sábado, 16 de febrero de 2019

Los Sueños - INTRODUCCIÓN



Muchos de los asuntos con los cuales los estudios teosóficos nos ponen en contacto, se hallan distanciados de los intereses de la vida cotidiana. Y a tal punto se llegan a distanciar que, a pesar de sentirnos atraídos hacia ellos por una fuerza que aumenta en progresión geométrica, cuanto más los conocemos y comprendemos, nos quedamos en el fondo de nuestra mente, poseídos, por así decirlo, de un vago sentimiento de irrealidad o, por lo menos, de inaccesibilidad, durante el tiempo que de ellos nos ocupamos. Cuando leemos sobre la formación del sistema solar, o sobre los movimientos de nuestra propia cadena planetaria, no podemos dejar de sentir que su estudio, si bien abstracto, es interesante y útil, pues nos muestra como el hombre llegó a ser lo que es, aunque sólo de forma indirecta su estudio se relacione con la vida que estamos viviendo aquí y ahora. 

Nada hay, sin embargo, que se oponga al presente estudio: todos los lectores de estas páginas han tenido sueños; y es incluso probable que muchos de ellos sueñen frecuentemente. Pueden estar por lo tanto intrigados o interesados en la explicación de los fenómenos del sueño, con la ayuda de la luz que sobre este tema arrojan las investigaciones en la línea de la teosofía. 

El método más conveniente para explicar los varios aspectos de nuestro asunto será tal vez el siguiente: primero considerar cuidadosamente los mecanismos físico, etérico y astral, a través de lo que las impresiones se transmiten a nuestra conciencia; segundo, ver como la consciencia, a su vez, influencia y utiliza este mecanismo; tercero, notar el estado tanto de la consciencia, como de su mecanismo durante el sueño; y cuarto, investigar como son, en consecuencia, producidos los distintos tipos de sueños en el hombre. Porque estoy escribiendo para estudiantes de teosofía en general, me sentiré en libertad de escribir, sin mayores explicaciones, en los términos usuales entre nosotros, que presumo les serán familiares, pues de otro modo mi pequeño libro excedería con mucho sus límites prefijados. 

Si por el contrario, este texto cae en manos de un lector para el cual el uso de estos términos representa un handicap, le presento mis excusas, remitiéndole, para las aclaraciones preliminares, a cualquiera de las obras elementales sobre teosofía, como las de la señora Annie Besant: "La antigua sabiduría" o" EI hombre y sus cuerpos".

Charles Webster Leadbeater

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