sábado, 1 de septiembre de 2018
LO QUE ES LA TEOSOFÍA
Durante siglos enteros han discutido y argumentado los hombres, menudeando sus pesqui-sas sobre ciertas verdades fundamentales, como la existencia y naturaleza de Dios, sus relaciones con el hombre, y el pasado y porve-nir de la humanidad. Se han formado los hombres, acerca de estos puntos, opiniones tan radicalmente opuestas, que unos a otros se atacan y ridiculizan con tal mordacidad y aspereza. que en el espíritu de las masas acabó por aferrarse una opinión sumamente cómoda, conviene a saber: que tocante a dichas cuestiones no es posible la certidumbre y que todo se contrae a teorías vagas y especulaciones nebulosas de cuyo seno surge de cuando en cuando alguna falsa deducción inferida de premisas mal sentadas. Contra esta opinión de las multitudes no han podido prevalecer las afirmaciones claras y precisas, aunque a menudo también increíbles, de las diversas religiones positivas.
¿Será necesario decir que esta opinión popular, muy explicable por otra parte, es absolutamente errónea? Hechos hay ciertos y precisos. Los hay en gran número. La Teosofía, al contrario de las religiones, nos los presenta como materia de estudio y no como artículos de fe. La Teosofía no es en sí misma una religión,. pues respecto de las religiones es lo que fueron las antiguas filosofías. No las contradice; las explica. Repudia por necesariamente indigno de la Divinidad, por incompatible con la Divinidad, todo cuanto en las religiones es irracional o absurdo, pero acepta lo que todas o cualquiera de ellas tengan de razonable, explicándolo, comentándolo y combinando en armónico conjunto las verdades particulares que en sí contienen.
Afirma la Teosofía que es posible conocer la verdad acerca de estos puntos de capital imporrancia, y que existe ya sobre ellos un vasto conjunto de conocimientos. Considera todas las religiones, por diferentes que parezcan, como la expresión de idénticas verdades, aunque miradas desde distintos puntos de vista y bajo diversos aspectos; pues no obstante las discrepancias echadas de ver en sus nomenclaturas y artículos de fe, todas ellas están acordes en los puntos de capital importancia: la conducta que en su vida ha de observar un hombre honrado, las cualidades que ha de fomentar y los. Vicios de que debe huir. Acerca de estos puntos de orden práctico, son idénticas las doctrinas del Brahmanismo, Budismo, Mazdeísmo, Mahometanismo, Judaísmo y Cristianismo. Quien no conozca: la Teosofía podrá imaginársela como una ingeniosa hipótesis cosmogónica; mas para aquellos que la han estudiado, no es pura teoría, sino la expresión de hechos positivos. Es una ciencia exacta que se puede profundizar como cualquier otra, y lo que nos enseña puede comprobarlo experimentalmente quienquiera que se tome el trabajo de someterse a las necesarias condiciones. La Teosofía es la afirmación de los grandes fenómenos naturales; la explicación de cuanto conoce la ciencia; y, en fin, la descripción esquemática del rincón del Universo en que habitamos.
CÓMO LO SABEMOS
¿Cómo se ha llegado a conocer este esquema? ¿Quién lo ha descubierto?, preguntará el lector.
No diremos que se haya descubierto, porque en realidad lo ha conocido siempre el género humano, aunque su conocimiento desapareciera momentáneamente en algunas partes del mundo. Constantemente hubo un grupo de hombres sumamente evolucionados (no de una sola nación, sino de todas las civilizadas) con pleno conocimiento de este esquema, y constantemente estos hombres tuvieron discípulos que bajo su dirección estudiaron a fondo esta verdad, al paso que divulgaban externamente los principios generales. Esta asamblea de hom-bres sumamente evolucionados existe todavía, como en otro tiempo, y a instigación suya dan algunos de sus discípulos al mundo occidental las enseñanzas teosóficas.
Los que no saben nada de esto han argüido a veces insistentemente, que de ser así se hubieran ya publicado hace tiempo dichas verdades, y han vituperado injustamente a los poseedores de semejantes conocimientos por haber puesto con su culpable silencio la luz debajo del celemín. Sin embargo, estos recriminadores olvidan que quienquiera que en realidad indagó estas verdades pudo hallarlas, y que el mundo occidental no ha hecho más que comenzar las indagaciones. Durante siglos y siglos la inmensa mayoría de los europeos se satisficieron con vivir en la más grosera superstición, y cuando el impulso progresivo les mostró lo absurdo de sus gazmoñas creencias, cayeron en el ateísmo, tan absurdo y ciego como las patrañas a que reemplazaba. Así es que hasta hoy día no empezaron algunos hombres, de entre los más razonables y modestos, a darse cuenta de que nada sabían y a preguntarse si sería posible aprender algo con certeza. Aunque estos razonables indagadores sean todavía muy pocos, se ha fundado la Sociedad Teosófica con el fin de congregarlos y publicar libros en que quien lo desee pueda leer, observar, aprender y asimilarse aquellas grandes verdades.
El objeto de la Sociedad Teosófica no es, en modo alguno, el de inculcar por fuerza sus doctrinas, en los entendimientos rebeldes, sino sencillamente exponerlas de modo que pueda comprenderlas cualquiera que de ello sienta necesidad. No padecemos la ilusión del misionero que con triste arrogancia se atreve a condenar al tormento eterno a todo hombre que no confiese su mezquino símbolo peculiar. Sabemos perfectamente que en último término todo irá bien para los mismos que ahora no pueden aceptar esta verdad, así como para quienes ávidamente la reciben.
Pero en lo que a nosotros y a miles de nuestros semejantes ata-ñe, el conocimiento de esta verdad nos ha hecho la vida más llevadera y la muerte más fácil de afrontar. Tan sólo el deseo de que nuestros hermanos participen de tales ventajas nos mueve a tratar de estos asuntos. Desde hace miles de años, y aun en la actualidad, se conocen en el mundo las principales verdades de la gran doctrina. Únicamente los occidentales nos hemos entercado con presuntuosa suficiencia en ignorarlas, sonriendo despectivamente cada vez que a nuestra mente se ofrecía una de ellas. En la ciencia del alma, como en todas las demás, sólo son asequibles los detalles completos a los indagadores que dedican su vida a esta rama especial. Los hombres que en este mundo poseen pleno co-nocimiento (los llamados Adeptos) han desenvuelto pacientemente en ellos mismos las facultades necesarias para la infalible observación. Por lo tanto, desde este punto de vista, el método de investigación oculta difiere de los procedimientos empleados en la ciencia moderna. Esta pone todo su empeñó en perfeccionar los aparatos de observación, mientras que el método oculto atiende más bien al desenvolvimiento del mismo observador.
BOSQUEJO TEOSÓFICO
C.W. LEADBEATER
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