martes, 5 de marzo de 2019

LA DOCTRINA DEL CORAZÓN



Uno de los conceptos erróneos más comunes acerca de Dharana o Concentración es que requiere una condición tensa de la mente. Algunas veces una condición tensa es creada artificialmente para que uno pueda concentrarse. Por esto es que muy a menudo la gente se queja de completo agotamiento como resultado de la concentración. Sin embargo, es necesario que se comprenda claramente que la concentración es una condición de total relajamiento de la mente. 

Si la mente no está en estado de reposo no puede concentrarse. y una condición tensa de la mente implica la presencia de ciertos factores de distracción, y ¿cómo puede haber concentración cuando la mente está distraída? Primero, las distracciones deben ser dejadas de lado antes que la concentración pueda comenzar. Es este apartar las distracciones lo que se conoce como Pratyahara o Recogimiento. Cuando esto sucede, a través del proceso de disociación, como fue expuesto en el Primer Fragmento, la mente llega al estado infantil. Y es esto lo que H.P.B. describe como Dharana o Concentración. 
El estado infantil también puede ser llamado la condición de Sueño Profundo de la conciencia humana. Es una condición en la que hay Percepción Pura, sin que el que percibe sea consciente de lo que está siendo percibido. Es innecesario decir que la verdadera concentración es, ciertamente, este estado.¡EI que percibe es la causa de distracción en el acto total de percepción! Por lo tanto, cuando el que percibe desaparece, la concentración no necesita de esfuerzo alguno, porque no hay distracción contra la cual se tenga que luchar . 

En el proceso de disociación a través de las Tres Cámaras, el que percibe desaparece, dejando, a la acción de percibir, pura y sin distorsión. A esto se refiere H.P.B., hacia el final del Primer Fragmento, cuando dice: "¿Dónde está tu individualidad, Lanú, dónde el Lanú mismo? Es la chispa perdida en el fuego, la gota en el océano, el Rayo siempre presente se convirtió en la radiación total y eterna." "Y ahora, Lanú, eres el agente y el testigo, el radiador y la radiación, Luz en el Sonido y el Sonido en la Luz." (91-92) El Lanú mismo ha desaparecido, y este es, ciertamente, el momento de intensa concentración. Obsérvese la concentración del niño. No hace esfuerzo, está verdaderamente perdido en la acción de percibir . Tal es el caso también de cuando estamos prendados de algo indescriptiblemente bello o cuando alguna cosa provoca nuestro más profundo interés. En nuestros momentos de intensa felicidad no somos conscientes de que estamos felices. 

De hecho, semejante conciencia significaría nuestra separación de la experiencia de la felicidad. Nuestra concentración más plena existe solamente cuando estamos en ello, no fuero de ello. Es así, entonces, que la conciencia de no dualidad es la esencia de la Concentración. Es en este trasfondo de concentración sin esfuerzo que se realiza el verdadero descubrimiento. Para el descubrimiento, la percepción correcta es esencial; cuando la percepción está distorsionada pueden surgir fantasías y visiones ilusorias, pero ciertamente no el descubrimiento. Se debe recordar que el descubrimiento no es el producto de una continuación del pensamiento. 

Una continuidad del pensamiento puede percibir modificaciones en el ámbito de lo conocido, pero el descubrimiento es la percepción de algo nuevo. ¿Cómo podría la continuidad del pensamiento percibir algo enteramente nuevo? Para la percepción de lo nuevo, la continuidad del pensamiento debe cesar . En otras palabras, el descubrimiento es posible solamente cuando hay un salto, un brinco o una discontinuidad en la conciencia. Las siguientes palabras del Dr. Albert Einstein pueden ayudarnos a comprender este interesante tema del Descubrimiento. Dice él: "La mente puede avanzar solamente hasta donde conoce y puede probar . Llega a un punto donde ella da un salto -llámele intuición o como Ud. quiera- y trasciende a un plano superior de conocimiento, pero nunca podrá probar cómo llegó allí. Todos los grandes descubrimientos han entrañado un salto semejante." 

Ahora bien, la transición que va desde la concentración sin esfuerzo al descubrimiento, es el corazón de Dhyana o meditación. Esta transición es tan rápida que uno no sabe dónde termina la concentración y dónde comienza la meditación. La meditación es verdaderamente el estado de descubrimiento y, por lo tanto, es un salto en la conciencia, es un intervalo entre dos continuidades de pensamiento. En otras palabras, la meditación es como un relámpago que aparece de pronto cuando hay una brecha en la continuidad de la nube. La meditación no es un proceso de pensamiento, ni siquiera del más sutil; es tan sólo donde las fronteras del pensamiento cesan que comienza la meditación. Y es Dharana la que nos lleva al punto donde cesan las ataduras del pensamiento. 
Este es el significado del neófito que sale de la Cámara de la Sabiduría en la condición de Sueño Profundo. 

Detenerse donde las ataduras del pensamiento han terminado es, en verdad, enfrentar a la Nada, o a la Vasta Vacuidad, para utilizar las palabras de un Maestro Zen. Es en el terreno de la Nada que crece la flor de medianoche del Buddha. Es en esta Vasta Vacuidad que se realiza el renacimiento espiritual del neófito. La cesación del pensamiento es el momento del Silencio Creador, y en este Silencio se oye el Sonido Insonoro. Viene de Ningún Lado, porque la mente no puede concebir el punto de donde emerge. Oír el Sonido Insonoro es despertar a una nueva dimensión de comprensión. 
Es una experiencia revolucionaria, y la meditación es ciertamente una revolución espiritual de honda profundidad y significado. Es una nueva Visión de la Vida y alguien que la tenga no podrá nunca ser el mismo otra vez. Aquel que tenga esta visión de instante en instante, se encuentra en un estado de constante renovación. La meditación abre a esta posibilidad por la comunión que trae con lo Trascendente. Es posible para cada hombre llegar a este estado de comunión que es verdaderamente la meditación. Hablando de este tema, H.P.B. dice, casi al principio del Segundo Fragmento, lo que sigue: "¡Ay! ¡Ay! ¡Que todos los hombres posean Alaya, que sean uno con la gran Alma y que, poseyéndola, Alaya les aproveche tan poco! Contempla cómo, a semejanza de la luna que se refleja en ondas tranquilas, Alaya es reflejada por lo pequeño y lo grande, y por los diminutos átomos, y sin embargo, no logra alcanzar el corazón de todos. ¡Ay¡ que tan pocos hombres aprovechen el don, el inapreciable beneficio de aprender la verdad, la recta percepción de las cosas existentes, el conocimiento de lo no-existente!" (107 -108) Alaya es ciertamente el Alma Universal, o para utilizar la terminología de la Vedanta hindú, es el Brahman o lo Absoluto. 

H.P.B. dice que es posible a todo lo pequeño así como lo grande, atraerse a Alaya o Alma Universal. y esta atracción de Alaya, o comunión con el Alma Universal, es meditación. Aún cuando la posibilidad de esta comunión existe para todos, muy pocos aprovechan este don. Esto es así porque son muy pocos los que pasan más allá de la etapa preliminar de Dharana. H.P.B. dice que Alaya se refleja como la luna en las aguas tranquilas. La tranquilidad del lago es una condición previa para la reflexión clara de la Luna. Similarmente, para que Alaya se refleje en la conciencia del hombre, debe haber completa tranquilidad, una total cesación de las modificaciones del pensamiento. La quietud de la mente es esencial para que la comunión con el Alma Universal pueda realizarse en la hora de la meditación. ¿y qué es la quietud de la mente? Seguramente no es una condición de embotamiento. Es una condición de Pensamiento Puro donde ambos, el Pensador y Lo Pensado, no existen. El Pensador y Lo Pensado son la causa de las modificaciones de la mente, son los creadores del movimiento de la mente. El Pensamiento Puro está donde el movimiento de la mente ha cesado y el movimiento en la mente ha comenzado. El secreto de la Meditación es este movimiento en la mente. Este movimiento es, en verdad, el don de Alaya, la inapreciable dádiva del Alma Universal. Mas, ¿por qué necesita el hombre este don? ¿Cuál es su significado en la vida espiritual del hombre? H.P.B. dice que es la inapreciable dádiva de "aprender la verdad". En otras palabras: por ello el hombre está capacitado para aprender la verdad, lo cual significa ver la naturaleza esencial de las cosas. H.P.B. llama a esto "la recta percepción de las cosas existentes, el conocimiento de lo no-existente". Según esto, la enseñanza de la verdad significa la recta percepción de las cosas existentes; pero, ¿quién puede tener la verdadera percepción de las cosas existentes? Sólo aquel que tiene el conocimiento de lo no-existente. Lo no-existente es lo no-manifestado. Debe recordarse que ella habla no de lo invisible, sino de lo no existente. El aprendizaje de la verdad o el tener la correcta percepción de las cosas no requiere un viaje a lo invisible o a lo superfísico. H. P .B. indica claramente que es la visión de lo Inmanifestado lo que da al hombre la justa percepción de las cosas manifestadas, y la meditación es par excellence la visión de lo Inmanifestado, el conocimiento de lo no-existente. 

La visión de lo Inmanifestado es, ciertamente, la visión del Todo, y cuando la totalidad es percibida, se le puede asignar a las partes su lugar correcto. Y la recta percepción de las cosas existentes obviamente implica dar a las partes sus lugares correspondientes. Ahora bien; en la existencia diaria del hombre surgen constantemente momentos de elección. El hombre es llevado a elegir, tanto en las pequeñas cosas de la vida como en las grandes. Si hace una elección equivocada, tendrá que cosechar dolor y tristeza. Sin duda, la felicidad del hombre depende de una buena elección, y dado que la vida no es estática, sino intensamente dinámica, se ve requerido constantemente a hacer elecciones correctas. Ahora bien; la recta elección es el descubrimiento del recto sendero. Es en el estado de meditación, y sólo en él, que es posible la recta elección. ¿ Cómo podría la mente, moviéndose en su propio y limitado círculo de continuidad, hacer elecciones correctas? La correcta elección nacerá en la mente cuando surja la visión de lo Inmanifestado. Llámesele visión de lo Inmanifestado o el Sonido Insonoro, es esto lo que indica en un relámpago, la elección justa en una situación dada. El tema principal del Segundo Fragmento es la recta elección; comenta el tema de los Dos Senderos. 

La instrucción dada al neófito es: "Busca los Senderos". (111) Pero, ¿quién puede salir en la búsqueda? Aquel que ha dejado atrás el orgullo del conocimiento, aquel que se yergue en el umbral de lo Desconocido. 

Una persona que se mueva dentro de los límites del pensamiento no puede buscar , porque la dirección de su búsqueda estará determinada por el curso de sus propios pensamientos. Tal persona encontrará lo que su mente quiera encontrar . Obviamente, no es búsqueda en absoluto. Sólo la mente que ha sabido de lo inadecuado de su conocimiento y que se ha vuelto pura y sensible es la que puede buscar. Ante una mente así, el camino se abre. De manera que una vez más H.P.B. dice: "...Oh lanú, purifica tu corazón antes de emprender el viaje." (111) El neófito pronto comenzará a hollar el Sendero, pero antes de hacerlo, debe buscar los Senderos y hacer la elección correcta. Por eso es que necesita ser completamente puro y humilde, pero esta elección del Sendero tiene que ser hecha por él mismo. 

En la vida espiritual la imitación no tiene lugar. Parece paradójico el combinar la humildad con la elección hecha por uno mismo, pero esto es exactamente lo que el neófito debe mostrar. Lo uno es positivo y lo otro es negativo, pero es la coexistencia de lo positivo y de lo negativo lo que H.P.B. indica en el pasaje siguiente: "Para vivir y cosechar experiencia, la mente necesita amplitud y profundidad..." (114) Ahora bien: la anchura de la mente significa atención a lo largo de un amplio margen de interés, y la profundidad muestra un espacio, una vacuidad, una mente que ha sido completamente despojada de todo contenido. Curiosamente, el procurar anchura y crear profundidad no son dos procesos diferentes. La mente se vuelve alerta solamente cuando se desprende del peso del pasado, y en cuanto el pasado desaparece, la mente adquiere profundidad, porque se ha creado un espacio enorme en ella. H. P .B. explica esta idea muy bellamente en tan sólo una cláusula cuando dice: "...La mente es como un espejo, que acumula polvo mientras refleja..." (115) El polvo que cubre el espejo tiene que ser soplado una y otra vez, y éste es, en verdad, el proceso de disociación. y el quitar el polvo hace que el espejo esté alerta; pero, ¿qué hace el espejo en esta condición de atención? Refleja. Ahora bien: ¿por qué refleja? Porque está vacío; no tiene nada adherido; no tiene un deseo propio; y de este modo, la capacidad del espejo para reflejar es tanto de atención como de vacuidad, ambas al mismo tiempo, mostrando la coexistencia de lo positivo con lo negativo. 

En una etapa, los polos positivo y negativo de la mente parecen contradictorios, en mutua oposición, pero llega una etapa de la mente en la que cesan de ser contradictorios; es más, juntos forman el Todo así como la luz y la sombra constituyen la totalidad de un paisaje. Contener los opuestos parecería paradójico para quien esté atrapado en el movimiento de la mente, pero para aquel en quien no hay movimiento de la mente sino sólo el movimiento en la mente, no hay tal paradoja. La actividad de la mente no puede resolver esa paradoja; es en el silencio de la mente que ella se resuelve. 
Es esta mente alerta, y además vacía, la que puede llegar a la elección correcta. Su elección tiene la humildad indicada por la vacuidad y la iniciativa propia descripta como atención. Una mente así sabe tanto de las posibilidades cuanto de las limitaciones del conocimiento; puede responder al relámpago cuando llega y al mismo tiempo lo puede traducir en términos de acción por iniciativa propia. 
H. P .B. ha dado esta idea de lo positivo y lo negativo una vez más en la cláusula siguiente: 
"Oh Principiante, procura fundir tu mente con tu Alma." (115) 

El Alma es lo inmanifestado, la Mente es obviamente lo manifestado. La unión de ambos es el estado conocido como el Cuarto estado o Turiya, donde se percibe lo Inmanifestado, donde se oye el Sonido Insonoro, otra vez una paradoja que no puede ser comprendida en términos del movimiento de la mente. La coexistencia de lo positivo y lo negativo es una de las enseñanzas más sublimes que se encuentra en La Voz del Silencio. Esto nos recuerda lo de laacción y la inacción del Bhagavad Gita. Esta es la condición de uno en el estado de Turiya, el estado que sigue a la condición de Sueño Profundo. Es el estado de Meditación. 

Algunas veces es descrito como Alerta Pasiva, pero la palabra "pasiva" denota una condición cargada por el hábito y, por lo tanto, por las tendencias del pasado. Es difícil describir este estado de Meditación; quizá la frase "coexistencia de lo negativo y lo positivo" lo explique mejor . El estado de Meditación, la existencia simultánea de los aspectos positivo y negativo de la mente es tan importante para la comprensión del problema de la Elección entre los Dos Senderos, que H. P .B. vuelve a él una y otra vez en el Segundo Fragmento. Por ejemplo, ella dice: "Evita la ignorancia y también la ilusión...” (116) Para evitar la ignorancia se requiere indudablemente tener la mente alerta, dándole a la mente la cualidad de anchura. Similarmente, evitar la ilusión es poner fin a las proyecciones de la mente, porque todas las ilusiones son proyecciones de la mente. Ahora, la mente, por sus propias operaciones, es indulgente en las proyecciones, y es por esto que poner fin a las proyecciones es, ciertamente, clarificar la mente, desmentalizarla. 

La mente que se vuelve desmentalizada y que sin embargo está, a la vez, alerta y sensible, está en lo que constituye, verdaderamente, el estado de Meditación. Una mente así es la que discierne la verdadera cualidad de las cosas. Dice H.P.B.: "...Busca, en lo Impersonal, al "hombre eterno"; y habiéndolo buscado fuera, mira ahora hacia adentro: tú eres Buddha. " (116) El Hombre Eterno tiene que ser buscado en lo Impersonal; esto indica que únicamente cuando la mente se ha vuelto absolutamente impersonal es que el Hombre Eterno puede ser encontrado. 
La mente impersonal es aquella que se ha liberado de la personalidad. Es una mente en la que no hay pensamiento sino solamente el proceso de pensar. En una mente así se refleja la verdadera cualidad de las cosas. Encontrar al Hombre Eterno es, ciertamente, descubrir la cualidad de nuestro propio ser; es la cualidad de nuestro propio ser la que permanece, todo lo demás es transitorio, porque todas las cosas aparte de nuestra naturaleza son compuestas, y como el Señor Buddha ha dicho: "Impermanentes son todas las cosas compuestas". 

Lo Eterno es lo que no es compuesto, pero todas las cosas manifestadas son compuestas y, por lo tanto, lo Eterno es lo Inmanifestado. Si uno quiere descubrir al Hombre Eterno, debe sentirse uno con lo Inmanifestado. 

La cualidad de nuestro ser radica en que no se encuentra en lo manifestado sino en lo Inmanifestado. H. P .B. dice: "mira ahora hacia adentro: tú eres Buddha". ¿Qué significa esto? ¿No es el buddhado el punto culminante del proceso total de perfección? ¿Cómo, entonces, podemos nosotros, imperfectos como somos, encontramos a nosotros mismos como Buddha con tan sólo mirar hacia adentro? ¿Puede sernos de utilidad, después de todo, investigar qué es el proceso de perfección? Obviamente es un proceso de Llegar a Ser, pero, ¿llegar a ser qué? Como dicen los Upanishads: "convirtiéndonos en lo que somos" . Si en el proceso de Llegar a Ser nos convertimos en lo que somos, entonces, ¿cuál es, en verdad, el significado de ese proceso? El proceso de perfección es un proceso cuantitativo, es un proceso que edifica capacidades y virtudes, es la adquisición de modos y técnicas de expresión. La cuestión es: ¿para expresar qué? Obviamente para expresar lo que somos cualitativamente. En otras palabras: para expresar la naturaleza fundamental de nuestro ser. Cualitativamente somos Buddha, porque si así no fuera, no nos podríamos convertir en lo que somos como resultado del proceso de perfeccionamiento. Y, por lo tanto, conocernos cualitativamente a nosotros mismos es descubrir la gran verdad de que somos Buddha. Esto no es un reconocimiento espiritual sino una profunda realización espiritual. 

Para una mente que haya huido de la ignorancia pero no de la ilusión, esto puede llegar a ser como un reconocimiento intelectual, pero la mente que ha huido de ambas, la mente en la que coexisten los aspectos positivo y negativo, conoce esto como una experiencia directa. Sin esta realización cualitativa, el proceso de perfección no tiene sentido, el hollar el Sendero no tiene significado. En efecto, descubrir el Sendero es, ciertamente, descubrir la cualidad de nuestro propio ser. Es en el éxtasis de esta realización que uno puede comenzar el viaje hacia la perfección. El puede hollar gozosamente el Sendero, porque se ha convertido en el Sendero; él y el Sendero no son diferentes. 
La pregunta que puede surgir es: ¿El hombre que se ve a sí mismo como Buddha no se llenará de orgullo? ¿Será lo suficientemente humilde para emprender el viaje hacia la perfección? Otra vez el problema a comprender es: ¿Es una percepción intelectual el que el hombre se vea como Buddha? Si es así, seguramente se colmará de orgullo y como tal no podrá recorrer el Sendero de perfección. 

Para un hombre así, la visión de sí mismo como Buddha sólo es una proyección causada por una exaltación de su intelecto. Tal ha sido el caso de muchos hindúes vedantinos que han proyectado intelectualmente a Brahman y dijeron: "Yo soy Brahman". Esta afirmación es el producto de una mente alerta, la mente que ha huido de la ignorancia pero que no se ha liberado de la ilusión. Es este hombre de proyección intelectual exaltada el que ha sido descrito por H.P.B. en el siguiente pasaje: "La propia alabanza, oh discípulo, es como una torre elevada a la que ha trepado un loco presuntuoso y en donde descansa en orgullosa soledad, inadvertido por todos salvo por él mismo." (118) Existe una gran diferencia entre reconocimiento intelectual y realización espiritual. 
El primero produce la árida Vedanta de autoafirmación, lo que H.P.B. llama la "Doctrina del Ojo"; pero el hombre de realización espiritual declara la "Doctrina del Corazón" por un proceso de auto abnegación y no de autoafirmación. El primero dice con orgullosa ignorancia: "Mira, yo sé", pero el último dice con toda humildad: "Así he oído". El conocimiento del hombre intelectual es indirecto, pero él no lo sabe. Lo que oye el hombre espiritual es directo. 

Es esta comprensión directa la que lo hace humilde. El orgullo del conocimiento indirecto da nacimiento a la "Doctrina del Ojo", así como la humildad de la percepción directa origina la "Doctrina del Corazón". Es el estado de meditación el que determina si la Doctrina es del Corazón o meramente del Ojo; pero el estado de meditación es un punto intangible, es un sendero estrecho como el filo de una navaja, en el que una leve desviación da en tierra con el neófito, o lo lleva al reino de la ignorancia donde la mente se entorpece o a los dominios de la ilusión donde la mente está alerta con la autoproyección. Es por esto que la etapa de Dharana es tan importante. Si lo negativo y lo positivo no han sido igualmente balanceados, entonces es probable que el neófito se desvíe por un sendero equivocado sin darse cuenta de la verdadera cualidad de su ser. Es este balance de lo positivo y lo negativo lo que ha sido descrito en el Bhagavad Gita como "mente bien equilibrada". 
La espiritualidad es, en verdad, esta condición de equilibrio, y el hombre bien equilibrado no sufre por falta de confianza en sí mismo ni por orgullo. 

La percepción de la propia cualidad de nuestro ser -nuestra propia naturaleza de Buddha- nos hace humildes y además confiados. Confiados porque uno ha visto el Camino, y humildes a causa de lo inadecuado de todas las formas para contener la exquisita belleza de la naturaleza de Buddha. 
En La Voz del Silencio, la Doctrina del Corazón ha sido descripta como el Gran Tamiz, porque la Doctrina del Corazón es el producto de una mente que discierne, la mente libre tanto de la ignorancia como de la ilusión. El Gran Tamiz es ciertamente el autor de elecciones correctas, porque ¿cómo puede haber elección correcta a menos que el grano sea separado de la cáscara? 
La mente que discierne, la mente bien equilibrada, es la que puede hacer la elección correcta. 
Un hombre espiritual no puede escapar de elegir; debe tener el valor de hacer la elección justa en medio de las circunstancias siempre cambiantes de la vida. La correcta elección necesita penetración espiritual, y esta penetración es don inapreciable de la meditación. La meditación no consiste en "sentarse en bosques sombríos, en orgulloso retiro y apartado de los hombres", ni consiste en "vivir de raíces y plantas", ni tampoco implica mitigar la sed "con la nieve de la Gran Cordillera" . 
La meditación es la recta percepción de las cosas existentes, la percepción que surge del "conocimiento de lo no-existente". 

Esto es lo que H. P .B. ha indicado en los siguientes pasajes: "Si te dicen que para negar a ser un Arhan debes dejar de amar a todos los seres diles que mienten. " "Si te dicen que para alcanzar la liberación debes odiar a tu madre, desatender a tu hijo, repudiar a tu padre y llamarlo "amo de casa" y renunciar a toda piedad por hombre y bestia, diles que su lengua es falaz. " "Si te dicen que el pecado nace de la acción y la bienaventuranza del absoluto no actuar, entonces diles que yerran..." (123-124-126) La meditación no es eludir la acción sino que indica el punto de partida de la Recta Acción. La Recta Acción puede significar , algunas veces, refrenar la actividad, así como otras veces puede también significar sumergirse en la actividad. 

La rectitud o el error de un patrón de comportamiento no se deriva de la forma de conducta que se manifiesta, sino del motivo de la conducta, el cual no se manifiesta. Así, es el origen del comportamiento, y no el patrón, el que determina si una cosa es correcta o errónea. 

Si el origen es la mente habitual y torpe, entonces la acción es obviamente equivocada, no importando cuán bello pueda ser su patrón. Similarmente, si el origen es la mente que se proyecta a sí misma, vigilante, entonces también la acción es incorrecta, y una vez más, no importa cuán hermoso pueda ser su patrón; pero, si el origen es la Mente Silenciosa, alerta y sin embargo sin proyectar, negativa y no obstante no embotada, entonces la acción será, sin lugar a dudas, correcta, no importando cuál sea el patrón. Es esta acción que surge del trasfondo de una mente bien equilibrada y silenciosa el tema principal del Bhagavad Gita, así como es el tema principal del Segundo Fragmento de La Voz del Silencio. 

H. P .B. ha explicado esta idea de una manera exquisitamente bella en el siguiente pasaje. Ella dice: "La lámpara arde con brillo cuando la mecha y el aceite están limpios. Para limpiar, un limpiador es necesario. La llama no siente el proceso de la limpieza." (129) La mecha y el aceite forman el trasfondo; la llama es la expresión visible, pero la llama no puede arder con brillantez si no se ha realizado el proceso de purificación de la mecha y del aceite. Sin embargo, la llama no es consciente de este proceso de purificación; es inconsciente de él. Tal es verdaderamente lo que sucede con la recta acción: es pura, pero el purificador no exhibe el proceso de purificación a través de ella. En efecto, si el purificador está presente, la acción no está purificada en absoluto. Cualquier cosa que se añada a una acción la vuelve impura y, por lo tanto, si el purificador se apega a una acción, entonces con seguridad que esa acción no será considerada como pura. 

Cierto es que la llama no debe sentir el proceso de purificación. El purificador que efectúa el proceso de limpieza no debe dejar rastro de él en el objeto purificado. Tal es, en verdad, la naturaleza de la recta acción. H. P .B. dice: "La acción y la inacción, ambas pueden tener cabida en ti; tu cuerpo agitado, tu mente tranquila, tu Alma tan límpida como un lago de montaña." (130) No es necesaria una exposición más clara acerca de la coexistencia de lo positivo y lo negativo que el pasaje anterior, donde ella dice que "la acción y la inacción, ambas pueden tener cabida en ti"; no una después de la otra, sino simultáneamente, pero la existencia simultánea de lo positivo y lo negativo es inconcebible en términos de Tiempo, porque en el Tiempo hay secuencia, no una simultaneidad. Es en lo Atemporal donde se puede tener la experiencia de simultaneidad, y lo Atemporal está donde el Tiempo no está. 

Lo Perdurable y lo Eterno no significan lo mismo, porque lo primero es una extensión interminable de Tiempo, mientras que lo segundo es una completa cesación del Tiempo. Ahora bien: lo Atemporal es el dominio de lo Inmanifestado. Si "la acción y la inacción van a hallar cabida" en el neófito, entonces significa que ha de ser una conciencia de lo Atemporal en el Tiempo, la conciencia de lo lnmanifestado en la diversidad de la Manifestación. 

Entonces, cuando esto sucede, uno encuentra la cualidad de Eternidad presente en el movimiento incesante del Tiempo. Si nuestra acción puede mostrar esa cualidad, entonces es verdaderamente correcta. Tal acción existe sobre el trasfondo de la inacción. Como dice el Bhagavad Gita: "Aquel que ve la inacción en la acción, y la acción en la inacción, es sabio entre los hombres y es armonioso aún mientras ejecuta cualquier acción." (IV-18) H. P .B. usa una frase peculiar: "el Yogi del Círculo del Tiempo". Esto evidentemente significa: uno que ha conquistado al Tiempo, uno que ha triunfado sobre el flujo del Tiempo, uno que ha salido del proceso del Tiempo. 

Salir del proceso del Tiempo es ver lo Inmanifestado, porque lo Inmanifestado pertenece al dominio de lo Atemporal. Y volverse atemporal es vivir en lo Eterno. Uno que ejecuta acciones mientras vive en lo Eterno, de acuerdo con el Bhagavad Gita, "es sabio entre los hombres". Se podría preguntar: 
Si el Segundo Fragmento trata el tema de Dhyana o Meditación, ¿por qué se pone tanto énfasis en la acción? Se puede señalar que no es la acción, ni la ausencia de acción, lo que conforma el tema de este discurso sino que es la rectitud o el error con respecto a la acción así como a la inacción, lo que H. P .B. ha tratado en este Fragmento. Una creencia muy común con referencia a la vida espiritual es: la ejecución de la acción nos ata a la cadena de nacimiento y muerte, y por lo tanto, es errónea. 

H.P.B. señala que la no ejecución de la acción también puede ser desacertada. Tal como ella lo dice: "...La inacción en una obra de caridad viene a ser acción en un pecado mortal." (135) De este modo, la no acción también puede ser destructiva, así como la acción puede ser cruel. Por lo tanto, no es la acción ni la ausencia de acción lo que es fundamental para la vida espiritual; lo que sí es fundamental es el trasfondo sobre el que se despliegan tanto la acción como la no acción. Acciones, tanto negativas como positivas, existen en el proceso del Tiempo. Si el trasfondo de estas acciones está también en el Tiempo, entonces serán, indudablemente, erróneas. ¿Cuál es el trasfondo del Tiempo? Es la memoria, y por lo tanto, las acciones enraizadas en el Tiempo son reacciones, porque ellas emergen de los centros de la memoria. 

Toda acción, positiva o negativa, debe surgir del trasfondo de lo Atemporal, porque sólo entonces serán correctas. Es este trasfondo de la acción lo que H.P.B. trató en el Segundo Fragmento, porque lo Atemporal sólo puede ser comprendido en Dhyana o Meditación. Vivir en lo Eterno es, ciertamente, el tema del que se ocupa H.P.B. en la primera mitad del Segundo Fragmento. Y vivir en lo Eterno es estar en un estado de meditación. Ahora bien: lo Eterno es donde el Tiempo no está, siendo el Tiempo un movimiento del pasado al futuro. y donde el pasado y el futuro no existen está el Eterno Ahora. 
Es la experiencia del Eterno Ahora la que es el verdadero estado de meditación. En la condición de Dharana, el neófito trata con las distracciones del pasado y el futuro; por lo tanto, está listo para entrar en el estado de meditación donde trasciende las limitaciones del Tiempo y conoce lo que es el Eterno Ahora. Es la experiencia del Eterno Ahora lo que debe subsistir como trasfondo puro de todas las acciones, tanto positivas como negativas. 

H. P .B. ha expresado esto bellamente en el siguiente pasaje: "...Fija la mirada de tu Alma en la estrella cuyo rayo eres, en la estrella flamígera que resplandece en las honduras sin luz de eterno ser, en los dominios ilimitados de lo Desconocido. " ( 137) Si un hombre pudiera ser guiado por la luz de esta estrella, la estrella que brilla en "los dominios ilimitados de lo Desconocido", entonces no podría nunca equivocarse. Todas sus acciones serían justas, porque brillarían con la cualidad de lo Atemporal y de lo Eterno. H. P .B. nos lleva más lejos en la comprensión del Secreto de la Recta Acción cuando desarrolla este tema en los versículos que siguen del Segundo Fragmento.

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