sábado, 1 de septiembre de 2018

TEOSOFÍA

                                             

                                              INTRODUCCIÓN


TEOSOFIA deriva de dos palabras griegas -Theos, Dios; y Sophía, Sabiduría- y es, por lo tanto, la Sabi­duría de Dios o Sabiduría Divina. Los diccionarios dan como definición "La demanda por el conocimien­to directo de Dios y del Espíritu", la que, sin ser in­exacta, no da sino una idea limitada de lo que la pala­bra implica, tanto histórica como prácticamente. La obtención de "un conocimiento directo de Dios" es -como veremos al tratar el aspecto religioso de la Teo­sofía- el objetivo ultérrimo de toda la Teosofía, como lo es el propio corazón y vida de toda religión verda­dera; éste es el "mayor conocimiento, el conocimiento de El, por medio del cual todas las cosas son conocidas"; pero el conocimiento de lo de abajo, aquel de "todas las cosas" y sus métodos, rellenan ampliamente todo el estudio Teosófico. Esto es bastante natural, por cuanto el conocimiento supremo ha de ser ganado por cada uno, y poco es lo que pueden hacer otros, salvo señalar el camino, inspirándolo a hacer el esfuerzo y dándole el ejemplo; en tanto que el conocimiento de lo de abajo puede enseñarse en los libros, en conferencias, en con­versaciones, y es transmisible de la boca al oído.

                                     LOS MISTERIOS


El aspecto interior o esotérico de la religión se en­cuentra en todas las grandes fes del mundo, declaradas en forma más o menos explícita, pero siempre existen­tes en el corazón de la religión, más allá del dogma que constituye el aspecto exotérico. Allí donde el aspecto exotérico propone un dogma para el intelecto, el esotérico ofrece una verdad al espíritu; uno se ve y es defen­dido por la razón, y el otro es alcanzado por la intui­ción - esa facultad "más allá de la razón” -  en pos de la cual la filosofía occidental está a tientas. En las religiones que han fenecido se enseñaba en los "Misterios" -en la única forma que podía enseñar­se - dando instrucciones acerca de cómo llevar a cabo los métodos que desarrollen la vida del espíritu más rápidamente de lo que la vida lo desarrolla en su evolu­ción natural y sin ayuda; hemos aprendido de los escri­tores clásicos que en los Misterios desaparecía el miedo a la muerte, y que el objetivo hacia el cual tendían no era el de hacer una persona buena - sólo tenían acceso aquellos que ya eran buenos - sino transformar el hom­bre bueno en un Dios. Tales Misterios existían como el corazón de las religiones de la antigüedad y desaparecieron en forma gradual de Europa entre la cuarta y la octava centuria, cuando dejaron de existir por deseo de los alumnos. Encontramos numerosos rastros de los Misterios Cristianos en los primitivos escritos Cristianos, especial­mente en los escritos de S. Clemente de Alejandría y de Origen, bajo el nombre de "Los Misterios de Jesús". Aquí se exigía la condición de alta moralidad, como en los Misterios Griegos: "Aquellos que por un largo tiem­po han sido conscientes de no haber cometido trans­gresión alguna... déjalos acercarse".

En el Nuevo Testamento hay indicaciones acerca de su origen y existencia, en el cual se dice que Cristo enseñaba a sus discípulos en forma secreta -a vosotros os es dado conocer los misterios del Reino de Dios, pero a los otros en parábolas- y según dice Origen, es­tas enseñanzas se daban en los Misterios de Jesús. San Pablo declara también que "hablamos sabiduría entre aquellos que son perfectos." Sabiduría y Perfectos, dos términos usados en los Misterios. Islam tiene sus enseñanzas secretas - dícese deriva­das de Ali, el yerno del Profeta Mamad - que pue­den hallarse por la meditación y la disciplina, métodos enseñados entre los Sufíes. El Budismo tiene su Sangha, entre las cuales, siem­pre mediante la disciplina y la meditación, puede ha­llarse la verdad interior. El Hinduismo, tanto en sus escrituras como en sus creencias actuales, afirma la existencia del conocimien­to supremo e inferior, adquiriéndose el último de ellos por instrucción, y el primero, una vez más, por la medi­tación y la disciplina en la vida. 

Esto es lo que hace "esotérico" al supremo conocimiento; no está velado deliberadamente y escondido, sino que no puede impartirse; puede ganarse sola­mente desarrollando la facultad, el poder de conocer o el modo de la conciencia, latente en todas las perso­nas pero no desarrollado todavía en el curso de la evolución normal. Se muestra en forma esporádica en el Místico, con frecuencia en forma errática, a veces acompañado por histeria, pero aún así es una indica­ción - para el que ve claro y sin prejuicios - de una nueva apertura en la larga evolución de la conciencia humana. Sale a la superficie a veces por una pureza excepcional: "Los puros de corazón... verán a Dios". Su irrupción en la vida ordinaria se ve como una "con­versación repentina", como las que registra el Profesor James[1]

La conciencia espiritual es una realidad; su eviden­cia se encuentra en todas las religiones y está haciendo irrupción en muchos hoy en día, como lo ha hecho en todas las épocas. Su evolución puede solo forzarse en el individuo en forma suave y deliberada, adelantándo­se a la evolución normal, por la meditación y la disci­plina, ya mencionadas. Porque el esoterismo en la reli­gión no es una enseñanza, sino una etapa en la concien­cia; no es una instrucción, sino una vivencia. De aquí las quejas de muchos de que es elusivo e indefinido; ello es así para aquellos que no lo han experimentado, porque sólo aquello que ha sido experi­mentado en la conciencia es conocido para ella. Los métodos esotéricos pueden ser enseñados, pero el conocimiento esotérico hacia el cual conducen, cuando se los sigue y vive con éxito, deben ser ganados por cada uno. Puede ayudarse a retirar obstáculos para la visión, pero un hombre sólo puede ver con sus pro­pios ojos.

EL SIGNIFICADO PRIMORDIAL


Teosofía es el conocimiento directo de Dios; su búsqueda es el Misticismo o Esoterismo, común a to­das las religiones, puesto por la Teosofía en una forma científica, como en el Hinduismo, Budismo, Catolicis­mo Romano y Sufismo. Como estas religiones, enseña de una manera muy clara y definida, los métodos para alcanzar el conoci­miento directo desarrollando la conciencia espiritual y desarrollando aquellos órganos a través de los cuales dicha conciencia puede funcionar en nuestro corazón --una vez más, el método de la meditación y de la dis­ciplina en la vida. Por lo tanto, es lo mismo que la Ciencia del Ser[2], la Ciencia de lo Eterno[3] que es el corazón del Hinduismo; es "el conocimiento de Dios, que es Vida Eterna", que es la esencia del Cristianis­mo. No es algo nuevo, pues está en todas las religiones, y así encontramos al eminente Orientalista moderno Max Muller que escribe su bien conocida obra sobre Teosofía o Religión Psicológica.

                                                   EL SIGNIFICADO SECUNDARIO


Teosofía, en un sentido secundario, -el anterior es el primario- es el cuerpo doctrinario, obtenido de separar las creencias comunes a todas las religiones de las especialidades, ritos y ceremonias y costumbres que marcan a una religión con respecto a otra; presenta esas verdades comunes como un consenso con las creencias del mundo, constituyendo, en su integridad, la Reli­gión Sabiduría, o la Religión Universal, la fuente de la cual surge cualquier otra religión, el tronco del Árbol de la Vida, del cual salen todas las ramas. El nombre Teosofía, que como hemos dicho es griego y fue usado por primera vez por Amonio Saccas en el siglo tercero después de Cristo, ha quedado desde entonces en la historia de las religiones Occidentales y denota no solamente Misticismo, sino también un sis­tema ecléctico, que acepta la verdad allí donde se encuentre, dándole poca importancia a su contenido ex­terior. Aparece en la forma presente en América y Europa en 1875, en la época en que la Mitología Comparativa se estaba usando como un arma eficaz contra la Cristiandad, y transformándola en una Religión Compara­tiva, hizo que los descubrimientos y las investigaciones de los anticuarios y arqueologistas fueran bastiones en defensa de los amigos de la religión, en lugar de armas de ataque.
                                              MITOLOGIA COMPARATIVA

Haber desenterrado ciudades antiguas, la apertura de viejas tumbas, el traslado de manuscritos arcaicos tanto de religiones muertas como actuales, probó el hecho de que todas las grandes religiones existentes y que han existido se parecen en sus características más salientes. Sus doctrinas más importantes, los delineamientos de su moralidad, las historias que agruparon en su torno sus fundadores, sus símbolos, sus ceremo­nias, se parecen estrechamente unas a otras. Los hechos no pueden negarse, porque fueron esculpidos en los templos antiguos y escritos en los libros de esa épo­ca; se han realizado las investigaciones y la evidencia está a la vista. Aún entre las tribus de salvajes más degradados, se han encontrado rastros de enseñanzas similares y tra­diciones de verdades sagradas tapadas por la crudeza del animalismo y del fetichismo. ¿Cómo explicar estas similitudes? ¿Y su existencia en el Cristianismo? "Evolución" era entonces el "sésa­mo ábrete" de la Ciencia, y la respuesta a estas pregun­tas no se hicieron esperar. 

La Religión había evolucio­nado, dada la negra ignorancia de los salvajes primiti­vos, que personificaban los poderes de la Naturaleza que temían, hacia las espléndidas filosofías que habían dominado al género humano. De los curanderos entre los salvajes a la glorificación de los Fundadores de Religiones; las enseñanzas de Santos y Profetas eran el refinamiento de los balbuceos histéricos de los visiona­rios semiepilépticos; la síntesis de las fuerzas natura­les -una síntesis producida por el espléndido intelecto humano- había sido emocionalmente transformada en Dios. Esta era la contestación de la Mitología Com­parativa a las alarmantes preguntas de los hombres y mujeres que encontraban que sus construcciones de fe cedían y se despedazaban, dejándolos expuestos a los helados vientos de la duda. Al mismo tiempo, quedaba amenazada la inmorta­lidad, y aunque la intuición susurraba "no todo lo que hay en mí se muere", la Fisicología había capturado a la Sicología, y mostraba al cerebro como el creador de los pensamientos; si el pensamiento nace con el ce­rebro, crece con él, se enferma con él y decae con él, ¿No debe finalmente morir con él? El agnosticismo creció y floreció. ¿Qué podía saber el hombre más allá de lo que los sentidos pudieran des­cubrir o de lo que su intelecto pudiera captar? Tal era la condición del pensamiento educado en la última cuarta parte del siglo diecinueve. Las generaciones más jóvenes difícilmente podrán darse cuenta de este verdadero "eclipse de fe".
                                                  RELIGION COMPARATIVA

La Teosofía llegó de repente a esta Europa, estableciendo la Gnosis contra el Agnosticismo como la Religión Comparativa contra la Mitología Comparativa. Declaró que el hombre no ha agotado su poder al utilizar sus sentidos y su intelecto porque más allá de ellos estaba la intuición y las evidencias del Espíritu; que la existencia de esos poderes era un hecho demostrable; que el testimonio de la conciencia espiritual era tan indudable como el del intelecto y el de los sentidos. Admitió todos los hechos descubiertos por los ar­queólogos y anticuarios, pero señalaron que eran sus­ceptibles de diferente interpretación que la dada por los enemigos de la religión, y que en tanto que los he­chos eran eso, o sea hechos, sus explicaciones eran sólo hipótesis. Estableció, contra aquellas hipótesis, otra, igualmente explicativa de los hechos: que la similitud de enseñanzas religiosas, de éticas, historias, símbolos, ceremonias, y aún los restos de ellos entre los salvajes, llegaron como derivaciones de todas las religiones desde un centro común, desde una Hermandad de Hombres Divinos, que mandaron a uno de Sus miembros al mundo de tiempo en tiempo para fundar una nueva religión, conteniendo las mismas verdades esenciales que las de sus antecesores, pero con varian­tes en las formas de acuerdo con las necesidades de los tiempos y con las capacidades de las personas para las cuales el Mensajero era enviado. 

Era obvio que las dos hipótesis explicaban los he­chos, ¿Cómo decidirse por una de ellas? La Teosofía recurrió a la historia, haciendo recordar que los días gloriosos de cada religión fueron siempre sus primeras épocas, y que las enseñanzas de los Mensajeros nunca fueron mejoradas por los que se adhirieron luego a esa fe, lo que habría ocurrido si las religiones se hubieran producido por evolución. La Hinduista se funda en los Upanishads[4], la Zoroastriana en las enseñanzas de sus Profetas, la Budista en los dichos del Señor Buda, la Hebrea en Moisés y en los Profetas, la Cristiana en las enseñanzas del Señor Cristo y la Mahometana en sus grandes Profetas. La literatura de las religiones consiste siempre en comenta­rios, disertaciones, argumentos y no en nuevos puntos de vista más inspirados que los originales. La Inspiración se la ve, en los días posteriores, en los dichos de su Fundador, y en las enseñanzas de sus más inmediatos discípulos, Manu, Vyasa, Zaratustra, Buda, Cristo, estas Figuras se enseñorean sobre la hu­manidad y comandan el amor de los hombres genera­ción tras generación. Ellos son los Mensajeros, y las Religiones sus Mensajes. La Teosofía los señala como prueba de que su hipótesis es la verdadera explicación de estos hechos, que no son más una hipótesis sino una afirmación confirmada por la historia. Contra esta espléndida coincidencia de los Mensa­jeros con sus Mensajes, la Mitología Comparativa no puede aportar una simple prueba histórica de una reli­gión que haya evolucionado desde el salvajismo a la espiritualidad y la filosofía; estas hipótesis son desmen­tidas por la historia. 

El punto de vista Teosófico está actualmente tan ampliamente aceptado, que la gente no se da cuenta lo difundida que estaba la teoría opuesta cuando la Teosofía irrumpió en el mundo del pensamiento en el año 1875, montada sobre su nuevo corcel, la Sociedad Teosófica. Pero cualquiera que se diera cuenta de las condicio­nes imperantes podría ir a la literatura de la Mitología Comparativa, publicada durante el siglo anterior, des­de los trabajos voluminosos de Dulaure y Dupuis[5], pa­sando por el Anacalypsis de Higgins, a los libros de Hardgrave Jennings, Forlon y a una docena de otros, que hablan con un positivismo que conducen al lector a la creencia de que lo que allí se afirma está basado en hechos, que ninguna persona educada debe negar. Los que han buscado en este laberinto durante su juventud, aquellos que se han visto perdidos en estos intrincados e interminables recovecos y que vieron a su fe devorada por un Minotauro de la Mitología Com­parativa conocen, y sólo ellos pueden llegar a conocer­lo "a full", la intensidad del alivio, cuando la Ariadna moderna, la más incomprendida y maldecida Helena Petrovna Blavatsky dio una pista que los fue guiando por el laberinto, y los armó con la espada de la "Doc­trina Secreta"[6] con la cual combatir al monstruo. 

Es interesante hacer notar, de paso, que el Cristia­nismo antiguo, que creía que toda la humanidad había descendido de Adán, creado en el año 4004 antes de Cristo, había preservado la tradición de su revelación primitiva, dada a Adan y llevada por los que le siguie­ron a todas partes del globo; el hombre, que había heredado el pecado original de su antecesor ancestral, había corrompido esto, pues restos de ello se encontra­ron en los granos de verdad escondidos en la cáscara de las religiones "paganas". Estos puntos de vista, sin embargo, a pesar de los gérmenes de verdad que contenían, estaban muy aleja­dos de la gente educada, que sabía que la raza humana había existido por centenares de miles de años al me­nos, el lugar de los 6.000 proclamados.

                                            UNIDAD DE LAS RELIGIONES

El resultado de esta posición es que el hecho de la similitud de creencias religiosas es destructivo para cualquier religión que sostiene una posición única y aislada, en la cual está expuesta al ataque desde todos los ángulos, y cuyos argumentos son fácilmente rebati­bles. Pero este mismo hecho constituye una defensa, cuando todas las religiones están juntas y se presentan como una Hermandad, hijas de un solo ascendiente, la Sabiduría Divina. Este punto de vista resulta el más satisfactorio cuando nos damos cuenta que cada religión tiene su nota especial y realiza su propia contribución especial a las fuerzas que trabajan en pos de la evolución de la humanidad. A medida que notamos sus diferencias, más allá de sus similitudes, nos damos cuenta de que revelan una parte del plan para la educación humana, de la misma manera que cuando escuchamos un acor­de nos damos cuenta de que hay un maestro músico que ha combinado las notas con un conocimiento exac­to del valor de cada una. El Hinduismo proclama la Vida Única Inmanente en todas las cosas y consecuentemente la solidaridad de todo y los deberes de cada una con la otra contenida en la palabra intraducible Dharma[7]

El Zoroastrismo remarca la pureza -en lo que lo rodea, en el cuerpo, en la mente. El Hebraísmo suena como Rectitud. El Egipto hizo de la Ciencia su palabra de poder. El Budismo enfatiza sobre el Conoci­miento Correcto. Grecia respira Belleza. Roma nos ha­bla de Leyes. El Cristianismo enseña los valores del In­dividuo y exalta el Auto-Sacrificio. El Islam nos habla de la Unidad de Dios. Con toda seguridad que para cada una de ellas el mundo es lo más rico, y no se puede separar una joya de la guirnalda de las religiones mundiales. Aparte del grandioso espectáculo de su variada belleza y del valor espiritual de la variedad, deja en nues­tras mentes la sensación de realidad de la Gran Her­mandad y de su trabajo en guiar la evolución espiritual. La profundidad de la unidad y la exquisitez y valor de la diversidad no pueden ser el resultado de la casua­lidad o una mera coincidencia, sino de un plan adopta­do deliberadamente y llevado a cabo con fortaleza.

                                                                 METODO DE ESTUDIO

Puesto que el Sistema Teosófico es una inmensa y abarcante síntesis de verdades que tratan de Dios, el Universo y el Hombre y sus relaciones, será mejor divi­dir su presentación en cuatro encabezamientos, corres­pondientes a los puntos de vista obvios y racionales para el hombre. El hombre puede ser visualizado como poseyendo un cuerpo físico, una naturaleza emocional y un inte­lecto; y por medio de ellos, él, un Espíritu eterno, se manifiesta en este mundo mortal. Estos tres departa­mentos de la naturaleza humana, como podríamos llamarlos, corresponden a tres grandes actividades: Cien­cia, Etica y Estética y Filosofía.

1.      Por medio de los sentidos, el Hombre observa los fenómenos alrededor suyo y verifica sus observa­ciones por medio del cerebro, realiza deducciones, encuadra hipótesis, las somete a pruebas mediante la experimentación y llega al conocimiento de la Naturaleza y a la comprensión de sus leyes; de esta manera construye las ciencias, resultados espléndi­dos del uso inteligente de los órganos del cuerpo físico. La Teosofía es, pues, CIENCIA.

2.      La naturaleza emocional del hombre muestra los deseos y sentimientos, éstos causados por sus con­tactos con el exterior, que le proporcionan pena o placer, y que a su vez producen los deseos, instán­dolo a re-experimentar el placer y a evitar la repe­tición de la pena. Veremos, cuando entremos a tra­tar sobre esto, que el profundo resultado de la Felicidad, sembrada en las criaturas sencientes, lo con­duce finalmente a ponerse en armonía con la Ley, o sea a hacer lo Correcto, rehusándose a hacer lo erróneo. La expresión de la Armonía en la vida, en las relaciones con los demás y en la construcción de nosotros mismos, es la Conducta Correcta. La ex­presión de esta armonía en la materia es la Forma Correcta o Belleza. También la Teosofía es MORA­LIDAD-ARTE.

3.      El intelecto del hombre demanda que aquello que lo rodea, tanto en lo que se refiere a la vida cuanto a la forma debe ser entendido por él. Necesita or­den, racionalidad y explicación lógica. No puede vivir en un caos sin sufrir. Debe comprender y co­nocer para existir en paz. La Teosofía es también FlLOSOFIA.

4.      Pero la Ciencia, la Moralidad-Arte y la Filosofía no satisfacen completamente nuestra naturaleza. La conciencia religiosa obstruye persistentemente, en cualquier nación, clima y edad. Se rehúsa a ser silenciada, y se alimenta del hollejo de la supersti­ción, si no encuentra el pan de la Verdad. El Espí­ritu, que es el Hombre, no cesa en su búsqueda del Espíritu Universal, que es Dios, y la respuesta de Dios-parcial, pero con la promesa de más -es la RELIGION.

Bajo estos cuatro encabezamientos, pueden presen­tarse todas las enseñanzas Teosóficas más importantes para la vida humana y para la conducta. Quedarían: unas pocas indicaciones sobre las aplicaciones prácti­cas de ellas a los problemas sociales, y alguna indica­ción -porque dentro de los estrechos límites de este pequeño libro no es posible más- de las visiones mayo­res del pasado y del futuro que se abre ante nosotros por la Teosofía. Cualquier división que pretenda dividir el realmente indivisible Espíritu -la chispa del Fuego universal ­no es satisfactoria y tiende a velarnos la unidad de con­ciencia que es nuestro Ser. Sensaciones, emociones, in­telecto son sólo facetas de un diamante, aspectos del Espíritu Uno. La vida espiritual, la religión, debe ser una síntesis de la ciencia, la moralidad-arte y la filoso­fía, que son sólo facetas de la religión. La religión de­be de abarcar todos los estudios, así como el Espíritu abarca todas las formas. Nuestro Ser es único, no múl­tiple, aunque su vida se exprese a sí misma en múlti­ples formas. Por lo tanto, aunque he dividido el tema en partes en búsqueda de la claridad, ruego a mis lectores que recuerden que la clasificación es un medio y no una fina­lidad; que las clasificaciones son muchas, en tanto que la conciencia es una sola. Y que mientras que, para dar una explicación lúcida debemos evitar confundir a las personas, tenemos que tener presente siempre que no debemos dividir a la sustancia.

ANNIE BESANT





[1] Variedades de experiencias religiosas
[2] atma vidya
[3] brama vidya
[4] La literatura más antigua, parte de los Vedas
[5] Sobre adoraciones fálicas y al sol.
[6] Obra monumental de Mme. Blavatsky publicada en 1889.
[7] Dharma, traducido como religión, deber, obligación, es más que eso. Indica la suma de la evolución pasada del hombre -todo lo que ha contribuido a que sea lo que es- y las nuevas etapas que tiene que encarar para asegurarse su futura evolución con las mínimas dificultades y demoras posibles.

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