Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
Prefacio
Las conferencias presentadas en este libro fueron pronunciadas por la autora en Nueva
York, durante el invierno pasado. El propósito de esta serie fue exponer al auditorio el
testimonio de la ciencia referente a la materia y a la conciencia, permitir al auditorio
observar en otros y sucesivos estados superiores de la existencia la misma manifestación de
estas relaciones y de ciertas leyes fundamentales; llevarlos a una comprensión de la
universalidad del proceso evolutivo y de su actualidad, tratando parcialmente las expansiones
de conciencia y la vida más amplia hacia la cual se encamina el género humano.
Por lo tanto, estas conferencias estaban destinadas a servir de introducción a un estudio más
detallado y a aplicar las leyes de la vida y del desenvolvimiento humano, que generalmente
van incluidas en el término "ocultismo".
Se observará en esta serie de conferencias un sinnúmero de repeticiones, donde se
recapitula brevemente en cada una, el tema abarcado en la precedente. Debido a que en
cada conferencia había nuevos asistentes, fue necesario presentar a grandes rasgos el campo
abarcado y las razones debidas a la posición adoptada. Esto tenía la ventaja de fijar en la
mente del auditorio algunos conceptos fundamentales y nuevos para muchos de ellos,
ayudándolos a captar y aceptar fácilmente ampliaciones del tema. Al presentar las
conferencias en forma de libro, se ha creído prudente mantener su texto completo, tal como
fue dado. Quienes estudian la sabiduría esotérica podrán seguir sin dificultad la línea de la
argumentación; pero para quienes consideran por vez primera los temas aquí tratados, la
repetición ocasional de los puntos fundamentales ayudarán a una rápida comprensión, y
este libro ha sido destinado principalmente a este tipo de lectores.
Septiembre 1922 ALICE A. BAILEY
EL CAMPO DE LA EVOLUCIÓN
PRIMERA CONFERENCIA
En la historia del pensamiento nunca hubo probablemente un período que se asemeje al
actual. Los pensadores de todas partes son conscientes de dos cosas: primero, que hasta
ahora jamás se habían definido con tanta claridad las regiones misteriosas y, segundo, que
esas regiones pueden ser penetradas más fácilmente que nunca. Por lo tanto, quizás sea
posible persuadirlos a revelar algunos de sus secretos si los investigadores de todas las
escuelas persiguen determinantemente su búsqueda.
Los problemas que enfrentamos al
estudiar los conocidos hechos de la vida y de la existencia, son susceptibles de ser definidos
con más claridad que antes, y aunque no conozcamos la respuesta a nuestras preguntas ni la solución de nuestros problemas, ni tengamos en la mano la panacea para remediar las
dolencias del mundo, sin embargo, el hecho de definirlos y señalar donde reside el misterio,
y que la ciencia, la religión y la filosofía, han arrojado luz sobre dilatadas extensiones
consideradas anteriormente tierras tenebrosas, constituye la garantía del éxito futuro.
Exceptuando el círculo de doctos y místicos, sabemos mucho más que hace cinco siglos.
Hemos descubierto varias leyes naturales, aunque todavía no sepamos aplicarlas, y el
conocimiento de la "cosa tal cual es" (empleo deliberadamente esta frase) ha ganado mucho
terreno.
No obstante, permaneciendo aún inexplorada la tierra del misterio, nuestros problemas
son numerosos. Tenemos el problema de nuestra propia vida particular, sea cual fuere;
además el problema de lo comúnmente llamado noyo; que concierne a nuestro cuerpo
físico, medio ambiente, circunstancias y condiciones de vida; si somos introspectivos
tenemos el problema de nuestra particular serie de emociones, pensamientos, deseos e
instintos, por los cuales controlamos la acción.
Los problemas grupales son muchos. ¿Por
qué hay sufrimiento, hambre y dolor? ¿Por qué el mundo entero está esclavizado por la
abyecta indigencia, la enfermedad y el malestar? ¿Cuál es el propósito subyacente en todo
lo que vemos a nuestro alrededor y cuál será el resultado de los asuntos mundiales
considerados como una totalidad? ¿Cuál es el destino de la raza humana, cuál su origen y la
clave de su actual condición?
¿Hay otra vida después de ésta y su único interés reside en lo
visible y material?
Tales preguntas surgen en nuestra mente y surgieron en la mente de los
pensadores en el transcurso de los siglos.
Se intentó diversamente responder a estas preguntas, y al estudiarlas hallamos que las
respuestas dadas se dividen en tres grupos principales, y que tres soluciones mayores se
presentan a la consideración de los hombres, y son:
Primero, Realismo. Otro nombre es materialismo. Enseña que "la representación del
mundo externo en nuestra conciencia es verídica"; que las cosas son lo que aparentan ser;
que la materia y la fuerza, tal como las conocemos, son la única realidad; que no es posible
para el hombre ir más allá de lo tangible, y que debe satisfacerse con los hechos tal como
los conoce o enseña la ciencia. Este método es perfectamente legítimo como solución, pero
para muchos no va suficientemente lejos. Trata sólo lo que puede ser probado y
demostrado, y se detiene en el punto en que el investigador se pregunta: "esto es así, pero
¿por qué?" No tiene en cuenta muchas cosas conocidas y comprendidas como verdades por
el hombre, aunque él es incapaz de explicar por qué sabe que son verídicas.
Los hombres de
todas partes reconocen la exactitud de los hechos de la escuela realista y de la ciencia
materialista, aunque al mismo tiempo sienten innatamente que en la comprobada
manifestación objetiva, subyace alguna fuerza vitalizadora y algún coherente propósito que
no puede explicarse sólo en términos de materia.
Segundo, tenemos un punto de vista que podríamos muy bien denominar
supernaturalismo.
El hombre siente que quizás después de todo, las cosas no son
exactamente lo que aparentan ser, y que aún queda mucho que es inexplicable.
Reconoce
que no es simplemente una acumulación de átomos físicos, un algo material y un cuerpo
tangible, sino que latente en él hay una conciencia, un poder y una naturaleza síquica que lo
vincula con todos los miembros de la familia humana y con un poder fuera de sí mismo que
forzosamente debe explicar. Esto ha conducido, por ejemplo, a la evolución del punto de
vista judío y cristiano que postula un Dios fuera del sistema solar creado por Él, pero extraño al sistema.
Ambos sistemas enseñan que el mundo ha evolucionado por un Poder o
Ser, que construyó el sistema solar, guía correctamente a los mundos, mantiene nuestra
pequeña vida humana en el hueco de su mano y "ordena suavemente" todas las cosas de
acuerdo a algún propósito oculto que nuestra mente finita es incapaz de vislumbrar y
mucho menos de comprender. Tal es el punto de vista religioso y sobrenatural, basado en la
creciente autoconsciencia del individuo y en el reconocimiento de su propia divinidad.
Análogo al punto de vista de la escuela realista incluye únicamente una verdad parcial y
requiere ser complementado.
Tercero, podría llamarse idealismo. Postula un proceso evolutivo dentro de toda
manifestación e identifica la vida con el proceso cósmico. Es el exacto polo opuesto del
materialismo, y coloca a la sobrenatural deidad que predica el religioso, como una gran
Entidad o Vida, que evoluciona por medio de todo y del universo, así como la conciencia
del hombre lo hace a través de un cuerpo físico objetivo.
En estos tres puntos de vista, el francamente materialista, el puramente sobrenatural y
el idealista, tenemos presentes tres principales líneas de pensamiento para explicar el
proceso cósmico. Son verdades parciales y, sin embargo, ninguna está completa sin la otra.
Todas aisladamente consideradas desvían y conducen a la oscuridad, y no desvelan el
misterio central; pero sintetizadas, unidas y fusionadas, quizás contengan (y es tan sólo una
insinuación mía) tanta verdad de la evolución como la mente humana puede captar en la
actual etapa evolutiva.
Tratamos profundos y amplios problemas y quizás nos entrometemos en cosas elevadas
y superiores, invadiendo regiones reconocidas como el dominio de la metafísica, e
intentamos resumir en pocas y breves charlas todo el contenido de las bibliotecas del
mundo, es decir, intentamos algo imposible. Lo que cabe hacer es considerar breve y
sucintamente un aspecto tras otro de la verdad. Todo cuanto lograremos es bosquejar las
líneas fundamentales de la evolución, estudiar las mutuas relaciones, entre sí y con
nosotros, como entidades conscientes, y luego esforzarnos por fusionar y sintetizar lo poco
que lleguemos a conocer, hasta esclarecer la idea general del entero proceso.
Debemos recordar, en conexión con todo enunciado de la verdad, que cada uno ha sido
emitido desde un punto de vista particular. No podremos responder plenamente a la
pregunta ¿qué es la verdad?, ni expresar sin prejuicios ningún aspecto de esta verdad, en
forma perfectamente directa, hasta haber desarrollado algo más los procesos mentales y ser
capaces de pensar en términos abstractos y concretos. Algunas personas poseen un
horizonte más amplio que otras, y pueden ver la unidad subyacente en los diferentes
aspectos. Otros se inclinan a pensar que su perspectiva e interpretación son las únicas
verdaderas. Espero en estas charlas ampliar algo más su punto de vista. Espero también que
lleguemos a comprender que el hombre interesado únicamente en el aspecto científico,
limitado al estudio de esas manifestaciones puramente materiales, se ocupe además de
estudiar lo divino como lo hace su hermano cabalmente religioso, que sólo se interesa por
el aspecto espiritual, y que el filósofo, después de todo, sólo trata de destacar el tan
necesario aspecto de la inteligencia que vincula los aspectos material y espiritual y los
fusiona en un todo coherente. Quizás por la unión de estas líneas, ciencia, religión y
filosofía, adquiramos un conocimiento práctico de la verdad tal cual es, recordando al
mismo tiempo que "la verdad reside en nosotros mismos". La expresión de la verdad por un
solo hombre no es completa, y el único propósito del pensamiento es trabajar con materia mental y poder erigirla constructivamente para nosotros mismos.
Quisiera bosquejar mi plan esta noche y sentar las bases para las charlas futuras,
tocando las principales líneas de la evolución. Por lógica, lo más evidente es ocuparse de la
evolución de la sustancia, el estudio del átomo y la naturaleza de la materia atómica. De
esta última línea de evolución nos ocuparemos en la próxima conferencia.
La ciencia tiene mucho que decir sobre la evolución del átomo, y ha recorrido un largo
camino desde hace cincuenta años, a partir del siglo pasado, cuando se consideraba al
átomo como una indivisible unidad de sustancia, considerándoselo ahora un centro de
energía o fuerza eléctrica.
De la evolución de la sustancia vamos lógicamente a la evolución
de las formas o del conglomerado de átomos, y se abren a nuestra consideración otras
formas que no son las estrictamente materiales -existentes en sustancia sutil, como las
formas mentales raciales y de organizaciones. En este doble estudio, se hará resaltar uno de
los aspectos de la deidad, si se elige utilizar el término "deidad", o una de las manifestaciones
de la naturaleza, si se prefiere esta expresión menos sectaria.
Entonces se considerará la evolución de la inteligencia o el factor mente, que actúa con
ordenado propósito en todo lo que vemos a nuestro alrededor. Esto revelará un mundo que
no camina a ciegas, sino que obedece a determinado plan, a un coordinado esquema y
organizado concepto, que se desarrolla por medio de la forma material.
Uno de los motivos
por los cuales las cosas parecen difíciles de comprender, es que nos hallamos en medio de
un período de transición, y el plan es aún imperfecto. Estamos demasiado cerca de la
maquinaria y somos parte integrante del conjunto. Vemos una parte aquí, otra un poco más
allá, pero no percibimos la grandiosidad de la idea Podemos tener una visión, un elevado
momento de revelación, pero al hacer contacto con la realidad en todas partes, dudamos de
la posibilidad de materializar el ideal, porque el reajuste de la relación inteligente entre la
forma y lo que la utiliza, está muy lejano.
El reconocimiento del factor inteligencia conducirá inevitablemente a contemplar la
evolución de la conciencia en sus diversas modalidades, desde las consideradas
subhumanas, pasando por la humana, hasta la que lógicamente podemos suponer conciencia
superhumana, aunque no sea posible demostrarla.
La inmediata pregunta que enfrentaremos
será: ¿qué hay detrás de todos estos factores? ¿Existe detrás de la forma objetiva y de su
inteligencia animadora una evolución que corresponde a la facultad del yo, el Ego en el
hombre? ¿Hay en la naturaleza y en cuanto vemos a nuestro alrededor la actuación del
propósito de un Ser individualizado y autoconsciente? Si existe tal ser y existencia
fundamental, podríamos percibir algo de sus inteligentes actividades y observar Sus planes,
en vías de fructificación. Aunque no podamos probar que Dios o que la Deidad existe, por
lo menos podemos decir que la hipótesis de que Él existe es razonable, la sugerencia es
racional, lo cual constituye una posible solución para todos los misterios que nos rodean.
Para ello debe demostrarse que hay un propósito, un propósito inteligente, desarrollándose
a través de todo tipo de formas, razas, naciones, y en todo cuanto se halla manifestado en la
civilización moderna, más las etapas recorridas por este propósito y el gradual
desenvolvimiento del plan, y quizás por esa demostración podremos ver lo que nos espera
en las etapas futuras.
Consideremos brevemente qué significan las palabras "proceso evolutivo". Se emplean
constantemente, y el hombre común sabe que la palabra evolución sugiere un desen volvimiento de adentro afuera y el desarrollo de un centro interno; pero necesitamos definir
más claramente la idea para tener un mejor concepto de ella. Una de las mejores
definiciones que conozco de la evolución es: "el desenvolvimiento de un continuo y
creciente poder de responder". Aquí tenemos una definición muy iluminadora, al considerar
el aspecto material de la manifestación. Entraña el concepto de vibración y la respuesta a la
misma, y aunque con el tiempo tenemos que descartar la palabra "materia" y emplear el
término "centro de fuerza", el concepto aún tiene validez y la respuesta del centro al
estímulo puede ser percibida con mayor exactitud.
La misma definición es muy valiosa al
considerar la conciencia humana. Implica la idea de una creciente y gradual comprensión,
de una respuesta, en desarrollo, de la vida subjetiva a su medio ambiente, que
eventualmente conducirá hacia arriba, al ideal de una existencia unificada, síntesis de todas
las líneas de evolución Y al concepto de una Vida central o fuerza que fusiona y mantiene
coherentes todas las unidades evolucionantes, sean de materia, como el átomo
del físico y del químico, o unidades de conciencia, como los seres humanos. Esto es
evolución, el proceso que desenvuelve la vida dentro de las unidades, el anhelo en
desarrollo que oportunamente fusiona unidades y grupos, hasta obtener la suma total de
manifestación, denominada Naturaleza o Dios, el conjunto de todos los estados de
conciencia. A este Dios se refieren los cristianos cuando dicen: "en Él vivimos, nos
movemos y tenemos nuestro ser". Ésta es la fuerza o energía reconocida por los científicos
Ésta es la Mente Universal o Super-alma del filósofo y también la inteligente voluntad que
todo lo rige, une, construye, desarrolla y lo lleva a la máxima perfección. Es esa Perfección
inherente a la materia y la tendencia latente en el átomo, en el hombre y en todo cuanto
existe.
A esta interpretación del proceso evolutivo no se la considera como resultado de una
Deidad externa que derrama su energía y sabiduría sobre un expectante mundo, sino más
bien como algo latente en el mundo mismo, oculto en el corazón del átomo químico, en el
del hombre, en el planeta y en el sistema solar. Es ese algo que impulsa todas las cosas
hacia la meta y la fuerza que gradualmente pone orden en el caos, la ultérrima perfección de
la imperfección temporaria, el bien del aparente mal.
De las tinieblas y del desastre saldrá
algún día aquello que reconoceremos como bello, correcto y verdadero. Esto es todo cuanto
hemos concebido y vislumbrado en nuestros más elevados y mejores momentos.
Se ha definido también la evolución como "desarrollo cíclico", y esta definición me
sugiere un pensamiento que ansío captar completamente. La naturaleza se repite continuamente
hasta alcanzar determinados fines y obtener ciertos resultados concretos y
respuestas a la vibración. Por el reconocimiento de este hecho podemos demostrar el
inteligente propósito de la Existencia inmanente. Para ello se emplea el método del
discernimiento o de inteligente elección. Los textos de las diferentes escuelas expresan la
misma idea, tales como "selección natural" y "atracción y repulsión".
Evitaré en lo posible
emplear términos técnicos, porque algunas escuelas de pensamiento significan con esto
unas veces una cosa y otras otra. Si encontramos una palabra similar, pero no ligada a
ninguna escuela o línea de pensamiento, quizás hallemos una nueva luz para nuestro
problema. Atracción y repulsión en el sistema solar, es sólo la facultad de discernir que
poseen el átomo o el hombre, manifestada en los planetas y en el sol. Atracción y repulsión
existen en los átomos de todo tipo; podría llamársele adaptación o poder de crecer o de
adaptarse el ente a su ambiente, por el rechazo de ciertos factores y la aceptación de otros.
En el hombre común se manifiesta como libre albedrío o la facultad de elegir, y en el
hombre espiritual como la tendencia al sacrificio, porque el hombre elige una particular
línea de acción a fin de beneficiar al grupo al cual pertenece, y rechaza lo estrictamente
egoísta.
Podemos definir finalmente la evolución como un ordenado cambio y constante
mutación, demostrados en la incesante actividad de la unidad o del átomo, en la interacción
de los grupos y en la interminable acción de una fuerza o tipo de energía sobre otra.
Vimos que la evolución, sea de la materia o de la inteligencia, conciencia o espíritu,
consiste en el siempre creciente poder de responder a la vibración que, mediante un
constante cambio, progresa por la aplicación de una política selectiva o el empleo de la
facultad discernidora y por el método de desarrollo cíclico o de repetición. Las etapas que
caracterizan al proceso evolutivo podrían clasificarse en tres, y corresponden a las de la
vida del ser humano: niñez, adolescencia y madurez. En lo que concierne al hombre, se manifiestan
en la unidad humana o en la raza, y a medida que transcurren y progresan las
civilizaciones, se podrá observar la misma triple idea en toda la familia humana, y así nos
cercioramos del divino objetivo, estudiando su imagen o reflejo, el HOMBRE.
Podemos
expresar estas tres etapas en términos más científicos y vincularlas con las tres escuelas de
pensamiento referidas, y las analizaremos como:
a. La etapa de energía atómica
b. La etapa de coherencia grupal.
c. La etapa de la existencia unificada o sintética.
Trataré de aclarar el concepto. La etapa de energía atómica concierne mayormente al
aspecto material de la vida y corresponde al periodo de la niñez en la vida del hombre o de
una raza. Es el período de realismo, de intensa actividad, y ante todo de desarrollo mediante
la acción, de pura autocentralización o autointerés. Produce un punto de vista materialista y
conduce inevitablemente al egoísmo. Involucra el reconocimiento de que el átomo se basta
a sí mismo y que análogamente las unidades humanas tienen vida separada independiente
de las demás unidades, sin relación entre sí. Esta etapa puede observarse en las razas
subdesarrolladas del mundo, en los niños y en los individuos poco evolucionados. Son
normalmente autocentrados; dedican sus energías a su propia vida; se ocupan de lo objetivo
y tangible, y los caracteriza un necesario y protector egoísmo. Es una etapa indispensable
en el desenvolvimiento y perpetuación de la raza.
De este período atómico y egoísta surge otra etapa, la de la coherencia grupal, que se
supone la construcción de formas y especies hasta obtener algo coherente e individualizado,
pero constituido por multitud de individualidades y formas menores. En conexión con el ser
humano corresponde a su conocimiento incipiente de la etapa de responsabilidad y al
reconocimiento del lugar que le corresponde dentro del grupo. Requiere del individuo la
capacidad de reconocer una vida superior a la suya, ya se la denomine Dios o se la
considere simplemente como la vida del grupo, al cual pertenecemos como unidad, esa gran
Identidad de la cual formamos parte. Esto corresponde a la escuela de pensamiento
supernaturalista y con el tiempo lo sustituirá otro concepto más amplio y verdadero. Según
hemos visto, la primera etapa o atómica, se desarrolló por el egoísmo o la vida autocentrada
del átomo, sea el átomo de la sustancia o el humano; la segunda etapa llega a la perfección
por el sacrificio de la unidad, en bien de los muchos, y del átomo, en bien del grupo, en el
cual tienen cabida.
De esta etapa muy poco sabemos y, frecuentemente, la visualizamos y
anhelamos. La tercera etapa está aún muy lejana, y algunos la consideran como una vana
quimera. Otros poseen la visión y, aunque inalcanzable ahora, es lógicamente posible si
nuestras premisas son exactas y sentamos correctamente las bases de la existencia
unificada. Entonces no sólo habrá unidades independientes, átomos diferenciados en la forma grupos constituidos por multiplicidad de entidades, sino que tendremos el
conglomerado de formas, grupos y estados de conciencia, fusionados, unificados y
sintetizados en un todo perfecto, denominado sistema solar, naturaleza o Dios. Los nombres
no tienen importancia. Corresponde a la etapa adulta del ser humano; análoga al período de
la madurez y a esa etapa donde se supone que el hombre tiene un propósito y trabajo
definido en la vida y también un bien determinado, llevado a cabo con la ayuda de su
inteligencia. En estas charlas quisiera, si es posible, demostrar que algo similar se está
llevando a cabo en el sistema solar, en el planeta, en la familia humana y en el átomo.
Confío que podré demostrar que en todo subyace una inteligencia, que de la separación
vendrá la unión, producida por la fusión y mezcla grupal y que con el tiempo surgirá de 108
distintos grupos un todo perfecto, plenamente consciente, compuesto por miríadas de
identidades separadas, animadas por un sólo propósito y una sola voluntad. Si esto es así,
¿cuál es el paso práctico que deben dar quienes alcancen esta comprensión? ¿Cómo aplicar
prácticamente este ideal a nuestras propias vidas y cómo asegurarnos nuestro inmediato
deber a fin de participar y cumplir conscientemente con el plan? En el proceso cósmico
tenemos nuestra diminuta participación y en cada día de actividad debemos desempeñar
nuestra parte con inteligente comprensión.
Nuestro primer objetivo debería ser la autocomprensión, por la práctica del
discernimiento. Aprender a pensar con claridad, a formular nuestros pensamientos y a
dirigir nuestros procesos mentales. Saber lo que pensamos y por qué lo pensamos, y
descubrir el significado de la conciencia grupal por el estudio de la ley del sacrificio. No
sólo debemos descubrir en nosotros la primitiva etapa infantil de egoísmo (que ya
debiéramos haber trascendido) y aprender a diferenciar entre lo real y lo irreal, por la
práctica del discernimiento, sino a pasar a algo mucho mejor.
Nuestra meta inmediata debe
ser descubrir el grupo al cual pertenecemos. No pertenecemos a todos los grupos ni es
posible saber cuál es nuestro lugar en el gran grupo, pero podemos encontrar algún grupo
donde hallar cabida, un conjunto de personas con el cual colaborar y trabajar, algún
hermano a quien socorrer y ayudar. Esto involucra practicar conscientemente el ideal de la
hermandad, y -hasta haber evolucionado en la etapa en que nuestro concepto es universalsignifica
que debemos descubrir el particular grupo de hermanos a quienes podemos amar y
ayudar por medio de la ley de sacrificio y la transmutación del egoísmo en amoroso
servicio. Así colaboraremos en el propósito general y participaremos en la misión del
grupo.
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