sábado, 26 de enero de 2019

La Automagnetización- EL MOVIMIENTO TEOSOFICO (Parte I)



Todos tenemos un propósito común al reunimos aquí. Ese propósito hace que nos reunamos de vez en cuando. Ese propósito es el que ha estado guiando nuestras vidas. El Maestro conoce mejor ese propósito. Ese propósito nos ha estado guiando y es el mismo que hace que nos encontremos de vez en cuando, porque quiere darse a conocer cada vez más por sí mismo. Siempre que la luz quiere brillar más, lleva a cabo su plan de reunir a la gente y hacer que adquiramos un poco más de luz que nos permita poner de manifiesto un poco más de luz en nuestra vida y transmitir también un poco más de vida a nuestro alrededor. Es un proceso de manifestación de la luz misma. Siempre que los vehículos cooperen, la luz brilla cada vez más en el vehículo, hasta que poco a poco, y a medida que el vehículo se va transmutando, éste es también utilizado para transmitir luz. 

Entonces, la transmisión de la luz es posible cuando el vehículo se transmuta. El trozo de hierro que se convierte en imán puede desprender magnetismo. No puede haber un trozo de hierro capaz de transmitir magnetismo si no está magnetizado. El proceso es la automagnetización como primer paso; después el magnetismo se difunde mediante el trozo de hierro. Antes era un trozo de hierro y ahora se ha convertido en un imán, y mientras siga siendo imán puede desprender corriente magnética. 
De este modo, el propósito tiene la intención de que todos aquellos que lo observen se magneticen. Sin estar automagnetizados es de necios intentar magnetizar a los demás. Esto es como si un trozo de hierro intentara comunicar con otro trozo de hierro. 

La Teosofía habla fundamentalmente de este concepto. Tenemos que iluminarnos para iluminar. 
Este es el propó- sito básico del Movimiento Teosófico. 
La Teosofía es la Sabiduría Divina y es dinámica. Eso es el Movimiento Teosófico. 
La sabiduría se mueve a través de aquellos que se han vuelto sabios y no puede moverse de otro modo. Periódicamente se produce el movimiento de la sabiduría, habiendo períodos cortos y períodos más largos. 

La Teosofía existe ya desde el origen de la humanidad. No es correcto decir que el Movimiento Teosófico empezó con Madame H.P.Blavatsky. Madame H.P.Blavatsky inauguró un período, un movimiento de la Teosofía. El ser humano recibe periódicamente una oportunidad de entrar en la Sabiduría Divina y mediante ello darse cuenta de su propia identidad. La identidad de todo ser es la de ser hijo de Dios. A través de los ciclos del tiempo el hombre se olvida de que es hijo de Dios, hasta que otra vez, a través de los ciclos del tiempo, se le vuelve a traer a la memoria que es hijo de Dios. El tiempo nos trae la sabiduría cíclicamente. Uno de esos ciclos de tiempo que conocemos es el Movimiento Teosófico que nos trajo Madame H.P.Blavatsky. 

Por lo tanto, hemos de estarle agradecidos, porque ella trajo a la humanidad, una vez más, la luz de ciertos centros sublimes de la humanidad. La sabiduría que fluyó no provenía de Madame H.P.Blavatsky sino que fluyó a través de ella. Pudo fluir a través de ella porque se convirtió en un buen canal para la sabiduría. Si ella no se hubiera convertido en canal o si ella no se hubiera magnetizado, no hubiera podido dar la sabiduría al mundo. El primer y fundamental paso, como se desprende de la experiencia teosófica, es aplicar la sabiduría a nosotros mismos y no estar ansiosos por difundirla sin haberla aplicado antes a nosotros mismos. 

Es erróneo creer que uno puede difundir la sabiduría. La sabiduría sabe cómo difundirse por sí sola; lo único que necesita es canales. A través de una pared de ladrillo los rayos de sol no pueden entrar en el salón, pero a través de los cristales de una ventana los rayos y la luz del sol pueden penetrar en él. La diferencia entre un Iniciado y un no Iniciado es la misma que hay entre una ventana de cristal y una pared de ladrillo. La materia de la pared de ladrillo es muy pesada, mientras que la materia de la ventana de cristal es muy ligera. La pared de ladrillo no deja que la luz pase a través de ella, mientras que el cristal deja pasar la luz. Pues si bien es verdad que el cristal deja pasar la luz a través de él, lo único que está haciendo es dejar pasar la luz, pero el cristal no puede decir que sea él quien da la luz. ¿Qué puede hacer el cristal cuando no hay sol? Eso es todo lo que puede hacer un Iniciado. 

El Iniciado puede ser un punto focalizador de la sabiduría, pero no es él quien la da. Quien la da es alguien a quien no conocemos. Debido a que estamos demasiado preocupados por los nombres y las formas nosotros no podemos comprender esto. Ni siquiera el sol, que sabemos que es el centro del sistema solar, da la luz, sino que sirve de canal para un centro superior. Del mismo modo todos somos canales, y Aquel a quien conocemos como El Absoluto se canaliza a sí mismo a través de todos estos canales. Comprender esto es comprender lo básico de la Teosofía; es decir, que la luz existe, que la sabiduría existe y que se mueve según un ciclo de tiempo, habiendo algunos canales que permiten su movimiento. Lo mejor que puede hacer un canal es procurar volverse transparente. 

Todo lo que uno puede hacer es procurar volverse un vehículo transparente; después es la luz la que decide el qué, el cómo, el dónde y el cuándo hacer. Pues aunque el cristal sea transparente, no puede dar luz si toda el área que le rodea está nublada. Del mismo modo que un cristal no puede dar luz, un vehículo preparado tampoco puede dar luz a menos que así lo quieran en los círculos superiores. 
Por eso el Iniciado actúa en sintonía con el tiempo y el espacio y no cree en difundirla en cualquier momento ni en cualquier lugar. El es sólo un punto focalizador que transmite la luz según la decisión de los planos superiores. Eso significa que el Iniciado está en todo momento preparado para transmitir. De este modo, el teósofo no es en sí mismo el transmisor sino que es un canal que actúa según el tiempo y el lugar. Hubo un tiempo oportuno hacia finales del siglo pasado en que la sabiduría decidió manifestarse y entonces se encontró un vehículo lo suficientemente puro, lo sificientemente transparente y brillante como para reflejar esa sabiduría. 

Ese es el vehículo que conocemos como Madame H.P.Blavatsky. A través de ella la sabiduría pudo llegar desde los Maestros de Sabiduría hasta la humanidad. Pero hemos de recordar que los Maestros de Sabiduría tampoco son quienes la dan, ya que ellos actúan según el propósito que proviene de los centros superiores. Así entienden ellos el tiempo, y cuando le llega el momento de amanecer a la humanidad, la luz se transmite en consecuencia.

K.Parvathi Kumar 

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