viernes, 21 de septiembre de 2018

CHELAS


Por H. P. BLAVATSKY

(Este artículo se publicó por primera vez en THE THEOSOPHIST, Vol. VI, Octubre 1884. pág. 1. Presenta ideas que son tan importantes hoy, como lo fueron entonces. Su texto se Incluirá en la próxima edición del Volumen VI de la "Colección de Escritos" de H. P. Blavatsky, que contendrá toda su producción literaria de los años de 1884 y 1885, y será publicado por el Fondo para Publicación de los Escritos de Blavatsky, Oficinas de "Theosophia", 615 Sc. Oxford Ave., Los Ángeles 5, California. — B. DE ZIRKOFF).
      
A pesar de los muchos artículos que sobre ese mismo asunto han apare­cido en esta revista, todavía prevalece mucha incomprensión y muchos puntos de vista falsos. ¿Qué son Chelas, y qué poderes tienen ellos? ¿Tienen faltas ellos, y en qué sentido son diferentes de los que no son Chelas? ¿Ha de tomarse co­mo un evangelio de verdad toda palabra que pronuncie un Chela?
Estas preguntas provienen de que mu­chas personas han mantenido por algún tiempo ideas muy absurdas acerca de los Chelas, y luego, al descubrir que tienen que modificar esas ideas, la reacción ha sido muy violenta en varios casos.

La palabra "Chela" significa simple­mente un discípulo; pero se ha cristali­zado en la literatura teosófica, y para muchas mentes tiene tantas definiciones como la palabra "Dios". Algunas perso­nas han llegado al extremo de decir que cuando un hombre es un Chela queda de hecho colocado en un plano en el cual cada palabra que desgraciadamente pro­nuncie es tomada como ex cátedra, y no se le permite ni el pobre privilegio de hablar como una persona corriente. Si se descubre que cualquier declaración la hizo bajo su propia responsabilidad y cuenta, se le culpa de extraviar a sus oyentes.

Esta errónea idea debe corregirse de una vez por todas. Hay Chelas y Chelas, así como hay MAHATMAS y MAHATMAS. De hecho hay MAHATMAS que apenas son los Chelas de otros que están más alto. Pero nadie, por un instante debería confundir a un Chela que está empezando su penosa jornada con uno de aquellos Chelas mayores que es un MAHATMA.
En realidad el Chela es un hombre infortunado que ha entrado en "un ca­mino no manifiesto", y Krishna dice "que ese es el camino más difícil".

En vez de ser el constante portavoz de su Gurú, el Chela se encuentra más solo en el mundo que los que no lo son, y su camino está rodeado de peligros que   desanimarían a muchos aspirantes si loa vieran en sus colores naturales; en vez de aceptar a su Gurú y pasar un examen de ingreso con el fin de convertirse en bachiller del Arte del Ocultismo bajo la constante y amistosa guía de su maestro, el Chela en verdad se introduce a la fuer­za en un recinto custodiado, y desde ese momento tiene que luchar y conquistar... o perecer. En vez de ser él quien acepta, tiene que merecer su aceptación. Ni tam­poco ha dé ofrecerse él mismo. Uno de los Mahatmas ha escrito recientemente: "Nunca trates de hacerte aceptar para el Chelado; espera hasta que descienda sobre ti".

Y una vez aceptado como Chela, no es cierto que él sea meramente el instru­mento de su Gurú. Habla como un hom­bre comente, entonces como antes; y so­lamente cuando el maestro envía por intermedio del Magnetismo del Chela una carta escrita de verdad, es cuando puede decirse que ha venido una comu­nicación por medio de él.

Puede acontecerles, como alguna vez pasa con cualquier autor, que preparen declaraciones bellas o verdaderas, pero no por ello ha de sacarse en conclusión que durante esa declaración el Gurú es­taba hablando por medio del Chela. Si en su mente había el germen de un buen pensamiento, la influencia del Gurú pue­de, como la suave lluvia sobre la semilla, hacer que ese germen crezca y fructifique fuera de la normal; pero esa no es la voz del maestro. En realidad son raros los casos en que los Maestros hablen por medio de un Chela.
Los poderes de los Chelas varían según su. Progreso; y toda persona debería sa­ber que cuando un Chela tiene algunos "poderes", no se le permite usarlos ex­cepto en casos raros y excepcionales, y jamás puede hacer alarde de poseerlos. Por lo tanto los que apenas son princi­piantes no tienen más poderes que el hombre cemente. En realidad la meta colocada ante el Chela no es la adquisi­ción de poder psicológico; su tarea prin­cipal es desprenderse de ese dominante  sentido de personalidad que constituye el  tupido velo que oculta nuestra parte inmortal: el hombre real. Mientras reten­ga ese sentido, permanecerá clavado fijo en la misma puerta del Ocultismo, incapaz de adelantar un solo paso.

El sentimentalismo, pues, no hace parte del equipo de un Chela. Su labor es dura, su camino es pedregoso, la meta está bien lejos. Con simple sentimenta­lismo no avanzará nada. ¿Que está espe­rando a que el maestro le pida que de­muestre su valor precipitándose por un abismo, o escalando con coraje los escar­pados y fríos  Himalayas? Falsa espe­ranza; no es así como ellos le llamarán. Y por tanto, puesto que el Chela no ha de revestirse de sentimentalismo, el pú­blico no deberá echar un falso velo de sentimentalismo sobre todas sus acciones y palabras cuando quieran pensar en él.

   Mostremos, por lo tanto, desde ahora en adelante, un poquito más de discer­nimiento al referirnos a los Chelas

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