LA ENERGÍA PRIMARIA O ENERGÍA DE VIDA
La Divinidad emana de Sí misma diversas modalidades de energía. Quizás haya centenares de ellas completamente para nosotros desconocidas, pero se han observado algunas que apropiadamente se manifiestan en cada uno de los niveles alcanzados por el observador, aunque de momento sólo las consideraremos tal como se manifiestan en el mundo físico. Una de ellas es la electricidad, otra el fuego serpentino, otra la vitalidad y aún otra la energía de vida, totalmente distinta de la vitalidad según al punto veremos.
Pacientes, largos y continuados esfuerzos necesita hacer quien se proponga descubrir el origen de estas energías y su mutua relación. Cuando coleccioné en mi obra: The Bidden Side of Things las respuestas a las preguntas formuladas durante años anteriores en las conferencias de Adyar, ya conocía la manifestación en el plano físico de la energía de vida, del fuego serpentino y de la vitalidad, pero aún ignoraba su relación con las tres oleadas o efusiones de vida, por lo que las describí como si fuesen enteramente distintas y estuviesen separadas de dichas efusiones. Ulteriores investigaciones me capacitaron para subsanar esta deficiencia y me complazco en tener ahora ocasión de corregir la inexactitud en que entonces incurrí.
Por los chakras fluyen tres principales energías que podemos considerar como representativas de los tres aspectos del Logos. La energía que penetra por la acampanada boca del chakra y que con relación a sí misma establece una energía secundaria, es una de las manifestaciones de la segunda oleada de vida, dimanante del segundo aspecto del Logos, o sea la corriente de vida que este segundo aspecto del Logos efunde en la materia ya vitalizada por la primera efusión procedente del tercer aspecto del Logos.
Esto es lo que simbolizan las enseñanzas cristianas al decir que Cristo encarnó (esto es, que tomó forma) del Espíritu Santo y de la Virgen María.
La segunda oleada se subdividió en un número casi infinito de grados y aun se diferenció de sí misma, o por lo menos así nos lo parece, acaso por la maya o ilusión con que la vemos actuar. Se difunde por medio de innumerables millones de canales y se manifiesta en todos los planos y subplanos de nuestro sistema, aunque esencialmente es siempre la misma energía sin que se la deba confundir con la primera oleada que elaboró los elementos químicos con los cuales formó la segunda oleada sus vehículos en cada plano. Parece como si sus manifestaciones fuesen más graves o densas porque emplea materia también más grave o densa. En el plano búdico se manifiesta como el principio del Cristo que poco a poco, imperceptiblemente, se va desenvolviendo en el interior del alma humana.
Vemos que vivifica las diversas capas de materia de los cuerpos astral y mental, de modo que en la parte superior del astral se manifiesta en forma de nobles emociones
y en la parte inferior como un mero impulso de vida que anima la materia del cuerpo astral.
En Su ínfima manifestación vemos que se envuelve en un velo de materia etérea y desde el cuerpo astral se transfiere por conducto de los chakras al cuerpo físico en donde encuentra otra energía, la llamada fuego serpentino o kundalini, que misteriosamente surge del cuerpo humano.
EL FUEGO SERPENTINO
Esta energía es la manifestación en el plano físico de la primera oleada de vida dimanante del tercer aspecto del Logos. Existe en todos los planos que más o menos conocemos; pero nos ceñiremos a considerarla manifestada en la materia etérea. No se transmuta en la primaria energía ya mencionada ni en la vitalidad dimanante del sol, y parece que en modo alguno la afecta ninguna otra modalidad de energía física. Yo he visto cargar el cuerpo de un hombre con una corriente eléctrica de 1.250.000 voltios, de
suerte que al dirigir los brazos hacia la pared brotaban enormes llamaradas de sus dedos; y sin embargo, no experimentaba ninguna sensación extraña ni era posible que quedara carbonizado en semejantes circunstancias mientras no tocase ningún objeto extraño; pero ni siquiera tan enorme potencial eléctrico afectaba en lo más mínimo al fuego serpentino.
Desde hace muchos años sabemos que en las entrañas de la tierra hay lo que pudiéramos llamar el laboratorio del tercer aspecto del Logos. Al investigar las condiciones del centro de la tierra encontramos allí un voluminoso globo de tan formidable energía que no pudimos acercarnos. Tan sólo nos fue posible tocar las capas externas, e inferimos que evidentemente están en simpática relación con las capas de kundalini en el cuerpo humano.
Hace muchísimos siglos que penetró en el centro de la tierra la energía del tercer aspecto del Logos, pero todavía sigue allí elaborando gradualmente nuevos elementos químicos con creciente complejidad de formas y más y más intensa vida o actividad interna.
Los estudiantes de química conocen la Tabla Periódica compuesta por el químico ruso Mendelejeff en el último tercio del siglo pasado (6) , en la que los elementos químicos conocidos están dispuestos en orden de sus pesos atómicos, empezando por el más ligero, el hidrógeno, cuyo peso atómico es I y terminando por el urano cuyo peso atómico es 238'5 y resulta el más pesado de los elementos conocidos.
Nuestras personales investigaciones químicas nos revelaron que los pesos atómicos son casi exactamente proporcionales al número de átomos ultérrimos de cada elemento, según consta en la obra: Química oculta, donde también aparecen la forma y composición de cada elemento.
En la mayor parte de los casos en que examinamos los elementos con vista etérea, sus formas denotaban, como también denota la Tabla Periódica, que se habían ido desenvolviendo en orden cíclico, y no en línea recta, sino en ascendente espiral.
Se nos ha dicho que el hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, que constituyen aproximadamente la mitad de la corteza terrestre y casi toda la atmósfera, pertenecen también a otro sistema solar mayor que el nuestro; pero sabemos que los demás elementos químicos han sido elaborados por el Logos de nuestro sistema, quien está prolongando la espiral más allá de urano en inimaginables condiciones de presión y temperatura. Gradualmente, según va formando el Logos nuevos elementos químicos los impele hacia la superficie de la tierra.
La energía del kundalini o fuego serpentino de nuestro cuerpo procede del laboratorio del Espíritu Santo en las entrañas de la tierra y es parte del formidable globo ígneo geocéntrico.
Esta energía contrasta percucientemente con la vitalidad dimanante del sol que muy luego vamos a explicar y pertenece al aire, a la luz ya los vastos espacios libres, mientras que el fuego serpentino es mucho más material, como el del hierro enrojecido o del candente metal.
Esta tremenda energía tiene el aspecto aún más terrible de producir la impresión de descender más y más hondamente en la materia con lenta pero irresistible progresión e implacable seguridad.
El fuego serpentino no es la porción de energía del tercer aspecto del Logos con la cual está elaborando elementos cada vez más densos. La índole del fuego serpentino es más bien una ulterior modalidad de dicha energía, residente en el núcleo vital de los cuerpos radiactivos como el radio. Forma parte de la acción de la primera oleada de vida después de llegar a su ínfimo punto de involución, donde comienza a ascender a las alturas de que descendió.
Ya sabemos que la segunda oleada de vida, procedente del segundo aspecto del Logos, desciende a la materia a través de los tres reinos elementales hasta llegar al mineral, de donde asciende por los reinos vegetal y animal hasta el reino humano donde confluye con la tercera oleada de vida dimanante del primer aspecto del Logos. Así lo representa la fig. 3 en que la segunda oleada desciende por la izquierda, alcanza su ínfimo punto en el fondo del diagrama y asciende por la derecha hasta confluir en el plano mental con la tercera oleada de vida que dimanante del primer aspecto del Logos desciende a su encuentro por la derecha.
En cuanto a la primera oleada de vida procedente del tercer aspecto del Logos y representada por la línea vertical en el diagrama, hemos de imaginar que llegada a su ínfimo punto en el reino mineral asciende por el mismo camino por donde descendió. Pues bien, kundalini o el fuego serpentino es esta primera oleada de vida en su camino de ascenso, y actúa en los cuerpos de los seres evolucionantes, en íntimo contacto con la primaria energía ya mencionada, de suerte que ambas conducen mancomunadamente al animal al punto en donde ha de recibir la efusión del primer aspecto del Logos y convertirse en ego, en hombre, en cuyos vehículos prosigue actuando.
Así absorbemos la potente energía de Dios tanto por abajo, de la tierra, como por arriba, del cielo. Somos hijos de la tierra y también del sol. La energía que de la tierra sube y la que del sol baja confluyen en nosotros y cooperan mancomunadamente a nuestra evolución. No podemos poseer una energía sin la otra y mucho riesgo hay en el excesivo predominio de una de ambas.
De aquí el peligro de avivar las capas interiores del fuego serpentino antes de purificar y refinar la conducta.
Muchas cosas oímos decir acerca de este misterioso fuego y del peligro de avivarlo prematuramente, e indudablemente es verdad gran parte de lo que decir oímos.
Ciertamente hay gravísimo peligro en despertar los aspectos superiores de esta formidable energía antes de que el hombre sea capaz de dominarla y haya adquirido la pureza de conducta y pensamiento que le permita soltar impunemente tan tremenda potencia.
El fuego serpentino desempeña en la vida cotidiana una parte mucho más importante de la que hasta ahora habíamos supuesto, pues hay de dicha energía una suave manifestación, ya despierta en todo hombre, que no sólo es inofensiva sino beneficiosa y que actúa día y noche llevando a cabo su obra, aunque estemos inconscientes de su presencia y actividad.
Por supuesto, que ya se había observado esta energía al fluir por los nervios, llamándola flúido nervioso, pero sin saber lo que en realidad es. Al estudiarla y descubrir su fuente se ha averiguado que penetra en el cuerpo humano por el chakra fundamental.
Como las demás modalidades de energía es kundalini invisible; pero en el cuerpo humano se alberga en un curioso nido de huecas esferas concéntricas de materia astral y etérea, una dentro de otra como las bolas de un rompecabezas chino. Siete parecen ser dichas concéntricas esferas, dentro del chakra fundamental y alrededor de la última celda o hueco del espinazo, cerca del coxis; pero sólo en la esfera externa está activa la energía en el hombre ordinario. En las demás «dormita» como dicen algunos libros orientales, y tan sólo cuando el hombre intenta actualizar la energía latente en las capas internas, se muestran los peligrosos fenómenos del fuego serpentino.
El inofensivo fuego de la externa epidermis de la esfera fluye columna vertebral arriba, simultáneamente por las tres líneas de sushumna, ida y pingala, según hasta ahora demuestran las investigaciones.
LOS TRES CONDUCTOS ESPINALES
De estas corrientes que fluyen por el interior y en torno de la columna vertebral de todo ser humano dice Blavatsky en La Doctrina Secreta:
“La escuela transhimaláyica sitúa el sushumna, el principal de los tres nadis, en el conducto medular de la columna vertebral, y el ida y el pingala son sencillamente los sostenidos y bemoles del Fa de la naturaleza humana, que cuando debidamente se pulsan, despiertan a los centinelas de ambos lados, el manas espiritual y el físico kama, y subyuga la naturaleza inferior por medio de la superior.
El puro akasha pasa por el sushumna arriba y sus dos aspectos fluyen por ida y pingala. Estos son los tres aires vitales simbolizados en el cordón brahmánico, y están regidos por la voluntad.
El deseo y la voluntad son el aspecto inferior y superior de una misma potencia. De aquí la importancia de la pureza de los conductos o canales. De sushumna, ida y pingala se origina una circulación que del conducto central se distribuye por todo el cuerpo.
Ida y pingala funcionan a lo largo de la curvada pared del cordón en que está sushumna. Son semimateriales, uno positivo y otro negativo, sol y luna, y ponen en acción la libre y espiritual corriente de sushumna. Tienen distintos y peculiares conductos, pues de lo contrario radiarían por todo el cuerpo”.
En La Vida oculta en la Masonería digo respecto al uso masónico de estas energías:
“Del plan de la Masonería forma parte el estímulo de la actividad de las fuerzas etéreas en el cuerpo humano, a fin de apresurar la evolución. Este estímulo se aplica en el momento en que el V. M. crea, recibe y constituye al candidato.
En el primer grado afecta al ida o aspecto femenino de la energía, con lo que facilita al candidato el dominio de las pasiones y emociones.
En el segundo grado afecta al pingala o aspecto masculino y lo robustece a fin de facilitar el dominio de la mente.
En el tercer grado se despierta la energía central, el sushumna, y abre camino a la influencia superior del espíritu.
Al pasar por este canal del sushumna, deja el yogui a voluntad su cuerpo físico, de modo que puede conservar su plena conciencia en los planos superiores y recordar sus experiencias al restituirse al plano físico. Las figuras indican toscamente el modo en que las fuerzas etéreas fluyen a través del cuerpo humano. El ida sale de la base de la espina dorsal, a la izquierda del sushumna, y el pingala de la derecha (7).
En la mujer están invertidas estas posiciones. Las líneas terminan en la médula oblongada.
En la India llaman brahmadanda o bastón de Brahma a la espina dorsal, y el dibujo representado en la figura 4 d, demuestra que también es el original del caduceo de Mercurio con las dos serpientes que simbolizan el kundalini o serpiente ígnea que se mueve a lo largo del canal medular, mientras que las alas representan el poder, por el fuego conferido, de elevarse a los planos superiores.
La figura 4 a, representa el ida estimulado después de la iniciación en el primer grado, y la línea es carmesí.
Al pasar al grado segundo, se añade la línea amarilla del pingala, según representa la fig. 4 b; y cuando la exaltación al tercer grado, se completa la serie con la línea de azul intenso del sushumna representada en la figura 4 c (8).
El kundalini que fluye por estos tres canales se especializa de dos maneras durante su flujo ascendente.
Hay en kundalini una extraña mezcla de cualidades positivas y negativas que casi podrían llamarse masculinas y femeninas. En conjunto prepondera grandemente el aspecto femenino, y esta es la razón de que los tratados indos apliquen el pronombre ella a esta energía; y acaso por lo mismo se llama en La Voz del Silencio hogar de la Madre del Mundo a cierta «cámara del corazón» en donde algunas modalidades de yoga concentran el kundalini. Pero cuando el fuego serpentino surge de su foco y entrando por el chakra fundamental fluye hacia arriba por los tres canales mencionados, se observa que la energía ascendente por pingala es casi toda ella masculina, mientras que la que por ida sube es casi enteramente femenina.
La corriente más caudalosa que pasa por sushumna arriba parece que conserva sus originarias proporciones.
La segunda diferenciación del kundalini o fuego serpentino durante su ascenso por la columna vertebral consiste en que se impregna intensamente de la personalidad del hombre.
Entra como una energía general y al llegar a la cima se ha transmutado en el particular fluido nervioso del hombre con el sello de las especiales cualidades e idiosincrasia de cada individuo, manifestadas en las vibraciones de los ganglios espinales que pueden considerarse como las raíces de los tallos de los chakras superficiales.
MARIDAJE DE LAS ENERGÍAS
Aunque la acampanada boca del chakra está en la superficie del cuerpo etéreo, el tallo de esta especie de flor surge de un centro o ganglio de la columna vertebral. A estos centros, y no a la corola o boca acampanada se refieren los libros indos al hablar de los chakras.
En todos los casos, un tallo etéreo, generalmente encorvado hacia abajo, conecta la raíz situada en el centro espinal con el chakra externo. Como quiera que los tallos de todos los chakras brotan de la columna vertebral, se comprende que el fuego serpentino fluya por dichos tallos hasta llegar a la campánula del chakra en donde encuentra la energía divina que por la boca de la campánula influye, y la presión resultante del encuentro determina la radiación horizontal de ambas energías mezcladas por los radios del chakra.
Las superficies de las corrientes de la energía primaria y de kundalini se rozan en su encuentro y giran en opuestas direcciones a manera de los dos discos de la máquina eléctrica de Wimshurst (aunque éstos nunca se tocan) resultando de ello muy notable presión.
Este fenómeno se ha simbolizado en la expresión del «maridaje» de la energía primaria, esencialmente masculina, con el kundalini, que se considera siempre como distintivamente femenino, y la combinada energía resultante es el llamado magnetismo personal del hombre, que vivifica los ganglios o plexos inmediatos a varios chakras y fluye por los nervios y mantiene la temperatura del cuerpo.
Además dicha combinada energía entraña la vitalidad absorbida y vitalizada por el chakra esplénico.
Al combinarse ambas energías como queda dicho, se entrelazan algunas de sus respectivas moléculas. La energía primaria parece capaz de ocupar diferentes clases de formas etéreas, y la que generalmente adopta es un octaedro constituido por cuatro átomos dispuestos en cuadrado y un átomo central en constante vibración hacia arriba y hacia abajo en medio del cuadrado y en ángulo recto con éste.
El fuego serpentino se aloja usualmente en un disco plano de siete átomos, mientras que el glóbulo de vitalidad, también compuesto de siete átomos, se acomoda en disposición análoga a la de la energía primaria, pero forma un hexágono en vez de un cuadrado.
La fig. 5 da idea de estas disposiciones. A y B son las formas adoptadas por la energía primaria; C es la del glóbulo de vitalidad; y D la de kundalini. E muestra el efecto de la combinación de A y D; y F el de la de B y D. En las formas A, B y C el átomo central está constantemente vibrando en ángulo recto respecto a la superficie del papel, salta desde ella hasta una altura mayor que el diámetro del disco, y después se hunde debajo del papel a igual distancia, repitiendo varias veces por segundo este movimiento de lanzadera (9).
En D el movimiento es tan sólo una constante procesión alrededor del círculo, aunque hay enorme cantidad de energía latente que se manifestará tan pronto como se efectúen las combinaciones, según hemos procurado representar en E y F.
Los dos átomos positivos A y B prosiguen después de la combinación en su anterior violenta actividad, y su vigor se intensifica grandemente, mientras que los átomos en D, aunque todavía se mueven en sentido circular, aceleran tan enormemente su velocidad que cesan de ser visibles como átomos separados ya causa de un fenómeno de ilusión óptica aparecen como un refulgente anillo luminoso.
Las primeras cuatro moléculas antes descritas pertenecen al tipo de materia que en Química oculta denomina la doctora Besant hipermetaprotoelemental. Pero E y F son compuestos y deben considerarse actuantes en el inmediato subplano al que la doctora Besani llama superetéreo, por lo que serían de metaprotomateria. El tipo B es mucho más común que el A y se infiere naturalmente de ello que en el fluido nervioso, resultado final de la combinación o maridaje de ambas energías, se hallan más moléculas del tipo F que del E.
Por lo tanto, el fluido nervioso es una corriente de varios elementos, que contiene moléculas de cada uno de los tipos representados en la fig. 4, es decir, simples y compuestas, casadas y solteras, y parejas conyugales que todas fluyen conjuntamente.
El movimiento pasmosamente enérgico de lanzadera hacia arriba y hacia abajo del átomo central en las combinaciones E y F les da una desusada configuración dentro de su campo magnético, según muestra la fig. 6.
La parte superior de esta figura me parece muy semejante al linga que suele adornar el frontis de los templos de Shiva en la India.
Se me ha dicho que el linga es un emblema del poder creador y que los induístas devotos lo consideran como si se extendiera hacia abajo del suelo tanto como hacia arriba se extiende. He cavilado sobre si los indos conocían esta molécula especialmente activa y su inmensa importancia en el sostén de la vida animal y humana, así como sobre si esculpían el símbolo en piedra cual expresión de su oculto conocimiento.
EL SISTEMA SIMPÁTICO
La anatomía describe dos sistemas nerviosos en el cuerpo humano: el cerebro espinal y el simpático.
El cerebro espinal comienza en el cerebro, prosigue por la médula espinal y se distribuye por todo el cuerpo mediante ganglios de que arrancan los nervios entre dos vértebras contiguas. El sistema simpático consiste en dos cordones tendidos por casi toda la longitud de la columna vertebral, a uno y otro lado de ella y algo hacia adelante de su eje.
De los ganglios de estos dos cordones, no tan mna vertebral, arrancan los nervios simpáticos que forman los plexos, de los cuales a su vez, como de estaciones de relevo, derivan otros nervios que forman ganglios menores con las arborizaciones terminales.
numerosos como los de la colu
in embargo, ambos sistemas están relacionados por diversos medios y tan gran número
demás, tenemos un tercer sistema, llamado vagal, formado por dos nervios que
a médula espinal, el cordón simpático izquierdo y el nervio vago izquierdo están
S
de nervios conectores, que no es posible considerarlos como dos organismos neuróticos independientes.
A
arrancan de la médula oblongada y descienden distintamente muy adentro del cuerpo, entremezclándose constantemente con los nervios y plexos de los otros dos sistemas.
L
representados en la lámina VI, que muestra las conexiones nerviosas entre los ganglios espinales y simpáticos, y los conductos por donde los últimos ramifican los nervios que forman los principales plexos del sistema simpático. Se observará que los plexos tienden a inclinarse hacia los ganglios de que se originan; y así, por ejemplo, el plexo solar depende mayormente del gran nervio esplénico, que en la lámina aparece derivado del quinto ganglio simpático torácico, conectado a su vez con el cuarto ganglio torácico
espinal, que está casi al nivel horizontal del corazón; pero el nervio desciende a unirse con los nervios esplénicos menor y mínimo, que arrancan del ganglio torácico inferior, el cual atraviesa el diafragma y se enlaza con el plexo solar. Hay también otros enlaces entre este plexo y los cordones, mostrados de algún modo en la lámina, pero demasiado complicados para descritos. Los principales nervios que van al plexo cardíaco se inclinan hacia abajo de manera análoga. En el caso del plexo laríngeo no hay más que una leve inclinación, y el plexo carótido asciende desde el nervio carótido interno, proveniente del ganglio simpático cervical superior.
LOS GANGLIOS ESPINALES
Análoga inclinación se observa en los tallos etéreos que conectan la corola del chakra,
os plexos hipogástricos o pélvicos están indudablemente relacionados con el chakra
l chakra coronal no está relacionado con ningún plexo simpático del cuerpo físico,
A
situada en la superficie del doble etéreo, con sus correspondientes ganglios espinales, situados aproximadamente en las posiciones señaladas de rojo en la lámina VI y explicadas en la Tabla 2.
Los radios de los chakras proporcionan a los plexos simpáticos la energía suficiente para desempeñar su función subsidiaria; y en el actual estado de nuestros conocimientos me parece temeridad identificar los chakras con los plexos como sin suficiente fundamento han hecho algunos autores.
L
swadhisthana situado cerca de los órganos de la generación y que mencionan los libros indos, pero que no consta ni se usa en nuestro plan de desenvolvimiento. Los plexos agrupados en la región pélvica están mayormente subordinados al plexo solar en todo lo relativo a la actividad consciente, pues tanto aquellos dos como el plexo esplénico están muy íntimamente relacionados con el solar por numerosos nervios.
E
pero sí lo está con la glándula pineal y el cuerpo pituitario, según veremos en el capítulo IV. También influye en el desenvolvimiento del sistema cerebro-espinal.
Sobre el origen y relaciones entre los sistemas cerebro-espinal y simpático dice la doctora Annie Besant en su obra Estudio sobre la conciencia:
“Veamos cómo se inicia y desenvuelve la formación del sistema nervioso por los vibratorios impulsos dimanantes del plano astral. Vemos que hay un diminuto grupo de células nerviosas enlazadas por tenues ramificaciones.
Este grupo se forma por la acción de un centro previamente aparecido en el cuerpo astral. . . o sea una agregación de materia astral dispuesta de modo que forma un centro a propósito para recibir impulsos del exterior y responder a ellos. Las vibraciones pasan desde este centro astral al cuerpo etéreo, determinando pequeños vórtices etéreos que entrañan partículas de materia física densa y acaban por constituir una célula nerviosa y grupos de ellas. Estos centros físicos reciben vibraciones del mundo exterior y devuelven impulsos a los centros astrales cuyas vibraciones acrecientan, de suerte que los centros físicos y astrales accionan y reaccionan recíprocamente, y cada uno de ellos se hace más complicado y eficaz. A medida que trascendemos el reino animal, encontramos en constante perfeccionamiento el sistema nervioso físico como factor cada vez más y más predominante en el cuerpo; y este primitivo sistema se convierte en los vertebrados en el gran simpático que gobierna y dinamiza el corazón, los pulmones, el aparato digestivo y demás órganos vitales.
Por otra parte, va formando poco a poco el sistema cerebro-espinal, íntimamente relacionado en sus operaciones inferiores con el simpático, y acrecienta por grados su predominio hasta llegar a ser en su máximo desenvolvimiento el órgano normal de la "conciencia despierta". El sistema cerebro-espinal se forma por impulsos originados en el plano mental, no en el astral, con el que indirectamente se relaciona por medio del sistema simpático cuya formación proviene del plano astral”. (10).
VITALIDAD
Todos experimentamos alegría y bienestar al beso del sol, pero sólo los ocultistas conocen el por qué de esta placentera sensación. De la propia suerte que el sol inunda de luz y calor su sistema, así también derrama perpetuamente en él otra energía aún insospechada por la ciencia moderna, a la que se ha dado el nombre de «vitalidad», que reciben todos los planos y se manifiesta en el físico, emocional, mental, etc.
Sin embargo, nos limitaremos a considerarla en el plano físico, donde penetra en algunos átomos cuya actividad acrecienta inmensamente y de maravillosa manera los anima e infulge.
No se ha de confundir la vitalidad con la electricidad, pues aunque tienen algunos puntos de semejanza, la vitalidad actúa muy distintamente de la electricidad, el calor y la luz. Cualquiera de estas otras energías determina la oscilación del átomo en conjunto, y el tamaño de la oscilación es enorme, comparado con el del átomo; pero la vitalidad le llega al átomo desde el interior y no desde el exterior.
EL GLÓBULO DE VITALIDAD
El átomo en sí no es más que la manifestación de una energía.
El Logos quiso alojar Su energía en una forma determinada, a la que llamamos átomo físico ultérrimo (fig. 7) y por el esfuerzo de Su voluntad se mantienen en dicha forma unos catorce mil millones de burbujas. Conviene recalcar el hecho de que del esfuerzo de voluntad del Logos depende enteramente la cohesión de las burbujas en dicha forma, de modo que si por un instante retirara el Logos Su voluntad, se separarían las burbujas, y todo el mundo físico cesaría de existir en menos de lo que dura el fulgor de un relámpago.
He aquí por qué aun desde este punto de vista el mundo entero no es más que una ilusión, sin contar con que las burbujas constituyentes del átomo son agujeros en el koilon o verdadero éter del espacio.
Por lo tanto la voluntad del Logos continuamente ejercida mantiene en cohesión los átomos, y al examinar la acción de esta energía volitiva vemos que no penetra en el átomo desde fuera sino que surge de su interior, lo cual significa que se infunde en el átomo procedente de superiores dimensiones.
Lo mismo sucede con la vitalidad, que surge del interior del átomo acompañada de la energía que lo mantiene en cohesión, en vez de penetrar en él desde el exterior como la luz, el calor y la electricidad.
Cuando la energía vital se infunde así en el átomo lo dota de suplementaria vida y le comunica fuerza de atracción, de suerte que al punto atrae a sí otros seis átomos físicos ultérrimos dispuestos en definida forma de un subatómico o hipermetaproto elemento, según ya dejé explicado.
Pero este elemento difiere de todos los hasta ahora observados en que la energía que lo origina y mantiene en cohesión sus componentes, procede del primer aspecto del Logos y no del tercero. Este glóbulo de vitalidad (figura 5 c) es el pequeño grupo que constituye el sumamente brillante gránulo en la serpiente masculina o positiva del químico elemento oxígeno, así como también es el corazón del globo central del radio.
Estos glóbulos de vitalidad se distinguen por su brillantez y extremada actividad de todos cuantos flotan en la atmósfera, pues denotan muy intensa vida, y probablemente son las vidas ígneas tan a menudo mencionadas por Blavatsky, como por ejemplo en el siguiente pasaje de La Doctrina Secreta:
“Se nos dice que todo cambio fisiológico, es decir, la vida misma, o más bien los fenómenos objetivos de la vida, producidos por ciertas condiciones y cambios de los tejidos del cuerpo que obligan a la vida a actuar en dicho cuerpo, se han de atribuir a los invisibles "Creadores" y "Destructores", generalmente llamados microbios. Cabría suponer que las vidas ígneas y los microbios de la ciencia sean idénticos; pero no hay tal. Las vidas ígneas son la séptima y superior subdivisión del plano físico, y se corresponden en el individuo con la Vida única del universo, aunque sólo en el plano físico”.
Si bien la energía que vivifica los glóbulos de vitalidad es completamente distinta de la luz, parece que depende de la luz en su poder de manifestación.
Cuando el sol luce en todo su esplendor, se renueva copiosamente la energía vital y se forma increíble número
de glóbulos, mientras que en días nublados disminuyen considerablemente, y durante la noche queda en suspenso la operación, según las observaciones hasta ahora efectuadas. Por lo tanto, durante la noche vivimos a expensas de las reservas de vitalidad acumuladas en días anteriores, y aunque parece realmente imposible el agotamiento de las reservas, deben de disminuir notablemente cuando está el cielo nublado durante muchos días seguidos. Una vez cargado el glóbulo obra como elemento subatómico y no está expuesto a transmutación o pérdida de energía hasta que lo absorbe un ser viviente.
PROVISIÓN DE GLÓBULOS
La vitalidad, como la luz y el calor, dimana continuamente del sol, pero a veces surgen impedimentos impedientes de que toda la provisión llegue a la tierra. En los hiemales y melancólicos climas mal dichos templados, suele haber una larga sucesión de días grises en que el cielo está cubierto con un sudario de cerradas nubes, lo cual afecta a la vitalidad lo mismo que a la luz, pues aunque no la intercepte por completo, mengua notablemente su cantidad. Por lo tanto, en los días tristes y sombríos disminuye la vitalidad, y todos los seres vivientes anhelan instintivamente el fulgor del sol.
Cuando los átomos vitalizados están así más escasamente difundidos, el hombre de robusta salud acrecienta su poder de absorción, lo extiende a más vasta área y de esta suerte mantiene su vigor al nivel normal; pero los inválidos y personas de escasa energía nerviosa son incapaces de este acrecentamiento de absorción, por lo que suelen sufrir gravemente y se ponen de mal humor y se debilitan aún más sin comprender la causa.
Por la misma razón la vitalidad es más baja en invierno que en verano, pues aunque el corto día invernal lo sea de sol, lo que es raro, las noches son muy largas, durante las cuales hemos de vivir a expensas de la vitalidad acopiada en la atmósfera durante el día. Por el contrario, los largos días de verano, si están despejados y con sol, cargan la atmósfera tan plenamente de vitalidad que apenas disminuye durante las cortas noches del estío.
Del estudio de este asunto de la vitalidad, el ocultista no puede menos de inferir que, independientemente de la temperatura, el solaire es uno de los más importantes factores de la conservación de la perfecta salud, pues ningún otro puede compensarlo. Puesto que la vitalidad se difunde por todos los mundos y no exclusivamente por el físico, es evidente que cuando en otros respectos se cumplen las necesarias condiciones, la emoción, la mente y la espiritualidad recibirán muy favorable influencia del solaire en un día de claro y despejado firmamento.
ENERGÍAS PSÍQUICAS
Las tres energías mencionadas, la primaria, la vitalidad y el kundalini no están directamente relacionadas con la vida mental y emocional del hombre, sino tan sólo con su bienestar corporal. Pero también penetran por los chakras energías que pueden calificarse de psíquicas y espirituales. Los dos primeros chakras no manifiestan ninguna de estas energías, pero el chakra umbilical y los demás situados cuerpo arriba son puertas de entrada para las energías que afectan a la conciencia humana.
En un artículo sobre los centros mentales inserto en La Vida interna, expuse que los pensamientos son cosas muy definidas que ocupan lugar en el espacio. Los pensamientos sobre un mismo asunto y de la misma índole propenden a agregarse; y por lo tanto, para algunos asuntos hay en la atmósfera un centro mental, un definido espacio, al cual quedan atraídos y acrecen su extensión e influencia todos los demás pensamientos sobre el mismo asunto.
De este modo el pensador puede contribuir a fomentar un centro mental, pero a su vez queda influí do por él, y esta es una de las razones porque las gentes piensan a manadas como carneros. Mucho más fácil es para un hombre de perezosa mentalidad aceptar un pensamiento elaborado por otra mente, que emplear sus facultades en la consideración de los varios aspectos de un asunto hasta llegar a la decisión de su propio discernimiento.
Lo que así sucede en el plano mental respecto del pensamiento, sucede también con las adecuadas modificaciones en el plano astral con respecto a los sentimientos. El pensamiento vuela con la rapidez del rayo por la sutil materia del plano mental, de modo que los pensamientos unánimes del mundo entero sobre determinado asunto pueden fácilmente congregarse en un centro y ser accesibles a quienquiera que piense sobre el mismo asunto.
La materia astral, aunque mucho más sutil que la física es, sin embargo, más densa que la mental, de suerte que las voluminosas nubes de «formas emocionales» que en el mundo astral engendran los intensos sentimientos no se reúnen todas en un solo centro, sino que se entrefunden con otras vecinas de la misma índole, resultando de ello enormes y potísimos bloques de emoción que por doquiera flotan y pueden influir en quien con ellos se ponga en contacto.
La relación de este asunto con nuestro tema capital consiste en que dicha influencia se ejerce por medio de uno u otro chakra.
Para demostrarlo, pongamos por caso el de un hombre lleno de miedo.
Quienes hayan leído El hombre visible e invisible recordarán que la lámina XIV de dicho libro representa la condición del cuerpo astral del temeroso. Las vibraciones de un cuerpo astral en semejante estado atraerán las nebulosas formas emocionales de temor que floten por la vecindad.
Si el individuo logra recobrarse y vencer el temor, las nubes de esta emoción se alejarán mohinas; pero si el temor subsiste y se acrecienta, las nubes descargarán su acumulada energía por medio del chakra umbilical, con riesgo de que el temor degenere en pánico y el individuo pierda la cabeza y se precipite ciegamente en un peligro.
De la propia suerte el que se enoja y destempla atrae nubes de cólera y se expone a un influjo emocional que transmute su indignación en furia, de modo que sin saber lo que hace puede cometer un homicidio por obcecación y arrebato. Análogamente, el que cede a la depresión de ánimo arriesga caer en un estado de permanente melancolía, o quien se deja dominar por deseos bestiales puede convertirse en un monstruo de lujuria y sensualidad y cometer crímenes que le horroricen al recobrar la razón.
Todas estas indeseables corrientes le llegan al hombre por el chakra umbilical. Afortunadamente hay otras y superiores posibilidades en las nubes de amor y devoción,
cuya energía recibirá por el chakra cardíaco quien sienta tan nobles emociones y las intensificará admirablemente, según muestran las láminas XI y XII de la obra: El hombre visible e invisible.
Las emociones que afectan al chakra umbilical del modo mencionado, están indicadas en la obra: Estudio sobre la conciencia de la doctora Besant, quien divide las emociones en las dos grandes clases de amor y odio.
Las emociones de odio afectan al chakra umbilical y las de amor al cardíaco.
Dice la doctora Besant:
“Hemos visto que el deseo tiene dos capitales expresiones: atracción para poseer o ponerse en contacto con un objeto que de antemano proporcionó placer, y repulsión para rechazar o eludir el contacto con un objeto que previamente infligió dolor.
Hemos visto que la atracción y la repulsión son las dos modalidades del deseo que domina al Yo. Como la emoción es el deseo entremezclado con el intelecto, inevitablemente ha de ofrecer la misma división en dos modalidades. Se llama amor la emoción de índole atractiva que placenteramente une dos objetos.
Es la energía desintegrante del universo. Se llama odio la emoción de índole repulsiva que dolorosamente separa dos objetos. Es la energía desintegrante del universo. Tales son los dos troncos de la raíz del deseo y de ellos arrancan como ramas todas las emociones.
De aquí la identidad de las características del deseo y emoción. El amor anhela atraerse el objeto atractivo o va en pos de él para unirse con él y poseerlo o ser poseído por él. Lo mismo que el deseo, liga con lazos de placer y dicha; pero estos lazos son más complicados y duraderos por estar compuestos de más numerosas y sutiles hebras muy complejamente entretejidas, si bien el enlace de entrambos objetos, la esencia del deseo atrayente, es la misma esencia del amor o emoción atractiva.
De igual suerte, el odio procura eliminar de sí el objeto repulsivo o huye de él para apartarse de él y repelerlo o ser repelido por él. Separa por dolor y desdicha; y así la esencia del deseo repelente, de la separación de dos objetos, es la misma esencia del odio o emoción repulsiva. Amor y odio son las elaboradas e intelectivas formas de los elementales deseos de poseer y rehuir” (11).
Más adelante expone la doctora Besant en su dicha obra que cada una de estas dos capitales emociones se subdivide en tres partes según la fortaleza o debilidad del que las sienta.
Dice así:
“La benevolencia es el amor que mira hacia abajo, al inferior y al débil; la veneración es el amor que mira hacia arriba, al superior y al fuerte. Así benevolencia y veneración son las universales características comunes al amor entre superiores e inferiores.
Las ordinarias relaciones entre esposos y hermanos nos ofrecen campo donde estudiar las manifestaciones del amor entre iguales.
Aquí vemos cómo el amor se muestra en mutua ternura y confianza, en consideración, respeto y deseo de complacer, en el esfuerzo de cumplir los ajenos gustos, en magnanimidad y dulzura.
También aquí se hallan los elementos de las emociones de amor entre superiores e inferiores, pero con el carácter de mutualidad impreso en ellas. Así cabe decir que la común característica del amor entre iguales, es el deseo de auxilio mutuo.
Tenemos, por lo tanto, que la benevolencia, el mutuo auxilio y la veneración son las tres capitales divisiones de la emoción de amor, y de ellas se derivan las demás emociones amorosas, pues todas las relaciones amorosas se resumen en estos tres órdenes: de superior a inferior, de igual a igual y de inferior a superior” (12).
Después explica análogamente las emociones de odio y dice:
“El odio al inferior es menosprecio y al superior es miedo. Asimismo, el odio entre iguales se manifiesta en cólera, hostilidad, desatención, violencia, agresividad, envidia e insolencia, es decir, cuantas emociones repelen a los rivales que están frente a frente
y no mano a mano. La común característica del odio entre iguales resulta de este modo mutuo agravio, y las tres capitales características de la emoción de odio son menosprecio, agravio mutuo y miedo” (13).
C. W. LEADBEATER
NOTAS
(6) Se refiere el autor al Sistema periódico de los elementos químicos distribuidos por el orden creciente de sus pesos atómicos en comparación de sus propiedades. Este trabajo de taxonomía química fue iniciado por el químico alemán Lothar Meyer en 1864 y continuado por el ruso Mendelejeff en 1869. (N. del T.)
(7) Se entiende la derecha y la izquierda del cuerpo humano, no del espectador.
(8) Obra citada; págs. 231 y 232- Biblioteca Orientalista- Editorial Teosófica,Barcelona, 1927.
(9) Desde luego se comprende que hablo en sentido relativo y no literalmente, porque en realidad la esfera representada por los círculos del dibujo es tan pequeña que no se puede ver ni con el más potente microscopio; pero en proporción a su tamaño vibra según he descrito.
(10) Obra citada; págs. 136- 138. - Biblioteca Orientalista. - Editorial Teosófica, 1922, Barcelona.
(11) Obra citada; págs. 286- 288. - Biblioteca Orientalista. - Editorial Teosófica, Barcelona, 1922.
(12) Obra citada; págs. 290-291.
(13) Obra citada, pág. 292.
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