domingo, 17 de marzo de 2019

LAS VIRTUDES TRASCENDENTALES




En el Buddhismo hay una notable afirmación que dice: "Los Buddhas no son sino los dedos que señalan el camino". En términos de esta afirmación: el peregrino espiritual debe ser enteramente responsable de sí mismo y no confiar en nadie, ni en sacerdotes ni en escrituras para hollar el Sendero; pero, ¿cómo puede el peregrino espiritual avanzar sin guía? ¿No perderá su camino en medio de los enredos del medio ambiente? ¿No va a recibir ninguna guía, sea la que fuere? Si marcha sin guía ¿cuál es el lugar del Maestro, el Gurú, en la vida espiritual? 

En los libros buddhistas se dice que cuando el Buddha estaba por abandonar su cuerpo mortal, vio a Ananda, su discípulo, lamentándose amargamente. Entonces el Buddha le dijo, a él y a los otros monjes, lo siguiente, y éstas fueron las últimas palabras pronunciadas por Él:
"No te lamentes, no te desesperes, Ananda. De todo lo que el hombre ama se debe separar. 
¿Cómo podría ser que lo que ha nacido, lo que está sujeto a inestabilidad, no pasara? 
Tal vez tú estabas pensando: "No tendremos más un maestro". 
Eso no debe ser, oh Ananda. La doctrina que les he predicado es vuestro maestro.
Él repitió: "En verdad les digo a ustedes, oh Monjes, todas las cosas son perecederas; trabajad por vuestra liberación con seriedad."
"Trabajad con afán por vuestra liberación; sed lámparas para vosotros mismos"

Estas fueron las claras instrucciones del Buddha. Surge ahora la pregunta: 
¿ Qué es lo que guía al peregrino espiritual en los enredos del Sendero ? 
¿Cuál es el lugar del Maestro en su vida?

Hemos visto que el Sendero de Ascenso a través de Dharana es el sendero de negatividad creciente, el sendero en el que el hombre debe despojarse de todo. Es el vuelo de lo solo a lo Solo. 
En la cima de esta montaña el neófito, irguiéndose en completo silencio, oye el Sonido Insonoro. 
Hemos descrito esto como el Gran Momento de Meditación o Dhyana. Henchido de este Sonido       Insonoro, el peregrino desciende de la cima y va a compartir la que ha hallado. Está en un estado de éxtasis a causa de la "Visión Inmaculada" que le ha sido concedida.

Marchar con el éxtasis de esa Visión y compartir los dones del Cielo con los demás es, ciertamente, la condición de Samadhi o Contemplación. La pregunta que ahora enfrenta el peregrino es: ¿Cómo compartir?

Es aquí donde se puede comprender el lugar del Gurú o del Maestro. A menos que esta pregunta: 
¿ Cómo compartir? Haya aparecido en la mente del peregrino, el lugar del Gurú no podrá ser comprendido, pero ¿cuándo surge la pregunta cómo?
Cuando el peregrino sabe qué es lo que quiere compartir. La técnica de compartir tiene significado solamente si hay algo que compartir , y esto tiene que ser descubierto por el propio neófito, porque nadie puede decirle qué es lo que debe compartir. El compartir tiene que ser un proceso espontáneo; de otra manera no lo estará haciendo en absoluto. Y, a menos que el neófito haya llegado a un estado en el que diga "no puedo evitar compartir", su compartir no tendrá naturalidad en sí. 
Ahora bien; aquello que el hombre ha descubierto no puede evitar compartirlo con los demás; por lo tanto, es el descubrimiento lo que da la respuesta a la pregunta: ¿qué? en lo que respecta al compartir Ya hemos visto que es en el momento de la Meditación que llega ese descubrimiento. 
También hemos discutido en las primeras páginas que la mente del hombre llega al estado de descubrimiento sólo como resultado del proceso de "rechazo voluntario", esto es, rechazo en el cual la cosa desaparece y no tiene que ser descartada. Tal desaparición sucede solamente cuando el neófito concibe la pregunta fundamental: ¿por qué? Esta es una indagación en el proceso mismo del propio
pensar, es una investigación tanto en las conclusiones del pensar , positivas como negativas, como en el proceso por el cual se ha llegado a esas conclusiones.

Por lo tanto, es el por qué el que conduce al qué.
Cuando el neófito ha descubierto el qué siente que debe compartirlo con los demás. Como hemos visto, este qué es la cualidad del propio ser, la naturaleza fundamental y original de uno mismo. 
En este momento del gozo exquisito de la desvelación, la pregunta que brota naturalmente en la mente del neófito es: ¿Cómo compartiré esta felicidad?

Muy a menudo, al discutir temas espirituales, el investigador concibe la pregunta, ¿cómo puede ser hecho esto? O bien: ¿cómo puede un ideal particular traducirse en la vida diaria? Al plantearse esta pregunta se presentan invariablemente dificultades insalvables. Este es el astuto sistema de la mente para evadir temas fundamentales. Sin atravesar el proceso del por qué y llegar al qué, la pregunta cómo carece de sentido, es una pregunta inútil. En otras palabras: a menos que haya una visión plena, el tema de su expresión no aparece. Si no hay experiencia, ¿cómo puede haber expresión? 

Cuando se intenta aprender la técnica de expresión sin el trasfondo de la experiencia, entonces este aprendizaje se vuelve completamente tedioso. El individuo siente que no es en absoluto práctico aprender tales técnicas, porque, obviamente, no ve un propósito útil en el adquirir las habilidades que se supone que imparte esa técnica. El aprendizaje de habilidades, el desarrollo de capacidades y la adquisición de técnicas tienen significado solamente contra el trasfondo de la experiencia, en otras palabras, contra el trasfondo del Descubrimiento. Y por lo tanto, recién cuando surge la pregunta: "¿Cómo compartiré?" es que el Maestro, el Gurú, entra en la vida del neófito. Si el Maestro hubiera aparecido con anterioridad, el neófito no lo habría reconocido. 
Como dice Luz en el Sendero: "Cuando el discípulo está listo, el Maestro también lo está". 
Es en el momento del Descubrimiento que el discípulo está listo, no antes. Mas, ¿qué significa esta disponibilidad del Maestro?¿Qué hace el Maestro cuando el discípulo está listo? Le señala el camino. El Maestro sabe que si le hubiera señalado el camino con anterioridad, el discípulo no lo habría visto, no se hubiera dado cuenta de él. Por lo tanto, en el momento justo de la desvelación, cuando el neófito está ansioso por conocer la respuesta a la pregunta de ¿cómo? es que el Maestro señala el Camino. Es el Camino que conduce al desarrollo de la naturaleza fundamental del Ser del discípulo, a la expresión de la Cualidad de Ser que él ha descubierto. En otras palabras: el Maestro señala el Camino que conduce al discípulo a convertirse en lo que él es. Si el discípulo puede convertirse en la que es, entonces puede, en soledad, alcanzar la perfección. Por lo tanto, es la técnica de volverse uno mismo la que el Maestro desvela al neófito. En tanto que el neófito quiera convertirse en alguna otra cosa que no sea él mismo, el Maestro no podrá desvelarle esta técnica. Solamente cuando termina el proceso de volverse "algo" y comienza el proceso de volverse "uno mismo" es que el Maestro entra verdaderamente en la vida del discípulo. El Tercer Fragmento de La Voz del Silencio empieza en este punto, porque H. P .B. dice: "UPADHYAYA, la elección está hecha... He aquí a tu siervo dispuesto a que le guíes."
(196)

El neófito se dirige al Maestro y dice: "La elección está hecha", significando con ello que el proceso de llegar a ser "algo" ha llegado a un fin, que la Visión de mi verdadero Ser me ha sido otorgada; ahora guíame en cómo debo proceder de modo de "convertirme en mí mismo". El sendero de llegar a ser uno mismo que se descubre ante el discípulo es, en verdad, el Sendero de Perfección. Mientras que la Liberación es la conciencia de lo Atemporal en el Tiempo, la Perfección es el desarrollo en el Tiempo de aquello que es Atemporal. Mientras que el primero necesita la cesación del Tiempo, el último requiere la continuidad del Tiempo. En otras palabras: la Liberación es la Visión de uno mismo, la Perfección es el proceso de volverse uno mismo.

¿Qué es este proceso de Perfección? ¿Qué tiene que ver este proceso con Samadhi o Contemplación, que se supone es el tema principal del Tercer Fragmento? El Sendero de Perfección, de acuerdo con La Voz del Silencio, es el sendero de ascenso a las "alturas de las Paramitas". Este es un sendero escarpado y H. P .B. dice al peregrino:

"Haz de luchar por tu camino a través de siete portales, ..." (200)

Para cruzar esas paramíticas alturas. hollar el sendero es escalar estas cumbres paramíticas. 
La pregunta es: ¿Tiene este ascenso alguna relación con la condición de Samadhi? 
Uno de los significados de Samadhi es "poner junto". Es a la luz de la Visión del Todo que las partes pueden ser puestas juntas. La Meditación o Dhyana es la Visión del Todo. El Samadhi, que sigue a Dhyana, es evidentemente un proceso en el cual las diferentes partes de uno mismo se unen. 
En otras palabras, es un proceso de desenvolver la Unidad en términos del Todo. 
Es completamente obvio que convertirse en lo que uno es indica el juntar las partes en un todo unificado. Desarrollar un patrón apropiado al Todo es, ciertamente, el sentido de volverse lo que uno es. En la traducción de los Yoga Sutras de Patanjali M. N. Dvivedi dice, bajo el tópico de Samadhi, lo que sigue:

"El Samadhi implica dos estados de conciencia diferentes unificados en uno. El primero... es el olvido de toda idea de acción y el segundo, el factor más importante, es llegar a ser el objeto sobre el que se medita."

Ahora bien, "el objeto sobre el que se medita" es, verdaderamente, la visión que viene a la mente en su estado de absoluta objetividad. y la mente sólo es objetiva cuando todas las proyecciones subjetivas han desaparecido. Esta condición de objetividad se logra a través del proceso de Dharana. La Visión que surge de esta objetividad es "el objeto sobre el que se medita".

Esta frase aquí es significativa. Patanjali dice: "Estando inconsciente de uno mismo, sólo existe la percepción del objeto". Es una mente de la que se ha marchado el Pensador, y por lo tanto, no hay más que el acto de percepción. En ese acto sólo se percibe el objeto, porque no hay proyecciones subjetivas del Pensador. Este es, en verdad, el significado de la frase: "el Objeto sobre el que se medita", y el factor importante de Samadhi es "llegar a ser el objeto sobre el que se medita". 

En otras palabras, es llegar a ser objetivamente lo que uno es, despojado de toda proyección subjetiva, y por lo tanto, volverse lo que uno es, juntar las partes en términos de la Visión objetiva es, ciertamente, el sentido y significado de Samadhi. Ahora bien, la perfección de la vida consiste, verdaderamente, en unir las partes y, mediante ello, desenvolver un patrón de exquisita belleza. 
En tal unión hay armonía, no una mera síntesis o coordinación. La armonía de las partes existe por la presencia del Todo. El Todo está presente en cada parte. Cuando cada parte de la vida de uno brilla con la gloria del Todo es que el individuo está en estado de Samadhi.

El Todo representa lo que uno es. La armonía de las partes en términos del Todo es, así, el proceso de llegar a ser lo que uno es. Cuando la armonía perfecta respira a través de las partes, entonces es que el neófito ha escalado las cumbres paramíticas.

La vida del hombre contiene innumerables detalles, tanto pequeños como grandes; estos detalles de la vida yacen esparcidos de manera confusa y caótica. Ellos no se ajustan a ningún patrón de vida.
¿Qué tiene uno que hacer? Los detalles de la vida forman las coyunturas de la propia experiencia; ellos no pueden ser desechados ni ser alterados, y no obstante, no se ajustan al patrón. Surge la pregunta: ¿se puede cambiar el patrón? La dificultad, con la mayoría de nosotros es que nuestros patrones de vida son productos de nuestras proyecciones mentales.

Queremos que las distintas partes de nuestra existencia encajen en estos patrones, creados por los gustos y disgustos de la mente, pero las partes no están para que encajen en esos patrones; por lo tanto, debemos saber lo que es verdaderamente el patrón, antes de que intentemos ajustar las partes. La percepción de los patrones es la Visión del Todo, es ver lo que uno es. Cuando se hace esto, no será problema poner las partes en sus lugares correctos.

Para desarrollar un patrón de vida bello no se requiere que se cambien las partes, lo que tenemos que comprender es la justa relación de cada parte con el Todo. El problema esencial que tiene que abordar el peregrino espiritual en el Sendero de Perfección es el problema de la relación de la parte con el Todo.

El hollar el Sendero está generalmente asociado con el cultivo de Virtudes, pero ¿qué es una virtud sino la correcta relación entre el Todo y la Parte? Ya sea que consideremos las virtudes en un marco individual o en un marco colectivo, ellas constituyen la recta relación entre el Todo y la Parte. 
En otras palabras, la armonía entre el Todo y la Parte es la verdadera Virtud; donde no existe esa armonía, la vida cesa de ser virtuosa. Con todo, recuérdese que el Todo no es la suma de sus partes; la disposición de las partes no crea un todo psicológico viviente, aunque pueda producir un todo mecánico. El Todo tiene que ser percibido primero antes que las Partes puedan ser unidas en un patrón armonioso. No se puede revertir el proceso. Sin la percepción del Todo no se puede abordar efectivamente el problema de la relación en la que estamos interesados en el Sendero de Perfección. En otras palabras: el cultivo de la virtud, que es correcta relación, carece de sentido sin el trasfondo del Todo. No es virtud en absoluto. Ahora bien, el Sendero de Perfección es, en esencia, el Sendero de la Virtud. H. P .B. describe este Sendero en términos de Paramitas, y para poder escalar aquellas cumbres le pide al peregrino que esté equipado adecuadamente. Es innecesario decir que el equipo
consiste en las Virtudes. Dice:
"...Estos Portales conducen al aspirante, a través de las aguas, a 'la otra orilla'. 
Cada Portal tiene una llave de oro que abre su puerta, ..." (206)

Como hemos visto, el momento de la Iniciación es el momento de "entrar en la corriente". 
Hollar el Sendero es, por lo tanto, cruzar la corriente; pero, ¿cómo cruzaremos la corriente? Obviamente con la adquisición de ciertas virtudes o capacidades. H.P.B. utiliza el símil de los Siete Portales al describir el Sendero de Perfección y dice que tenemos que estar provistos de las llaves necesarias si queremos abrir las puertas de esos portales. Para decirlo de otra manera: el Sendero de Perfección es el Sendero de las Iniciaciones. Habiendo renacido espiritualmente, el neófito entra ahora en el Sendero de las Iniciaciones.
La Voz del Silencio visualiza al Arhatado como el punto culminante del Sendero de Perfección, ya que el último versículo de esta obra dice:

"Un peregrino ha vuelto de 'la otra orilla'."
"Un nuevo Arhan ha nacido." (314-315)

Por lo tanto, el Sendero de Perfección conduce al peregrino a la otra orilla. A partir del punto donde el neófito emerge del Valle de la Bienaventuranza al estado del Arhatado, existen, de acuerdo con los buddhistas, como así también con las tradiciones hindúes, tres etapas, conocidas como las Tres Iniciaciones, siendo la de Arhat la cuarta. Estas Tres Iniciaciones parecen tener una correspondencia con las Tres Cámaras que se encuentran en el sendero ascendente de negatividad. 
El Sendero de Perfección está dividido en tres etapas que conducen al peregrino a la otra orilla. 
En el Buddhismo, estas etapas se conocen con los nombres de: Srotapanna, Sakridagamin y Anagamin, que significan, respectivamente: aquel que ha entrado en la corriente, aquel que regresará sólo una vez más y aquel que no regresará.
En el Hinduismo, estas tres etapas se conocen como Kutichaka, Bahudaka y Hamsa
En correspondencia con la etapa de Arhat del Buddhismo, se encuentra la etapa de Paramahamsa en el Hinduismo. Toda la descripción del Sendero de Perfección tiene que ver fundamentalmente con estas Iniciaciones, aún cuando H.P.B. ha usado la alegoría de los portales y las Llaves que abren sus puertas. Ahora tenemos que considerar a estas Iniciaciones como estados de conciencia y no tanto como etapas en el Sendero Oculto.

El Sendero de las Iniciaciones consiste en un largo viaje y es posible que el peregrino pueda perder de vista la Visión que tenía en el Valle de la Bienaventuranza, la Visión de lo Inmanifestado, la Visión del Todo. A fin de que no la olvide, H. P .B. ha dado, en esta descripción del Sendero, dos requisitos para cada una de las Iniciaciones: el interno y el externo. El requisito externo representa el patrón de comportamiento y el requisito interno representa el trasfondo contra el cual solamente tal patrón puede existir . Este trasfondo, en forma misteriosa, está relacionado con la gran Visión de lo Inmanifestado, de modo que la Visión está presente todo el tiempo en este largo viaje del peregrino. Así, para las Tres Iniciaciones, se necesitan tres instrumentos externos y tres internos.
Ciertamente, estos son las Seis Paramitas, las Seis Virtudes trascendentales mencionadas en la literatura buddhista. 
Aunque La Voz del Silencio menciona Siete Llaves, la séptima es, verdaderamente, la etapa de Arhat, porque H. P .B. dice, con referencia a esta llave, lo siguiente:

"Prajna, cuya llave hace de un hombre un dios al convertirlo en un Bodhisattva, hijo de los Dhyanis." (213)

Y así, con referencia al Sendero mismo, H.P.B. menciona Seis Virtudes o Seis Paramitas y ellas constituyen, como se dijo antes, los instrumentos internos y externos del peregrino. No importa que las llamemos llaves o instrumentos; quizás sea más adecuado considerarlas como Virtudes requeridas en el Sendero. Estas Seis Virtudes han sido enunciadas por H.P.B. como sigue:

1. Dana, la llave de la caridad y amor inmortales.
2. Shila, la llave de la armonía en palabra y en acción.
3. Kshanti, la dulce paciencia que nada puede alterar.
4. Viraga, indiferencia al placer y al dolor.
5. Virya, la intrépida energía que lucha por su camino a través del cenagal de las mentiras terrenas.
6. Dhyana,...hacia el dominio del eterno Sat y su contemplación incesante. (207 al 212)

Estas Seis Virtudes tienen que ser dominadas antes que el peregrino pueda alcanzar la otra orilla y lograr los frutos del Arhatado. Dice H. P .B.:

"Antes que puedas acercarte al último, oh tejedor de tu libertad, haz de dominar estas Paramitas de perfección..." (215)

Como el Sendero es largo y cansador, H.P.B. recuerda al discípulo su Gran Visión. El neófito se descubrió a sí mismo en el Valle de la Bienaventuranza, y en el propio descubrimiento estuvo cara a cara con el Maestro. Fue a esta altura del descubrimiento que el Maestro indicó el Camino. Si el discípulo pierde esta Visión, si el júbilo del desvelo se marchita, entonces el tránsito por el Sendero se volverá del todo agotador.
H. P .B. recuerda esto al discípulo cuando dice:

"Porque, oh discípulo, antes de que estés preparado para encontrarte con tu Instructor cara a cara, con tu MAESTRO luz a luz, ¿qué se te dijo?" (216)

En el Valle de la Bienaventuranza el neófito encuentra al Maestro porque el descubrimiento de uno mismo también es, en forma misteriosa, el descubrimiento del Maestro. Por lo tanto, que el neófito no olvide el supremo estado del descubrimiento, que permanezca arraigado allí, de modo que no pueda extraviarse. Que el estado de descubrimiento sea su trasfondo constante en medio de las innumerables circunstancias del Sendero. Es este trasfondo el que H. P .B. ha descrito muy bellamente en el siguiente pasaje:

"Instructores hay muchos; el ALMA-MAESTRO es una, Alaya, el Alma Universal. Vive en ese MAESTRO como SU rayo en ti." (221)

Vivir en Alaya, el Alma Universal, es estar en el Valle de la Bienaventuranza, tal es la condición donde el océano se sumerge en la gota y la gota se desliza en el océano. Esto es lo que H.P.B. ha descrito en un principio como la unión de lo Creado y lo Increado.
Nuevamente dice ella:

 "Antes de que puedas poner pie en el umbral del Sendero, antes de poder atravesar la primera Puerta, deberás fundir los dos en el Uno y sacrificar lo personal al Yo impersonal ..." (222)

Es necesario que el neófito mantenga esta Visión desempañada, porque sin la luz de esta Visión él no podrá cursar siquiera la primera etapa de este Sendero. Tiene que llevar la cosecha total de Dhyana a la tierra de Samadhi. En el Sendero de Perfección sale a compartir , pero ¿ qué compartirá si el inapreciable Don ha sido dejado atrás? La gran dádiva de Alaya debe permanecer siempre con él, porque de otra manera, el viaje por el Sendero carecerá de todo significado. Que este Sendero, que va desde la Iniciación hasta la Perfección, es el único donde el discípulo comparte lo que ha recibido, es evidente por lo que H.P.B. ha dicho en el siguiente pasaje:

"¿Has puesto a tono tu corazón y tu mente con la gran mente y el corazón de toda la humanidad? Porque así como en la rugiente voz del Río sagrado tienen su eco los sonidos todos de la Naturaleza, así también debe el corazón de aquel que quiere "entrar en la corriente" conmoverse en respuesta a cada suspiro y pensamiento de todo cuanto vive y alienta." (225)

Es obvio que aquel que sale a compartir debe estar a tono con el corazón y la mente de aquellos con quienes él desea compartir. Sí esta afinidad no existe, entonces el compartir no tiene sentido, porque sin esta afinidad, el compartir no puede ser natural y espontáneo; seria como si lo superior le diera una limosna a lo inferior. No puede haber un verdadero compartir en semejante atmósfera de superioridad. El compartir requiere un clima de amor donde el corazón del discípulo palpite al unísono con el corazón de la humanidad. La acción cabal de compartir ha sido muy bellamente ilustrada por H. P .B. en el siguiente pasaje. Dice ella:

"Los discípulos pueden ser comparados con las cuerdas de la Vina, que responde al alma; la humanidad a su caja de resonancia; la mano que la pulsa al soplo melodioso de la GRAN ALMA DEL MUNDO. La cuerda que no responde al toque del Maestro, en dulce armonía con todas las demás, se rompe y es desechada." (226)

Esta es una ilustración muy adecuada, porque resume el problema global del Sendero de Iniciación de la manera más hermosa. Indica que la cuerda individual de la Vina debe estar perfectamente afinada, pero su tono también debe armonizar con las otras cuerdas. La cuerda individual representa al discípulo; la caja armónica con las otras cuerdas simbolizan la humanidad; pero, ¿quién es el músico?
El propio Maestro, porque como dice H.P.B.: "La cuerda que no responde a la pulsación del Maestro, en dulce armonía con las demás, se rompe y es desechada" . Esta es, en verdad, la condición esencial de compartir en el Sendero de Perfección. El discípulo debe estar a tono consigo mismo y con todo lo que vive, pero si él está a tono consigo mismo, su verdadero Yo, con la Visión que tuvo el privilegio de ver en el momento de la Meditación, entonces estará naturalmente a tono con la vida, porque al armonizarse a sí mismo CONSIGO MISMO, se vuelve a tono con el Maestro, con Alaya, con el Alma Universal. y como el Alma Universal contiene toda vida, la armonización con UNO MISMO es ciertamente la armonización con el TODO; por lo tanto, que la visión de lo que él es permanezca siempre brillante, porque solamente a la luz de esta Visión podrá caminar por el Sendero de Perfección. Si la Visión no está allí, seguramente será víctima de las muchas trampas que yacen en su camino.

Así como para Dhyana tiene que haber un trasfondo continuo de Dharana, similarmente, para Samadhi tiene que haber un trasfondo continuo de Dhyana. Estos tres estados forman un todo integrado, de modo que la naturaleza de estos nunca podrá ser comprendida aislados. Es interesante correlacionar estos tres estados con Viveka (Discernimiento), Viraga  (Ausencia de Deseo) y Shatsampatti (Buena Conducta) de Sri Sankaracharya. La condición de Dharana es en verdad la condición de Viveka, la condición de "rechazo voluntario", de disociación del No-Yo, del Yo y de la propia idea de disociación. Nuevamente, la condición de Dhyana es la condición de Viraga, el estado de una mente totalmente descondicionada, la mente despojada de todo como Copa Vacía pronta para ser llenada con las aguas de la Vida Eterna. Y, ciertamente, que la condición de Samadhi es la condición en la que el neófito está en posesión de Shatsampatti, las Seis Virtudes. Es muy interesante notar que H. P .B. habla también de las Seis Virtudes trascendentales, las Seis Paramitas.

Debemos ahora volver nuestra atención a la consideración de las Seis Virtudes, tan esenciales para transitar el Sendero, el Sendero que conduce de la Iniciación a la Perfección.

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