Durante estos últimos años, se
ha escrito mucho a cerca de las enseñanzas teosóficas, pero podemos notar que
no hubo una aplicación correspondiente, amplia y universal de las doctrinas.
A
excepción de H. P. Blavatsky, nuestros escritores se han limitado a ideas
estrechas, considerando principalmente el estado del ser humano después de la
muerte y como el karma lo afecta en la vida. Especialmente en el caso de la ley
del karma, se ha puesto mucho énfasis en decidir como modifica nuestro placer o
nuestro dolor y si en Devachan se nos compensará por los fracasos del karma,
mientras otros escritores hablan de la reencarnación como si afectara solamente
a la humanidad y emplean el mismo sistema al tratar o practicar otras teorías y
doctrinas de la Religión Sabiduría. Después de catorce años de actividad, ha
llegado el momento de que los miembros de nuestra sociedad, apliquen
universalmente toda doctrina o precepto admitido, sin limitarlos sólo a su
propio ser egoísta.
Para aclarar lo hasta ahora dicho en este artículo, me
propongo delinear como es posible aplicar universalmente algunas de nuestras
doctrinas. Antes de analizar estas doctrinas, quiero atraer la atención, de los
que creen en las "Upanishad," en la constante insistencia de estos
libros sagrados en la identidad del ser humano con Brahma, Dios o la naturaleza
y la aplicación universal de toda doctrina o ley.
En "Brihadaranyaka
Upanishad" leemos: "Dígame, ¿cual es el Brahman visible, invisible,
el atman presente en el todo? Esto es tu Ser que está en el todo [...] Él que
respira durante la aspiración es tu Ser que está en el todo. Él que respira en
la expiración es tu Ser que está en el todo. Este es tu Ser que está en el
todo. El contenido del sexto "Brahmana" muestra que todos los mundos
están reciprocamente interconectados, mientras en el septimo, el maestro
declara que "él que manipula o mueve" toda cosa es el mismo Ser,
presente en cada ser humano.
Los interrogadores continúan declarando que
"lo que está encima de los cielos, y debajo de la tierra, abraza el cielo
y la tierra, el pasado, el presente y el futuro, está tejido como el urdimbre y
la trama en el éter," y el éter está "tejido como el urdimbre y la
trama en lo Imperecedero." Si todo esto es verdad, toda ley que afecta al
ser humano debe gobernar cada parte del universo en el cual vive. Entonces
descubrimos que estos hombres tenaces del pasado, aplicaban sus doctrinas en
todo campo, usando las leyes de analogía y de correspondencia para resolver los
misterios profundos. ¿Por qué deberíamos permanecer tras de ellos? Si el gran
Ser reside en el ser humano, el cuerpo en todas sus partes tiene que simbolizar
al mundo más amplio alrededor. Por lo tanto, descubrimos que, siendo el sonido
una característica particular del espacio, en el ser humano está representado
por la oreja, mientras el ojo representa el fuego y muestra el alma hacia
adelante, en cuanto solo ésta vence a la muerte y en las "Upanishad"
el fuego es lo que conquista la muerte. Procediando de tal manera, es posible
alcanzar el conocimiento de las leyes de la naturaleza, no sólo de las que son
recónditas, sino que de aquellas más facilmente perceptibles. Si postulamos que
el cuerpo humano y sus órganos son una pequeña copia del universo, nos
preguntaremos: "Por qué cosa está simbolizada la luz astral?" Por el
ojo y especialmente por la retina y la forma en que opera. La luz astral recibe
las imagenes de todo evento y cosa, mientras la retina capta las que pasan en
frente del ser humano.
Descubrimos entonces que las imágenes en la retina
permanecen por un cierto período de tiempo medible, pasando por diversos
cambios antes de desaparecer completamente. Extendiendo el resultado de esta
observación a la luz astral, asumiremos que experimente cambios semejantes
respecto a las imagenes. En consecuencia, toda imagen engendrada durante algún
ciclo en esta gran retina, debe tener un período al cabo del cual desaparecerá.
Esta es la ley como la declaran los depositarios de la Doctrina Secreta. Para
llegar al valor numérico de este período, debemos calcular la siguiente
proporción: como el tiempo de desvanecimiento de la retina humana está a la
longitud de la vida del ser humano sano, así será el tiempo de desvanecimiento
de la luz astral. La incógnita podrá ser descubierta estudiando profundamente
la doctrina de los cuatro yugas o edades y la longitud de una vida de Brahma.
Por lo tanto, o estas doctrinas teosóficas que hemos elaborado con dificultad
durante los años de nuestra historia, son universalmente aplicables, o no lo
son. En este último caso, no valdría la pena dedicarles todo este tiempo y
habría sido mejor si lo hubiésemos empleado en cualquier esfera de la ciencia.
Pero el gran interés que la teosofía suscita en sus estudiantes, consiste en el
hecho que sus doctrinas son universales, resuelven todo enigma y son aplicables
a cada esfera de la naturaleza que conocemos. Además, según los estudiantes más
adelantados, la misma aplicación universal es válida en áreas que trascienden
la comprensión actual de la ciencia o de la mente del ser humano común. Por lo
tanto, si una persona o nosotros mismos, formulamos una supuesta ley de aplicación,
podemos comprobarla inmediatamente, en cuanto, a menos que pueda ser empleada
en todo campo mediante la correspondencia, o sea una fase de cualquier doctrina
previamente aceptada, sabemos que es falsa o ha sido declarada erróneamente.
Por lo tanto, toda nuestra enseñanza puede ser verificada a cada paso. Para
mantenernos en el camino correcto no es necesario comunicarnos constantemente
con los adeptos, sino que es suficiente ver si nuestra posición concuerda con
los principios ya formulados y comprendidos. Teniendo esto presente, podemos
examinar confiadamente las grandes ideas en las cuales muchos de nosotros
creemos, intentando descubrir como podemos aplicarlas universalmente. En
realidad, si en vez de considerar egoístamente como estas leyes nos afectan,
nos preguntaramos como se pueden aplicar en cada esfera, recibiríamos un
vehículo para ampliar nuestro horizonte y eliminar nuestro egoísmo. Al aplicar
las doctrinas en todos nuestros actos y en toda parte del ser humano, podemos
percatarnos de la verdadera tarea que nos espera.
Consideremos el karma. Su
campo de acción no debemos limitarlo simplemente al ser humano, este incluye al
cosmos y al globo donde él vive. Por carecimiento de un termíno inglés
apropiado, el período de un gran día de la evolución se llama Manwantara o el
reino de un Manu y estos se suceden eternamente uno tras otro. En otras
palabras, cada uno de nosotros es una unidad o una célula, en el gran cuerpo o
ser de Manu y así como nos vemos engendrar karma, reencarnamos para agotarlo,
así el gran ser Manu, muere al final de un Manwantara y después de un período
de descanso, se reencarna nuevamente, como resultado de nuestra acción total.
Con el adjetivo "nuesta" quiero decir todo ser de cada plano o
planeta incluido en aquel Manwantara. Por lo tanto, este Manwantara es el
resultado del anterior y el próximo después de esto, dentro de unos millones de
años, será el resultado del Manwantara actual, incluyendo todo lo que lo
precedió. ¿Cuanto tiempo habeís dedicado a pensar en el efecto del karma sobre
los animales, las plantas, los minerales y los seres elementales? ¿Habeis sido
así egoístas que habeís supuesto que no los afectaís? ¿Es verdad que el ser
humano no es responsable por el gran número de animales feroces y peligrosos, como
las serpientes mortales, los escorpiones, los leones y los tigres que rugen con
fiereza convirtiendo amplias areas terrestres en salvajes y aterrorizando a la
gente de India y de otros lugares?
Esto no puede ser verdadero, pero como el
apóstol de los cristianos dijo, es verdad que toda creación depende del ser
humano y gime si este retrasa la iluminación de todos. ¿Qué pasa cuando matamos
intencionalmente un simple insecto? Destrozamos su vida y aunque lo olvidamos,
abreviamos su existencia por corta que esta sea. Imaginemos ahora que esto
acontezca en millones de sitios, cada una de estas pequeñas criaturas tenía
vida y energía y un cierto grado de inteligencia. El resultado total de los
efectos de las muertes de estos pequeños seres tiene que ser apreciable. En el
caso contrario nuestras doctrinas son erróneas y no hay nada malo en matar un
ser humano. Examinemos un estado un poco más elevado, el reino de los pajaros y
de los cuadrúpedos. En Inglaterra, durante la estación de la caza, se matan
muchos pajaros por deporte y en otros lugares esto sucede de igual manera con
animales inofensivos e inteligentes como los ciervos. Estos tienen una
inteligencia superior a los insectos y una gama de sentimientos más amplio.
Bajo la ley kármica estas muertes ¿no causan ningún efecto? ¿Que diferencia
existe entre matar licensiosamente un ciervo o un idiota? Según mi punto de
vista la diferencia es muy poca. ¿Entonces por qué aún ciertas mujeres con un
aspecto delicado se deleitan en el escuchar los cuentos de caceria? Es el karma
de ellas, por ser las descendientes de largas generaciones de europeos que,
hace unos siglos, con la ayuda de la iglesia, decidieron que los animales no
tenían alma, por lo tanto podían ser matados.
El mismo karma permite que, al
venir a la India el nieto de la reina de Inglaterra, que se define una
defensora de la fe de Jesús, se preparen muchas cosas de modo que él se deleite
por algunas semanas cazando tigres, cerdos y cuanto pajaro se cruce en su
camino. Por eso el karma de nuestra descendencia nacional nos oprime tanto que
no podemos discernir cuales pensamientos son los presentimientos falsos de los
pensamientos de nuestros antepasados y cuales son los que realmente emanan de
nuestras mentes. Examinemos ahora la Reencarnación, el Devachan y el Karma. Los
teosofos por lo general, suelen considerar estos temas sólo desde el punto de
vista del ser humano completo, o sea el ego. ¿Qué podemos decir de sus
aplicaciones diarias y en cada hora? Si creemos en la doctrina de la Vida
Única, entonces las mismas leyes deben gobernar toda célula en este cuerpo
físico. Cada célula tiene que ser una vida, experimenta su karma, devachan y
reencarnación. Cada una de estas células, al reencarnarse entre las demás de
nuestro cuerpo, tiene que estar afectada por el carácter de las que encuentra y
nosotros somos los creadores de ese carácter. Todo pensamiento, cuando culmine
su período muere, pero renace muy pronto y retornando de su devachan, se
encontrará rodeado de compañeros positivos o negativos.
Por lo tanto, cada hora
de nuestra existencia está llena de peligros o de situaciones benéficas. ¿Como
es posible que unas pocas horas semanales dedicadas al pensamiento y a la
acción teosófica, puedan neutralizar, aún en las celulas materiales, el efecto
de una semana entera pasada en la indiferencia, en la frivolidad y en el
egoísmo? Esta mole de pensamientos negativos y miserables, engendrará una marea
irresistible capaz de llevarse a la primera oportunidad todos vuestros
propósitos positivos. Esto explica porque los estudiantes devotos muy a menudo
fracasan. Han esperado una hora o un día particular para verificar su fuerza y
al llegar el momento, se sentían debiles. Si decidieron conquistar la ira, en
vez de intentar ganarle cuando se les presentó la oportunidad, la dejan escapar
para evitar la confrontación, o no encaran las pequeñas pruebas que emergen en
cada hora, las cuales, cuando son tratadas con éxito, proporcionan una gran
reserva de fuerza, la cual les servirá para que nada les venciera en los
momentos dificiles. Consideremos ahora la teoría de la evolución del macrocosmo
en su aplicción respecto al microcosmo, el ser humano. Según la filosofía
hermética, el ser humano es la copia del gran universo en cuanto es un pequeño
universo en sí mismo, gobernado por las mismas leyes que rigen al universo, por
lo tanto, las menudas proporciones del ser humano muestran la operación de
todas estas grandes leyes en escala reducida solo en tiempo y alcance.
Esta es
la regla a la cual H.P.B. se adhiere y está en todos los misterios e
iniciaciones de la antigüedad. Leemos que nuestro universo es un conjunto de
átomos o moléculas llamadas "vidas", por lo tanto el espíritu,
viviendo con y por medio de cada una de estas, se esfuerza en alcanzar la
conciencia y tal lucha está gobernada por una ley que lo impulsa a seguir hacia
adelante durante los diferentes períodos. En cada momento de esa batalla,
algunos de estos átomos o conjuntos de moléculas sobreviven para emprender
nuevamente la lucha en el período siguiente. Por lo tanto, el estado del
universo en cualquier período de manifestación o el estado de todo universo
recién manifestado, debe ser el resultado de lo que aconteció en un período
anterior. Al considerar al ser humano, notamos que es un conjunto de moléculas
o vidas o células, que compiten reciprocamente y están afectadas positiva o
negativamente por la presencia o la ausencia de las aspiraciones en el
individuo, que es la guía o el dios, por decirlo así, de su pequeño universo.
Desde el momento que nace, las moléculas, las células o vidas, destinadas a
constituir sus formas fisicas y astrales, se encuentran bajo su dirección, y
durante el período de su existencia, pasan por un pequeño manvantara,
analogicamente a las vidas del universo. Al momento de su muerte, el ser humano
habrá afectado estas vidas con la fuerza y el color de sus pensamientos,
aspiraciones y estarán preparadas para componer la habitación de otros egos.
Aquí está expresada una profunda responsabilidad, que se nos presenta en un
aspecto dual. El primero concierne a los efectos producidos e impresos en lo
que llamamos materia en las moléculas, y cuando otros egos las usen, estas
"vidas" los afectaran positiva o negativamente. El segundo consiste
en el efecto sobre las moléculas, en cuanto en el todo existen vidas o
entidades, cuyo empleo positivo o negativo por parte del ser humano, que es el
custodio de ellas, las ayudará o las retrazará en su evolución. Sin detenernos
a discutir lo que es la materia, será suficiente decir que es co-eterna a lo
que llamamos "espíritu." En "El Bhagavad Gita" leemos:
"Él que es espíritu es materia también." Por decirlo en otras
palabras, el espíritu es el polo opuesto de la materia del absoluto.
Naturalmente, la materia tomada en consideración, no es la que nos rodea, en cuanto
ésta última es solo su aspecto fenoménico. Aún la ciencia concuerda con este
concepto. Durante un manvantara, o período de manifestación, los egos que se
encarnan deben reutilizar en cada mundo en el cual aparecen, la materia que
tienen a su alcance. Por lo tanto, ahora estamos usando en nuestras
encarnaciones materia que empleamos juntos a otros egos muchas veces, estando
así afectados por las diversas tendencias impresas en ésta. Al mismo tiempo,
estamos dejando tras de nosotros lo que ayudará u obstaculizará las
generaciones futuras.
Todo esto es muy importante, no obstante que la
reencarnación sea una doctrina verdadera o no, en cuanto si toda nueva nación
es simplemente un conjunto de nuevos egos o almas, la materia del medio
ambiente de las naciones y de las razas extinguidas, afectaría enormemente a
las nuevas generaciones. Mientras para nosotros que creemos en la
reencarnación, este concepto contiene una fuerza superior, en cuanto nos
muestra una razón muy evidente del porque deberíamos creer y practicar la
hermandad universal. La otra esfera de la responsabilidad es igualmente seria.
La doctrina que elimina la muerte del universo, declarando que innumerables
vidas componen el todo, intercambiandose continuamente, sostiene necesariamente
la teoria según la cual, el ser humano contiene en sí mismo todas estas vidas
las que proceden por el camino ascendente de la evolución. Según la Doctrina
Secreta, estamos constituidos por muchos reinos de entidades que dependen de
nosotros por decirlo así, para alcanzar la salvación. Por lo tanto, esta
responsabilidad tiene que ser enorme en cuanto no sólo seremos juzgados por
como actuamos entre nosotros, sino por nuestro comportamiento hacia estos seres
invisibles que dependen de nosotros para alcanzar la luz.
William Judge
Aparecido en The Path, Octubre 1889.
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