miércoles, 24 de abril de 2019

LOS CHAKRAS - EL YOGA LAYA



LOS LIBROS INDOS 

Han transcurrido ya cerca de veinte años desde que escribí la mayor parte de la información que sobre los chakras contienen las precedentes páginas, y en aquel entonces era muy somero mi conocimiento de la copiosa bibliografía que sobre el mismo tema posee el idioma sánscrito. Sin embargo, desde aquella época se han publicado en inglés varios tratados importantes sobre los chakras, entre ellos The Serpent Power, traducción del Shatchakra Nirupana, por Arthur Avalon; Thirty Minor Upanishads, traducidos por K. Narayanaswarni Aiyar; y el Shiva Samhita, traducido por Sris Chandra Vidyarnava. Estas obras tratan extensamente de los chakras, pero hay muchas otras que incidentalmente se refieren al mismo asunto. 

El libro de Avalon está acompañado con una excelente serie de grabados en color de todos los chakras en la forma simbólica en que siempre los representan los yoguis indos. Este aspecto de ciencia índica es de cada día más conocido en Occidente y en obsequio del lector bosquejaré sobre el particular unos cuantos datos. 

SERIE ÍNDICA DE LOS CHAKRAS 

Los chakras mencionados en dichos libros sánscritos son los mismos que los expuestos, menos la substitución del esplénico por el swadhisthana. Difieren ligeramente en el número de pétalos, pero en conjunto coinciden con los de nuestra serie, aunque por algún motivo no incluyen el chakra coronal al que llaman el sahasrara padma o loto de mil pétalos, dejando en seis los chakras propiamente dichos. También observaron y debidamente describieron los autores indos el chakra de doce pétalos en el interior del coronal. Al sexto chakra le asignan dos pétalos en vez de noventa y seis, pero sin duda se refieren a las dos mitades del disco de dicho chakra, mencionadas en el capítulo primero. Las discrepancias en cuanto al número de pétalos no tienen importancia. Por ejemplo, el Yoga Kundali Upanishad cuenta diez y seis pétalos en el chakra cardíaco, en vez de doce; y el Dhyanabindu Upanishad y el Sandilya Upanishad asignan ambos doce pétalos y no diez al chakra umbilical. Algunos tratados indos se refieren a otro chakra situado debajo del corazón y a varios otros entre el frontal y el coronal, todos ellos importantísimos. 

El Dhyanabindu Upanishad dice que el chakra cardíaco tiene ocho pétalos; pero al describir el uso de este chakra en la meditación, da a entender, según más adelante veremos, que se refiere al secundario chakra cardíaco ya mencionado. En cuanto al color de los pétalos hay también alguna discrepancia, como se infiere de la siguiente tabla trazada por comparación de los colores por nosotros observados con los descritos en algunos de los principales libros indos. No son de extrañar estas diferencias, porque indudablemente varían los chakras según los pueblos y razas, así como también varían las facultades de los observadores. Lo expuesto en el capítulo primero es resultado de cuidadosa observación por parte de algunos estudiantes occidentales que tomaron escrupulosas precauciones para cotejar notas y comprobar las respectivas observaciones.



Los dibujos trazados por los yoguis indos para uso de sus discípulos son siempre simbólicos y no guardan relación con el efectivo aspecto del chakra, excepto la indicación del color y el número de pétalos. En el centro de cada uno de dichos dibujos hay una forma geométrica, una letra del alfabeto sánscrito, un animal, y dos divinidades, una masculina y otra femenina. Reproducimos el dibujo del chakra cardíaco, tomado de The Serpent Power, de Arthur Avalon, y procuraremos explicar el significado de los símbolos.




LAS FIGURAS DE LOS CHAKRAS


El objeto del Yoga Laya o Yoga Kundalini es el mismo que el de las demás modalidades de Yoga, o sea la unión del alma con Dios, para ello son siempre necesarios tres clases de esfuerzos: de amor, de pensamiento y de acción. Aunque en determinada escuela de yoga, como en las enseñanzas de los sutras, prevalezca el esfuerzo de la voluntad, y en las instrucciones de Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gita predomine el amor, siempre se enseña que los esfuerzos se han de hacer en las tres direcciones señaladas de amor, pensamiento y acción. Así Patanjali propone que el candidato comience por un curso de tapas o esfuerzos de purificación, un Swadhyava o estudio de las cosas espirituales y la Ishwara pranidhana o devoción a Dios en todo tiempo.

 Análogamente, Shri Krishna, después de manifestarle a su discípulo que la sabiduría es el más valioso instrumento de servicio, la mayor ofrenda que puede hacer el hombre, añade que la sabiduría sólo puede adquirirse por devoción, escudriñamiento y servicio, terminando su plática con estas significativas palabras: «Los sabios, los videntes de la verdad te enseñarán Sabiduría.»

En A los pies del Maestro, modernísimo epítome de las enseñanzas orientales, aparece la misma triplicidad, porque las cualidades son: discernimiento, buena conducta y amor a Dios, al Maestro y a los hombres. Para comprender los dibujos de los chakras trazados por los yoguis indos conviene tener en cuenta que su objeto era auxiliar al aspirante en aquellas tres direcciones de adelanto. Es necesario que conozca la constitución del mundo y del hombre (lo que ahora llamamos Teosofía) y que acreciente su devoción por medio del culto interno a la Divinidad mientras se esfuerza en actualizar los grados superiores de kundalini y conducirla  a circular por los chakras. Con estos tres objetos en mira, hallamos en cada chakra símbolos relacionados con la sabiduría y la devoción, sin que sea necesario considerarlos como parte integrante del chakra.

En los servicios de la Iglesia católica liberal, que son prácticas de yoga colectivo, tenemos en Occidente un ejemplo de lo mismo, pues también mediante la magia de los ritos procuramos fomentar la devoción e infundir conocimiento espiritual. También se ha de tener en cuenta que en aquellos antiguos tiempos los yoguis nómadas o que moraban en el yermo o en la selva tenían pocos recursos para escribir en las hojas de palma con que se formaban a la sazón los libros, y por lo tanto, necesitaban la ayuda mnemotécnica de los símbolos. A veces permanecían sentados a los pies de sus instructores; y después podían recordar y recapitular las enseñanzas aprendidas en aquellas ocasiones con auxilio de las notas que les proporcionaban los dibujos.




EL CHAKRA CARDÍACO 

Como quiera que sería dificilísimo explicar por completo la simbología de todos los chakras, bastará señalar el significado probable de los símbolos del chakra cardíaco o anahata en sánscrito, representado en la figura 10. 

Una de las mayores dificultades con que para ello tropezamos es la diversidad de interpretaciones de cada símbolo, y que los yoguis de la India oponen impenetrable reserva a las preguntas del investigador y se resisten pétrea mente a comunicar sus conocimientos como no sea a un aceptado discípulo que se entregue por completo a la obra del yoga laya, aunque sea durante toda la vida, o hasta lograr su propósito. El anahata o chakra cardíaco está descrito en los versículos 22 a 27 del Shatchakra Nirupana, de cuya traducción por Avalon entresacamos los párrafos siguientes: “El loto del corazón es del color de la flor banadhuka y en sus doce pétalos están las letras ka a tha con Bindu sobre ellas, de color de bermellón. En el pericarpio está el hexagonal vayú mandala, de color ahumado y encima el suryva mandala con el trikona que reluce como si tuviera diez millones de fulgores de rayo en su interior. Sobre él está el vayú bija, de color de humo, sentado en un antílope negro, con cuatro brazos y empuñando el acicate (angkusha) . En el regazo de vayú bija está Isha el de tres ojos. Como Hangsa (Hangsabha) extiende los brazos en ademán de otorgar dones y desvanecer el temor. En el pericarpio de este Loto y sentado en un loto rojo está la shakti Kakini. Tiene cuatro brazos y lleva el lazo corredizo (pasha), la calavera (kapala) y hace los signos de otorgar dones y desvanecer el temor. 

Es de color dorado con vestiduras amarillas, adornadas con toda clase de joyas y una guirnalda de huesos. Su corazón está suavizado con néctar. En medio del trikoma está Shiva en figura de Vana-Lingga con la media luna y Bindu en su cabeza. Es de color de oro. Su mirada es jubilosa y denota impetuoso deseo. Debajo de él está el Hangsa semejante a un Jivatma. Es como la tranquila llama de una lámpara. Debajo del pericarpio de este Loto está el loto rojo de ocho pétalos con la cabeza vuelta hacia arriba. En este loto rojo está el árbol Kalpa, el enjoyelado altar con toldilla y adornado con banderas. Es el lugar del culto mental”. 

LOS PÉTALOS Y LAS LETRAS 

Según hemos visto, los pétalos de estos lotos o chakras están constituidos por la energía primaria que infunden en el cuerpo los radios del chakra. El número de pétalos está determinado por el de potencias pertenecientes a la energía que, según ya dijimos, pasa por el respectivo chakra. 
En el caso del chakra cardíaco tenemos doce pétalos y las letras en ellos estampadas simbolizan seguramente cierta modalidad de la potencia creadora o energía vital que penetra en el cuerpo. 
Las letras mencionadas en nuestro caso son de la ka a la tha, tomadas en el orden regular del alfabeto sánscrito, de índole sumamente científica y sin nada que se le iguale en los idiomas occidentales. 

Sus cuarenta y nueve letras se ordenan en la disposición indicada en la tabla 6, con añadidura de la letra ksha para completar las cincuenta requeridas por el conjunto de pétalos de los seis chakras. Por lo referente al yoga se considera el alfabeto sánscrito como si incluyera la suma total de fonías de la voz humana y fuese desde el punto de vista del lenguaje la explayada manifestación material de la Palabra creadora. De la propia suerte que la sagrada palabra Aum (23) simboliza el alfabeto sánscrito todas las palabras creadoras, y por lo tanto, un conjunto de potencias, asignadas en el orden siguiente: las diez y seis vocales al chakra laríngeo; de la ka a la tha al cardíaco; de la da a la pha al umbilical; de la ba a la la al esplénico; y de la va a la sa al fundamental. La ka y ksha se asignan al chakra ajna y el sahasrara o coronal se considera que contiene veinte veces, en conjunto repetidas, todas las letras del alfabeto sánscrito.



No se echa de ver la razón de asignar a cada chakra las letras mencionadas, aunque según ascendemos en el orden de los chakras se nota mayor número de potencialidades en la energía primaria. Es posible que los fundadores del sistema del yoga laya conocieran al pormenor dichas potencialidades y emplearan las letras de su alfabeto para designarlas, así como nosotros empleamos las del nuestro para señalar los ángulos de las figuras en geometría, las cantidades en álgebra o las emisiones del radio en química. 

La meditación sobre estas letras sánscritas influye evidentemente en el alcance del «interno sonido que apaga el externo» como con adecuado simbolismo dice La Voz del Silencio. La científica meditación de los in dos comienza concentrándose sobre un objeto representado o sobre un sonido, y cuando el yogui logra fijar la mente en el objeto o el sonido procede a indagar su significado espiritual. Así, para meditar sobre un Maestro, representa primero su forma física y después se esfuerza en sentir las emociones del Maestro y comprender sus pensamientos hasta que, si en sus esfuerzos persevera, logra identificarse psíquicamente con él. En lo referente a los sonidos, el yogui procura trascender del sonido, tal como lo conocemos y expresamos, a la íntima cualidad y potencia del sonido, lo que le sirve de auxilio para transportar su conciencia de uno a otro plano. Cabe pensar que Dios creó los planos recitando el alfabeto sánscrito y que nuestro lenguaje hablado es su ínfima modulación. En el yoga laya el aspirante se esfuerza por interna absorción en remontar el sendero y acercarse a la Divinidad. En Luz en el Sendero se nos exhorta a escuchar el canto de vida y percibir sus tonos ocultos o superiores. 

LOS MANDALAS 

El mandala hexagonal o «círculo» que ocupa el pericardio del loto del corazón simboliza el elemento aire. Se considera que cada chakra está especialmente relacionado con uno de los elementos tierra, agua, aire, fuego, éter y mente, que no son elementos químicos, sino que simbolizan estados de materia y equivalen respectivamente a sólido, líquido, gaseoso, etéreo, astral y mental. También pueden simbolizar los planos físicos, astral, mental, causal, etc. Están representados dichos elementos por ciertos yantras o diagramas de carácter simbólico que se indican como sigue (Tabla 7) en el Shatchakra Nirupana y aparecen en el interior del pericardio del loto (fig. 10).


Dichos elementos están asociados a la idea de los planos, según ya dijimos; pero no parece que con ellos tengan relación los chakras, aunque seguramente cuando el yogui medita sobre estos elementos y sus correlativos símbolos en cada chakra recordará el esquema de los planos. También puede servirle al yogui dicha meditación para elevar su centro de conciencia a través de los subplanos del plano en que actúa hasta el séptimo plano y por medio de éste a otro superior. Completamente aparte de la posibilidad de transportarse en plena conciencia a un plano superior, tenemos en la meditación el medio de enaltecer la conciencia de modo que reciba y perciba la influencia de un mundo superior, simbolizada indudablemente en el «néctar» de que habla el libro y del que diremos algo más al tratar de la actualización del kundalini en el centro superior. 

  LOS YANTRAS 

En Las Fuerzas Sutiles de la Naturaleza nos ofrece el pandit Rama Prasad un concienzudo estudio de las razones de las formas geométricas de los yantras. Son demasiado extensas explicaciones para reproducirlas, pero resumiremos sus capitales ideas. Dice que así como existe un éter lurnínico que transmite la luz a los ojos, así hay una especial modalidad de éter para el olfato, gusto, oído y tacto. Estos sentidos están relacionados con los elementos que simbolizan los el olfato con el elemento sólido (cuadrado); el gusto con el líquido (media luna); la vista con el gaseoso (triángulo); el tacto con el aéreo (hexágono); y el oído con el etéreo (círculo). Añade Rama Prasad que el sonido se propaga en círculo o sea en radiaciones por todo enrededor, y de aquí el círculo del quinto chakra. Afirma que la luz se propaga en forma de triángulo, porque un punto dado en la onda lumínica se mueve algo hacia adelante y también en sentido normal a su dirección, de modo que una vez efectuado su movimiento ha descrito un triángulo, y de aquí el triángulo en el tercer chakra. Asimismo dice que hay un distinto movimiento del éter para las vibraciones del gusto, olfato y tacto, y explica el porqué de las formas correspondientes a estos sentidos en los respectivos chakras. 

LOS ANIMALES 

El antílope, por lo alípede, es un apropiado símbolo del aire; y el bija o semilla mántrica (24) es Yam (25). La tilde sobre la letra representa este sonido, y en la tilde ha de adorarse a la divinidad de este chakra: la isla de tres ojos. Otros animales son el elefante, símbolo de la tierra por razón de su corpulencia y del éter en cuanto a su fuerza de resistencia; el cocodrilo que simboliza el agua en el segundo chakra; y el carnero (evidentemente considerado como animal agresivo) en el chakra tercero. Para ciertos propósitos, el yogui puede imaginarse sentado sobre estos animales y ejercitar la facultad simbolizada por sus cualidades. 

  LAS DIVINIDADES 

En alguno de estos mantras hay una hermosa idea que podemos explicar con referencia a la sagrada palabra Aum, que consta de cuatro partes: a u m y el ardhamatra. Sobre el particular dice La Voz del Silencio: “Entonces no pueden reposar entre las alas de la Gran Ave. Sí; dulce es descansar entre las alas de lo que no nace ni muere, sino que es el Aum por los eternos siglos”. Y la señora Blavatsky, en una nota al pie de dicho pasaje, habla como sigue de la Gran Ave: “Kala Hamsa, el cisne. Dice el Nadavindupanishad (el Veda Rig) traducido por el Kumbakonam: “La sílaba A simboliza el ala derecha del cisne; la U el ala izquierda; la M la cola; y el ardhamatra la cabeza”. 

El yogui, después de llegar en su meditación a la tercera sílaba, pasa a la cuarta, o sea el silencio subsiguiente. Y en este silencio piensa en la divinidad. Las divinidades asignadas a cada chakra varían según el libro. Por ejemplo, el Shatchakra Nirupana coloca a Brahma, Vishnú y Shiva en el primero, segundo y tercer chakra respectivamente, con diversos aspectos de Shiva más allá de ellos, mientras que el Shiva Samhila y algunas otras obras colocan a Ganesha (el hijo de Shiva con cabeza de elefante) en el primer chakra, a Brahma en el segundo y a Vishnú en el tercero. Evidentemente estas diferencias derivan de la secta a que pertenece el adorante. Junto con Isha tenemos en el chakra del corazón otra divinidad, la shakti Kakini. 

La palabra shakti significa energía, y así se llama shakti de la mente a la energía mental. En cada uno de los seis chakras hay una divinidad femenina por el orden siguiente: Dakini, Rakini, Lakini, Kakini y Hakini, que algunos autores identifican con las potestades gobernantes de los varios dhatus o substancias corporales. En el chakra que consideramos está Kakini sentada en un loto rojo. Se dice que tiene cuatro brazos símbolos de cuatro facultades o funciones. Con dos de sus manos hace los mismos ademanes de otorgar dones y desvanecer temores que hemos visto en Isha. Con las otras dos manos sostiene un lazo corredizo, símbolo variado de la cruz ankh y una calavera, símbolo indudable del vencimiento y muerte de la naturaleza inferior. A veces, las meditaciones usualmente prescritas para estos chakras tienen por objeto todo el cuerpo, según se infiere del siguiente extracto del upanishad Yogatattwa: “Hay cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter. En el cuerpo hay una quíntuple concentración de los cinco elementos. 

La región de la tierra abarca desde los pies hasta las rodillas. Es de forma cuadrada, de color amarillo y tiene la letra la. Se ha de meditar sobre esta región exhalando el aliento con la letra la a lo largo de ella desde los pies hasta las rodillas y contemplando el cuatrifáceo Brahma de color de oro. La región del agua se extiende desde las rodillas al ano. Tiene forma de media luna y es de color blanco y su semilla es va. Exhalando el aliento con la letra va a lo largo de 'la región del agua, se ha de meditar sobre el dios Narayana, que tiene cuatro brazos, cabeza coronada, es de color de puro cristal, está vestido con ropas de color anaranjado y no descaece... La región del fuego está comprendida entre el ano y el corazón. Es de forma triangular, de color rojo y tiene por semilla la letra ra. 

Levantando el aliento con la letra ra que lo esplendece, a lo largo de la región del fuego, se ha de meditar sobre Rudra que tiene tres ojos, concede cuanto se desea, es de color del sol meridiano, está todo tiznado de sagradas cenizas y es de placentero aspecto. . . La región del aire está comprendida entre el corazón y el entrecejo. Es hexagonal, de color negro y brilla con la letra ya. Llevando el aliento a lo largo de la región del aire, se debe meditar sobre Ishwara, el omnisciente, de cara a todos lados... La región del éter se extiende desde el entrecejo a lo alto de la cabeza. 
Es circular, de color ahumado y brilla con la letra ha. Levantando el aliento a lo largo de la región del éter se ha de meditar sobre Sudashiva, considerándolo en los siguientes aspectos: productor de dicha; en forma de gota; el Deva supremo; en forma de éter; brillante cual puro cristal; con la media luna sobre su cabeza; con cinco rostros, diez cabezas y tres ojos; de apacible continente; armado de todas armas; engalanado con toda clase de ornamentos; con la diosa Uma en una mitad de su cuerpo; dispuesto a otorgar favores; y como causa de todas las causas”. 

Esto confirma hasta cierto punto nuestra opinión de que en algunos casos los principios sobre los cuales se nos exhorta a meditar se aplican a las partes del cuerpo con exclusivo objeto mnemotécnico y no con deliberada intención de influir en aquellas partes. El adorante imagina esta hermosa escena tan vívidamente, que se arroba en su pensamiento y olvida entretanto por completo el mundo exterior. Sin embargo, el proceso no es estrictamente imaginativo, porque es un medio de colocarse en constante contacto con el Maestro. Así como las imágenes personales que forja el ego en el mundo celeste están vitalizadas por los egos de las personalidades imaginadas, así el Maestro llena con Su presencia real la pira ya veces le alecciona. Interesante ejemplo de ello nos ofreció un caballero indo que vivía como un yogui en un pueblo de la presidencia de Madrás y aseguraba que era discípulo del maestro Morya. Cuando éste viajaba por la India hace unos cuarenta y cinco años, pasó por el pueblo donde aquel sujeto vivía, quien en efecto llegó a ser su discípulo y decía que no se había separado de Su Maestro después de la despedida personal, porque se le aparecía frecuentemente para instruirle por medio de un centro de energía residente en su interior. 

Dan los indos mucha importancia a la necesidad de tener un instructor, a quien reverencian grandemente desde el momento en que lo encuentran, y repiten sin cesar que se le ha de considerar como a un dios. El upanishad Tejobindu dice a este repecto que «el extremo límite de todos los pensamientos es el Instructor». Afirman los indos que aunque el discípulo pensara en las gloriosas cualidades del divino Ser, su imaginación se posaría en los perfecciones del Maestro. Quienes conocemos a los Maestros nos percatamos de la verdad de semejante afirmación, pues Sus discípulos hallan en Ellos espléndidas y gloriosas altezas de conciencia más allá de toda expectación. No es que consideren al Maestro igual a Dios, sino que el grado de divinidad logrado por el Maestro supera a lo que los discípulos sospechaban. 

  EFECTOS DE LA MEDITACIÓN 

El Shiva Samhitii describe como sigue los beneficios que obtiene el yogui de meditar sobre el chakra cardíaco: “El yogui adquiere inmensos conocimientos, conoce el pasado, el presente y el porvenir; tiene clariaudiencia y clarividencia y puede ir por los aires a donde le plazca. Vea los adeptos y a las diosas yoguinas; obtiene la facultad llamada khechari y vence a las criaturas que se mueven en el aire. Quien medita diariamente sobre el oculto Banalinga indudablemente logra las psíquicas facultades llamadas khechari (moverse por los aires) y bhúchari (ir a voluntad por todos los ámbitos del mundo)”. No necesitan comentario estas poéticas descripciones de las diversas facultades, porque el estudiante sabrá leer entre líneas. 

Sin embargo, también pueden tomarse en sentido literal algunas de dichas afirmaciones, porque realmente denotan misteriosas facultades los prodigios, que como andar indemnes por el fuego, la habilidad hipnótica y otros semejantes, efectúan los auténticos yoguis de la India. 

  KUNDALINI 

Los yoguis indos que escribieron los libros llegados hasta nosotros no se interesaron por las características fisiológicas y anatómicas del cuerpo, sino que se sumieron en profunda meditación y actualizaron el kundalini con el propósito de enaltecer su conciencia o elevarse a los planos superiores. Tal puede ser la razón de que los tratados sánscritos nada o muy poco digan acerca de los chakras etéreos sino tan sólo hablan y mucho de los chakras del espinazo y del paso por ellos de kundalini. Describen esta energía como una devi o diosa, refulgente cual el rayo, que duerme en el chakra fundamental enroscada como una serpiente en tres veces y media alrededor del linga swayambhu, e impidiendo con su cabeza la entrada del sushumna. Nada dicen los libros sánscritos respecto de si la capa externa de la energía está activa en todos los hombres, aunque se infiere implícitamente de la frase que dice: "aún mientras duerme mantiene a todo ser viviente", y se la llama el Shabda Brahman en el cuerpo humano. Shabda significa palabra o sonido. Por lo tanto, tenemos en esto una referencia o simbólica alusión a la energía peculiar del tercer aspecto del Logos. Dícese que en el proceso de la creación tuvo este sonido cuatro etapas. Probablemente no erraríamos al asociar esta idea con nuestro occidental concepto de los tres principios: cuerpo, mente y espíritu, y un cuarto que fuera la unión con Dios. 

ACTUALIZACIÓN DE KUNDALINI 

La finalidad de los yoguis es actualizar el aspecto latente de kundalini e impeler gradualmente esta energía por el canal sushumna. Para ello se prescriben varios métodos, entre ellos el esfuerzo de la voluntad, maneras de respirar, mantras y varias actitudes y movimientos. El Shiva Samhita describe diez métodos que califica de los mejores para este propósito, algunos de los cuales comprenden simultáneamente todos dichos esfuerzos. Al tratar de la eficacia de uno de tales métodos, describe Avalon como sigue la actualización de las internas capas o aspectos superiores de kundalini: “Entonces deviene potísimo el calor del cuerpo, y al notarlo kundalini despierta de su sueño, como serpiente que silba y se yergue al sentir el golpe de un bastón. 

Después entra en el sushumna”. Dícese que en algunos casos ha despertado kundalini no sólo por la voluntad, sino también por un accidente o por presión material. No ha mucho me dijo uno de nuestros conferenciantes teósofos que había presenciado un caso de dicha índole mientras viajaba por el Canadá. Una señora que nada sabía de estas cosas se cayó por la escalera del sótano de su casa. Estuvo un rato perdido el conocimiento, y al volver en sí era clarividente y capaz de leer en el pensamiento ajeno y de ver lo que sucedía en todos los aposentos de su casa, sin que perdiera ya esta facultad. Se colige que, en este caso, al caer la señora recibió en la base de la columna vertebral un golpe cuyo estremecimiento despertó a kundalini, y también podía haber puesto en actividad otro chakra si de tal suerte recibiera el golpe. 

A veces recomiendan los libros sánscritos la meditación sobre los chakras sin el previo despertar de kundalini, según se advierte en los siguientes versículos del purana Garuda. “Muladhara, Swadhishtana, Manipuraka, Anahatam, Visuddhi y Ajna son los seis chakras. Se ha de meditar respectivamente en los chakras sobre Ganesa, Vidhi (Bramha) , Vishnú, Shiva, Jiva, Guru y Parambrahman, que todo lo penetra. Después de adorar mentalmente en todos los chakras, con mente indesviada, debe el devoto repetir el ajapa-gayatri según las instrucciones del Maestro. Ha de meditar en el randhra, con el loto de mil pétalos invertido, sobre el bienaventurado Instructor que mora en el Hamsa y cuya mano lótica libra de temor. Ha de considerar el devoto su cuerpo como si estuviera bañado en la vena de néctar que fluye de los pies del Maestro. Después de adorar de la quíntuple manera ha de postrarse y cantar las alabanzas del Maestro. Después meditará sobre kundalini imaginándosela como si se moviera hacia arriba y hacia abajo y circulara por los seis chakras, colocada en tres y media espiras. Después debe meditar sobre el sushumna que sale del randhra, y de este modo llegará al estado supremo de Vishnú”. 

 ASCENSO DE KUNDALINI 

Los libros insinúan, más bien que explican, lo que sucede al ascender kundalini por el conducto medular. Llaman nerudanda a la columna vertebral, y dicen que es el cetro de Meru "el eje central de la creación", aunque cabe presumir que se refieren a la creación del cuerpo humano. Añaden que en el nerudanda hay un canal llamado sushumna, y en el interior de éste otro, denominado vajrini, y dentro de éste un tercero, el chitrini "tan delgado como hilo de araña", en el que están enhebrados los chakras "a manera de los nudos de una caña de bambú". Kundalini asciende lentamente por chitrini a medida que el yogui emplea su voluntad en la meditación. En el primer esfuerzo no alcanzará muy alto, pero en el segundo subirá un poco más y así sucesivamente. 

Al llegar a un chakra lo atraviesa, y la corola del loto que estaba hacia abajo se vuelve hacia arriba. Terminada la meditación, retorna kundalini por el mismo camino a su asiento en el chakra fundamental o muladahara; pero en algunos casos no baja más allá del chakra cardíaco donde se aposenta como en su propia cámara. Algunos libros señalan el chakra umbilical por residencia de kundalini; y aunque no lo hemos visto nunca en semejante sitio en las personas ordinarias, puede referirse dicha afirmación a quienes habiendo ya actualizado el kundalini tienen una especie de depósito de esta energía en el chakra umbilical. Añaden los libros sánscritos que al pasar kundalini por un chakra en su curso ascendente, actualiza o saca de su latencia (de aquí el término laya) las funciones psíquicas del chakra y lo vitaliza muy explayadamente; pero como su objeto es alcanzar la cima, sigue ascendiendo hasta que llega al chakra coronal o loto sahasrara, donde goza de la beatifica unión con su señor Paramabhiva; y al retornar por su camino, devuelve a cada chakra muy intensificadas sus específicas facultades. 

Todo esto supone un proceso de éxtasis parcial por el que ha de pasar quien medita profundamente, porque al concentrar toda nuestra atención en un elevado asunto cesamos entretanto de percibir cuanto ocurre a nuestro alrededor. Dice Avalon que generalmente se necesitan años enteros desde el comienzo de las meditaciones para impeler a kundalini hasta el sahasrara o chakra coronal, aunque en casos excepcionales es más corto el tiempo. La práctica facilita el procedimiento, de modo que el muy habituado puede levantar y bajar el kundalini en una hora, si bien es libre de mantenerlo tanto tiempo como quiera en el chakra coronal. Algunos autores dicen que cuando kundalini asciende, se enfría la parte del cuerpo a donde no alcanza. Sin duda que así sucede en aquellas prácticas que suscitan el éxtasis prolongado, pero no por el usual empleo del kundalini. 

En La Doctrina Secreta cita Blavatsky el caso de un yogui a quien encontraron en una isla adyacente a Calcuta con las raíces de los árboles enroscadas por sus miembros, y en los esfuerzos para despertarlo y cortar las raíces, recibió tantos daños que le ocasionaron la muerte. También menciona Blavatsky otro caso de un yogui de las cercanías de Allahabad, que con propósitos de él conocidos, estuvo cincuenta y tres años sentado en una piedra. Sus discípulos lo bañaban en el río cada noche y después del baño lo volvían a la piedra. Durante el día retornaba a veces su conciencia al plano físico y entonces instruía y enseñaba. 

  EL OBJETO DE KUNDALINI 

Los últimos versículos de Shatchakra Nirupana describen hermosamente como sigue el objeto de la actuación de kundalini: “La devi Shuddha atraviesa los tres lingas y después de pasar por todos los lotos del nadi de Brahma, brilla en ellos en la plenitud de su fulgor. Después vuelve a su estado sutil, con el brillo del relámpago y delicada como fibra de loto. Asciende hasta el flamígero Shiva, la suprema bienaventuranza, y de súbito determina la felicidad de la liberación. La hermosa Kundalini liba el exquisito néctar rojo que mana de Para Shiva, y desde allí donde mora la eterna y trascendente felicidad en todo su esplendor, regresa por el sendero de kula al muladhara. El yogui que ha logrado fijeza mental ofrece al Ishta devata, a los Devatas de los seis chakras, a Dakini y otros la corriente de néctar celestial que está en el vaso de Brahmanda, cuyo conocimiento adquirió por la tradición de los Instructores. Si el yoqui devoto de su Instructor lee con imperturbado corazón y mente concentrada este libro que intachable, puro y secretísimo es la suprema fuente de liberación, entonces con seguridad danzará su mente a los Pies de su Ishtadevata. 

CONCLUSIÓN 

Los indos coinciden con nosotros en afirmar que los resultados del yoga laya pueden obtenerse asimismo por los demás métodos de yoga. En las siete escuelas de la India y entre los estudiantes occidentales, todos cuantos bien comprenden y entienden, anhelan alcanzar la meta suprema del esfuerzo humano, aquella libertad, superior todavía a la liberación, porque no sólo incluye la unión con Dios en los excelsos reinos allende toda terrena manifestación, sino además, todas aquellas potencias y facultades que convierten al hombre en un Adhikari Purusha, un ministro u obrero al servicio de la Divinidad en la obra de alzar a los millones de penantes seres humanos hacia la gloria y felicidad que a todos nos aguarda. 

Aum, aim, klim, strim.

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