La Sociedad Teosófica fue fundada en 1875 por una rusa, Helena Petrovna Blavastky, y un americano Henry Steele Olcott.
La primera aportó su vasto conocimiento oculto y su total auto sacrificio; ella pertenecía a una familia pudiente de la nobleza rusa; el segundo aportó su extraordinaria habilidad organizativa, ya probada antes en su país, en la purificación del departamento militar durante la guerra civil. Al comienzo, al reafirmar la Sabiduría Antigua en el mundo moderno, tuvieron que afrontar ráfagas furiosas de ridículo y descontento. Hoy en día, las ideas se han esparcido en todas las naciones civiliza¬das, y puede decirse, sin temor a caer en contradicciones, que hoy está influenciando a todo el mundo del pensamiento.
La base de la Sociedad es un poco peculiar; hay una sola cosa que liga a los miembros, y es la aceptación de la Hermandad Universal.
Sus objetivos son:
Primero: Formar un núcleo de Fraternidad Universal para la Humanidad, sin distinción de razas, credos, sexos, casta o color.
Segundo: Promover el estudio de las religiones comparadas, las filosofías y las ciencias.
Tercero: Investigar las leyes inexplicadas de la Naturaleza y los poderes latentes en el hombre.
Puede verse que no se les pide a los miembros que crean o que difunden las enseñanzas teosóficas.
Se los deja totalmente libres para estudiarlas de la manera que elijan; pueden aceptar o rechazar sus enseñan¬zas, y quedan en la religión que estaban, ya sean Hindúes, Parsis, Budistas, Hebreos, Cristianos, Mahometanos, etc. y su religión, si es que la sustenta fuerte¬mente, debe de colorear todas sus ideas.
Si acepta las enseñanzas Teosóficas, un devoto de alguna forma religiosa las presentará en su forma especial, siendo absolutamente libre de hacerlo así. Pero no ha de insistir en que ella sea aceptada por otros.
El experimento de formar un cuerpo profundamente religioso, abierto a los miembros de cualquier religión, es igualmente único, y está teniendo gradualmente éxito, con muchas dificultades, ocasionales fricciones entre miembros que sostienen con vehemencia puntos de vista opuestos y pleno de discusiones acerca de detalles. La principal política a seguirse en cuanto a tolerancia, y la razón de esta política, ha sido formulada por mí a la manera que sigue, lo que no ha sido objetado por ningún miembro. Puede, en consecuencia presentarse como representando la opinión general: No se le piden opiniones religiosas a las personas al asociarse, y no se permiten interferencias con ellas, pero se le pide a todos que observen hacia las religiones de sus amigos miembros el mismo respeto que reclama para la suya. La Sociedad no tiene dogmas, y en consecuencia no hay herejes. No despide a ninguna persona por no creer en las enseñanzas Teosóficas.
Puede negar cualquiera de ellas, excepto la de la Hermandad humana, y reclamar su lugar dentro de su rango. Los Teósofos se dan cuenta de que justamente porque el intelecto puede únicamente hacer su mejor trabajo en un ambiente de libertad, se verá mejor la verdad cuando no se han impuesto condiciones acerca del derecho a la investigación y a los métodos de búsqueda. La Verdad es, para ellos, algo tan supremo, que no desean ligar a persona alguna a condiciones sobre cómo o dónde o por qué deben buscarla.
El futuro de la Sociedad depende del hecho de que debe de incluir una vasta variedad de opiniones sobre todos los asuntos sobre los cuales existen diferencias de opiniones; no es deseable que haya dentro de ella solamente una escuela de pensamiento, y es una obligación de los miembros resguardar esta libertad para sí y para otros. La Sociedad Teosófica sirve a la Sabiduría Divina, y su lema es: "No hay Religión más Elevada que la Verdad". Busca en cada error el corazón de verdad en el cual vive y por el cual se apega a las mentes humanas.
Todas las religiones, todas las filosofías, todas las ciencias, todas las actividades extraen de la Sabiduría Divina aquello que tienen de verdad y de belleza, pero no pueden reclamarlo como propio o contra otros. La teosofía no pertenece a la Sociedad Teosófica, sino que la Sociedad Teosófica pertenece a la Teosofía. La Sociedad Teosófica está compuesta de estudiantes, que pertenecen a todas las religiones del mundo o a ninguna, que están unidos por la aprobación de sus objetivos y por sus deseos de eliminar los antagonismos religiosos y reunir a las personas de buena voluntad, cualesquiera que sean sus opiniones religiosas, y con deseos de estudiar las verdades religiosas y compartir los resultados de estos estudios. Su ligazón no es profesar una creencia común, sino una búsqueda y aspiración comunes por la Verdad. Sostienen que la Verdad debe ser encontrada por el estudio, la reflexión, la pureza de vida, la devoción hacia los altos ideales, y que ella es un premio por el cual luchar y no un dogma impuesto por alguna autoridad.
Consideran que la creencia debe ser el resultado del estudio o de la intuición individual, y no sus antecedentes, y que debe asentarse sobre el conocimiento y no sobre alguna afirmación.
La tolerancia se extiende a todos, inclusive a los intolerantes, no como un privilegio que entregan, sino como un deber que cumplen, buscando eliminar la ignorancia, no penarla. Ven cada una de las religiones como una expresión parcial de la Sabiduría Divina, y prefieren su estudio a su condena, y su práctica a su proselitismo. La Paz es su palabra de pase, y la Verdad su meta.
La teosofía es el cuerpo de verdades que constituyen la base de todas las religiones, y que no pueden reclamarse como de posesión exclusiva de ninguna. Los miembros de la Sociedad Teosófica estudian estas verdades, y los Teósofos procuran vivirlas. Todo aquél que esté dispuesto a estudiar, a ser tolerantes, a tener una meta elevada y a trabajar con perseverancia, será bienvenido como miembro, y como tal es de su incumbencia llegar a ser un verdadero Teósofo. Puedo agregar que la mayoría de nosotros consideramos que la Sociedad Teosófica es el resultado de un impulso espiritual enviado por la Fraternidad Blanca, para evitarle a la humanidad sumergirse en el Materialismo, y para preparar las mentes de los seres humanos para la restauración de las enseñanzas esotéricas de la religión. Es para nosotros el último de muchos de estos impulsos; los anteriores han estado corporificados en religiones separadas, en tanto que este tiende a llevar a las religiones existentes a una amigable y unificada cooperación. Para nosotros, H. P. Blavatsky es un Mensajero de la Hermandad Blanca, y muchos de nosotros, entre quienes me incluyo, sentimos hacia ella la más profunda gratitud, porque nos abrió, en esta vida, una puerta que hemos atravesado hacia la presencia de Aquellos que la enviaron.
ANNIE BESANT
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