el punto considerable
que ha alcanzado hoy, el elemento de la ciencia no estaba adecuado y explícitamente
representado en la síntesis del conocimiento que se había realizado.
Ahora que tal ciencia se ha desarrollado tremendamente en el pasado reciente, es posible
intentar esta mayor y más completa síntesis satisfactoriamente. Esto puede realizarse de
varias maneras, algunas de las cuales son:
1) Interpretando las verdades de la religión y de la filosofía en términos de pensamiento
científico moderno en todo lo posible, haciéndolas así más fácilmente comprensibles y
aceptables.
2) Inculcando el espíritu científico en la persecución de metas religiosas y filosóficas, lo
cual significa poner el énfasis en la actitud experimental y en el método experimental y en
la importancia de probar y experimentar con las verdades de la religión y de la filosofía.
3) Estimulando a los estudiantes y aspirantes a penetrar en los dominios más profundos y
desconocidos de la mente en los que están ocultas las realidades de la vida.
Esto no es fácil,
pero puede realizarse un prudente comienzo estimulando el estudio del Yoga inferior y de
sus técnicas elementales. Esto prepara el terreno para hacer posibles la práctica del Yoga
superior y la realización de las verdades espirituales
Es necesario señalar aquí que, en el presente estado de cosas en el mundo y dadas las
modalidades de carácter de los científicos, de los filósofos académicos y líderes religiosos
en general, no es posible establecer de inmediato esa clase de cooperación y colaboración,
tan deseada como posible.
El obstáculo principal que se opone al logro de tan deseable propósito es la ortodoxia.
La
ortodoxia no es un vicio exclusivo de la gente religiosa, aunque esta sea la impresión
general.
Las ortodoxias de los filósofos y de los científicos están, en cierto modo, más
profundamente arraigadas y son más rígidas y, por consiguiente, más difíciles de
trascender, porque están basadas tan sólo en el conocimiento intelectual, con escasa luz de
la intuición.
Es la intuición la que da comprensión y hace posible la flexibilización y
liberalización de las actitudes.
En lo que a la ciencia concierne, esta tentativa de promover una mayor comprensión y
cooperación tendrá que limitarse, por ahora, a la apertura de canales de comunicación,
utilizando las descubrimientos y teorías de la ciencia para una comprensión más clara de las
doctrinas del ocultismo y proporcionando a los científicos claves que puedan ayudarles a
salir de las contradicciones y dificultades a las que han llegado.
Este trabajo requiere muchísima precaución y discernimiento, pues muchas tentativas
entusiastas pero imprudentes de gente que querría promover esa comprensión y
colaboración, puede hacer más mal que bien. Resulta más fácil difundir estas ideas entre el
público general cuyas mentes no hayan sido muy condicionadas, y entonces dejar que la
presión de la opinión pública así preparada vaya influyendo paulatinamente en el pensar científico. El público constituye la corte de apelaciones final en la batalla de las ideas, en el
caso de gentes que representen diferentes puntos de vista en todas las esferas de la vida
políticos, científicos, religiosos, etcétera.
Y todo cambio de naturaleza vital habrá de sobrevenir necesaria y gradualmente a
continuación de cambios verificados en las mentes de la gente en general. El problema
individual es el problema del mundo.
Una característica esperanzada en medio de la difícil situación anteriormente descripta, es
que los descubrimientos realizados en el acelerado e inesperado desarrollo de la ciencia han
tenido un efecto moderador sobre la mente científica. Durante mucho tiempo, y en la
primera oleada de desarrollo, los científicos como clase se sintieron muy seguros,
triunfantes y desdeñosos de las opiniones ajenas a las suyas. Pensaron, y así lo hacían
aparecer, que pronto estarían en condiciones de desentrañar el misterio final del universo y
traer el cielo a la tierra; pero hechos inesperados y frecuentemente confusos que les han
salido al paso y los serios problemas aparentemente insolubles que ellos mismos han creado
con motivo de sus propios descubrimientos e invenciones, todo ello ignorando los valores
morales y espirituales, ha obligado a los más abiertos mentalmente entre ellos, a objetar sus
ideologías y propósitos generales.
La materia, que constituía la base del materialismo científico ha quedado resuelta en
energía y radiación, lo cual en realidad no ha hecho sino socavar el terreno bajo sus pies. El
esquema perfecto que se encuentra en todas partes de la Naturaleza, la coordinación
inteligente de diferentes fuerzas naturales para el logro de todos los objetivos naturales, la
precisión matemática con la que todas las leyes de la Naturaleza actúan, han hecho volar en
pedazos la teoría de que “el universo es una agrupación fortuita de átomos”, y ha inclinado
a algunos científicos juiciosos a hablar de un posible Arquitecto del universo, que habría de
“ser un matemático”.
Las inmensas cantidades de energía que se necesitaron y los potenciales a que éstas dieron
origen para el comienzo de un universo, han sugerido a sus mentes la posibilidad de la
existencia de un Creador, porque la energía, insenciente, no puede elevar su propio
potencial.
EL recientísimo descubrimiento de los ‘quasares” ha sumido a los astrónomos
“en un estado de excitada confusión”, haciendo dudar, a muchos de ellos, de sus teorías
acerca del universo y de las premisas sobre las que se basan.
Todo esto es para bien, porque está destinado a moderar la actitud de los científicos
ortodoxos y a hacerles tomar consciencia de que existen fuerzas y realidades que hay que
tomar en cuenta y que hasta ahora habían ignorado, y que ya no pueden ignorarse.
Cuando
la Naturaleza quiere romper un molde rígido que hemos creado con nuestros prejuicios y
ortodoxia, nos sume en un estado de confusión y nos coloca en situaciones imposibles y de
las cuales sólo podemos salir abriendo las puertas de nuestra mente y clamando por luz.
Análogamente en religión y filosofía, en las que están surgiendo situaciones que
paulatinamente van llevando a moderar las actitudes de los individuos y haciendo que poco
a poco vayan advirtiendo la necesidad de cooperación en estos tres distintos campos.
Ello
no significa que los viejos prejuicios y hábitos de pensar hayan desaparecido y que la gente
ya esté lista para encarar un acercamiento sintético y cooperativo, pero de todos modos, la
deseabilidad e inevitabilidad de un tal acercamiento están siendo reconocidas entre la gente
más reflexiva.
Movimientos de esta naturaleza y cambios fundamentales en las actitudes de los hombres
en general, necesitan mucho tiempo para concretarse y arraigarse en las mentes.
Por lo
tanto, no debemos esperar una transformación rápida y espectacular al respecto.
Sin embargo, quienes crean en este acercamiento sintético deberían enfatizarlo en todas
partes, y lo que es más importante, deberían hacer ver con aplicaciones prácticas su obvia
superioridad sobre los puntos de vista estrechos y extremadamente limitados que aprisionan
la vida y la mente del hombre. Ellos deberían recordar la máxima sánscrita: satymeva
jayete nanritam (será la verdad la que prevalezca finalmente, y no la falsedad).
3. Plan y propósito de libro
Ya se ha señalado arriba que un acercamiento integral en la tarea de develar el misterio de
la vida no sólo es deseable sino necesario, a fin de poder abarcar este difícil problema.
La mejor prueba de ello es el hecho de que el profundo conocimiento referente a las
realidades internas de la vida que llamamos Ocultismo ha sido adquirido adoptando este
acercamiento integral. Este conocimiento se basa en la experiencia directa de aquellos que
se han capacitado para poder penetrar en el mismísimo corazón del Gran Misterio, y
alcanzado aquella visión trascendental en la que el hombre, Dios y el universo son
percibidos en su real y esencial naturaleza como aspectos de una única Realidad.
Esta visión trascendente de la Realidad subyacente en los tres aspectos en que se resuelve el
Gran Misterio y la Verdad de verdades que se revela, no puede ser formulada en términos
de intelecto ni comunicarse a otros, Debe ser obtenida por cada cual por sus propios
esfuerzos dentro de las más profundas reconditeces de la propia consciencia.
Sin embargo, lo que sí es posible comunicar son los aspectos esenciales de este
conocimiento, y ello en términos muy generales para el gran público, lo cual basta para dar
al aspirante alguna idea acerca de las realidades internas de la vida y prepararlo para dar
aquellos pasos preliminares que lo habilitarán después para hollar el sendero del Ocultismo
práctico.
Todo ser humano tiene el derecho inherente a liberarse de las ilusiones y limitaciones de la
vida inferior, y debe dársele una oportunidad de comenzar cuando se sienta inclinado a
hacerlo así. Siempre puede empezar emprendiendo una búsqueda seria y aprendiendo a
seguir una vida recta, lo cual abre las puertas de la vida interna; pero, son pocos los que
están listos para hollar el arduo y oculto sendero que lleva, finalmente, a la Iluminación.
Esto es todo lo que aun los más grandes instructores espirituales pueden hacer por el
hombre común.
Este es el conocimiento, comunicable y comprensible, que se encuentra en forma
fragmentaria en la literatura de las religiones reveladas y en las Escuelas de los Gnósticos y
de los Místicos.
Se llama Ocultismo o Gupta-Vidya —el «conocimiento secreto”— porque
sus más profundos aspectos son, en verdad, de naturaleza esotérica, o sea, que sólo pueden
comunicarse mediante la experiencia definida y directa a aquellos que son iniciados o que
de alguna manera están adecuadamente calificados para ello.
Aquí no es necesario decir
qué es el Ocultismo. Todo este libro está destinado a proporcionar al estudiante algunas
vislumbres de este conocimiento trascendente, en la medida en que en el plano intelectual
esto pueda hacerse.
El Ocultismo tiene sus aspectos teórico y práctico.
El primero se refiere al trasfondo
filosófico de la sabiduría, mientras que el segundo trata de las técnicas que capacitan al
estudiante a hollar el sendero del desarrollo y verificar con su propia experiencia las
verdades con las que la filosofía está relacionada.
Para el mero estudiante un estudio del Ocultismo teórico basta. Le dará una clara
comprensión de la vida humana, de su puesto en el cosmos, la naturaleza y destino del alma
humana y su evolución a través de una serie de vidas de acuerdo con las leyes de la
Naturaleza, incluyendo la ley del Karma.
Se conformará, entonces, con un conocimiento
intelectual de segunda mano, con todas las imperfecciones características de tal
conocimiento. No podrá esperar alcanzar ni la certeza ni la iluminación, que sólo pueden
venir hollando el sendero del Ocultismo práctico
Si bien este conocimiento teórico del Ocultismo es de utilidad limitada, aun todavía en esta
forma provee a la mente humana de algunas de las concepciones religiosas y filosóficas
más profundas y confiables relacionadas con la naturaleza del hombre, de Dios y del
universo, las que permiten captar mentalmente las realidades de la vida interior de la mejor
manera posible.
El buscador serio encontrará esto no sólo de un fascinante interés desde el
punto de vista filosófico sino que, al dominarlas, adquirirá una profunda comprensión de
los problemas de la vida humana que tal vez le resultara imposible por otros medios.
Un tema que trata del vasto universo, tanto en su aspecto visible como en el invisible, del
hombre, el conocido y el desconocido, y de aquella Realidad subyacente y que es, a la vez,
fuente de ambos, habrá de ser, por su misma naturaleza, ilimitado en sus alcances y poseerá
profundidades insondables y además, será capaz de satisfacer las necesidades de todos los
individuos, cualquiera que sea su nivel de desarrollo mental y espiritual.
Esto es muy cierto
del Ocultismo que según las palabras de un devoto cristiano, “contiene vados que hasta un
niño podría pasar y profundidades en las que hasta un gigante habría de nadar”.
Algunos de
los aspectos inferiores del Ocultismo pueden ser estudiados y comprendidos por casi todos
los buscadores que se aproximen al tema con mente abierta y sincero deseo de conocer las
verdades de la vida interna; pero sus aspectos superiores, los que se relacionan con las
realidades de la existencia y están destinadas a aclarar los interrogantes últimos en los
campos de la filosofía y la psicología, ya exigen un intelecto entrenado y un interés
sostenido.
Un buscador que realmente quiera comprender los profundos problemas de la vida y
realizar un estudio fructífero, debe estar en condiciones para dedicar sistemáticamente
tiempo y estudio a este tema. Eso es necesariamente así porque no podremos comprender
cabalmente el significado de parte alguna de un todo a menos que tengamos una idea acerca
de lo esencial de ese todo y veamos así la parte en su correcta perspectiva dentro del todo.
Y esto es particularmente cierto en Ocultismo, que trata especialmente del Todo, de las
realidades fundamentales de la existencia, de la totalidad de la vida en todos sus aspectos.
Conocer todo esto sólo superficial o parcialmente es no conocer nada del todo.
Es necesario señalar que la Verdad de la que se ocupa el Ocultismo es tan vasta,
trascendente y de naturaleza tan infinita que es imposible formularla en el marco de ningún
sistema, por más comprehensivo y profundo que pudiera ser. Todo sistema filosófico,
religioso o científico puede, a lo sumo, presentar solamente una vislumbre de esta Verdad
trascendente desde un particular punto de vista. Esta es la razón por la cual todos los sistemas de filosofía en el Hinduismo se llaman darshanas, pues darshana significa, en
sentido amplio, precisamente eso una vislumbre de la Verdad.
Todo gran Instructor de la Sabiduría Eterna adviene para presentar tal o cual aspecto de esta
Verdad, y así cada presentación de esta naturaleza debe ser, por naturaleza, más o menos
limitada.
La Verdad total, en su perfección y trascendente belleza solo puede realizarse dentro de lo
más profundo de la propia consciencia, cuando todas las limitaciones e ilusiones de la
mente se han extinguido. Entonces no estaremos viendo a esta Verdad desde un punto de
vista particular, sino que nos habremos convertido en la Verdad misma.
Si este manifiesto hecho relativo a la naturaleza de la Verdad fuese más ampliamente
reconocido y aceptado, evitaría la formación de cultos de la personalidad, las adhesiones
fanáticas a credos religiosos, los antagonismos entre distintos sistemas filosóficos y el
aislamiento de la mente y su confinamiento en la prisión de una enseñanza particular. La
gente comenzaría a ver que la pretensión de una enseñanza o sistema de pensamiento de
querer pasar por final o completo es tan absurda como la de pretender que el reflejo del sol
en un vaso de agua sea el sol mismo.
Así, mientras el Ocultismo proclama, por una parte, que se ocupa de esta misma Verdad
trascendente que subyace en todas las formas de existencia y trata de hacer su presentación
lo más verdadera y efectiva posible, por otra parte afirma también que ninguna presentación
en el plano intelectual de verdades ocultas representa toda la Verdad o la Verdad Real. A lo
sumo, tal presentación sólo podrá dar algunas débiles borrosas vislumbres de esta Verdad
para que la gente pueda sentir intuitivamente su magnitud y su belleza dentro de su propio
corazón y comience a buscarla seria y premeditadamente.
Por las mismas razones, ningún Instructor de la verdadera Sabiduría trata de estimular la
creencia de que su enseñanza es nueva o exclusiva.
El mismo Buddha dijo: “He visto el
antiguo sendero, el antiguo camino emprendido por los anteriores seres Despiertos y ese es
el camino que yo he seguido”.
Por lo tanto, todo lo que esta obra intenta hacer no es sino orientar la atención del buscador
hacia unos pocos problemas fundamentales de filosofía y presentar del modo más claro
posible el punto de vista del Ocultismo con relación a ellos.
El Ocultismo no tiene ni credos ni doctrinas que pretendan definir rígidamente aspectos de
la verdad y formularlas de una manera definitiva, Como se ocupa de realidades que poseen
innumerables aspectos y profundidades insondables y no de objetos o fuerzas limitados, da
libertad al investigador para estudiar estas verdades según sus propias modalidades, y para
llegar a sus propias conclusiones y comprensión, sabiendo que esta comprensión está sujeta
indefectiblemente a parcialidad e imperfección mientras se mantenga en el plano puramente
intelectual, y que cuando en las etapas avanzadas se logra la percepción directa, ya no hay
cuestión de error, o de duda, o de desacuerdo entre aquellos que alcanzan la visión de la
Verdad,
Esta libertad de pensamiento no debe, sin embargo ser tomada como licencia. Aun cuando
estemos tratando con realidades y no productos de nuestra imaginación o especulación,
estamos en libertad de creer lo que nos parezca y comprenderlo a nuestro modo; pero
podemos sustentar concepciones erróneas y creer cosas equivocadamente, para nuestro perjuicio y aun para nuestro peligro.
La libertad de pensamiento de que se dispone en
Ocultismo es similar a la disponible en el campo de la Ciencia. Un hombre tiene la libertad
de creer que la ley de gravitación no existe y que puede saltar desde la azotea, pero si
ejercitando esta libertad de manera tan insensata salta, se romperá los huesos y aprenderá,
a las malas, que la gravitación es una realidad. Cuando estemos tratando las cosas que
pertenecen a las realidades de nuestra existencia, seamos cautos y no usemos erróneamente
nuestra libertad de pensamiento para interpretarlas como se nos antoje, para que en nuestra
insensatez y egoísmo no marchemos por el sendero del error.
Esta libertad de pensamiento nos exige usar constantemente nuestro discernimiento.
Como
cada cual tiene libertad de creer lo que quiera, y además, interpretar las cosas a su antojo, se
ha originado por eso una vasta literatura acerca del asunto. Tan sólo una pequeña parte es
genuina, esencial y digna de confianza, parte que está sumergida en una gran marea de
pensamiento espurio y no esencial.
Se necesita discernimiento para ordenar todas estas
ideas y separar las esenciales y verdaderas de las no esenciales y falsas.
Siendo limitados nuestro tiempo y energías, sería tonto malgastarlos dejándose absorber por
la literatura no esencial, o ingresando en senderos de pseudo-Ocultismo que no conducen a
ninguna parte, o a los riesgosos dominios de las artes ocultas.
Igualmente necio sería el rechazar de plano y en bloque al Ocultismo por el hecho de
aparecer confundido con ideas espurias y en muchos casos falsas.
Si somos demasiados
perezosos para tomarnos el trabajo de separar el grano de la paja, entonces debemos estar
preparados para continuar hambrientos y espiritualmente muertos de hambre.
Ninguna autoridad se atribuye a las ideas expresadas en este libro, salvo la intención de
presentar con amplitud el conocimiento y los puntos de vista de aquellos que, a través de
las edades, han visto la Verdad y dan testimonio de ellas de modo inequívoco. Un
investigador tiene libertad para aceptar o rechazar cualquier punto de vista, pero se estima
que antes de rechazarlo lo habrá tomado seriamente en consideración con mente abierta. Y
en el estudio de estas cosas es mejor que rechazar algo de inmediato, el dejarlas
momentáneamente de lado por un tiempo para su posterior reconsideración, pues es posible
que con un mayor conocimiento y una mayor penetración conquistados después de un
estudio más intenso se pueda ver y apreciar la verdad que estaba detrás de la idea que había
rechazado a primera vista.
El estudiante probablemente observará que si relee todo el libro varias veces y adquiere una
idea clara de los temas que trata, muchos de los puntos que habían permanecido obscuros
hasta entonces se aclaran ahora, a la luz de lo que posteriormente ha aprendido.
Naturalmente, no podrá esperarse que el estudio de un libro como este, que trata de las
cosas más fundamentales de la existencia y de problemas de vital importancia, resulte fácil.
Serán necesarias paciencia y perseverancia, pero una vez que tengamos una vislumbre
intuitiva de las verdades internas de que se trata, tendremos la sensación de que el trabajo
puesto en ello valía bien la pena y que ella nos ha dado no sólo una visión de las realidades
internas de nuestra vida, sino que también una definida capacidad de vivir y actuar con
soltura en los dominios del pensamiento superior. Y aquí es donde comienza la vida real del
hombre, porque el hombre comparte con los animales todas sus otras capacidades y
atributos: deseos, emociones, pensamientos concretos y propensiones y necesidades
corporales, pero solamente él es capaz de desarrollarse y vivir en su mente superior.
También puede señalarse que, al tratar de todos estos diferentes tópicos, tan solo han
podido darse rápidos vistazos, quedando por explorar vastas e ilimitadas regiones de
pensamiento y realización.
El propósito de este libro no es el de probar nada sino el de ofrecer aquellas rápidas
visiones de la filosofía del Ocultismo que permitan al estudiante ver intuitivamente y por sí
mismo, que hay una fuente de conocimientos que pueden arrojar alguna luz sobre los más
profundos problemas de la vida y le permiten lograr conocimiento directo y cierto respecto
de las realidades de la vida interior del alma. Como el libro trata particularmente de los
problemas más profundos y fundamentales del Ocultismo, se han dejado de lado todos
aquellos aspectos más sencillos, para cuyo estudio el estudiante podrá consultar otros
tratados más sencillos y elementales.
El lector encontrará una o dos referencias a una Parte II. Esta discrepancia se debe al hecho
de que esta obra fue planeada inicialmente en dos partes, cuya Parte II trataba algunos
problemas de contenido más específicamente psicológico. Después que una gran parte de la
obra estaba impresa se decidió separar casi todos los capítulos de la Parte I e incorporarlos
en otro libro que trata de la psicología de la Yoga.
La disposición de los temas en el orden en que han sido tratados en el libro no sigue ningún
orden rígido dictado por la lógica.
Cuando observamos un magnífico y polifacético
diamante, podemos comenzar por cualquiera de las facetas y seguir observándolo en
cualquier orden, pues están todas ligadas y todas integran el diamante. Es más importante
lograr una visión de todas las facetas, una por una, y poder así visualizar todo el diamante,
que establecer previamente un orden a seguir.
Más aún, como el universo es una expresión de una Realidad central y última, que se
manifiesta en diferentes niveles unos derivados de otros, hay una cierta relación secuencial
entre sus diferentes aspectos, un cierto y determinado orden, por la consideración anterior.
Se ha intentado seguir este orden en todo lo posible, pero también puede seguir un orden
diferente. Este orden, como se ha dicho antes, no es de mucha importancia, pues el
estudiante serio deberá leer varias veces la obra y referirse en muchas ocasiones, a puntos
de la misma tanto atrás como adelante, a fin de consolidar una comprensión clara y
satisfactoria del aspecto filosófico del Ocultismo en conjunto.
Con este Prefacio un tanto largo pero necesario, el lector queda invitado a dar una
zambullida en el aspecto intelectual del gran misterio que rodea nuestra vida y ver lo que el
Ocultismo tiene que decir al respecto. Más tarde, si logra alguna convicción de que el
Ocultismo señala correctamente la dirección en la que hemos de buscar la Luz, podrá hacer
una zambullida diferente en las profundidades de su propia mente, que le permitirá develar
el misterio, paso a paso, por realización directa.
K. TAIMNI
21-3-1968.
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