El Dean Inge uno de los
escritores y pensadores Cristianos más liberal y progresista, dice que una
religión no puede colocarse muy por encima del nivel cultural e intelectual de sus adherentes. Esto se ve muy claramente en la historia de la Iglesia
Cristiana a través de las edades. En la Europa de la Edad Media, el plano de
vida y pensamiento estaba a un nivel muy bajo, y por consiguiente fue necesario
presentar y practicar las enseñanzas de la Iglesia en una forma adecuada a la
condición mental y ética de las gentes de esa época. Así la religión vino a
basarse en la doctrina del Antiguo Testamento, y tomó una forma primitiva y
materialista. Después de esa edad oscura, el nivel de cultura y conocimiento en
Europa se ha elevado bastante; pero la Iglesia no ha marchado al pasó con este
adelanto en su enseñanza y sus dogmas
Debido al conservatismo y a la rigidez
eclesiástica en cuestiones de creencia y doctrina, se ha estancado más o menos.
Esta es la razón de que la Iglesia esté perdiendo campo en la mente y
pensamientos del hombre moderno.
No sólo existe el rechazo popular de la
enseñanza Cristiana por la divulgación de la filosofía Marxista, sino también
una indiferencia notoria en cuestiones religiosas en general. Esta situación ha
causado la natural consternación y ansiedad entre los líderes de la Iglesia, y
se han ensayado toda clase de esfuerzos y expedientes para contrarrestar esta
tendencia. No solamente están perturbadas por esta situación las autoridades
eclesiásticas, sino también el hombre ordinario ve su peligro, porque reconoce
que las creencias religiosas firmes y genuinas tienen una gran influencia sobre
el estado político y económico del mundo, como también sobre el estado
espiritual del individuo. Más todos los esfuerzos de los líderes eclesiásticos
parece que están resultando vanos e ineficaces para detener la huida de la
religión.
La Teosofía puede ser una ayuda efectiva en
esta época de crisis, gracias a sus cualidades especiales y su conocimiento
acumulado adquirido por el estudio de la religión comparativa. Debemos
reconocer que el Cristianismo, con su antigua y amplia aceptación, ha de tener
algo que contribuir a la evolución y progreso humano en los tiempos modernos.
¿No podemos nosotros los Teósofos, con el conocimiento y la luz que se nos han
confiado, ayudar a restaurar al Cristianismo en su puesto como un instrumento
en las manos de Dios para el adelanto y progreso de la humanidad? ¿Podemos encontrar
alguna verdad o filosofía, hasta ahora oculta, que haga más aceptable y
atractiva la religión a la mentalidad moderna?
Ante todo, y siguiendo el dictamen de
Orígenes de que las Escrituras leídas literalmente son "alimento para
bebés", nos vemos impelidos a buscar un significado oculto en los
Evangelios Cristianos. La enseñanza de Jesús tenía relación con cosas místicas
y metafísicas; y con esto en mente debiéramos estudiar Sus palabras y prédicas
y el relato de Su vida.
¿Cuál era la verdadera base de la enseñanza
que Jesús dio a los Judíos? Aparte de algunos nobles principios éticos y morales,
el gran tema de Su predicación y enseñanza al pueblo de Palestina fue el Reino
de Dios, o el Reino de los Cielos (estos dos términos son intercambiables). No
cabe duda al respecto. Lo dice El Mismo tan clara y enfáticamente:
"También
a otras ciudades tengo que anunciar el Reino de Dios, pues para ésto fui
enviado" (Lucas 4:43).
"Y
este evangelio del Reino será predicado en todo el orbe..." (Mateo 24:14).
"Jesús
recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas y predicando
el evangelio del Reino" (Mateo 9:35).
"Recorrió
El una tras otra las ciudades y aldeas, predicando y anunciando la buena nueva
del Reino de Dios" (Lucas 8:1).
La Enciclopedia Británica, cuya autoridad, no
ha sido superada, dice muy definidamente que "el Reino del Cielo fue el
gran tema de la enseñanza de Jesús". Y la gran preocupación de Jesús era
la de que Sus discípulos prosiguieran el trabajo que El había comenzado. Pueden
hacerse muchas citas para probar ésto:
"Deja los muertos enterrar a sus
muertos; pero tú marcha a anunciar el Reino de Dios Lucas 9:60).
"Y durante vuestro camino, predicad
diciendo: El Reino del Cielo está cerca" (Mateo 10:7).
Su último mandato a Sus discípulos fue:
"Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación"
(Marcos 16: 15). Hay muchas evidencias de que así lo hicieron ellos. Sus
discípulos y seguidores cumplieron este requerimiento en los primeros días de
la religión, mientras la influencia y deseos de su Señor estaban frescos y
vividos en sus mentes. San Pablo, el principal personaje de la nueva religión,
habla de todos "entre quienes anduve predicando el Reino de Dios"
(Hechos 20: 25), y en Roma "exponía y daba testimonio del Reino de Dios"
(Hechos 28:23). No hay la menor duda de la importancia que se atribuía a esta
enseñanza en los primeros días de la Iglesia, y conforme a los registros del
Nuevo Testamento, ella constituía la base sobre la cual se cimentaba todo el edificio
de la religión.
Entonces, podemos preguntar naturalmente,
¿qué significaba realmente esta enseñanza del Reino de Dios? Esta es la
pregunta obvia y primordial que todo verdadero Cristiano pensante debería
hacer. Y sin embargo, jamás ha sido contestada satisfactoriamente. Todavía es
más o menos un misterio para todos los pensadores Cristianos. Todavía la
ortodoxia le saca el cuerpo al problema, o si no le da interpretaciones a todas
luces falsas. Por ejemplo, algunas sectas Cristianas menores consideran el
Reino como una época en que Jesús volverá y reinará personalmente sobre la
tierra por 1.000 años, y que solamente los que crean en esto y obren en
consecuencia serán recibidos en ese reino. Esta idea es totalmente errónea,
porque Jesús dijo definidamente. "Mi reino no es de este mundo"; y El
afirmó más de una vez que el Reino de los Cielos ya estaba con los hombres.
"El reino del cielo está cerca", dice (Mateo 10:7). En cuanto a las
más elevadas autoridades eclesiásticas, tampoco están más ciertas del verdadero
significado de la frase. Una autoridad tan alta sobre doctrina Cristiana, como
lo es la Enciclopedia Católica Romana,
da varios y opuestos significados, al citar las palabras de las declaraciones
Evangélicas que parecen distintas y en desacuerdo cuando se leen literalmente.
Así pues, el hecho es que no hay una
interpretación generalmente aceptada sobre este principio vital y básico de las
enseñanzas evangélicas. Esto es asombroso, pero cierto, y clama por estudio,
meditación y elucidación. Hoy podría decir Jesús a Sus seguidores lo que dijo a
Sus oyentes en Palestina:
"Ni
dirán: aquí está, o allí está; pues el Reino de Dios está dentro de
vosotros" (Lucas 17:21).
En muchas de Sus parábolas nos dice Jesús lo
que es el Reino de los Cielos. También, y como para ayudarnos a comprender, nos
dice lo que no es el Reino:
"Mi
reino no es de este mundo" (Juan 18:36).
También dijo que esto no era la religión ortodoxa de Su época:
"Si
vuestra justicia no sobrepujare a la justicia de los escribas y fariseos, no esperéis entrar en el reino de los
cielos" (Mateo 5:20).
"No
todo el que me, dice. Señor, Señor, entrará en el reino del cielo" (Mateo
7:21).
San Pablo dijo que el reino no era material,
ni de este mundo:
"El
reino de Dios no es comida ni bebida; sino justicia, y paz, y gozo en el
Espíritu Santo (Romanos 14:17).
Jesús, también, habló de la dificultad en
comprender esta enseñanza del Reino de Dios. Dijo que Sus discípulos conocían
los "misterios" del Reino. Dijo:
"El
aire sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adonde
va; así es todo el que ha nacido del Espíritu" (Juan 3:8).
"El
reino de Dios no viene con aparato" (Lucas 17:20).
Mas a los que tienen ojos para ver y oídos
para oír, Jesús en verdad les dio una guía muy definida en sus esfuerzos por
comprender esta enseñanza. Está en las palabras citadas arriba: "Dirán,
aquí está, o allí... el reino de Dios está dentro de vosotros". Esta
afirmación, unida a nuestro conocimiento Teosófico, nos permite comprender esta
filosofía metafísica que de otra manera sería oscura y difícil. Quizá nosotros,
como los discípulos de antaño, conocemos algo de los "misterios" (no
el Reino). De cierto, si nosotros los Teósofos acometemos el asunto con mente
abierta, olvidando ideas preconcebidas e interpretaciones ortodoxas, el
significado aparece completamente claro y casi obvio. La frase significa
justamente lo que dice: El gobierno y el Reino de Dios, no son del mundo, como
se piensa por lo general, sino de nuestros corazones; no se trata del gobierno
de un Dios externo, sino del Dios interno; el gobierno del Dios inmanente en
nuestras vidas; un gobierno que se muestra, desde el punto de vista religioso,
en amor a Dios con toda nuestra mente y corazón y alma y fuerzas, y a nuestro
prójimo como a nosotros mismos, con todo lo que significan estas palabras, en
crecimiento espiritual y divino amor a todos los seres. Desde el punto de vista
científico y secular, desarrolla el poder de la intuición y todas las
potencialidades superiores del hombre, de genio, de voluntad divina, sabiduría
y comprensión.
Esta interpretación del término "Reino
del Cielo", está de acuerdo con tantísimas de las parábolas de Jesús si se
descubre el significado subyacente en ellas. Recordemos que Jesús mismo dijo
que El daba en Sus parábolas toda su enseñanza más honda y profunda. Podrían
citarse muchas parábolas en apoyo y desarrollo de esta interpretación, y
mostrar que ninguna de las parábolas está en desacuerdo o contradicción con
esta interpretación, mientras que todos los otros significados que se den a la
frase "Reino del Cielo" están en conflicto con una o más de Sus
parábolas o declaraciones.
Esta interpretación no debería parecer
extraña o inaceptable a los Teósofos que conocen la existencia de los cuerpos
superiores del hombre, y comprenden algo de sus potencialidades y las
posibilidades de desarrollarlos. La Sra. Besant ha tratado el asunto en sus
libros. Nos dice ella cómo los poderes de los cuerpos superiores del hombre se
muestran inconsciente y caprichosamente en premoniciones, intuiciones, visiones
de santos y místicos, sueños, genialidades, y otros estados elevados de
conciencia humana. Todas estas cosas, dice ella, son "vibraciones
recibidas en regiones superiores por cuerpos superiores que se están
organizando gradualmente para vivir y actuar en forma consciente. Son la lucha
del eterno espíritu dentro de nosotros. Son la voz del Yo Superior". Y
dice también, —cosa muy importante en nuestro presente estudio— que "son
la promesa del futuro".
Esta interpretación puede parecerle
revolucionaria al lector corriente del Evangelio. Pero en vez de revolucionaria
es más bien evolucionaria. Es científica a la vez que religiosa. Tiene que ver
con el siguiente paso en el largo sendero evolutivo del hombre. El hombre se ha
capacitado, como resultado de su largo y lento período de crecimiento y
progreso, para usar conscientemente y controlar primero su cuerpo de deseos,
luego su cuerpo mental, y en el futuro será capaz de usar su cuerpo intuicional
y superiores de la misma manera. Como dice C. Jinarajadasa, "poco a poco
los seres más avanzados de la humanidad están comenzando a confiar más en la
intuición que en la mente para la comprensión de la vida. Lentamente está
apareciendo una nueva humanidad guiada por la intuición"; y cita al
filósofo Bergson para mostrar que el hombre pierde el verdadero sentido de la
evolución si no usa sino su intelecto.
Así la ciencia, junto con la religión y la
filosofía, indica que el próximo gran paso de la humanidad hacia adelante, será
el uso consciente y deliberado de los cuerpos superiores en los asuntos
ordinarios de la vida, y el empleo de estos poderes para solucionar las muchas
dificultades y problemas de la vida, tanto en lo nacional como en lo
individual. La suprema guía y estímulo para este adelanto puede encontrarse en
la interpretación y comprensión mística de las parábolas de Jesús registradas
en los Evangelios Cristianos.
De manera, pues, que en vez de llamar
"infantil" al Cristianismo, como algunos han dicho, sería más
apropiado llamarlo "moderno" y considerarlo como una religión para el
futuro.
Jesús dijo: "Proclamaré lo que ha estado
escondido desde el principio del mundo" (Mateo 13:35). Quizá algo de ésto
está en el significado místico del Reino del Cielo. Y la enseñanza y
conocimiento Teosóficos pueden ser los instrumentos y medios para presentarlo
al mundo.
G. E. Pritchard
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