Hay una ley de involución por la cual todo
tiende de lo sutil a lo denso, y después hay una ley
de evolución, de lo denso a lo sutil. Hay un punto
hasta el cual hay crecimiento material. A partir de
ahí retrocede. El cuerpo humano crece hasta los
35 años, hasta entonces se le llama deha. Después,
según nuestro cuidado se mantiene, y lentamente,
tras cierto tiempo, empieza a decaer. Todo se
cuenta en múltiplos de 7. Para algunos empieza a
decaer a los 49 años, para otros a los 56 años y para
otros a los 63 años. Pero igualmente veremos el decaimiento con la edad.
De lo sutil a lo denso y
de lo denso a lo sutil, hay involución y evolución.
Hay un descenso y un ascenso. En
correspondencia, también tenemos las fases
descendentes de la luna y las fases ascendentes
de la luna. Tenemos la ley de involución y
evolución. Aparte de nuestro cuerpo, como alma
debemos observar si estamos involucionando o
evolucionando. Si nos inclinamos cada vez más hacia
el crecimiento material estamos involucionando,
porque cuanto más entramos en lo material, más
nos ata. Nos involucramos. La gente se involucra
mucho al abusar de lo material.
La implicación
alocada en lo material ha acarreado dificultades a
muchas personas. Una implicación regulada aún no
es evolución. La regulamos porque si vamos más allá,
nos lo complica.
Si no nos acarreara dificultades,
desearíamos avanzar más en lo material.
Un loto no está preocupado por los alrededores.
Cuando llega el amanecer, se orienta a la luz del sol.
Esta es la evolución del loto. Por eso el loto es un
símbolo sagrado. La prioridad del loto es la luz solar.
Os contaré una pequeña anécdota de Einstein. A él
no le interesaba la escuela. Tenía imaginaciones para
las cuales no había lugar en la escuela. La escuela le
dejó secuelas. Él se sumergía en sus imaginaciones,
investigaciones e ideas. Tenía dos perros en casa a los
que, de vez en cuando, había que sacar. Ladraban cuando necesitaban salir, y para él esto era una
molestia que le distraía de sus ideas. Así que hizo
un agujero grande para el perro grande y un agujero
pequeño para el perro pequeño, de manera que
pudieran salir y entrar cuando quisieran. Un amigo
fue a visitar a Einstein, vio los agujeros en la puerta
y le dijo: “¿Para qué son estos agujeros?”. ¡Quizás
tenían una explicación científica! Entonces Einstein
explicó que el agujero grande era para el perro
grande y el agujero pequeño para el perro pequeño.
Entonces el amigo dijo: “Si haces un agujero grande,
¿no podrá pasar también el perro pequeño?”.
Para
Einstein esto fue una revelación.
Esta historia se explica para transmitir que
cuando no estamos muy ocupados con las cosas
insignificantes, estamos implicados en alguna otra
cosa. Cuando nuestra orientación es más hacia el
cielo, no estamos muy orientados a otros asuntos
varios. Con ello no se trata de convertirnos en
filósofos y dejar de ver el suelo. Como todavía no
estamos preparados para ver el cielo, si dejamos
de ver la tierra, tropezaremos y nos caeremos en
alguna parte.
Un yogui está en la materia y en el espíritu al
mismo tiempo. Esta es la diferencia entre un yogui
y un filósofo. Los místicos son diferentes de los
yoguis, por eso Krishna quería que Arjuna tan sólo
fuera un yogui.
Para llevar a cabo la involución y la evolución
necesitamos relacionarnos con este lado y también
con el otro lado. Yogui significa que está aquí y
también está allí. Esto ha sido posible para el
Omnipresente, de manera que debe ser posible
para nosotros. Para él ha sido posible a través de la
ley de pulsación.
Dr. Sri K. Parvathi Kumar.
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