"Al proceder a la consideración de los misterios del saber, debemos
prestar nuestro asentimiento a las célebres y venerables reglas de la
tradición, comenzando por el origen del universo, exhibiendo aquellos puntos de
contemplación física que sean necesarios como premisas, y apartando todo lo que
pueda ser obstáculo en la marcha, de modo que el oído se halle preparado para
recibir la tradición de la Gnosis, y el terreno limpio de malas hierbas y en
disposición de que la viña sea plantada; pues hay un conflicto antes del
conflicto y misterios antes de los misterios." - SAN CLEMENTE DE
ALEJANDRÍA.
"Baste la muestra para los que tienen oídos. Pues no es necesario
descubrir el misterio, sino sólo indicar lo que sea suficiente." - IBID.
"Aquel que tenga oídos para oír que oiga." - SAN MATEO.
El objeto de este libro es sugerir cierta clase de ideas acerca de las
profundas verdades en que está basado el Cristianismo, verdades generalmente
desatendidas y con bastante frecuencia negadas.
El noble deseo de hacer a todos
partícipes de lo que es precioso, de divulgar verdades grandes e inapreciables,
de no excluir a nadie de la luz del verdadero conocimiento, ha sido causa de un
celo indiscreto que ha producido el Cristianismo *tradicional, presentando sus
enseñanzas en una forma que el corazón repele a menudo y que se divorcia del
entendimiento. El mandato de "predicar el Evangelio a todas las
criaturas" (1) -de dudosa autenticidad-, se ha interpretado como
prohibición de la enseñanza de la Gnosis a los pocos, y ha desvanecido, en
apariencia, el dicho menos popular del Gran Maestro: "No deis lo santo, a
los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos" (2).
Ese sentimiento espurio -que se niega a reconocer la desigualdad evidente
de las inteligencias y de las aptitudes morales y que, por tanto, rebaja la
enseñanza de los más desarrollados al nivel de los que han adelantado menos en
la evolución, sacrificando lo superior a lo inferior de un modo perjudicial
para los unos y los otros-, no cabía en el varonil sentido de los primeros
cristianos. San Clemente de Alejandría dice con ruda claridad, aludiendo a los
Misterios: "Aun ahora temo, como vulgarmente se dice, el echar margaritas
a puercos, para que las pisoteen, y volviéndose, nos despedacen; pues es
difícil exponer las sentencias realmente puras y transparentes acerca de la
verdadera Luz a un auditorio soez y sin educación apropiada" (3) .
Sólo con las antiguas restricciones podrá el verdadero conocimiento de la
Gnosis formar de nuevo parte de las enseñanzas cristianas; la idea de rebajarse
al nivel de la capacidad de los menos desarrollados, tiene que ser
definitivamente abandonada. Para restaurar los conocimientos ocultos hay que
dar enseñanzas que estén por encima del entendimiento de los poco
evolucionados, y empezar por el estudio de los Misterios Menores antes de
proceder al de los Mayores. Los Mayores jamás serán dados a la prensa; sólo
pueden comunicarse por el Maestro al discípulo "de la boca al oído".
Pero los Misterios Menores, revelación parcial de profundas verdades, pueden
restablecerse desde ahora, siendo el objeto del presente libro dar un bosquejo
de ellos y mostrar la naturaleza de las enseñanzas que hay que profundizar. Donde sólo se hacen alusiones, la
meditación tranquila sobre las verdades apuntadas hará visibles sus contornos,
proporcionando el continuado pensar una luz mayor que las mostrará gradualmente
más y más claras. La meditación aquieta la mente inferior, siempre ocupada en
objetos externos; sólo cuando la mente inferior está en reposo, puede ser
iluminada por el Espíritu.
El conocimiento de las verdades espirituales debe
obtenerse de dentro y no de fuera, del Espíritu divino, cuyo templo somos (4) ,
y no de instructores externos. Estas cosas son "discernidas
espiritualmente" por el Espíritu que mora en lo íntimo, por esa
"Mente de Cristo", de que habla el gran Apóstol (5) , por esa luz
interna que se vierte sobre la mente inferior. Este es el camino de la
Sabiduría Divina, de la verdadera TEOSOFÍA. Esta no es, como algunos creen, una
versión atenuada del Hinduismo, del Budismo, del Taoísmo o de cualquiera otra
religión. Es el Cristianismo Esotérico, tan verdadero como el Budismo
Esotérico, el cual pertenece igualmente a todas las religiones, no siendo
exclusivo de ninguna. Tal es el origen de las indicaciones que se hacen en este
pequeño volumen, para ayuda de los que buscan la Luz, esa "Luz verdadera
que alumbra a todo hombre que viene al mundo" (6) , aunque la mayor parte
no ha abierto aún sus ojos a ella.
El no trae la Luz, sólo dice: "¡Mirad
la Luz!", pues así lo hemos oído. Sólo se dirige a los pocos que están
deseosos de otra cosa que lo que les da la enseñanza esotérica. Para aquellos
que están por completo satisfechos con las enseñanzas esotéricas, no se ha
escrito; ¿por qué ha de darse por fuerza el pan a aquellos que no tienen
hambre? Es sólo para los deseosos, a quienes ha de saber como pan y no como
piedra.
ANNIE BESANT
Notas del prólogo
(1) S. Marcos
XVI, 15.
(2) S. Mateo VII,
6.
(3) Ante-Nicene Christian Library de
Clarke, vol. IV. Clement of Alexandria. Stromata, lib. I, cap. XII.
(4) I Cor., III, 16.
(5) I Cor.,II, 14-16
(6) S. Juan I, 9.
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