Hemos visto en qué forma se han aplicado los estudios de la Mitología
Comparada a la destrucción de las religiones; pues bien; algunos de sus más
demoledores ataques se han dirigido en contra del Cristo. Su nacimiento de una
Virgen en "Navidad", la matanza de Los inocentes, sus milagros y
enseñanzas, su crucifixión, resurrección y ascensión, acontecimientos todos de
la historia de su vida, se hallan también consignados en las narraciones de otras
vidas, y en su consecuencia, se rechaza su existencia histórica, por
considerarse tales identidades como imposibles. Por lo que hace a los milagros
y a las enseñanzas, contestaremos en breves palabras.
La mayor parte de los
grandes Maestros han realizado hechos que en el plano físico aparecen como
milagros a los ojos de sus contemporáneos, pero que los ocultistas reconocen
como fenómenos naturales, producidos mediante el ejercicio de poderes que
desarrollan todos los Iniciados que están por encima de cierto grado. Y por lo
que respecta a las enseñanzas de Jesús, confirmamos que no son originales; pero
cuando los profesores de Mitología Comparada creen haber probado que ninguna
procede de inspiración divina, porque las mismas doctrinas morales salieron de
los labios de Manu, de los de Buda y de Jesús, el argumento les da en el
rostro, pues precisamente repitió Jesús las enseñanzas de sus predecesores,
porque era un mensajero de la misma Logia.
Las profundas verdades del Espíritu
divino y humano eran tan ciertas veinte mil años antes de que Jesús naciera en
Palestina, como después que nació; y decir que el mundo estuvo abandonado sin
estas enseñanzas, y que el hombre fue entregado a las tinieblas morales desde
el principio del mundo hasta hace veinte siglos, es asegurar que hubo una
humanidad sin Maestros, hijos sin Padre, almas humanas que clamaban por luz en
una oscuridad que ninguna respuesta les daba: conceptos todos tan blasfemos de
Dios como desesperantes para el hombre; conceptos a que dan un mentís solemne
las apariciones de Sabios tales, así como la potente literatura, las nobles
vidas de las edades sin cuento anteriores a la venida de Cristo.
Reconociendo, pues, en Jesús, al gran Maestro de occidente, al Mensajero
enviado por la Logia para dirigir el mundo occidental, vamos a examinar la
dificultad que ha destruido esta creencia en el ánimo de mucha gente. ¿Cómo es
que se encuentran en las religiones anteriores al Cristianismo las festividades
conmemorativas de la vida de Jesús? ¿Cómo se celebran en aquéllas idénticos
acontecimientos aplicados a las vidas de otros Maestros?
La Mitología Comparada, que en los tiempos modernos ha encaminado la
atención pública hacia estos asuntos, cuenta apenas un siglo de existencia,
pues tuvo origen cuando aparecieron la Historia Abreviada de los Diversos
Cultos, de Dulaure, el Origen de todos los Cultos, de Dupuis, el Panteón Hindú,
de Moor, y el Anacalypsis, de Godfrey Higgins. A estas obras siguieron otras
muchas, cada vez más científicas y severas en la recolección y comparación de
los hechos, hasta el punto de llegar a hacer imposible que una persona culta se
atreva tan siquiera a discutir las identidades y semejanzas que por todos lados
se ponen de manifiesto. Ya no se encuentran cristianos dispuestos a sostener
que los símbolos, ritos y ceremonias del Cristianismo sean únicos, a excepción
-ni hay que decirlo- de la gente ignorante, pues aun vemos la sencillez de las
creencias mano a mano con la ignorancia de los hechos. Pero aparte de esta
gente, no encontramos, ni siquiera entre los cristianos más devotos, quien
niegue que el Cristianismo tenga mucho de común con religiones más antiguas.
Después de todo, es bien sabido que en los siglos "siguientes a
Cristo" tales semejanzas eran cosa corriente, no haciendo, pues, la
moderna Mitología Comparada más que repetir con gran precisión lo que en la
Iglesia primitiva universalmente se reconocía. Justino Mártir, por ejemplo,
atestó sus obras de referencias a las religiones de su tiempo; y si cualquier
moderno impugnador del Cristianismo desease hacer numerosas citas de los casos
en que las enseñanzas cristianas son idénticas a las de religiones más
antiguas, no encontraría seguramente depósito más abundante de ellas que los
escritos de los apologistas del siglo segundo. Citan ellos enseñanzas,
narraciones y símbolos paganos, y alegan que la identidad que con éstos tienen
los cristianos, debería ser motivo bastante para que los últimos no fuesen
rechazados desde luego como increíbles.
Justino Mártir da de esta semejanza una
razón muy curiosa que, a la verdad, no encontrará muchos valedores en los
tiempos modernos. Dice así: "Los que enseñan los mitos formados por los
poetas, no exponen prueba alguna a los jóvenes que los aprenden. Nosotros
demostraremos que son debidos a la influencia de los demonios perversos,
atentos a engañar y descarriar a la especie humana. Sabedores éstos de los
anuncios de los profetas sobre la futura venida de Cristo y sobre el castigo de
los malvados por el fuego, crearon muchos hijos de Júpiter, con la intención de
despertar en los hombres la idea de que las cosas dichas de Cristo eran cuentos
de maravillas, ni más ni menos que las que los poetas decían..." "Y
los diablos, por cierto, cuando oyeron al profeta publicar la ablución,
indujeron a los que iban a sus templos y les rendían culto con libaciones y
holocaustos, a que también se rociasen; y asimismo hacen que se laven por
completo antes de marcharse..." "La cual (la Cena del Señor) han
imitado los malvados diablos en los misterios de Mithra, ordenando que se haga
lo mismo..." (1).
"En cuanto a mí, cuando descubrí el perverso disfraz que los malos
espíritus habían puesto a las divinas enseñanzas de los cristianos, para
impedir que otros las aceptasen, me eché a reír" (2).
Como se ve, pues, las semejanzas eran tenidas por obra de los demonios,
copias de los originales cristianos, ampliamente difundidas por el mundo antes
del Cristianismo, en previsión de su venida y con el fin de crearle obstáculos.
Cosa escabrosa es sin duda y difícil de aceptar, eso de que las enseñanzas
más antiguas sean copias, y sus originales las aducidas en época relativamente
moderna. Pero, así y todo, no tratamos de discutir con Justino Mártir sobre si
las copias precedieron al original o el original a las copias, contentándonos
con aceptar su testimonio respecto de la existencia de estas identidades entre
las creencias que florecían en su tiempo en el Imperio romano y la nueva
religión que estaba comprometido a defender.
Con la misma sencillez se explica Tertuliano al afrontar la objeción que
por aquel entonces se hacía también al Cristianismo, de que "las naciones
extrañas a toda inteligencia de los poderes espirituales, atribuían a sus
ídolos la inmersión en agua como igualmente eficaz." "Así lo hacen
-contesta con toda franqueza-, pero ellos se engañan a sí mismos con aguas que
son viudas. La ablución es el medio por el cual son iniciados en algunos ritos
sagrados de cierta Isis o Mithra conocidos; y a los Dioses mismos honran con
abluciones...
En los juegos Apolinarios y Eleusinos son ellos bautizados; y suponen que
esto tiene por efecto regenerarlos y remitirles las penas debidas a sus
perjurios. y al par que reconocemos la realidad del hecho, reconocemos también
el celo del demonio en emular las cosas divinas, pues hace practicar el bautismo
a los que le están sujetos" (3).
Para desatar el nudo de estas semejanzas, vamos a estudiar el Cristo
Mítico, el Cristo de los mitos o leyendas solares; pues estos mitos constituyen
las formas pictóricas en que ciertas profundas verdades fueron dadas al mundo.
Ahora bien; un "mito" no es lo que se imagina la mayor parte de
la gente, esto es, una historia fantástica fundada en un hecho real, y aun
ajena por completo a toda realidad. Un mito contiene bastante más realidad que
una historia; pues una historia es sólo narración de sombras, mientras que un
mito hace referencia de las substancias que proyectan esas sombras.
Como lo de arriba, así es lo de abajo; y primero es lo de arriba, y lo de
abajo después.
Existen grandes principios, conforme a los cuales nuestro
sistema está constituido; existen ciertas leyes que regulan el desarrollo de
estos principios en detalle; existen grandes Seres cuya constitución son los
principios, y sus funciones las leyes; existen huestes de entidades inferiores
que actúan como vehículos de estas funciones: son agentes, instrumentos; y
vienen, por último, los Egos humanos, que, mezclados con todos ellos, son
copartícipes en el desenvolvimiento del gran drama cósmico.
Estos diversos
trabajadores de los mundos invisibles proyectan sus sombras sobre la materia
física, y estas sombras son "cosas"; los cuerpos, los objetos de que
el universo físico está constituido.
Las sombras dan sólo una pobre idea de los
objetos que las lanzan, bien así como lo que aquí abajo llamamos sombras, dan
una idea muy pobre de los objetos que las producen; son meras siluetas de fondo
oscuro, desprovistas de pormenores, con longitud y latitud, pero sin
profundidad.
Es la historia una narración muy imperfecta, y a veces desconcertada, de la
danza de estas sombras en el mundo umbrío de la materia física. El que haya
visto funcionar una linterna mágica y haya hecho comparación de lo ejecutado
por un hábil jugador detrás del lienzo con lo que sobre él es percibido, podrá
obtener una vívida idea de la naturaleza ilusoria de las acciones umbrosas y
deducir de ello analogías no descaminadas (4).
El mito refiere cómo se mueven los que hacen las sombras, y el lenguaje
usado para ello es lenguaje de símbolos. Así como nosotros tenemos palabras que
significan tosas -ejemplo, la palabra "mesa", que es símbolo de un
objeto conocido de cierta especie- así los símbolos significan objetos de
planos más elevados. Cada uno con su significación propia, constituyen un
alfabeto pictórico, el cual emplean todos los escritores de mitos. Todo símbolo
lleva adaptada la designación de determinado objeto, a la manera con que las
palabras se usan entre nosotros para distinguir una cosa de otra; por tanto, el
conocimiento de los símbolos es necesario para la lectura de los mitos.
Los
expositores originales de los grandes mitos son siempre Iniciados, hechos a
manejar el lenguaje simbólico y a emplearlo, por de contado, de un modo
invariable y reconocido.
Cada símbolo tiene un significado principal y además otros varios
subalternos que guardan relación con el primero.
Por ejemplo, el Sol es el símbolo del Logos, y éste es su significado
principal o primario.
Pero también significa una encarnación del Logos, o sea
de los grandes Mensajeros que Lo representan temporalmente, al modo que un
embajador representa a su Rey.
Los altos Iniciados que para misiones especiales
toman carne humana y viven entre los hombres por algún tiempo, como Directores
o Maestros, son designados por el símbolo del Sol; pues aunque éste no sea su
símbolo propio en un sentido individual, se convierte en tal por razón de su
cargo.
Todos los Seres a quienes este símbolo designa, se distinguen de un modo
notorio: sus condiciones características son especiales; determinadas las
situaciones por que pasan; singulares las acciones que ejecutan. El Sol es la
sombra física o cuerpo del Logos, y así se le llama; de aquí que su curso anual
en la naturaleza sea un reflejo de la actividad del Logos, en la forma parcial
en que una sombra es capaz de representar la actividad del objeto que la
proyecta.
En suma: es el curso anual del Sol la sombra del Logos, "del
Hijo de Dios", cuando desciende a la materia; y esta es la significación
del Mito Solar. De aquí procede, también, el que cualquiera encarnación del
Logos o sea uno de Sus altos emisarios, represente asimismo en su cuerpo mortal
esa actividad, a manera de sombra. Por esto han de producirse necesariamente
las semejanzas que se ofrecen en las historias de esos emisarios; y,
consiguientemente, donde se note la falta de tales identidades, está la prueba
de que la personalidad de que se trata, no tuvo plenos poderes: su misión fue
de un orden inferior.
Es, pues, el Mito Solar una narración que, representando en primer lugar la
actividad del Logos o el Verbo en el Cosmos, viene en lugar secundario a
resumir la vida de una individualidad que es una encarnación del Logos, uno de
Sus excelsos embajadores. El Héroe del mito es presentado comúnmente como Dios
o Semidios, y su vida, según se comprenderá por lo que va dicho, ha de ser trazada
conforme a la carrera del Sol, que es la sombra del Logos. La parte de carrera
consumida durante la vida humana es la comprendida entre el solsticio de
invierno y la llegada al zenit en el verano.
El Héroe nace en el solsticio de invierno, muere en el equinoccio de
primavera, y, venciendo a la muerte, se eleva en medio del cielo.
A este respecto son interesantes las siguientes observaciones, aunque se
refieren al mito de un modo más general, como una alegoría que semeja verdades
internas: "Alfredo de Vigny ha dicho que la leyenda a veces contiene más
verdad que la historia, porque la leyenda no da cuenta de los hechos, a menudo
incompletos y abortivos, sino del genio mismo de los grandes hombres y de los
grandes pueblos. Este hermoso pensamiento es sobre todo aplicable al Evangelio,
pues en él no se contiene la mera narración de lo que ha sido, sino además el
relato sublime de lo que es y de lo que siempre será. Siempre será el Salvador
del mundo adorado por los reyes de la inteligencia que representan los Magos;
siempre
El multiplicará el pan de la eucaristía para alimento y fortaleza de
nuestras almas; cuando en negra noche y en medio de la tormenta le invoquemos,
vendrá siempre a nosotros, andando sobre las aguas, y extenderá siempre Su mano
para ayudarnos a caminar sobre las olas; siempre acudirá en los desórdenes de
nuestra mente, y devolverá a nuestros ojos la luz perdida; y luminoso y
transfigurado se presentará siempre en el Tabor a sus devotos, interpretando la
ley de Moisés y desplegando el celo de Elías" (5).
Ya veremos que los mitos están íntimamente relacionados con los misterios,
pues parte de éstos eran la vívida representación pictórica de lo que ocurre en
los más elevados mundos, la cual venía al cabo a tomar la forma de mito. En los
Pseudo-Misterios las reproducciones pictóricas de los misterios verdaderos se
representaban mutiladas en un drama, ejecutado por actores; y muchos de los
mitos secundarios son estos mismos dramas puestos en escritura.
El amplio bosquejo de la historia del Dios Sol es muy claro: su accidentada
vida se comprende dentro de los primeros seis meses del año solar; los seis
restantes se dedican a la protección y conservación general. Nace siempre en el
solsticio de invierno, después del día más corto del año, a la media noche del
24 de Diciembre, cuando el signo de Virgo se eleva sobre el horizonte; nacido
en tal coyuntura, nace siempre de una virgen después de haber dado a luz a su
Hijo Sol, como el signo celeste de Virgo sigue inmutable e inmaculado cuando el
Sol surge de él en el cielo. Débil y desvalido como niño ha venido a la vida
durante los días más cortos y las noches más largas -para nosotros que estamos
al Norte del ecuador-, se encuentra rodeado de peligros en su infancia.
El
reino de las tinieblas es mucho más largo que el suyo en sus primeros días.
Pero vive a pesar de todos los peligros que le amenazan; los días se prolongan
hacia el equinoccio de primavera, y llega el momento de pasar de uno a otro
extremo, de cruzar -la crucifixión-, cuya fecha varía con cada año. A veces se
encuentra al Dios Sol esculpido dentro del círculo del horizonte, con la cabeza
y los pies tocando la circunferencia al Norte y al Sur, y, extendidos los
brazos, toca con las manos el Este y el
Oeste. -"El está crucificado." Después de esto se eleva
triunfante y sube a los cielos, y madura el grano y el racimo, dándoles de su
vida misma para que se forme su sustancia, y, mediante ella, la de sus
adoradores. El Dios nacido al amanecer del 25 de Diciembre, es crucificado
siempre en el equinoccio de primavera, y siempre entrega su vida para alimento
de sus adoradores-. Estos son los distintivos más salientes del Dios Sol.
Lo
fijo de la fecha del nacimiento y lo variable de la muerte tienen significación
muy grande, cuando observamos que la primera es la de una posición fija del
Sol, y la segunda la de una posición variable del mismo. "La Pascua de
Resurrección" es movible, y se calcula por las posiciones relativas del
Sol y de la luna: cosa impropia para fijar el aniversario de un acontecimiento
histórico pero muy natural e inevitable cuando se trata de calcular una
festividad del Sol. Fechas variables que no indican la historia de un hombre,
sino que apuntan al Héroe de un mito solar.
Estos sucesos están reproducidos en las vidas de los diversos Dioses
Solares, de cuyas imágenes hay ejemplos abundantes en la antigüedad. La Isis de
Egipto, como María de Bethlehem, era nuestra Señora Inmaculada, Estrella del
Mar, Reina del Cielo, Madre de Dios. Representábasela de pie sobre la media
luna, y coronada de estrellas, dando de mamar a su hijo Horus, y con la cruz
detrás del niño sentado en la falda de su madre. El signo de Virgo del Zodíaco
se encuentra representado en antiguos dibujos por una mujer amamantando un
niño; éste es el tipo de todas las futuras Madonas con sus divinos hijos, el
cual muestra el origen del símbolo. Así se ve también la figura de Devaki con
el divino Krishna en sus brazos, y así la de Mylitta, o Istar, de Babilonia,
con la especial corona de estrellas y su hijo Tammuz en las rodillas; Mercurio
y Esculapio, Baco y Hércules, Perseo y los Dioscuros, Mithra y Zarathustra,
tuvieron todos nacimientos divinos y humanos.
La relación del solsticio de invierno con Jesús es también significativa.
El nacimiento de Mithra se celebraba en el solsticio de invierno con grandes
regocijos, y Horus nacía también por entonces: "Su nacimiento es uno de
los mayores misterios de la religión (egipcia). Sus representaciones aparecían
pintadas en los muros de los templos. . . Era el hijo de la Divinidad. En la
época de las pascuas, o sea en la correspondiente a esta festividad nuestra, su
imagen se sacaba del santuario con ceremonias peculiares, lo mismo que la
imagen del niño Bambino se saca y se exhibe todavía en Roma" (6).
Sobre la fijación del 25 de Diciembre como la fecha del nacimiento de
Jesús, dice Williamson lo que sigue: "Todos los cristianos saben que el 25
de Diciembre es ahora el día designado para la festividad del nacimiento de
Jesús, pero pocos están enterados de que no siempre ha sido así. Dícese que han
habido ciento treinta y seis fechas distintas asignadas a tal hecho por las
diversas sectas cristianas. Lightfoot da la del 15 de Septiembre, otros la de
Febrero o Agosto. Epifanio menciona dos sectas, una que lo celebraba en Junio y
otra en Julio.
La cuestión fue resuelta al fin por el papa Julio I en el año
337; y San Crisóstomo escribía en 390: "Este día (esto es, el 25 de
Diciembre) también se fijó últimamente en Roma para el nacimiento de Cristo,
con el propósito de que mientras los paganos estuviesen ocupados en sus
ceremonias (las Brumalias en honor de Baco), pudiesen los cristianos celebrar
tranquilamente sus ritos." Gibbson, en su obra Decline and Fall of the Roman Empire, escribe: “Los ( cristianos)
romanos, tan ignorantes como sus hermanos de la verdadera fecha del nacimiento
de Cristo, fijaron la solemne festividad el 25 de Diciembre, día de las
Brumalias o del solsticio de invierno, en el cual celebraban anualmente los
paganos el nacimiento del Sol." King, en sus Gnostics and their Remains, dice también: "La antigua fiesta
del 25 de Diciembre en honor del natalicio del Uno Invencible (7), celebrada
con grandes juegos en el Circo, fue en adelante transferida a la conmemoración
del nacimiento de Cristo, cuya fecha precisa confiesan muchos Padres de la
Iglesia que era entonces desconocida."
Y al presente el canónigo Farrar dice que: "es inútil todo intento
para descubrir el mes y día de la natividad; no existen datos con que poderlos
determinar ni aun siquiera de un modo aproximado." De todo lo cual resulta
que la gran festividad del solsticio de invierno se venía celebrando desde
tiempos antiguos y en países apartados para honrar la memoria del nacimiento de
un Dios, a quien casi invariablemente se designa como un "Salvador",
y a cuya madre se llama una virgen pura. Las notables semejanzas que se han
señalado, no sólo en lo que respecta al nacimiento, sino también en lo que se
refiere a la vida de estos Dioses Salvadores, son demasiado numerosas para que
se las considere como una mera coincidencia”. (8)
También vemos un mito relacionado con la personalidad histórica del Señor
Buda. Bien conocida es la narración corriente en la India sobre su vida, donde
la historia del nacimiento se presenta en forma sencilla y humana. Pero en las
relaciones chinas nace de una virgen, Mayadevi con lo que el mito arcaico hace
de El un nuevo Héroe.
Asimismo dice Williamson que los pueblos celtas encendían y aun encienden
hogueras en las colinas el 25 de Diciembre, que entre los montañeses de Irlanda
y Escocia llevan todavía el nombre de Bheil o Baaltine: esto es la denominación
de su antigua Deidad, Bel, Bal o Baal, el Dios Sol, aunque ahora las enciendan
en honor de Cristo (9).
Bien pensado, las fiestas de Navidad deberán ofrecer a los amantes de
Cristo nuevos motivos de santificación y de regocijo, al considerarlas como
continuación de una antigua solemnidad celebrada en todo el mundo desde los
tiempos más remotos. Ciertamente, las campanas anunciadoras de tal festividad
suenan a través de toda la historia humana, pues su armonioso repique sale del
fondo de las tinieblas de las edades más primitivas. El sello de la verdad se
encuentra en la aceptación universal, no en la posesión del exclusivismo.
Ya hemos dicho que la fecha de la muerte no es fija como la del nacimiento.
La primera se calcula de conformidad con las posiciones relativas del Sol y de
la Luna en el equinoccio de primavera, variando, por tanto, en cada año; y en
tal relación vemos celebrarse la fecha de la muerte de todos los Héroes
Solares. El animal elegido por símbolo del Héroe es el signo del Zodíaco en que
está el Sol en el equinoccio primaveral del año correspondiente, el cual varía
con la precesión de los equinoccios. Oannes de Asiria tenía el signo de Piscis,
el Pez, y en esta forma se le representaba. Mithra tenía el de Tauro, por lo
cual figura montado en un toro; y a Osiris se rendía culto como Osiris-Apis, o
Serapis, el Toro. Merodach de Babilonia era adorado como un toro, y así lo fue
también Astarte de Siria. Cuando el Sol está en el signo de Aries, el carnero o
cordero, vemos otra vez a Osiris como carnero, e igualmente a Astarte y a
Júpiter Ammon. Este mismo animal vino a ser el símbolo de Jesús -el Cordero de
Dios.
El empleo del Cordero como símbolo suyo con frecuencia puesto en la cruz,
es muy común en las esculturas de las catacumbas. Sobre esto dice Williamson:
"Andando el tiempo fue el Cordero representado en la cruz, hasta que el
sexto concilio de Constantinopla, celebrado hacia el año 680, ordenó que en
lugar del antiguo símbolo se pusiese la figura de un hombre sobre la cruz.
Confirmó este canon el papa Adriano I" (10). Fue también aplicado a Jesús
el muy antiguo símbolo de Piscis, y así se le encuentra pintado en las
catacumbas.
La muerte y resurrección del Héroe Solar en el equinoccio de primavera o
cerca de él, se encuentran tan ampliamente difundidas, como su nacimiento en el
solsticio de invierno. En tal época moría Osiris a manos de Tifón, y se le
figuraba en el círculo del horizonte, con los brazos extendidos, como si estuviese
crucificado -postura que originalmente significaba que bendecía, no que padecía
sufrimientos. Llorábase anualmente la muerte de Tammuz en Babilonia y en Siria
por el equinoccio de primavera, así como también la de Adonis en Siria y
Grecia, y la de Attis en Frigia, donde se hacía su efigie "como un hombre
clavado con un cordero a sus pies" (11).
Igualmente se solemnizaba en Persia la muerte de Mithra. Y en Grecia la de
Baco y Dionisio, que son uno mismo. En México reaparece la misma idea, como de ordinario
acompañada de la cruz.
En todos los casos al duelo de la muerte sucedía inmediatamente los
regocijos de la resurrección, y a este propósito es interesante observar que el
nombre Easter (que es el nombre inglés de la Pascua de resurrección y que se
pronuncia Ister) se remonta a la virgen madre del muerto Tammuz: Ishtar (12).
Es también interesante el hecho de que el ayuno que precede a la muerte en
el equinoccio primaveral -la Cuaresma moderna- se encuentra en México, Egipto,
Persia, Babilonia, Asiria, Asia Menor, y en algunos casos definidamente por
cuarenta días (13).
En los Pseudo-Misterios se ponía en drama la historia del Dios Sol, y en
los antiguos Misterios el Iniciado constituía su vida con ella: de aquí que los
"mitos" solares y los grandes hechos de la Iniciación viniesen a
quedar estrechamente enlazados. Por esto cuando el Cristo Maestro llegó a ser
el Cristo de los Misterios, las leyendas de los Héroes más antiguos de estos
Misterios se agruparon en torno suyo, y de nuevo se aplicaron al último
Instructor divino las historias que, como representante del Logos en el Sol, le
correspondían.
Entonces el festival de su natalicio se fundió en la fecha inmemorial
cuando el 'Sol nació de la Virgen, cuando a la media noche, las tinieblas del
espacio, se llenaron de regocijadas huestes de seres celestiales, y
Muy temprano, muy temprano
nació Cristo,
Cuando se le aplicó la gran leyenda del Sol, fue adoptado el signo del
Cordero para Su crucifixión, así como el de la Virgen se habría adoptado para su
nacimiento. Hemos visto que el Toro fue consagrado a Mithra y el Pescado a
Oannes; por idéntica razón fue el Cordero consagrado a Cristo; era el signo del
equinoccio de primavera en el período de la historia en que cruzó el gran
círculo del horizonte, en que fue "crucificado en el espacio."
Estos mitos solares, siempre repetidos a través de los siglos, con un Héroe
de diferente nombre en cada nueva aparición, no pueden quedar inadvertidos para
el hombre estudioso, aunque los ignore, como es natural, el simple devoto; y
cuando se les emplea como arma para mutilar o destruir la majestuosa figura de
Cristo, hay que hacerles frente, no para negar los hechos sino para comprender
el significado más profundo de las narraciones: las verdades espirituales que
las leyendas expresan bajo su velo.
¿Por qué se han mezclado estas leyendas con la historia de Jesús,
condensándose en torno suyo como personaje histórico? Son éstas, en realidad,
narraciones que no incumben de modo particular a un individuo llamado Jesús,
sino que pertenecen al Cristo universal, a un Hombre que simbolizaba a un Ser
Divino y que representaba una verdad fundamental de la Naturaleza; a un Hombre
que cumplió cierto cometido y tuvo una posición característica respecto de la
humanidad, guardando con ella especial parentesco, renovando una edad tras
otra, conforme las generaciones sucedían a las generaciones y las razas daban
lugar a otras razas. De aquí que Cristo, como todos los otros, fuese el
"Hijo del Hombre", título peculiar y distintivo, el título de un
cargo, no de un individuo.
El Cristo del Mito Solar fue el Cristo de los Misterios; y así encontramos
el secreto del Cristo mítico en el Cristo místico.
ANNIE BESANT
Notas del capítulo 5
(1) Vol. II, Justino Mártir, Apología Primera, párrafos LIV, LXII y LXVI.
(2) Ibid, Apología Segunda, pár. XIII.
(3) Vol. VII, Tertuliano. Sobre el Bautismo, cap. V.
(4) El lector estudioso puede ver la narración de la "Cueva" y de
sus habitantes de Platón, teniendo presente que era un Iniciado. República,
lib. VII.
(5) Eliphas
Levi. The Mysteries of Magic, pág. 48.
(6) Bonwick.
Egyptian Belief, pág. 157. Citado en Great Law, página 26, por Williamson.
(7) La festividad "Natalis Solis Invicti", natalicio del Sol
Invencible.
(8) Williamson. The Great Law, págs. 40-42. Los que deseen estudiar este asunto
de las Religiones Comparadas, no pueden hacer nada mejor que leer The Great Law, cuyo autor es
profundamente religioso y cristiano.
(9) Ibid. págs. 36-37.
(10) The Great
Law, pág. 116.
(11) Ibid, pág.
58.
(12) Ibid, pág. 56.
(13) The Great
Law, págs. 120-123.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario