Muchos de los asuntos con los cuales los estudios teosóficos nos ponen en
contacto, se hallan distanciados de los intereses de la vida cotidiana. Y a tal
punto se llegan a distanciar que, a pesar de sentirnos atraídos hacia ellos por
una fuerza que aumenta en progresión geométrica, cuanto más los conocemos y
comprendemos, nos quedamos en el fondo de nuestra mente, poseídos, por así
decirlo, de un vago sentimiento de irrealidad o, por lo menos, de inaccesibilidad,
durante el tiempo que de ellos nos ocupamos. Cuando leemos sobre la
formación del sistema solar, o sobre los movimientos de nuestra propia cadena
planetaria, no podemos dejar de sentir que su estudio, si bien abstracto, es
interesante y útil, pues nos muestra como el hombre llegó a ser lo que es,
aunque sólo de forma indirecta su estudio se relacione con la vida que estamos
viviendo aquí y ahora.
Nada hay, sin embargo, que se oponga al presente
estudio: todos los lectores de estas páginas han tenido sueños; y es incluso
probable que muchos de ellos sueñen frecuentemente. Pueden estar por lo tanto
intrigados o interesados en la explicación de los fenómenos del sueño, con la
ayuda de la luz que sobre este tema arrojan las investigaciones en la línea de la
teosofía.
El método más conveniente para explicar los varios aspectos de
nuestro asunto será tal vez el siguiente: primero considerar cuidadosamente los
mecanismos físico, etérico y astral, a través de lo que las impresiones se
transmiten a nuestra conciencia; segundo, ver como la consciencia, a su vez,
influencia y utiliza este mecanismo; tercero, notar el estado tanto de la
consciencia, como de su mecanismo durante el sueño; y cuarto, investigar como
son, en consecuencia, producidos los distintos tipos de sueños en el hombre.
Porque estoy escribiendo para estudiantes de teosofía en general, me sentiré en
libertad de escribir, sin mayores explicaciones, en los términos usuales entre
nosotros, que presumo les serán familiares, pues de otro modo mi pequeño libro
excedería con mucho sus límites prefijados.
Si por el contrario, este texto cae en
manos de un lector para el cual el uso de estos términos representa un handicap,
le presento mis excusas, remitiéndole, para las aclaraciones preliminares, a
cualquiera de las obras elementales sobre teosofía, como las de la señora Annie
Besant: "La antigua sabiduría" o" EI hombre y sus cuerpos".
Charles Webster Leadbeater
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