Uno de los conceptos erróneos más comunes acerca de Dharana o Concentración
 es que requiere una condición tensa de la mente. Algunas veces una 
condición tensa es creada artificialmente para que uno pueda 
concentrarse. Por esto es que muy a menudo la gente se queja de completo
 agotamiento como resultado de la concentración. Sin embargo, es 
necesario que se comprenda claramente que la concentración es una 
condición de total relajamiento de la mente. 
Si
 la mente no está en estado de reposo no puede concentrarse. y una 
condición tensa de la mente implica la presencia de ciertos factores de 
distracción, y ¿cómo puede haber concentración cuando la mente está 
distraída? Primero, las distracciones deben ser dejadas de lado antes 
que la concentración pueda comenzar. Es este apartar las distracciones 
lo que se conoce como Pratyahara o
Recogimiento. Cuando esto sucede, a través del proceso de disociación, 
como fue expuesto en el Primer Fragmento, la mente llega al estado 
infantil. Y es esto lo que H.P.B. describe como Dharana o 
Concentración. 
El estado infantil 
también puede ser
llamado la condición de Sueño Profundo de la conciencia humana. Es una 
condición en la que hay Percepción Pura, sin que el que percibe sea 
consciente de lo que está siendo percibido. Es innecesario decir que la 
verdadera concentración es, ciertamente, este 
estado.¡EI que percibe es la causa de distracción en el acto total de 
percepción! Por lo tanto, cuando el que percibe desaparece, la 
concentración no necesita de esfuerzo alguno, porque no hay distracción 
contra la cual se tenga que luchar . 
En
 el proceso de disociación a través de las Tres Cámaras, el que percibe 
desaparece, dejando, a la acción de percibir, pura y sin distorsión. A 
esto se refiere H.P.B., hacia el final del Primer Fragmento, cuando 
dice:
"¿Dónde está tu individualidad, Lanú, dónde el Lanú mismo? Es la chispa perdida en el 
fuego, la gota en el océano, el Rayo siempre presente se convirtió en la radiación total y 
eterna."
"Y ahora, Lanú, eres el agente y el testigo, el radiador y la radiación, Luz en el Sonido 
y el Sonido en la Luz." (91-92)
El Lanú mismo ha desaparecido, y este es, ciertamente, el momento de 
intensa concentración. Obsérvese la concentración del niño. No hace 
esfuerzo, está verdaderamente perdido en la acción de percibir . Tal es 
el caso también de cuando estamos prendados de algo indescriptiblemente 
bello o cuando alguna cosa provoca nuestro más profundo interés. 
En nuestros momentos de intensa felicidad no somos conscientes de que 
estamos felices. 
De
 hecho, semejante conciencia significaría nuestra separación de la 
experiencia de la felicidad. Nuestra concentración más plena existe 
solamente cuando estamos en 
ello, no fuero de ello. Es así, entonces, que la conciencia de no 
dualidad es la esencia de la Concentración.
Es en este trasfondo de concentración sin esfuerzo que se realiza el 
verdadero descubrimiento. 
Para el descubrimiento, la percepción correcta es esencial; cuando la 
percepción está distorsionada pueden surgir fantasías y visiones 
ilusorias, pero ciertamente no el descubrimiento. Se debe recordar que 
el descubrimiento no es el producto de una 
continuación del pensamiento. 
Una
 continuidad del pensamiento puede percibir modificaciones en el ámbito 
de lo conocido, pero el descubrimiento es la percepción de algo nuevo. 
¿Cómo podría la continuidad del pensamiento percibir algo enteramente
nuevo? Para la percepción de lo nuevo, la continuidad del pensamiento 
debe cesar . En otras palabras, el descubrimiento es posible solamente 
cuando hay un salto, un brinco o una discontinuidad en la conciencia. 
Las siguientes palabras del Dr. Albert Einstein pueden ayudarnos a comprender este interesante tema del Descubrimiento. Dice él:
"La mente puede avanzar solamente hasta donde conoce y puede probar . Llega a un 
punto donde ella da un salto -llámele intuición o como Ud. quiera- y trasciende a un 
plano superior de conocimiento, pero nunca podrá probar cómo llegó allí. Todos los 
grandes descubrimientos han entrañado un salto semejante." 
Ahora bien, la transición que va desde la concentración sin esfuerzo al descubrimiento, es el corazón de Dhyana o meditación.
 Esta transición es tan rápida que uno no sabe dónde termina la 
concentración y dónde comienza la meditación. La meditación es 
verdaderamente el estado de descubrimiento y, por lo tanto, es un salto 
en la conciencia, es un intervalo entre dos continuidades de 
pensamiento. En otras palabras, la meditación es como un relámpago que 
aparece de pronto cuando hay una brecha en la continuidad de la nube. La
 meditación no es un proceso de pensamiento, ni siquiera del más sutil; 
es tan sólo donde las fronteras del pensamiento cesan que comienza la 
meditación. Y  
es Dharana la que nos lleva al punto donde cesan las ataduras del 
pensamiento. 
Este es el significado del neófito que sale de la Cámara de la Sabiduría en la condición de Sueño Profundo. 
Detenerse
 donde las ataduras del pensamiento han terminado es, en 
verdad, enfrentar a la Nada, o a la Vasta Vacuidad, para utilizar las 
palabras de un Maestro Zen. Es en el terreno de la Nada que crece la 
flor de medianoche del Buddha. Es en esta Vasta Vacuidad que se realiza 
el renacimiento espiritual del neófito. La cesación del pensamiento es 
el momento del Silencio Creador, y en este Silencio se oye el Sonido 
Insonoro. Viene de Ningún Lado, porque la mente no puede concebir el 
punto de donde emerge. Oír el Sonido Insonoro es despertar a una nueva 
dimensión de comprensión. 
Es una 
experiencia revolucionaria, y la meditación es ciertamente una 
revolución espiritual de honda profundidad y significado. Es una nueva 
Visión de la 
Vida y alguien que la tenga no podrá nunca ser el mismo otra vez. Aquel 
que tenga esta visión de instante en instante, se encuentra en un estado
 de constante renovación. La meditación abre a esta posibilidad por la 
comunión que trae con lo Trascendente. Es posible para cada hombre 
llegar a este estado de comunión que es verdaderamente la 
meditación. Hablando de este tema, H.P.B. dice, casi al principio del 
Segundo Fragmento, lo que sigue:
"¡Ay! ¡Ay! ¡Que todos los hombres posean Alaya, que sean uno con la gran
 Alma y 
que, poseyéndola, Alaya les aproveche tan poco!
Contempla cómo, a semejanza de la luna que se refleja en ondas 
tranquilas, Alaya es 
reflejada por lo pequeño y lo grande, y por los diminutos átomos, y sin 
embargo, no logra alcanzar el corazón de todos. ¡Ay¡ que tan pocos 
hombres aprovechen el don, el 
inapreciable beneficio de aprender la verdad, la recta percepción de las
 cosas existentes, el conocimiento de lo no-existente!" (107 -108)
Alaya es ciertamente el Alma Universal, o para utilizar la terminología de la Vedanta hindú, es el Brahman o lo Absoluto. 
H.P.B.
 dice que es posible a todo lo pequeño así como lo grande, atraerse a 
Alaya o Alma Universal. y esta atracción de Alaya, o 
comunión con el Alma Universal, es meditación. Aún cuando la posibilidad
 de esta comunión existe para todos, muy pocos aprovechan este don. Esto
 es así porque son muy pocos los que pasan más allá de la etapa 
preliminar de Dharana. H.P.B. dice que Alaya se refleja como la luna en 
las aguas tranquilas. La tranquilidad del lago es una condición previa 
para la reflexión clara de la Luna. Similarmente, para que Alaya se 
refleje en la conciencia del hombre, debe haber completa tranquilidad, 
una total cesación de las modificaciones del pensamiento. La quietud de 
la mente es esencial para que la comunión con el Alma Universal pueda 
realizarse en la hora de la meditación. ¿y qué es la quietud de la 
mente? Seguramente no es una condición de embotamiento. Es una condición
 de Pensamiento Puro donde ambos, el Pensador y Lo Pensado, no existen. 
El Pensador y Lo Pensado son la causa de las modificaciones de la mente,
 son los creadores del movimiento de la mente. 
El Pensamiento Puro está donde el movimiento de la mente ha cesado y el 
movimiento en la mente ha comenzado. El secreto de la Meditación es este
 movimiento en la mente. Este movimiento es, en verdad, el don de Alaya,
 la inapreciable dádiva del Alma Universal.
Mas, ¿por qué necesita el hombre este don? ¿Cuál es su significado en la
 vida espiritual del hombre? H.P.B. dice que es la inapreciable dádiva 
de "aprender la verdad". En otras palabras: por ello el hombre está 
capacitado para aprender la verdad, lo cual significa ver la naturaleza 
esencial de las cosas. 
H.P.B. llama a esto "la recta percepción de las cosas existentes, el 
conocimiento de lo no-existente". Según esto, la enseñanza de la verdad 
significa la recta percepción de las cosas existentes; pero, ¿quién 
puede tener la verdadera percepción de las cosas existentes? 
Sólo aquel que tiene el conocimiento de lo no-existente. Lo no-existente
 es lo no-manifestado. Debe recordarse que ella habla no de lo 
invisible, sino de lo no existente. El aprendizaje de la verdad o el 
tener la correcta percepción de las cosas no requiere un viaje a lo 
invisible o a lo superfísico. H. P .B. indica claramente que es la 
visión de lo Inmanifestado lo que da al hombre la justa percepción de 
las cosas manifestadas, y la meditación es par excellence la visión de 
lo Inmanifestado, el conocimiento de lo no-existente. 
La
 visión de lo Inmanifestado es, ciertamente, la visión del Todo, y 
cuando la totalidad es percibida, se le puede asignar a las partes su 
lugar correcto. Y la recta percepción de las cosas existentes obviamente
 implica dar a las partes sus lugares correspondientes.
Ahora bien; en la existencia diaria del hombre surgen constantemente 
momentos de elección. El hombre es llevado a elegir, tanto en las 
pequeñas cosas de la vida como en las grandes. Si hace una elección 
equivocada, tendrá que cosechar dolor y tristeza. Sin duda, la felicidad
 del hombre depende de una buena elección, y dado que la vida no es 
estática, sino intensamente dinámica, se ve requerido constantemente a 
hacer elecciones correctas. Ahora bien; la recta elección es el 
descubrimiento del recto sendero. 
Es en el estado de meditación, y sólo en él, que es posible la recta 
elección. ¿ Cómo podría la mente, moviéndose en su propio y limitado 
círculo de continuidad, hacer elecciones correctas? La correcta elección
 nacerá en la mente cuando surja la visión de 
lo Inmanifestado. Llámesele visión de lo Inmanifestado o el Sonido 
Insonoro, es esto lo que indica en un relámpago, la elección justa en 
una situación dada.
El tema principal del Segundo Fragmento es la recta elección; comenta el
 tema de los Dos Senderos. 
La instrucción dada al neófito es:
"Busca los Senderos". (111)
Pero, ¿quién puede salir en la búsqueda? Aquel que ha dejado atrás el 
orgullo del conocimiento, aquel que se yergue en el umbral de lo 
Desconocido. 
Una
 persona que se mueva dentro de los límites del pensamiento no puede 
buscar , porque la dirección de su 
búsqueda estará determinada por el curso de sus propios pensamientos. 
Tal persona encontrará lo que su mente quiera encontrar . Obviamente, no
 es búsqueda en absoluto. Sólo la mente que ha sabido de lo inadecuado 
de su conocimiento y que se ha vuelto pura y sensible es la que puede 
buscar. Ante una mente así, el camino se abre. De manera que una vez más
 H.P.B. dice:
"...Oh lanú, purifica tu corazón antes de emprender el viaje." (111)
El neófito pronto comenzará a hollar el Sendero, pero antes de hacerlo, 
debe buscar los 
Senderos y hacer la elección correcta. Por eso es que necesita ser 
completamente puro y humilde, pero esta elección del Sendero tiene que 
ser hecha por él mismo. 
En
 la vida espiritual la imitación no tiene lugar. Parece paradójico el 
combinar la humildad con 
la elección hecha por uno mismo, pero esto es exactamente lo que el 
neófito debe mostrar. Lo uno es positivo y lo otro es negativo, pero es 
la coexistencia
de lo positivo y de lo negativo lo que H.P.B. indica en el pasaje 
siguiente:
"Para vivir y cosechar experiencia, la mente necesita amplitud y profundidad..."
 (114)
Ahora bien: la anchura de la mente significa atención a lo largo de un 
amplio margen de interés, y la profundidad muestra un espacio, una 
vacuidad, una mente que ha sido completamente despojada de todo 
contenido. Curiosamente, el procurar anchura y 
crear profundidad no son dos procesos diferentes. La mente se vuelve 
alerta solamente cuando se desprende del peso del pasado, y en cuanto el
 pasado desaparece, la mente adquiere profundidad, porque se ha creado 
un espacio enorme en ella. H. P .B. explica 
esta idea muy bellamente en tan sólo una cláusula cuando dice:
"...La mente es como un espejo, que acumula polvo mientras refleja..."
 (115)
El polvo que cubre el espejo tiene que ser soplado una y otra vez, y 
éste es, en verdad, el 
proceso de disociación. y el quitar el polvo hace que el espejo esté 
alerta; pero, ¿qué hace el espejo en esta condición de atención? 
Refleja. Ahora bien: ¿por qué refleja? Porque está vacío; no tiene nada 
adherido; no tiene un deseo propio; y de este modo, la capacidad del 
espejo para reflejar es tanto de atención como de vacuidad, ambas al 
mismo tiempo, mostrando la coexistencia de lo positivo con lo negativo. 
En
 una etapa, los polos positivo y negativo de la mente parecen 
contradictorios, en mutua oposición, pero llega una etapa de la mente en
 la que cesan de ser contradictorios; es más, juntos forman el Todo así 
como la luz y la sombra constituyen la totalidad de un paisaje. Contener
 los opuestos parecería paradójico para quien esté atrapado en el 
movimiento de la mente, pero para aquel en quien no hay movimiento de la
 mente sino sólo el movimiento en la mente, no hay tal paradoja. La 
actividad de la mente no puede 
resolver esa paradoja; es en el silencio de la mente que ella se 
resuelve. 
Es esta mente alerta, y 
además vacía, la que puede llegar a la elección correcta. Su elección 
tiene la humildad indicada por la vacuidad y la iniciativa propia 
descripta como atención. Una 
mente así sabe tanto de las posibilidades cuanto de las limitaciones del
 conocimiento; puede responder al relámpago cuando llega y al mismo 
tiempo lo puede traducir en términos de acción por iniciativa propia. 
H. P .B. ha dado esta idea de lo positivo y lo negativo una vez más en la cláusula siguiente: 
"Oh Principiante, procura fundir tu mente con tu Alma." (115) 
El
 Alma es lo inmanifestado, la Mente es obviamente lo manifestado. La 
unión de ambos es el estado conocido como el Cuarto estado o Turiya, 
donde se percibe lo Inmanifestado, donde se oye el Sonido Insonoro, otra
 vez una paradoja que no puede 
ser comprendida en términos del movimiento de la mente. La coexistencia 
de lo positivo y lo negativo es una de las enseñanzas más sublimes que 
se encuentra en La Voz del Silencio. Esto nos recuerda lo de laacción y 
la inacción del Bhagavad Gita. Esta es la condición de uno en el estado 
de Turiya, el estado que sigue a la condición de Sueño Profundo. Es el 
estado de Meditación. 
Algunas
 veces es descrito como Alerta 
Pasiva, pero la palabra "pasiva" denota una condición cargada por el 
hábito y, por lo tanto, por las tendencias del pasado. Es difícil 
describir este estado de Meditación; quizá la frase "coexistencia de lo 
negativo y lo positivo" lo explique mejor .
El estado de Meditación, la existencia simultánea de los aspectos 
positivo y negativo de la mente es tan importante para la comprensión 
del problema de la Elección entre los Dos Senderos, que H. P .B. vuelve a
 él una y otra vez en el Segundo Fragmento. Por 
ejemplo, ella dice:
"Evita la ignorancia y también la ilusión...” (116)
Para evitar la ignorancia se requiere indudablemente tener la mente 
alerta, dándole a la mente la cualidad de anchura. Similarmente, evitar 
la ilusión es poner fin a las proyecciones de la mente, porque todas las
 ilusiones son proyecciones de la mente. 
Ahora, la mente, por sus propias operaciones, es indulgente en las 
proyecciones, y es por esto que poner fin a las proyecciones es, 
ciertamente, clarificar la mente, desmentalizarla. 
La
 mente que se vuelve desmentalizada y que sin embargo está, a la vez, 
alerta y sensible, está en lo que constituye, verdaderamente, el estado 
de Meditación. Una mente así es la que discierne la verdadera cualidad 
de las cosas. Dice 
H.P.B.:
"...Busca, en lo Impersonal, al "hombre eterno"; y habiéndolo buscado fuera, mira 
ahora hacia adentro: tú eres Buddha. " (116)
El Hombre Eterno tiene que ser buscado en lo Impersonal; esto indica que
 únicamente cuando la mente se ha vuelto absolutamente impersonal es que
 el Hombre Eterno puede ser encontrado. 
La
 mente impersonal es aquella que se ha liberado de la personalidad. Es 
una mente en la que no hay pensamiento sino solamente el proceso de 
pensar. En 
una mente así se refleja la verdadera cualidad de las cosas. Encontrar 
al Hombre Eterno es, ciertamente, descubrir la cualidad de nuestro 
propio ser; es la cualidad de nuestro propio ser la que permanece, todo 
lo demás es transitorio, porque todas las cosas aparte 
de nuestra naturaleza son compuestas, y como el Señor Buddha ha dicho: 
"Impermanentes son todas las cosas compuestas". 
Lo
 Eterno es lo que no es compuesto, pero todas las cosas manifestadas son
 compuestas y, por lo tanto, lo Eterno es lo Inmanifestado. Si uno 
quiere descubrir al Hombre Eterno, debe sentirse uno con lo 
Inmanifestado. 
La cualidad de nuestro ser radica en que no se encuentra en lo manifestado sino en lo Inmanifestado. H. P .B. dice: "mira ahora hacia adentro: tú eres Buddha". ¿Qué
 significa esto? ¿No es el buddhado el punto culminante del proceso 
total de perfección? ¿Cómo, entonces, podemos nosotros, imperfectos como
 somos, encontramos a nosotros mismos como Buddha con tan sólo mirar 
hacia adentro?
¿Puede sernos de utilidad, después de todo, investigar qué es el proceso
 de perfección? Obviamente es un proceso de Llegar a Ser, pero, ¿llegar a
 ser qué? Como dicen los Upanishads: "convirtiéndonos en lo que somos" .
 Si en el proceso de Llegar a Ser 
nos convertimos en lo que somos, entonces, ¿cuál es, en verdad, el 
significado de ese proceso? El proceso de perfección es un proceso 
cuantitativo, es un proceso que edifica capacidades y virtudes, es la 
adquisición de modos y técnicas de expresión. La cuestión es: ¿para 
expresar qué? Obviamente para expresar lo que somos cualitativamente. En
 otras palabras: para expresar la naturaleza fundamental de nuestro ser.
 
Cualitativamente somos Buddha, porque si así no fuera, no nos podríamos 
convertir en lo que somos como resultado del proceso de 
perfeccionamiento. Y, por lo tanto, conocernos cualitativamente a 
nosotros mismos es descubrir la gran verdad de que somos Buddha. Esto no
 es un reconocimiento espiritual sino una profunda realización 
espiritual. 
Para
 una mente que haya huido de la ignorancia pero no de la ilusión, 
esto puede llegar a ser como un reconocimiento intelectual, pero la 
mente que ha huido de ambas, la mente en la que coexisten los aspectos 
positivo y negativo, conoce esto como una experiencia directa. 
Sin esta realización cualitativa, el proceso de perfección no tiene 
sentido, el hollar el Sendero no tiene significado. En efecto, descubrir
 el Sendero es, ciertamente, descubrir la cualidad de nuestro propio 
ser. Es en el éxtasis de esta realización que uno puede
comenzar el viaje hacia la perfección. El puede hollar gozosamente el 
Sendero, porque se ha convertido en el Sendero; él y el Sendero no son 
diferentes. 
La pregunta que puede 
surgir es: ¿El hombre que se ve a sí mismo como Buddha no se llenará de 
orgullo? ¿Será lo suficientemente humilde para emprender el viaje hacia 
la perfección? Otra vez el problema a comprender es: ¿Es una percepción 
intelectual el que el hombre se vea como Buddha? Si es así, seguramente 
se colmará de orgullo y como tal no podrá recorrer el Sendero de 
perfección. 
Para
 un hombre así, la visión de sí mismo como Buddha sólo es una proyección
 causada por una exaltación de su 
intelecto. Tal ha sido el caso de muchos hindúes vedantinos que han 
proyectado intelectualmente a Brahman y dijeron: "Yo soy Brahman". Esta 
afirmación es el producto de una mente alerta, la mente que ha huido de 
la ignorancia pero que no se 
ha liberado de la ilusión. Es este hombre de proyección intelectual 
exaltada el que ha sido descrito por H.P.B. en el siguiente pasaje:
"La propia alabanza, oh discípulo, es como una torre elevada a la que
 ha trepado un loco presuntuoso y en donde descansa en orgullosa 
soledad, inadvertido por todos salvo 
por él mismo." (118)
Existe una gran diferencia entre reconocimiento intelectual y realización espiritual. 
El
 primero produce la árida Vedanta de autoafirmación, lo que H.P.B. llama
 la "Doctrina del Ojo"; pero el hombre de realización espiritual declara
 la "Doctrina del Corazón" 
por un proceso de auto abnegación y no de autoafirmación. El primero 
dice con orgullosa ignorancia: 
"Mira, yo sé", pero el último dice con toda humildad: "Así he oído". El 
conocimiento del hombre intelectual es indirecto, pero él no lo sabe. Lo
 que oye el hombre espiritual es directo. 
Es
 esta comprensión directa la que lo hace humilde. El orgullo del 
conocimiento indirecto da nacimiento a la "Doctrina del Ojo", así como 
la humildad de la percepción directa origina la "Doctrina del Corazón".
Es el estado de meditación el que determina si la Doctrina es del 
Corazón o meramente del Ojo; pero el estado de meditación es un punto 
intangible, es un sendero estrecho como el filo de una navaja, en el que
 una leve desviación da en tierra con el neófito, o lo 
lleva al reino de la ignorancia donde la mente se entorpece o a los 
dominios de la ilusión donde la mente está alerta con la autoproyección.
 Es por esto que la etapa de Dharana es tan importante. Si lo negativo y
 lo positivo no han sido igualmente balanceados, entonces es probable 
que el neófito se desvíe por un sendero equivocado sin darse cuenta de 
la verdadera cualidad de su ser. Es este balance de lo positivo y lo 
negativo lo que ha sido descrito en el Bhagavad Gita como "mente bien 
equilibrada". 
La espiritualidad es, 
en verdad, esta condición de equilibrio, y el hombre bien equilibrado no
 sufre por falta de confianza en sí mismo ni por orgullo. 
La
 percepción de la propia cualidad de nuestro ser -nuestra propia 
naturaleza de Buddha- nos hace humildes y además confiados. Confiados 
porque uno ha visto el Camino, y humildes a causa de lo 
inadecuado de todas las formas para contener la exquisita belleza de la 
naturaleza de Buddha. 
En La Voz del 
Silencio, la Doctrina del Corazón ha sido descripta como el Gran Tamiz, 
porque la Doctrina del Corazón es el producto de una mente que 
discierne, la mente libre tanto de la ignorancia como de la ilusión. El 
Gran Tamiz es ciertamente el autor de 
elecciones correctas, porque ¿cómo puede haber elección correcta a menos
 que el grano sea separado de la cáscara? 
La mente que discierne, la mente bien equilibrada, es la que puede hacer la elección correcta. 
Un
 hombre espiritual no puede escapar de elegir; debe tener el valor de 
hacer la elección justa en medio de las circunstancias siempre 
cambiantes de la vida. La correcta elección necesita penetración 
espiritual, y esta penetración es don inapreciable de la
meditación. La meditación no consiste en "sentarse en bosques sombríos, 
en orgulloso retiro y apartado de los hombres", ni consiste en "vivir de
 raíces y plantas", ni tampoco implica mitigar la sed "con la nieve de 
la Gran Cordillera" . 
La meditación es la recta percepción de las cosas existentes, la percepción que surge del "conocimiento de lo no-existente". 
Esto es lo que H. P .B. ha indicado en los siguientes pasajes:
"Si te dicen que para negar a ser un Arhan debes dejar de amar a todos 
los seres diles 
que mienten. "
"Si te dicen que para alcanzar la liberación debes odiar a tu madre, 
desatender a tu hijo, repudiar a tu padre y llamarlo "amo de casa" y 
renunciar a toda piedad por hombre 
y bestia, diles que su lengua es falaz. "
"Si te dicen que el pecado nace de la acción y la bienaventuranza del 
absoluto no actuar, 
entonces diles que yerran..." (123-124-126)
La meditación no es eludir la acción sino que indica el punto de partida
 de la Recta Acción. La Recta Acción puede significar , algunas veces, 
refrenar la actividad, así como otras veces puede también significar 
sumergirse en la actividad. 
La
 rectitud o el 
error de un patrón de comportamiento no se deriva de la forma de 
conducta que se manifiesta, sino del motivo de la conducta, el cual no 
se manifiesta. Así, es el origen del comportamiento, y no el patrón, el 
que determina si una cosa es correcta o errónea. 
Si
 el 
origen es la mente habitual y torpe, entonces la acción es obviamente 
equivocada, no importando cuán bello pueda ser su patrón. Similarmente, 
si el origen es la mente que se proyecta a sí misma, vigilante, entonces
 también la acción es incorrecta, y una vez más, no importa cuán hermoso
 pueda ser su patrón; pero, si el origen es la Mente Silenciosa, alerta y
 sin embargo sin proyectar, negativa y no obstante no embotada, entonces
 la acción será, sin lugar a dudas, correcta, no importando cuál sea el 
patrón. Es esta acción que surge del trasfondo de una mente bien 
equilibrada y silenciosa el tema principal del Bhagavad Gita, así como 
es el tema principal del Segundo Fragmento de La Voz del Silencio. 
H. P .B. ha explicado esta idea de una manera exquisitamente bella en el siguiente pasaje. Ella dice:
"La lámpara arde con brillo cuando la mecha y el aceite están limpios. Para limpiar, un 
limpiador es necesario. La llama no siente el proceso de la limpieza."
 (129)
La mecha y el aceite forman el trasfondo; la llama es la expresión 
visible, pero la llama no puede arder con brillantez si no se ha 
realizado el proceso de purificación de la mecha y del aceite. Sin 
embargo, la llama no es consciente de este proceso de purificación; es 
inconsciente de él. Tal es verdaderamente lo que sucede con la recta 
acción: es pura, pero el purificador no exhibe el proceso de 
purificación a través de ella. En efecto, si el purificador está 
presente, la acción no está purificada en absoluto. 
Cualquier cosa que se añada a una acción la vuelve impura y, por lo 
tanto, si el purificador se apega a una acción, entonces con seguridad 
que esa acción no será considerada como pura. 
Cierto
 es que la llama no debe sentir el proceso de purificación. El 
purificador que efectúa el proceso de limpieza no debe dejar rastro de 
él en el objeto purificado. Tal es, en verdad, la naturaleza de la recta
 acción. H. P .B. dice:
"La acción y la inacción, ambas pueden tener cabida en ti; tu cuerpo agitado, tu 
mente tranquila, tu Alma tan límpida como un lago de montaña." (130)
No es necesaria una exposición más clara acerca de la coexistencia de lo
 positivo y lo negativo que el pasaje anterior, donde ella dice que "la 
acción y la inacción, ambas pueden tener cabida en ti"; no una después 
de la otra, sino simultáneamente, pero la 
existencia simultánea de lo positivo y lo negativo es inconcebible en 
términos de Tiempo, porque en el Tiempo hay secuencia, no una 
simultaneidad. Es en lo Atemporal donde se puede tener la experiencia de
 simultaneidad, y lo Atemporal está donde el Tiempo no está. 
Lo
 Perdurable y lo Eterno no significan lo mismo, porque lo primero es una
 extensión interminable de Tiempo, mientras que lo segundo es una 
completa cesación del Tiempo. Ahora bien: lo Atemporal es el dominio de 
lo Inmanifestado. Si "la acción y la inacción van a hallar cabida" en el
 neófito, entonces significa que ha de ser una conciencia de lo 
Atemporal en el Tiempo, la conciencia de lo lnmanifestado en la 
diversidad de la Manifestación. 
Entonces,
 cuando esto sucede, uno encuentra la cualidad de Eternidad presente en 
el movimiento incesante del Tiempo. Si nuestra acción puede mostrar esa 
cualidad, entonces es verdaderamente correcta. Tal 
acción existe sobre el trasfondo de la inacción. Como dice el Bhagavad 
Gita:
"Aquel que ve la inacción en la acción, y la acción en la inacción, es sabio entre los 
hombres y es armonioso aún mientras ejecuta cualquier acción." (IV-18)
H. P .B. usa una frase peculiar: "el Yogi del Círculo del Tiempo".
 Esto evidentemente significa: uno que ha conquistado al Tiempo, uno que
 ha triunfado sobre el flujo del Tiempo, uno que ha salido del proceso 
del Tiempo. 
Salir
 del proceso del Tiempo es ver lo Inmanifestado, porque lo Inmanifestado
 pertenece al dominio de lo Atemporal. Y volverse atemporal es vivir en 
lo Eterno. Uno que ejecuta acciones mientras vive en lo Eterno, de 
acuerdo con el Bhagavad Gita, "es sabio entre los hombres".
Se podría preguntar: 
Si el Segundo 
Fragmento trata el tema de Dhyana o Meditación, ¿por qué se pone tanto 
énfasis en la acción? Se puede señalar que no es la acción, ni la 
ausencia de acción, lo que conforma el tema de este discurso sino que es
 la rectitud o el error con respecto a la acción así como a la inacción,
 lo que H. P .B. ha tratado en este Fragmento. Una creencia muy común 
con referencia a la vida espiritual es: la ejecución de la acción nos 
ata a la cadena de nacimiento y muerte, y por lo tanto, es errónea. 
H.P.B.
 señala que la no ejecución de la acción también puede ser desacertada. 
Tal como ella lo dice:
"...La inacción en una obra de caridad viene a ser acción en un pecado 
mortal." (135)
De este modo, la no acción también puede ser destructiva, así como la 
acción puede ser cruel. Por lo tanto, no es la acción ni la ausencia de 
acción lo que es fundamental para la vida espiritual; lo que sí es 
fundamental es el trasfondo sobre el que se despliegan tanto la acción 
como la no acción. Acciones, tanto negativas como positivas, existen en 
el proceso del Tiempo. Si el trasfondo de estas acciones está también en
 el Tiempo, entonces serán, indudablemente, erróneas. ¿Cuál es el 
trasfondo del Tiempo? Es la 
memoria, y por lo tanto, las acciones enraizadas en el Tiempo son 
reacciones, porque ellas emergen de los centros de la memoria. 
Toda
 acción, positiva o negativa, debe surgir del trasfondo de lo Atemporal,
 porque sólo entonces serán correctas. Es este 
trasfondo de la acción lo que H.P.B. trató en el Segundo Fragmento, 
porque lo Atemporal sólo puede ser comprendido en Dhyana o Meditación.
Vivir en lo Eterno es, ciertamente, el tema del que se ocupa H.P.B. en 
la primera mitad del Segundo Fragmento. Y vivir en lo Eterno es estar en
 un estado de meditación. Ahora bien: lo Eterno es donde el Tiempo no 
está, siendo el Tiempo un movimiento del 
pasado al futuro. y donde el pasado y el futuro no existen está el 
Eterno Ahora. 
Es la experiencia del 
Eterno Ahora la que es el verdadero estado de meditación. En la 
condición de Dharana, el neófito trata con las distracciones del pasado y
 el futuro; por 
lo tanto, está listo para entrar en el estado de meditación donde 
trasciende las limitaciones del Tiempo y conoce lo que es el Eterno 
Ahora.
Es la experiencia del Eterno Ahora lo que debe subsistir como trasfondo 
puro de todas las acciones, tanto positivas como negativas. 
H.
 P .B. ha expresado esto bellamente en el siguiente pasaje:
"...Fija la mirada de tu Alma en la estrella cuyo rayo eres, en la 
estrella flamígera que
resplandece en las honduras sin luz de eterno ser, en los dominios 
ilimitados de lo 
Desconocido. " ( 137)
Si un hombre pudiera ser guiado por la luz de esta estrella, la estrella
 que brilla en "los dominios ilimitados de lo Desconocido", entonces no 
podría nunca equivocarse. Todas sus acciones serían justas, porque 
brillarían con la cualidad de lo Atemporal y de 
lo Eterno. H. P .B. nos lleva más lejos en la comprensión del Secreto de
 la Recta Acción cuando desarrolla este tema en los versículos que 
siguen del Segundo Fragmento.
 

 
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