En el
Buddhismo hay una notable afirmación que dice: "Los Buddhas no son sino
los dedos que señalan el camino". En términos de esta afirmación: el
peregrino espiritual debe ser enteramente responsable de sí mismo y no confiar
en nadie, ni en sacerdotes ni en
escrituras para hollar el Sendero; pero, ¿cómo puede el peregrino espiritual
avanzar sin guía? ¿No perderá su camino en medio de los enredos del medio
ambiente? ¿No va a recibir ninguna guía, sea la que fuere? Si marcha sin guía
¿cuál es el lugar del Maestro, el Gurú, en la vida espiritual?
En los libros buddhistas se dice que cuando el Buddha estaba por abandonar su cuerpo mortal, vio a Ananda, su discípulo, lamentándose amargamente. Entonces el Buddha le dijo, a él y a los otros monjes, lo siguiente, y éstas fueron las últimas palabras pronunciadas por Él:
"No
te lamentes, no te desesperes, Ananda. De todo lo que el hombre ama se debe
separar.
¿Cómo podría ser que lo que ha nacido, lo que está sujeto a
inestabilidad, no pasara?
Tal vez tú estabas pensando: "No tendremos más un maestro".
Eso no debe ser, oh Ananda. La doctrina que les he predicado es vuestro maestro.
Él repitió: "En verdad les digo a ustedes, oh Monjes, todas las cosas son perecederas; trabajad por vuestra liberación con seriedad."
Tal vez tú estabas pensando: "No tendremos más un maestro".
Eso no debe ser, oh Ananda. La doctrina que les he predicado es vuestro maestro.
Él repitió: "En verdad les digo a ustedes, oh Monjes, todas las cosas son perecederas; trabajad por vuestra liberación con seriedad."
"Trabajad
con afán por vuestra liberación; sed lámparas para vosotros mismos"
Estas
fueron las claras instrucciones del Buddha. Surge ahora la pregunta:
¿ Qué es lo que guía al peregrino espiritual en los enredos del Sendero ?
¿Cuál es el lugar del Maestro en su vida?
¿ Qué es lo que guía al peregrino espiritual en los enredos del Sendero ?
¿Cuál es el lugar del Maestro en su vida?
Hemos
visto que el Sendero de Ascenso a través de Dharana es el sendero de
negatividad creciente, el sendero en el que el hombre debe despojarse de todo.
Es el vuelo de lo solo a lo Solo.
En la cima de esta montaña el neófito, irguiéndose en completo silencio, oye el Sonido Insonoro.
En la cima de esta montaña el neófito, irguiéndose en completo silencio, oye el Sonido Insonoro.
Hemos descrito esto como el Gran Momento de
Meditación o Dhyana. Henchido de este Sonido Insonoro,
el peregrino desciende de la cima y va a compartir la que ha hallado. Está en
un estado de éxtasis a causa de la "Visión
Inmaculada" que le ha sido concedida.
Marchar
con el éxtasis de esa Visión y compartir los dones del Cielo con los demás es,
ciertamente, la condición de Samadhi o Contemplación. La pregunta que ahora
enfrenta el peregrino es: ¿Cómo compartir?
Es aquí
donde se puede comprender el lugar del Gurú o del Maestro. A menos que esta
pregunta:
¿ Cómo compartir? Haya aparecido en la mente del peregrino, el lugar
del Gurú no podrá ser comprendido, pero ¿cuándo surge la pregunta cómo?
Cuando
el peregrino sabe qué es lo que quiere compartir. La técnica de compartir tiene
significado solamente si hay algo que compartir , y esto tiene que ser
descubierto por el propio neófito, porque nadie puede decirle qué es lo que
debe compartir. El compartir tiene que ser un proceso espontáneo; de otra
manera no lo estará haciendo en absoluto. Y, a menos que el neófito haya
llegado a un estado en el que diga "no puedo evitar compartir", su
compartir no tendrá naturalidad en sí.
Ahora bien; aquello que el hombre
ha descubierto no puede evitar compartirlo con los demás; por lo tanto, es el
descubrimiento lo que da la respuesta a la pregunta: ¿qué? en lo que respecta
al compartir Ya hemos visto que es en el momento de la Meditación que llega
ese descubrimiento.
También hemos discutido en las primeras páginas que la
mente del hombre llega al estado de descubrimiento sólo como resultado del
proceso de "rechazo
voluntario", esto es, rechazo en el cual la cosa desaparece y no tiene que
ser descartada. Tal desaparición sucede solamente cuando el neófito concibe la
pregunta fundamental: ¿por qué? Esta es una indagación en el proceso mismo del
propio
pensar,
es una investigación tanto en las conclusiones del pensar , positivas como
negativas, como en el proceso por el cual se ha llegado a esas conclusiones.
Por lo
tanto, es el por qué el que conduce al qué.
Cuando
el neófito ha descubierto el qué siente que debe compartirlo con los demás.
Como hemos visto, este qué es la cualidad del propio ser, la naturaleza
fundamental y original de uno mismo.
En este momento del gozo exquisito de la
desvelación, la pregunta
que brota naturalmente en la mente del neófito es: ¿Cómo compartiré esta
felicidad?
Muy a
menudo, al discutir temas espirituales, el investigador concibe la pregunta,
¿cómo puede ser hecho esto? O bien: ¿cómo puede un ideal particular traducirse
en la vida diaria? Al plantearse esta pregunta se presentan invariablemente
dificultades insalvables.
Este es el astuto sistema de la mente para evadir temas fundamentales. Sin
atravesar el proceso del por qué y llegar al qué, la pregunta cómo carece de
sentido, es una pregunta inútil. En otras palabras: a menos que haya una visión
plena, el tema de su expresión
no aparece. Si no hay experiencia, ¿cómo puede haber expresión?
Cuando se intenta
aprender la técnica de expresión sin el trasfondo de la experiencia, entonces
este aprendizaje se vuelve completamente tedioso. El individuo siente que no es
en absoluto práctico aprender tales técnicas, porque, obviamente, no ve un
propósito útil en el adquirir las habilidades que se supone que imparte esa
técnica. El aprendizaje de habilidades, el desarrollo de capacidades y la
adquisición de técnicas tienen significado solamente
contra el trasfondo de la experiencia, en otras palabras, contra el trasfondo
del Descubrimiento. Y por
lo tanto, recién cuando surge la pregunta: "¿Cómo compartiré?" es que
el Maestro, el Gurú, entra en la vida del neófito. Si el Maestro hubiera
aparecido con anterioridad, el neófito no lo habría reconocido.
Como dice Luz
en el Sendero: "Cuando el discípulo está listo, el Maestro también lo
está".
Es en el momento del Descubrimiento que el discípulo está listo, no
antes. Mas, ¿qué significa esta disponibilidad del Maestro?¿Qué hace el Maestro
cuando el discípulo está listo? Le señala el camino. El Maestro sabe que si le
hubiera señalado el camino con anterioridad, el discípulo no lo habría visto,
no se hubiera dado cuenta de él. Por lo tanto, en el momento justo de la
desvelación, cuando el neófito está ansioso por conocer la respuesta a la
pregunta de ¿cómo? es que el Maestro señala el Camino. Es el Camino que conduce
al desarrollo de la naturaleza fundamental del Ser del discípulo, a la
expresión de la Cualidad de Ser que él ha descubierto. En otras palabras: el
Maestro señala el Camino que conduce al discípulo a convertirse en lo que él
es. Si el discípulo puede
convertirse en la que es, entonces puede, en soledad, alcanzar la perfección.
Por lo tanto, es la técnica de volverse uno mismo la que el Maestro desvela al
neófito. En tanto que el neófito quiera convertirse en alguna otra cosa que no
sea él mismo, el Maestro no podrá desvelarle esta técnica. Solamente cuando
termina el proceso de volverse "algo" y comienza el proceso de
volverse "uno mismo" es que el Maestro
entra verdaderamente en la vida del discípulo. El Tercer Fragmento de La Voz
del Silencio empieza en este punto, porque H. P .B. dice: "UPADHYAYA,
la elección está hecha... He aquí a tu siervo dispuesto a que le guíes."
(196)
El
neófito se dirige al Maestro y dice: "La elección está hecha",
significando con ello que el proceso de llegar a ser "algo" ha
llegado a un fin, que la Visión de mi verdadero Ser me ha sido otorgada; ahora
guíame en cómo debo proceder de modo de "convertirme en mí mismo". El
sendero de llegar a ser uno mismo que se descubre ante el discípulo es, en
verdad, el Sendero de Perfección. Mientras que la Liberación es la conciencia
de lo Atemporal en el Tiempo, la Perfección es el desarrollo en el Tiempo de aquello
que es Atemporal. Mientras que el primero necesita la cesación del Tiempo, el
último requiere la continuidad del Tiempo. En otras palabras: la Liberación es
la Visión de uno mismo, la Perfección es el proceso de volverse uno mismo.
¿Qué es
este proceso de Perfección? ¿Qué tiene que ver este proceso con Samadhi o
Contemplación, que se supone es el tema principal del Tercer Fragmento? El
Sendero de Perfección, de acuerdo con La Voz del Silencio, es el sendero de
ascenso a las "alturas
de las Paramitas". Este es un sendero escarpado y H. P .B. dice al
peregrino:
"Haz
de luchar por tu camino a través de siete portales, ..." (200)
Para
cruzar esas paramíticas alturas. hollar el sendero es escalar estas cumbres
paramíticas.
La pregunta es: ¿Tiene este ascenso alguna relación con la condición
de Samadhi?
Uno de los significados de Samadhi es "poner junto". Es a
la luz de la Visión del Todo que las partes pueden ser puestas juntas. La
Meditación o Dhyana es la Visión del Todo. El Samadhi, que sigue a Dhyana, es
evidentemente un proceso en el cual las diferentes partes de uno mismo se unen.
En otras palabras, es un proceso de desenvolver la Unidad en términos del Todo.
Es completamente obvio que convertirse en lo que uno es indica el juntar las
partes en un todo unificado. Desarrollar
un patrón apropiado al Todo es, ciertamente, el sentido de volverse lo que uno
es. En la traducción de los Yoga Sutras de Patanjali M. N. Dvivedi dice, bajo
el tópico de Samadhi, lo que sigue:
"El
Samadhi implica dos estados de conciencia diferentes unificados en uno. El primero...
es el olvido de toda idea de acción y el segundo, el factor más importante, es
llegar a ser el objeto sobre el que se medita."
Ahora
bien, "el objeto sobre el que se medita" es, verdaderamente, la
visión que viene a la mente en su estado de absoluta objetividad. y la mente
sólo es objetiva cuando todas las proyecciones subjetivas han desaparecido.
Esta condición de objetividad se logra a través
del proceso de Dharana. La Visión que surge de esta objetividad es "el
objeto sobre el que se medita".
Esta
frase aquí es significativa. Patanjali dice: "Estando inconsciente de uno
mismo, sólo existe la percepción del objeto". Es una mente de la que se ha
marchado el Pensador, y por lo tanto, no hay más que el acto de percepción. En
ese acto sólo se percibe el objeto, porque no hay proyecciones subjetivas del
Pensador. Este es, en verdad, el significado de la frase: "el Objeto sobre
el que se medita", y el factor importante
de Samadhi es "llegar a ser el objeto sobre el que se medita".
En
otras palabras, es llegar a ser objetivamente lo que uno es, despojado de toda
proyección subjetiva, y por lo tanto, volverse lo que uno es, juntar las partes
en términos de la Visión objetiva es, ciertamente, el sentido y significado de
Samadhi. Ahora bien, la perfección de la vida consiste, verdaderamente, en unir
las partes y, mediante ello, desenvolver
un patrón de exquisita belleza.
En tal unión hay armonía, no una mera síntesis
o coordinación. La armonía de las partes existe por la presencia del Todo. El
Todo está presente en cada parte. Cuando cada parte de la vida de uno brilla
con la gloria del Todo es que el individuo está en estado de Samadhi.
El Todo
representa lo que uno es. La armonía de las partes en términos del Todo es,
así, el proceso de llegar a ser lo que uno es. Cuando la armonía perfecta
respira a través de las partes, entonces es que el neófito ha escalado las
cumbres paramíticas.
La vida
del hombre contiene innumerables detalles, tanto pequeños como grandes; estos
detalles de la vida yacen esparcidos de manera confusa y caótica. Ellos no se
ajustan a ningún patrón de vida.
¿Qué
tiene uno que hacer? Los detalles de la vida forman las coyunturas de la propia
experiencia; ellos no pueden ser desechados ni ser alterados, y no obstante, no
se ajustan al patrón. Surge la pregunta: ¿se puede cambiar el patrón? La
dificultad, con la mayoría de nosotros es que nuestros patrones de vida son
productos de nuestras proyecciones mentales.
Queremos
que las distintas partes de nuestra existencia encajen en estos patrones,
creados por los gustos y disgustos de la mente, pero las partes no están para
que encajen en esos patrones; por lo tanto, debemos saber lo que es
verdaderamente el patrón, antes de que intentemos ajustar las partes. La
percepción de los patrones es la Visión del Todo, es ver lo que uno es. Cuando
se hace esto, no será problema poner las partes en sus lugares correctos.
Para
desarrollar un patrón de vida bello no se requiere que se cambien las partes,
lo que tenemos que comprender es la justa relación de cada parte con el Todo.
El problema esencial que tiene que abordar el peregrino espiritual en el
Sendero de Perfección es el problema
de la relación de la parte con el Todo.
El
hollar el Sendero está generalmente asociado con el cultivo de Virtudes, pero
¿qué es una virtud sino la correcta relación entre el Todo y la Parte? Ya sea
que consideremos las virtudes en un marco individual o en un marco colectivo,
ellas constituyen la recta relación entre el Todo y la Parte.
En otras palabras,
la armonía entre el Todo y la Parte es la verdadera Virtud; donde no existe esa
armonía, la vida cesa de ser virtuosa. Con todo, recuérdese que el Todo no es
la suma de sus partes; la disposición de las partes no crea un todo psicológico
viviente, aunque pueda producir un todo mecánico. El Todo tiene
que ser percibido primero antes que las Partes puedan ser unidas en un patrón
armonioso. No se puede revertir el proceso. Sin la percepción del Todo no se
puede abordar efectivamente el problema de la relación en la que estamos
interesados en el Sendero de Perfección. En otras palabras: el cultivo de la
virtud, que es correcta relación, carece de sentido sin el trasfondo del Todo.
No es virtud en absoluto. Ahora bien,
el Sendero de Perfección es, en esencia, el Sendero de la Virtud. H. P .B.
describe este Sendero en términos de Paramitas, y para poder escalar aquellas
cumbres le pide al peregrino que esté equipado adecuadamente. Es innecesario
decir que el equipo
consiste
en las Virtudes. Dice:
"...Estos
Portales conducen al aspirante, a través de las aguas, a 'la otra orilla'.
Cada Portal
tiene una llave de oro que abre su puerta, ..." (206)
Como
hemos visto, el momento de la Iniciación es el momento de "entrar en la
corriente".
Hollar el Sendero es, por lo tanto, cruzar la corriente; pero,
¿cómo cruzaremos la corriente? Obviamente con la adquisición de ciertas
virtudes o capacidades. H.P.B. utiliza el símil de los Siete Portales al
describir el Sendero de Perfección y dice que tenemos que estar provistos de
las llaves necesarias si queremos abrir las puertas de esos portales. Para
decirlo de otra manera: el Sendero de Perfección es el Sendero de las
Iniciaciones. Habiendo renacido espiritualmente, el neófito entra ahora en el
Sendero de las Iniciaciones.
La Voz
del Silencio visualiza al Arhatado como el punto culminante del Sendero de
Perfección, ya que el último versículo de esta obra dice:
"Un
peregrino ha vuelto de 'la otra orilla'."
"Un
nuevo Arhan ha nacido." (314-315)
Por lo
tanto, el Sendero de Perfección conduce al peregrino a la otra orilla. A partir
del punto donde el neófito emerge del Valle de la Bienaventuranza al estado del
Arhatado, existen, de acuerdo con los buddhistas, como así también con las
tradiciones hindúes, tres etapas, conocidas como las Tres Iniciaciones, siendo
la de Arhat la cuarta. Estas Tres Iniciaciones parecen tener una
correspondencia con las Tres Cámaras que se encuentran en el sendero ascendente
de negatividad.
El Sendero de Perfección está dividido en tres etapas que
conducen al peregrino a la otra orilla.
En el Buddhismo, estas etapas se
conocen con los nombres de: Srotapanna, Sakridagamin y Anagamin, que
significan, respectivamente: aquel que ha entrado en la corriente, aquel que
regresará sólo una vez más y aquel que no regresará.
En el
Hinduismo, estas tres etapas se conocen como Kutichaka, Bahudaka y Hamsa.
En
correspondencia con la etapa de Arhat del Buddhismo, se encuentra la etapa de
Paramahamsa en el Hinduismo. Toda la descripción del Sendero de Perfección
tiene que ver fundamentalmente con estas Iniciaciones, aún cuando H.P.B. ha
usado la alegoría de los portales y las Llaves que abren sus puertas. Ahora
tenemos que considerar a estas Iniciaciones como estados de conciencia y no
tanto como etapas en el Sendero Oculto.
El
Sendero de las Iniciaciones consiste en un largo viaje y es posible que el
peregrino pueda perder de vista la Visión que tenía en el Valle de la
Bienaventuranza, la Visión de lo Inmanifestado, la Visión del Todo. A fin de
que no la olvide, H. P .B. ha dado, en esta
descripción del Sendero, dos requisitos para cada una de las Iniciaciones: el
interno y el externo. El requisito externo representa el patrón de
comportamiento y el requisito interno representa el trasfondo contra el cual
solamente tal patrón puede existir . Este trasfondo,
en forma misteriosa, está relacionado con la gran Visión de lo Inmanifestado,
de modo que la Visión está presente todo el tiempo en este largo viaje del
peregrino. Así, para las Tres Iniciaciones, se necesitan tres instrumentos
externos y tres internos.
Ciertamente,
estos son las Seis Paramitas, las Seis Virtudes trascendentales mencionadas en
la literatura buddhista.
Aunque La Voz del Silencio menciona Siete Llaves,
la séptima es, verdaderamente, la etapa de Arhat, porque H. P .B. dice, con
referencia a esta llave, lo siguiente:
"Prajna,
cuya llave hace de un hombre un dios al convertirlo en un Bodhisattva, hijo de los
Dhyanis." (213)
Y así,
con referencia al Sendero mismo, H.P.B. menciona Seis Virtudes o Seis Paramitas
y ellas constituyen, como se dijo antes, los instrumentos internos y externos
del peregrino. No importa que las llamemos llaves o instrumentos; quizás sea
más adecuado
considerarlas como Virtudes requeridas en el Sendero. Estas Seis Virtudes han
sido enunciadas por H.P.B. como sigue:
1.
Dana, la llave de la caridad y amor inmortales.
2.
Shila, la llave de la armonía en palabra y en acción.
3.
Kshanti, la dulce paciencia que nada puede alterar.
4.
Viraga, indiferencia al placer y al dolor.
5.
Virya, la intrépida energía que lucha por su camino a través del cenagal de las
mentiras terrenas.
6.
Dhyana,...hacia el dominio del eterno Sat y su contemplación incesante. (207 al
212)
Estas
Seis Virtudes tienen que ser dominadas antes que el peregrino pueda alcanzar la
otra orilla y lograr los frutos del Arhatado. Dice H. P .B.:
"Antes
que puedas acercarte al último, oh tejedor de tu libertad, haz de dominar estas Paramitas
de perfección..." (215)
Como el
Sendero es largo y cansador, H.P.B. recuerda al discípulo su Gran Visión. El
neófito se descubrió a sí mismo en el Valle de la Bienaventuranza, y en el
propio descubrimiento estuvo cara a cara con el Maestro. Fue a esta altura del
descubrimiento que el
Maestro indicó el Camino. Si el discípulo pierde esta Visión, si el júbilo del
desvelo se marchita, entonces el tránsito por el Sendero se volverá del todo
agotador.
H. P
.B. recuerda esto al discípulo cuando dice:
"Porque,
oh discípulo, antes de que estés preparado para encontrarte con tu Instructor
cara a cara, con tu MAESTRO luz a luz, ¿qué se te dijo?" (216)
En el
Valle de la Bienaventuranza el neófito encuentra al Maestro porque el
descubrimiento de uno mismo también es, en forma misteriosa, el descubrimiento
del Maestro. Por lo tanto, que el neófito no olvide el supremo estado del
descubrimiento, que permanezca arraigado allí, de modo que no pueda
extraviarse. Que el estado de descubrimiento sea su trasfondo constante en
medio de las innumerables circunstancias del Sendero. Es este trasfondo el que
H. P .B. ha descrito muy bellamente en el siguiente
pasaje:
"Instructores
hay muchos; el ALMA-MAESTRO es una, Alaya, el Alma Universal. Vive en ese
MAESTRO como SU rayo en ti." (221)
Vivir
en Alaya, el Alma Universal, es estar en el Valle de la Bienaventuranza, tal es
la condición donde el océano se sumerge en la gota y la gota se desliza en el
océano. Esto es lo que H.P.B. ha descrito en un principio como la unión de lo
Creado y lo Increado.
Nuevamente
dice ella:
"Antes de que puedas poner pie en el
umbral del Sendero, antes de poder atravesar la primera
Puerta, deberás fundir los dos en el Uno y sacrificar lo personal al Yo
impersonal ..." (222)
Es
necesario que el neófito mantenga esta Visión desempañada, porque sin la luz de
esta Visión él no podrá cursar siquiera la primera etapa de este Sendero. Tiene
que llevar la cosecha total de Dhyana a la tierra de Samadhi. En el Sendero de
Perfección sale a compartir , pero ¿ qué compartirá si el inapreciable Don ha
sido dejado atrás? La gran dádiva de Alaya debe permanecer siempre con él,
porque de otra manera, el viaje por el Sendero carecerá de todo significado.
Que este Sendero, que va desde la Iniciación hasta la Perfección, es el único
donde el discípulo comparte lo que ha recibido, es evidente por lo que H.P.B.
ha dicho en el siguiente pasaje:
"¿Has
puesto a tono tu corazón y tu mente con la gran mente y el corazón de toda la humanidad?
Porque así como en la rugiente voz del Río sagrado tienen su eco los sonidos
todos de la Naturaleza, así también debe el corazón de aquel que quiere
"entrar en la corriente" conmoverse en respuesta a cada suspiro y
pensamiento de todo cuanto vive y alienta." (225)
Es
obvio que aquel que sale a compartir debe estar a tono con el corazón y la
mente de aquellos con quienes él desea compartir. Sí esta afinidad no existe,
entonces el compartir no tiene sentido, porque sin esta afinidad, el compartir
no puede ser natural y espontáneo;
seria como si lo superior le diera una limosna a lo inferior. No puede haber un
verdadero compartir en semejante atmósfera de superioridad. El compartir
requiere un clima de amor donde el corazón del discípulo palpite al unísono con
el corazón de la humanidad.
La acción cabal de compartir ha sido muy bellamente ilustrada por H. P .B. en
el siguiente pasaje. Dice ella:
"Los
discípulos pueden ser comparados con las cuerdas de la Vina, que responde al
alma; la humanidad a su caja de resonancia; la mano que la pulsa al soplo
melodioso de la GRAN
ALMA DEL MUNDO. La cuerda que no responde al toque del Maestro, en dulce
armonía con todas las demás, se rompe y es desechada." (226)
Esta es
una ilustración muy adecuada, porque resume el problema global del Sendero de
Iniciación de la manera más hermosa. Indica que la cuerda individual de la Vina
debe estar perfectamente afinada, pero su tono también debe armonizar con las
otras cuerdas. La cuerda individual representa al discípulo; la caja armónica
con las otras cuerdas simbolizan
la humanidad; pero, ¿quién es el músico?
El
propio Maestro, porque como dice H.P.B.: "La cuerda que no responde a la
pulsación del Maestro, en dulce armonía con las demás, se rompe y es
desechada" . Esta es, en verdad, la condición esencial de compartir en el
Sendero de Perfección. El discípulo debe
estar a tono consigo mismo y con todo lo que vive, pero si él está a tono
consigo mismo, su verdadero Yo, con la Visión que tuvo el privilegio de ver en
el momento de la Meditación, entonces estará naturalmente a tono con la vida,
porque al armonizarse a sí mismo CONSIGO MISMO, se vuelve a tono con el
Maestro, con Alaya, con el Alma Universal. y como el Alma Universal contiene
toda vida, la armonización con UNO MISMO es ciertamente la armonización con el
TODO; por lo tanto, que la visión de lo que él es permanezca siempre brillante,
porque solamente a la luz de esta Visión podrá caminar por el Sendero de
Perfección. Si la Visión no está allí, seguramente será víctima
de las muchas trampas que yacen en su camino.
Así
como para Dhyana tiene que haber un trasfondo continuo de Dharana,
similarmente, para Samadhi tiene que haber un trasfondo continuo de Dhyana.
Estos tres estados forman un todo integrado, de modo que la naturaleza de estos
nunca podrá ser comprendida
aislados. Es interesante correlacionar estos tres estados con Viveka
(Discernimiento), Viraga (Ausencia de
Deseo) y Shatsampatti (Buena Conducta) de Sri
Sankaracharya. La condición de Dharana es en verdad la condición de Viveka, la
condición de "rechazo voluntario", de disociación del No-Yo, del Yo y
de la propia idea de disociación. Nuevamente, la condición de Dhyana es la
condición de Viraga, el estado
de una mente totalmente descondicionada, la mente despojada de todo como Copa
Vacía pronta para ser llenada con las aguas de la Vida Eterna. Y, ciertamente,
que la condición de Samadhi es la condición en la que el neófito está en
posesión de Shatsampatti,
las Seis Virtudes. Es muy interesante notar que H. P .B. habla también de las
Seis Virtudes trascendentales, las Seis Paramitas.
Debemos
ahora volver nuestra atención a la consideración de las Seis Virtudes, tan
esenciales para transitar el Sendero, el Sendero que conduce de la Iniciación a
la Perfección.
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