La Bhagavad Gitá es un episodio del Mahabharata, el cual
se ha dicho que fue escrito por Vyāsa. Quién habrá sido este
Vyāsa y cuándo vivió, no es algo realmente conocido.
J. Cockburn Thomson, en su traducción de la Bhagavad
Gita, dice lo siguiente: “El Mahabhara, como bien saben
todos los estudiantes de sánscrito, es la gran epopeya de la
India, la cual por su popularidad y su extensión parece
corresponderse con la Ilíada de los griegos. El tema del trabajo
entero es una cierta guerra que tuvo efecto entre dos ramas de
una tribu, los descendientes de Kuru, por la soberanía del reino
de Hāstinapura, que comúnmente se supone es la misma Delhi
moderna.
A la rama más vieja de la familia se le llama aquí por
el nombre general de la tribu entera, los Kurus; la rama más
joven sigue el nombre patronímico de Pāṇḍu, que fue el padre
de los cinco líderes principales.”
“Esta guerra entre los Kurus y los Pāṇḍavas ocupa unos
veinte mil ślokas, o sea, una cuarta parte de la obra completa
como ahora la poseemos [...] Para poder comprender las
alusiones aquí hechas (en la Bhagavad Gitá ) se requiere un
conocimiento de la historia previa de la tribu, que se dará a
continuación de la manera siguiente:
“Del nombre Kuru sabemos muy poco, pero lo que sabemos
es suficiente como para probar que es uno de gran importancia.
No tenemos los medios de derivarlo de ninguna raíz sánscrita,
ni tampoco tiene, como muchos nombres indostanos, la apariencia
de ser explicativo de las peculiaridades de la persona o
personas a quienes designa.
Es por lo tanto, y con toda probabilidad,
un nombre de considerable antigüedad, traído por la raza aria de su primer asiento en el Asia Central. Su utilización
en sánscrito es cuádruple. Es el nombre del cuadrante norte o
Dvīpa del mundo, y se le describe como que se extiende entre
las más nórdicas cordilleras o montañas nevadas y el mar polar.
Es, además, el nombre del más norteño de los nueve varṣas del
mundo conocido. A lo largo de amplias genealogías de la
misma tribu, se le conoce con el nombre de un antiguo rey a
quien se le atribuye la fundación de la tribu. Por último, designa
una tribu aria de suficiente importancia como para perturbar
todo el norte de la India con sus divisiones, y hacer de sus
batallas el tema de la más larga epopeya de los tiempos
antiguos.”
“Viendo todos estos hechos juntos, deberíamos estar inclinados
a llegar a la conclusión de que el nombre fue originalmente
el de una raza que habitó el Asia Central más allá del
Himalaya, y que emigró con otras razas hacia el noroeste de la
península, formando así el gran pueblo que se llamó a sí mismo
de una manera unitaria: Ario o el Noble, para distinguirlo de los
aborígenes a quienes ellos subyugaron y en cuyos territorios
eventualmente se establecieron [...]”
“En la época en que el complot del Mahabharata fue
establecido, esta tribu estaba situada en la llanura del Doab, y su
región particular como extendiéndose entre el río Yamunā y el
Sursuty, fue llamada Kurukṣetra, o la planicie de los Kurus. La
capital de este país fue Hāstinapura y aquí reinó, en un período
del cual no se puede dar una fecha exacta, un rey de nombre
Vicitravīrya. Él fue el hijo de Śaṅtanu y Satyavatī; mientras que
Bhīṣma y Kṛṣṇa Dvaipāyana, el Vyāsa, fueron sus mediohermanos,
siendo el primero por parte del padre y el último por
parte de la madre. En tanto él se casó con dos hermanas: Ambā
y Ambālikā, pero habiendo muerto muy pronto después de su
matrimonio, no dejó progenie, por lo que su medio-hermano
Vyāsa, instigado por compasión divina, se casó con su viuda y
concibió dos hijos, Dhṛtarāṣṭra y Pāṇḍu. El primero tuvo cien
hijos, el mayor de los cuales fue Duryodhana.
El último se casó con Pṛthā o Kuntī, la hija de Śūra, y en segundas nupcias con
Madrī.
Los niños de estas esposas fueron los cinco príncipes
Pāṇḍavas, pero como su padre mortal, en ocasión de estar de
cacería había sido maldecido por lo que parecía un ciervo, de
que moriría sin dejar descendencia, estos cinco niños fueron
místicamente concebidos por diferentes divinidades.
Por lo
tanto, Yudhiṣṭhira, Bhīma y Arjuna, fueron los hijos de Pṛthā,
engendrados por los dioses Dharma, Vāyu e Indra, respectivamente.
Nakula fue hijo de Madrī engendrado por el dios
Nāsatya el mayor, y Sahadeva del dios Dasra, el menor de los
gemelos Aśvinau, el médico de los dioses. Esta historia parecería
ser una pura ficción inventada para darle un divino origen
a los cinco héroes del poema; pero como quiera que haya sido,
Duryodhana y sus hermanos son los líderes de los Kurus, o
rama mayor de la tribu; mientras que los cinco príncipes
Pāṇḍavas serían los de la rama Pāṇḍava, o rama menor.”
“Dhṛtarāṣṭra era ciego, pero aunque esto lo incapacitaba para
gobernar, él retenía el trono y se apegaba al mismo, en tanto
que Duryodhana, su hijo, era quien realmente dirigía los asuntos
de estado [...] Pues él logró convencer a su padre para que
expulsara del país a sus primos, los príncipes Pāṇḍavas.
Después de una larga vida errante y numerosas experiencias
difíciles, estos príncipes reunieron a sus amigos alrededor de
ellos y formaron con la ayuda de sus reyes vecinos un vasto
ejército, y se prepararon a atacar a su injusto opresor, quien
había de igual manera desplegado sus fuerzas.”
“Los ejércitos hostiles se encontraron en la llanura de los
Kurus. Bhīṣma, el medio-hermano de Vicitravīrya, siendo el
más viejo guerrero entre todos ellos, tiene el mando de la
facción Kuru; Bhīma, el segundo hijo de Pāṇḍu, conocido por
su fuerza y sus hazañas, es el general del otro partido (el de
Arjuna).
La escena de nuestro poema se abre ahora y permanece
a través del mismo como un campo de batalla. Como una forma
de introducir al lector a conocer los nombres de los principales
capitanes de cada ejército, vemos que Duryodhana se aproxima a Droṇa, su preceptor, y los menciona a todos uno por uno. El
desafío es dado súbitamente por Bhīṣma, el general Kuru,
cuando hace sonar su concha de guerra y es secundado por sus
seguidores. Ese llamado es respondido por Arjuna, que monta
en el mismo carruaje que el dios Kṛṣṇa, quien, por compasión a
todas las persecuciones que aquél había sufrido, se convirtió en
su íntimo amigo, y hacía ahora el papel de su auriga o conductor
de su carruaje. Y a él le siguen todos los generales de los
Pāṇḍavas. La lucha comienza con una andanada de flechas de
ambas partes, pero cuando Arjuna lo percibe, es él quien le
ruega a Kṛṣṇa que maniobre su carruaje de guerra y lo sitúe en
el espacio entre los dos ejércitos para que él pueda examinar las
líneas del enemigo.
El Dios así lo hace y le empieza a señalar a
Arjuna entre aquellas filas enemigas, sus numerosos parientes.
Arjuna queda sobrecogido de horror ante la idea de cometer
fratricidio por matar a sus parientes cercanos, y arroja su arco y
sus flechas mientras declara que él preferiría morir sin defenderse
que luchar contra ellos. Kṛṣṇa le responde entonces con
esos argumentos que constituyen la didáctica y la doctrina
filosófica de la obra, y se esfuerza en persuadirlo de que él yerra
al tomar semejante resolución. Y Arjuna es eventualmente
vencido por los argumentos. La lucha continúa, y los Pāṇḍavas
derrotan a sus oponentes.”
La anterior cita, hecha de la edición de Thomson, le dará al
estudiante un breve bosquejo de lo que es más o menos mitológico,
pero si la historia del Mahabharata se tomara como la
historia del Hombre en su desarrollo evolucionario, como yo
creo que debería hacerse, esta historia podría alzarse desde el
plano de la fábula, y el estudiante tendrá entonces ante sí un
recuento, de cierta amplitud, de aquella evolución.
Por lo tanto, mirándolo desde el punto de vista teosófico, el
rey Dhṛtarāṣṭra resulta ser el cuerpo humano que es adquirido
por la Mónada inmortal, de manera que pueda pasar a través de
toda la jornada evolucionaria; la vestidura mortal es traída a la
existencia por medio de Taṇhā, o la sed por la existencia.
Dhṛtarāṣṭra es ciego, porque el cuerpo sin las facultades
interiores es meramente materia sin sentido y por tanto “incapacitado
para gobernar”, y es otra persona la que se representa en
el Mahabharata; siendo ese rey nominal, el cuerpo, Dhṛtarāṣṭra.
En razón de que el esquema teosófico sostiene que hay una
doble línea de evolución dentro de nosotros, nos encontramos
con que los Kurus, de los que se habla en el poema, representan
el lado más material de las dos líneas, y los príncipes Pāṇḍavas,
de los cuales Arjuna es uno de ellos, representan el lado
espiritual de la corriente, esto es, Arjuna representa la Chispa
Inmortal.
El ilustrado brahmán y teósofo, Subba Row, dice en sus
Notes on the Bhagavad Gitá (Ver The Theosophist, Vol. VIII, p.
299): “A Kṛṣṇa se le hacía representar como el Logos [...] y
Arjuna, a quien se le llamó Nara, se le representaba como la
Mónada humana”. Nara significa Hombre. El alegado origen
celeste de las dos ramas de la familia: la de los Kurus y la de los
Pāṇḍavas, está en perfecta consonancia con esto, porque el
cuerpo, o Dhṛtarāṣṭra, siendo solamente material, y el plano
inferior en el cual tiene lugar todo el desarrollo, los Kurus y los
Pāṇḍavas son nuestra herencia de los seres celestes a los que a
menudo se refiere la Doctrina Secreta de Madame Blavatsky,
una rama tendiente al materialismo, y la otra hacia lo espiritual.
Los Kurus, que fueron la porción inferior de nuestra naturaleza
y que fue desarrollada más temprano, obtienen el poder por el
momento en este plano y uno de ellos, Duryodhana,
“prevalece”, de manera que los Pāṇḍavas, o las partes de
nuestra naturaleza que son más espirituales, son exiliadas
temporalmente del país, o sea, de gobernar al Hombre. “Las
largas travesías y variadas dificultades” de los Pāṇḍavas no son
más que extravíos errantes causados por las necesidades de la
evolución, antes de que estas mejores partes sean capaces de
tomar una postura con el propósito de ganar el control durante
la lucha evolucionaria del hombre. Eso también se refiere a los
cíclicos ascensos y caídas de las naciones y de la raza.
Los ejércitos enemigos, que se encuentran ahora en la llanura
de los Kurus, son, por lo tanto, estos dos conjuntos de las
facultades y poderes del hombre, aquellos que, por un lado
tienden a arrastrarlo hacia abajo y los que, por el otro, aspiran a
la iluminación espiritual.
La batalla se refiere, por tanto, no sólo
al gran conflicto que la humanidad lleva a cabo como un todo,
sino también a la lucha que es inevitable tan pronto como una
unidad, dentro de la familia humana, resuelve ser gobernada,
durante esta vida, por su naturaleza superior. Por lo tanto,
teniendo en mente la sugerencia hecha por Subba Row, vemos
como Arjuna, llamado Nara, representa no sólo al Hombre
como una raza, sino también a cualquier individuo que tome la
resolución de desarrollar su mejor naturaleza. Lo que ahí se
describe como sucediéndole a él en el poema, habrá de llegarle
a cada uno de los susodichos individuos. La oposición que
habrá de parte de amigos y de todos los hábitos que él ha
adquirido, y también esa oposición que proviene naturalmente
de las tendencias hereditarias, habrán de confrontarlo. Entonces,
todo dependerá de cómo él escuche a Kṛṣṇa, quien es el Logos
que brilla dentro y que habla en el interior, no importa que él
triunfe o fracase.
Con estas sugerencias, el estudiante encontrará que la
mitología y alegoría, de que se habla en la obra de Thomson, y
también de otros, son útiles y no son simples ornamentos, o,
como algunos piensan, cosas superfluas y desorientadoras.
La única edición económica de la Bhagavad Gitá que hasta
ahora ha llegado al alcance de los estudiantes teosóficos de
limitados recursos, ha sido una publicada en Bombay por el
Hermano Tookeram Tatya, M.S.T., cuyos esfuerzos en esa
dirección merecen el más alto elogio. Pero esa edición no fue
más que una simple reimpresión de la primera traducción al
inglés hecha hace cien años por Wilkins. La gran atención que
se le ha dado últimamente al poema por casi todos los
miembros de la Sociedad Teosófica en América, ha creado una
demanda imperativa de una edición que sea, al final, libre de algunos de los errores tipográficos y traducciones literales que
son tan frecuentes en la reimpresión de Wilkins. Para suplir esta
demanda se ha hecho esta edición. Este es el resultado de una
cuidadosa comparación de todas las ediciones en inglés, así
como de una completa retraducción del original dondequiera
que se hicieron evidentes puntos oscuros u omisiones en las
versiones consultadas.
No se ha ensayado con hacer comentarios o apuntes de la
obra, porque se ha creído que la Bhagavad Gitá debería
sostenerse por sus propios méritos sin comentario alguno, y
cada estudiante es dejado para que por sí mismo vea más y más
profundo en el poema mientras avanza.
El editor de la presente
edición sostiene que el poema puede ser leído de muchas
maneras, y cada una dependiendo del punto de vista que se
tome, por ejemplo, ya sea que se le considere en su aplicación
al individuo, a la cosmogénesis, a la evolución del mundo
Astral, a las Jerarquías de la Naturaleza, o a la naturaleza moral
y demás cosas.
Adjuntarle un comentario, a excepción de aquel que sólo un
sabio como Śaṅkarācārya podría escribir, sería algo audaz, y
por lo tanto, el poema se da a continuación sin deformación
alguna.
La Bhagavad Gitá tiende a imprimir sobre el individuo dos
cosas: primero, la abnegación, y segundo, la acción. El estudio
y la vivencia despertarán la creencia de que hay sólo un Espíritu
y no muchos; de que no podemos vivir tan sólo para nosotros
mismos, pero de que sí podemos llegar a darnos cuenta de que
no hay tal cosa como la separatividad, y que no hay posibilidad
alguna de escapar del Karma colectivo de la raza a la que uno
pertenece, y en consecuencia, que hemos de pensar y de actuar
en concordancia con esa creencia.
Al poema se le ha tenido en la más alta estima por todas las
sectas del Indostán, excepto por la mahometana y la cristiana.
El mismo ha sido traducido a numerosos idiomas, tanto asiáticos como europeos; también es leído hoy por cientos de
sinceros teósofos en todas partes del mundo. A aquéllos y a
todos los demás que realmente amen a sus congéneres, y que
aspiran a aprender y a enseñar la ciencia de la devoción, se
dedica esta edición de la Bhagavad Gitá.
William Q. Judge
Nueva York, Octubre 1890
No hay comentarios.:
Publicar un comentario