NOTA AL PIE DE UN EDITORIAL
Por H. P.
BLAVATSKY
(Esta nota por H. P.
Blavatsky apareció originalmente en EL TEÓSOFO, Vol. VI, de febrero 1885. p.
110. Estaba anexada al texto de un diario leído por A. P. Sinnett en la Logia
de Londres de la Sociedad Teosófica, en el que apareció la siguiente frase:
"Una lucha... tiene lugar en la esfera o estado de existencia
inmediatamente adyacente a nuestro estado físico — en Kama Loka — . . .
terminando en la ruptura del quinto principio o Ego humano. . ."
Esta nota explicativa e
iluminadora de la pluma de H. P. B. ha sido sacada del volumen VI de la Sección
de sus Manuscritos de su Colección de Escritos, en proceso de producción.
Contendrá la obra literaria de H. P. B. correspondiente a los años 1884 y 1885,
y será publicada muy pronto por el Fondo para las Publicaciones de los Escritos
de Blavatsky, Oficinas Teosóficas 615, SO. Oxford Av. Los Angeles, California,
EE. UU. — B. de Zirkoff).
La palabra "ruptura" parece una expresión poco feliz, pues
sugiere la idea de una entidad separada, dado que un solo principio está en
discusión. Los "elevados atributos" del 5º, principio se desarrollan en éste durante la
vida de la personalidad, por "su más o menos próxima asimilación con el
sexto, por el desarrollo, o mejor dicho, la espiritualización por el Buddhi de
las capacidades intelectuales que tienen su asiento en el Manas (el quinto).
Durante la lucha mencionada y cuando la mónada espiritual trata de entrar en el
Devacan y es sometida a un proceso de purificación, ocurre lo siguiente: la
conciencia personal, que sólo ella constituye el Ego personal, tiene que
desprenderse de toda partícula terrena teñida de grosero material antes que
pueda vivir "en espíritu" y como espíritu. Por lo tanto, mientras la
conciencia superior con todos sus más nobles sentimientos —tales como amor
imperecedero, bondad y todos los atributos de la divinidad en el hombre, aún en
estado latente— es atraída por afinidad, sigue y se sumerge en la mónada,
dotándola así —ya que ésta es una con la conciencia universal y no tiene por lo
tanto conciencia propia— con una conciencia propia personal, la escoria de
nuestros mundanos pensamientos y preocupaciones, "les gustos materiales,
emociones y proclividades" se guarecen en el cascarón. Es, por así decir,
el puro incienso, el espíritu de la llama, que' se desprende de las cenizas del
fuego consumido. La palabra "ruptura", por lo tanto, conduce a error.
Cuando
"el alma está llena de deseos insatisfechos" permanece
"ligada" a la tierra y sufre. Si el deseo es puramente terrenal, la
separación, con todo, tendrá lugar y el cascarón quedará vagando. Si se tratase
de un acto de justicia y beneficioso, tal como la reparación de un daño, puede
realizarse solamente mediante visiones y ensueños, el espíritu de la persona
influenciada es atraído hacia el espíritu que mora en el Devacan, y por
asimilación con éste, primero se le instruye y luego el Karma lo conduce a la
reparación del mal. Pero en ningún caso es una buena o meritoria acción de los
"amigos que viven" tratar de comunicarse, ya sea con los cascarones o
entidades. Porque en lugar de "allanar el sendero de su progreso
espiritual" lo impiden. En el pasado, era bajo la guía de los iniciados
hierofantes que los mediums, las sibilas, los oráculos y videntes actuaban. En
nuestros días no hay a mano sacerdotes iniciados ni adeptos que guíen los
ciegos instintos de los mediums, ciegos esclavos de todavía más ciegas
influencias. Los antiguos sabían de esto más de lo que sabemos nosotros. Debe
haber una buena razón del porqué todas las antiguas religiones prohibían las
comunicaciones con los muertos como un crimen. Que los hindúes tengan siempre
presente lo que el Atharva Veda dice
al respecto, y los cristianos la prohibición de Moisés. La subjetiva, puramente
espiritual "Me-diumnidad" es la única que no daña, y es frecuentemente una enaltecedora gracia que
puede ser cultivada por todos.
H. P. Blavatsky
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