domingo, 23 de septiembre de 2018

LA TEOSOFIA COMO MORAL Y ARTE


La moralidad ha sido definida como "la ciencia de las relaciones armoniosas"[1] entre todas las cosas vivientes. Las leyes morales son tanto leyes de la Na­turaleza, como lo son aquellas que afectan a los fenó­menos físicos; han de ser vistas de la misma manera y establecidas por los mismos métodos. Así como la higiene fue establecida por los legisladores antiguos como parte de la religión [2], de la misma manera se estableció la higiene moral. Ambas han sido aceptadas como parte de la "revelación" por sus seguidores, pero ambas están basadas en hechos de la Naturaleza, conocidos para esos seres altamente desarrollados, pero no para el pueblo.

EL ASPECTO VIDA-MORALIDAD


Hemos visto que la enseñanza de una Vida omni­presente es parte de la Teosofía; en ella se basa la Mo­ralidad. Agraviar a otro es agraviarse a sí mismo, por­ que cada uno es una parte de un todo. El cuerpo como un todo resulta envenenado, si se introduce veneno en cualquiera de sus partes, y todas las cosas vivientes resultan dañadas por el daño infringido a una. Esta Vida Una se expresa a sí misma en todo en la búsqueda de Felicidad; en todas partes y siempre, sin excepción, la Vida busca Felicidad y el no sufrimiento siempre se lo obtiene voluntariamente, excepto como un camino hacia un gozo más profundo y duradero. Nadie busca el sufrimiento por el mero hecho de sufrir; se lo soporta solo como un medio hacia un fin. Todas las religiones reconocen a Dios como la Buenaventura infinita, y la unión con El es perseguida por todas. La naturaleza del hombre, por ser divino, es tam­bién fundamentalmente bienaventurado, y acepta to­das las felicidades como naturales, y cuando le llegan se las toma sin necesidad de justificación. Nunca se pregunta ¿Por qué es que gozo? Pero sin embargo su naturaleza reacciona naturalmente contra el sufrimien­to como algo no natural, que necesita de alguna justi­ficación, e instintivamente demanda: ¿Por qué sufro? La meta general de la vida es una profunda, sin manchas y duradera bienaventuranza o la perfecta satisfacción de cada una de las partes del ser. La tendencia a los fugaces placeres mundanos es un error a la luz del Sol de la Bendición, y el hombre sufre, ... y aprende. "Porque Dios tiene un Plan, y ese Plan es Evolu­ción".[3] Si la parte acciona en contra del todo, debe de su­frir, y todo el sufrimiento del ser humano es debido a la ignorancia de su propia naturaleza y del desprecio, también por ignorancia, de las leyes de la Naturaleza en el medio en que vive.

LO CORRECTO Y LO ERRÓNEO


Si el plan de Dios es la evolución, debemos tener un criterio definido acerca de lo Correcto y de lo Erró­neo. El científico dirá: Lo que ayuda a la evolución es Correcto, aquello que la entorpece es Erróneo. El reli­gioso dirá: lo que está de acuerdo con la voluntad Divina es Correcto, aquello que la contradiga es Erró­neo. Ambos expresan la misma idea, porque la Volun­tad Divina es evolución. Pero al estudiar la evolución encontramos que en su primera mitad se ha desarro­llado una separatividad cada vez mayor: la meta ha sido la producción del Individuo. Pero también en­contramos que ahora, al comenzar la segunda mitad, nos movemos hacia la integración del individuo en una Unidad. Los Hindúes llaman a este proceso el Sendero de Avance o el Sendero de Retorno, y no hay nombres más expresivos que éstos. Los instintos más profundos del ser humano, que se muestran en la tendencias de la raza - y el instinto es la Voz de la Vida - busca ahora la Hermandad, de­trás de la cual yace la Unidad, o la construcción de muchas partes en un todo perfecto. Por lo tanto, todo lo que tienda a la Unidad es Correcto, y lo contrario es Erróneo.

EMOCIONES y VIRTUDES

La próxima etapa es que la Felicidad es esencial­mente un sentimiento, debido al sentido de crecimien­to de la vida en nosotros. Somos felices cuando la vida se expande, cuando hay más. Sufrimos cuando la vida disminuye, y resulta menos[4]. El amor trae unión, y sentido de más; el odio pro­duce separación, y consecuentemente sentido de pér­dida. Aquí tenemos las dos Emociones Raíces, Amor y Odio, ambas expresiones del Deseo - la manifesta­ción del aspecto Voluntad - que se ve a través de pala­bras como Atracción y Repulsión, el Constructor y el Destructor de universos, sistemas y mundos, como también de estados, familias e individuos. Además de estas dos emociones raíces, surgen to­das las Virtudes y Vicios; cada Virtud es una expresión del Amor, universalizado y establecido por la recta razón como un modo permanente de la conciencia; cada Vicio es una expresión del Odio, universalizado y establecido por la razón equivocada como un modo permanente de la conciencia. 

De esta manera quedan definidos lo Correcto y lo Erróneo. Serán comprendidos rápidamente mediante una ilustración traída de la familia; y podemos asentar como premisa que cada uno de nosotros estamos ro­deados de tres, y solamente tres clases de personas, en la familia y en la sociedad: los superiores, los igua­les y los inferiores, manteniendo relaciones con todos. En una familia feliz, el Amor une a todos los miem­bros, Amor que se dirige hacia arriba al jefe de la fami­lia y produce reverencia; Amor que se dirige alrededor del círculo de hermanos y hermanas, y produce el afec­to; Amor que se dirige hacia abajo, al grupo de depen­dientes, y produce la beneficencia. Estas emociones surgen espontáneamente en una "buena" familia, en la cual la regla son los sentimien­tos "correctos", y donde "el amor cumple con la ley". Cuando rige el Amor no son necesarias las leyes. Fuera de la familia, al entrar el ser humano en rela­ción con el público en general, la actitud espontánea en la familia por el Amor, se reproduce como Virtud. Hacia arriba -Dios, el Rey o los Ancianos - la emo­ción del amor como reverencia se transforma en Reverencia, Obediencia, Lealtad, Respeto y otras pareci­das, todas ellas actitudes fijas de la mente, o modos permanentes de la conciencia hacia las personas, dondequiera que estén, que sean reconocidas como supe­riores, espiritual, intelectual, moral, social o física­mente. Con nuestros iguales, la emoción del Amor como afecto se transforma en las Virtudes del Honor, Cortesía, Respeto, Amistad, Cooperación y otras, actitudes fijas de la mente hacia los iguales. Con los inferiores, la emoción del Amor de beneficencia se transforma en las Virtudes de Protección, Amabili­dad, Cortesía, Prontitud para ayudar y compartir, y otras. Una vez captado el principio, el estudiante puede darle miríadas de aplicaciones. 

El Odio, con sus tres divisiones principales: Miedo, Orgullo y Desprecio, puede ser tratado de manera si­milar. Cada ser humano que vive en Sociedad se relaciona, por el simple hecho de estar en ella, con todos los que lo rodean, lo que lo torna el centro de una trama de obligaciones, de deberes; dar a cada una de dichas personas lo que le corresponde, es ser un hombre "bue­no", y una fuente de unidad social; rehusarse es ser un hombre "malo" y la fuente de discordia social. Luego, conocer los Deberes y cumplirlos es bondad; conocerlos en forma intuitiva y cumplirlos espontáneamente es perfección. En tanto que la Vida desarrollándose en forma emotiva es Amor, en forma intelectual es Verdad. Por la falta de conocimiento de esto han surgido contro­versias acerca de si el Amor y la Verdad deben ser las bases de la Moralidad. Pero ellas son esencialmente una, como la Vida es una. Bhishma, Maestro del Deber dijo que las virtudes son "formas de la Verdad", lo cual es indudable. La Verdad es la base del carácter intelectual, como el Amor lo es del carácter moral. Mientras que el amor necesita la presencia de otros para expresarse, la Ver­dad no, regula naturalmente la ciencia de nuestras rela­ciones armoniosas con otros, y florece naturalmente como virtud. "Dios es Amor", dice el Cristiano; "Brahman es Verdad", dicen los hindúes. Ambos hablan de los hechos. Visto desde abajo, el Amor y la Verdad pueden parecer diferentes; visto desde arriba, son uno.

LO RACIONAL DE LOS PRECEPTOS MORALES


Los grandes Maestros de la humanidad han formu­lado ciertos preceptos éticos de aplicación universal, tales como: "Hacer el bien a otro es correcto; hacerle daño es erróneo"; "Hacer a otros lo que quisiera que nos hagan; no hagas a otros lo que no quieras que te hagan"; "Amaos los unos a los otros"; "¿Qué espera el Señor tu Dios de tí, sino que seas justo, que ames y que camines humildemente con tu Dios?" [5]. Todas las enseñanzas morales inspiradas en este espíritu, son parte de la Sabiduría Divina y de la Teo­sofía. No necesitan justificación para la mente, la que naturalmente tiende a promover la Felicidad. Pero la Teosofía arroja mucha luz sobre lo racio­nal de esos preceptos obvios. Devolver el bien por el mal no es, a primera vista, razonable. "¿Cómo se re­compensa entonces lo bueno?" se pregunta Confu­cio. Pero, sin embargo, es correcto. Hemos visto que los cambios en la conciencia van acompañados de vibraciones en la materia, y que esas vibraciones se reproducen por simpatía en los cuerpos vecinos. 

Si una persona siente odio, o está deprimida o vengativa, su cuerpo astral vibrará del modo corres­pondiente a esas emociones. El cuerpo astral de cual­quiera que se acercara será impreso de las mismas y comenzará a vibrar al unísono con él, produciéndole sentimientos similares. Estos reforzarán las vibracio­nes de su cuerpo astral y las retornará reforzadas, vigorizando aquellas de la primera persona; este inter­cambio fatal sigue, incrementando el mal. Pero si la segunda persona comprende la ley, sujeta su cuerpo astral por medio de la voluntad, evitando que se reproduzcan las vibraciones que le llegan, e impo­ne sobre él un conjunto de vibraciones contrarias, o sea las que acompañan a los sentimientos de amabilidad, alegría o perdón, frenará a las vibraciones causadas por las emociones erróneas y las cambiará por sus opuestas. El Señor Buddha enseñó "El Odio no cesa nunca por el Odio, sino por el Amor". Esto es tan verdad co­mo que un rayo rojo de luz sofoca a un rayo verde y deja quietud o ausencia de vibraciones lumínicas. Esta es una ley de la Naturaleza, que puede ser verificada. Cumplir esta ley es sustituir una relación armoniosa por una no armoniosa, o ser moral. La Teosofía afirma como código ético los precep­tos universales de los grandes Maestros, y estudia su racionalidad científicamente, como lo que vimos, e históricamente, en sus efectos sobre la evolución y la felicidad humanas. 

Ve su verificación en los desastres que siguen al olvido de tales preceptos, tanto como en la seguridad y confort que siguen a su observación, aunque dicha observación sólo haya sido parcial, ex­cepto en el ejemplo que dan los grandes Maestros en Sí mismos. Su moralidad es por lo tanto, ecléctica. En el jardín del mundo se eligen las mejores y más fragan­tes flores, plantadas por los grandes Maestros, las que unidas en un exquisito ramo se llama "Teosofía como Moralidad".

IDEALES


Para inspirar una conducta moral en los Teósofos, la Teosofía señala a los grandes Maestros como ejem­plos, e inculca la formación de una moral Ideal, y la práctica de la meditación consecuente. Un ideal es la síntesis de ideas verdaderas fijas, que se dan como objeto de un pensamiento atento y soste­nido, y que por lo tanto influencia a la conducta. Por la ley del pensamiento - que se trata en la Sec­ción III - el efecto del mismo es transformar al pensa­dor en algo parecido a su ideal, construyendo de esta manera un carácter noble. Siguiendo esta línea de evolución moral, los Teósofos tratan de guiar a los aspirantes hacia "no a la ley de las necesidades carnales, sino al poder infinito de la vida". Fijamos nuestra mirada en los Maestros del Mundo, y buscamos vivir de tal manera que algún rayo de Su esplendor moral pueda encarnar en nosotros, y que también nosotros podamos, a nuestra humilde medida, iluminar las tinieblas del mundo.

EL ASPECTO FORMA-ARTE


En el mundo antiguo, lo Bello se colocaba al mis­mo nivel de lo Bueno y de lo Verdadero, y el culto a la Belleza era lo correcto en la vida del ser humano común. Pitágoras dijo del Arte que hace la diferen­cia "entre el bárbaro y el hombre" y que el Arte y la Literatura pura eran medios en la cultura[6]. Ellos pulen la piedra, una vez que la Ciencia y la Filosofía han desvastado la piedra en bruto de la cantera y le han dado forma. Más allá de Grecia, la Belleza tuvo un lugar similar en la civilización, como también en Egipto y en la gran civilización Atlante en las Américas. En realidad, no hubo civilización conocida en el mundo, hasta esta del siglo diecinueve, que haya dejado relegada a la belleza como lujo para las personas ricas, en lugar de esparcirla a lo ancho y a lo largo sobre toda la masa de la pobla­ción como una de las necesidades comunes para una vida decente. En casi todos los países europeos el arte y las arte­sanías de los paisanos están casi muertas. Su antiguo aspecto, adecuado y hermoso, ha caído en desuso, y reemplazado por miserables copias de las grotescas mo­das que se lanzan en París y Londres. El resultado es que la clase laboriosa manual ha sido completamente vulgarizada, ha perdido su sentido interno de Belleza - de la cual sus indumentarias, hechas como pasa­tiempo en las horas de descanso son testigos elocuentes - y en esa pérdida, el resultado es lastimosa­mente burdo y brusco. La difusión de fealdades civilizadas está amenazando a la Belleza que aún queda en el mundo en la vida común del lejano Oriente, y el destructivo cambio puede resumirse en el simple hecho de que la lata de kerosene en desuso está ocupando el lugar de los recipientes admirables de bronce lustrado o de arci­lla, que se usaban para traer agua a la casa desde el pozo. Cuando la joven campesina, que ahora lleva esta atrocidad de lata sobre su cabeza, deje su gracio­so sari de ese exquisito olor verde vegetal, y se ponga una horrible pollera teñida con anilinas y una blusa de Occidente, entonces habrá completado su vulgarización, y el triunfo de la civilización occidental.

LA BELLEZA COMO LEY DE LA MANIFESTACIÓN


Desde el punto de vista de la Teosofía, el sentido de belleza es una parte inapreciable de la naturaleza emocional, y es hacia ella lo que la Verdad es al Inte­lecto y lo que la Bondad es a la Intuición. Ve a la Be­lleza como la Ley de la Manifestación, a la cual todos los objetos deben conformar. La Fealdad es contra natura e intolerable. La Na­turaleza siempre lucha por esconderla y transformarla. Cubre lo feo con la riqueza de su Belleza; sobre una montaña de escoria tiende sus enredaderas; adorna una pared derruida con sus tallos de madreselva y desplie­ga sobre ella una guirnalda de rosas; planta los costa­dos de la acequia con violetas perfumadas, y esparce una capa de anémonas y jacintos salvajes sobre los espacios vacíos de la selva. Con sus miríadas de voces predica que la Belleza es una condición esencial de la divinidad, y por lo tanto, de todo trabajo perfecto. La religión siempre ha sido la Madre que crió al Arte; la fe Egipcia le dio Phila al mundo[7]; el Hinduismo le dio los enormes templos de Madura y de Chi­dambaran; Grecia el Partenon y muchas gemas; Islam la Alambra, la Perla Morisca, y el Taj Mahal; la Cris­tiandad las nobles catedrales Góticas, sin mencionar la música, las pinturas y esculturas que han glorificado la vida de los hombres. El Arte es inconcebible sin la Religión. La más her­mosa arquitectura ha sido concebida para los templos, y sobre ella se han modelado otros edificios. Si ha decaído es porque la Religión ha salido de la vida ordina­ria y con la falta de inspiración, el Arte se ha transfor­mado en imitativo en lugar de creativo. El nuevo im­pulso Teosófico traerá un nuevo florecimiento del arte, y ya se siente su fragancia en la brisa que sopla desde el futuro.

CREACIÓN,  NO IMITACIÓN


Desde el punto de vista Teosófico, la imitación, aunque sea perfecta y agradable, no es la expresión más elevada del Arte. Las formas son construidas por los espíritus de la naturaleza y por los ángeles inferiores, con la materia compenetrada por la Vida del Logos; ellos construyen alrededor de sus pensamientos-formas, materializando Sus ideas. Mirando a una exquisita flor, nosotros los humanos podemos ver algo más del divino espíritu en ella de lo que el poco desarrollado espíritu de la naturaleza pue­de ver y corporificar. Pero el Artista puede ver mucho más que nosotros; él ve los muchos aspectos del pensa­miento, de los cuales el aspecto forma es sólo una faceta; él ve el ideal, y es esto lo que queremos que nos muestre. Rafael pintó a una mujer con una criatura en los brazos; hemos visto a muchas mujeres llevando a sus hijos; pero el pintor de la Madonna de San Sisto vio a la madre ideal y al hijo ideal, vio la infinita ternura y protección de la madre y la exquisita dulzura y candidez del niño. Es decir que no solamente vio a la madre y al hijo, sino a la Maternidad y a la Niñez, la eterna perfección de la Idea, y las pintó para deleite y amor de las generaciones venideras. Y nosotros, ciegos, podemos ahora ver a la Madonna y a su Bebé en cada madre e hijo, y el mundo entero está más des­pejado porque Rafael vivió y vió. A menos que la Teosofía pueda darle al Arte una nueva inspiración, habría fallado parcialmente en su propósito; porque la Belleza es uno de los instrumen­tos más potentes para acelerar la evolución y la armo­nía, sin las cuales la vida no puede ser feliz; y ella encuentra su expresión natural en el Arte. La Perfección en las formas debe de acompañar a la Perfección en el pensamiento.

ANNIE BESANT



[1] Sanatana Dharma Libro de Texto III Parte: Etica 
[2] Como en las Leyes del Manu y de Moisés.
[3] A los Pies del Maestro, Krishnamurti (Alcione).
[4] Para el tratamiento total de este tema, no hay mejor libro que "La Ciencia de las Emociones" de Bhagavan Das, escritor teosófico bien conocido.
[5] Puede obtenerse una gran cantidad de dichos de las Es­crituras de las grandes religiones en el Libro de Texto Universal de Religiones y Morales, Parte ll
[6] Ver la Sección V
[7] La civilización moderna lo ha inundado

No hay comentarios.:

Publicar un comentario