miércoles, 12 de septiembre de 2018

EL CIELO-TIERRA





La porción de cielo del mundo mental está llena de seres desencarnados que elaboran en poderes men­tales y morales las buenas experiencias pasadas en sus vidas terrestres. Aquí puede verse al devoto religioso en un rapto de adoración contemplativa de la Divina Forma que amaba en la tierra, porque Dios se le reve­la en cualquier forma querida para el corazón humano. 
El músico llena el aire con sonidos melodiosos, culti­vando su capacidad hacia poderes mayores. Aquellos que aman están en contacto cercano con sus amados, y el amor gana más fortaleza y profundidad. El artista de las formas y los colores elabora espléndidas concep­ciones en materia plástica, que responde a sus pensa­mientos. El filántropo delinea grandes esquemas para ayudar a la humanidad. Los arquitectos, los planos a traer cuando retornen a la tierra. 

Cada una de las elevadas actividades desarrolladas en la tierra, cada pensamiento y aspiración nobles, florece aquí, flores que contienen en sí mismas las semillas que crecerán luego en la tierra. Sabiendo todo esto, las personas de esta tierra preparan las semillas de las experiencias que luego flore­cerán en el cielo. 
El cultivo de cada una de las faculta­des literarias y artísticas, de un paciente y permanente amor, de un servicio inegoista al ser humano, de una devoción a Dios, tornan rico y fructífero al cielo. Los que siembran escasez, cosechan escasez. Mientras que todas las copas de felicidad han de ser llenadas hasta rebalsar, hacemos a nuestras copas pequeñas o grandes. La extensión de nuestro cielo dependerá del material que llevemos al morir; este material son los pensamien­tos y las emociones puras. Puede ser desde quinientos años a dos mil, o de unas pocas centurias. En los muy poco desarrollados, menos todavía. Cuando todas las experiencias ya han sido elabo­radas en facultades, el hombre desecha su cuerpo men­tal y es, entonces, verdaderamente él mismo, mante­niendo el causal y los dos cuerpos superiores. Si es altamente desarrollado, puede vivir sin lími­tes en los altos niveles del mundo mental. 

Generalmen­te, su estada allí es breve, solo suficiente como para que vea todo su pasado, y para echar una ojeada a su futura vida, y rápidamente comienza a ponerse hacia abajo otra vez, guiado por la necesidad de nuevas expe­riencias. El germen de las facultades mentales desarro­lladas se implanta en la materia mental, para formar un nuevo cuerpo mental. Los correspondientes a las facultades emotivas y morales desarrolladas en la ma­teria astral, forman un nuevo cuerpo astral, y estas son las facultades innatas", o el "carácter" que el niño trae consigo al mundo.
LAS ESFERAS SUPERIORES

Las dos esferas superiores, la Intuicional, en la cual la naturaleza de Cristo se desarrolla en el Hombre, y la Espiritual, no pueden describirse plenamen­te aquí. La Intuición, o la visión clara en la naturaleza de las cosas, que ve al Ser Uno en todas las cosas y des­truye el sentido de separatividad, es la facultad de la naturaleza Sabiduría, la suprema visión espiritual, para la cual "La Naturaleza no tiene velos en todo su rei­nado". 
La esfera espiritual, en la cual se realiza la uni­dad de la voluntad humana con la divina, es la última y más alta en el presente sistema manifestado. Las esferas monádicas y divinas son inmanifestadas todavía. 
La rueda de la evolución humana normal gira en tres mundos: el físico, el intermedio y el cielo. 

En el primero, juntamos experiencias; en el segundo sufrimos y gozamos según nuestra vida en el primero; en el tercero, disfrutamos de una felicidad sin tacha y se trasmutan las experiencias en facultades, tornando las experiencias en poder. De esta manera retornamos, edad tras edad. Cada etapa de esta evolución a través de los eones puede estudiarse por el desarrollo de la conciencia y el mejoramiento de los cuerpos pertenecientes a los diferentes mundos. No deben tomarse como verdades las afirmaciones realizadas en esta sección, excepto sobre la mónada, pues el estudio que garantiza una verificación es tan arduo como el de las altas matemáticas o el de la astronomía. Un desarrollo ligeramente superior de la voluntad normal, sin embargo capacita el examen de los hechos en los cuerpos etéricos y mental, y tal experiencia puede dar ánimos al estudiante para proseguir con la tarea más allá.

ANNIE BESANT

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