Al tratar del concepto de Absoluto se había señalado que un Principio Último así debería
ser una síntesis perfecta y armoniosa de todos los pares de opuestos posibles y contener, en
forma integrada, todos los principios, cualidades, etc., que encuentran expresión en un
universo manifestado y son su base. Examinemos ahora con mayor amplitud estas dos
ideas: la de perfecta neutralización de los opuestos y la de integración armoniosa de
principios y estados.
Estudiaremos unos pocos casos importantes más de neutralización de
opuestos, que producen un estado neutral desprovisto de caracteres positivos y negativos, y
consideraremos algunas inferencias de fundamental importancia que pueden hacerse a
partir de la concepción de ese estado neutral.
Una de tales inferencias es que debe existir eternamente un Punto Ideal en el estado de
inmanifestación de la Realidad, y a partir del cual se inician todos los tipos de
manifestación. La presencia de tal punto ideal se desprende de varias consideraciones.
La diferenciación primaria de la Realidad Una en un Tattva Shiva-Shakti polar supone la
existencia de otro Tattva actuando a partir de un punto o centro, así como la existencia de
un elipsoide supone la existencia de una esfera de cuyo centro se han ido separando los dos
focos del elipsoide cuando la esfera degenera en un elipsoide, como indican las figuras
siguientes.
La misma suposición se hace necesaria de la consideración de la serie matemática de los
números naturales; 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10... Estos números, como se ha demostrado en
otro capítulo, son las representaciones matemáticas de las realidades fundamentales de la
existencia, y cada uno de ellos corresponde a un nivel particular de realidad, que está
relacionado tanto con el nivel inferior a él como con el superior. En esta serie, el O
obviamente representa a lo Absoluto perfectamente indiferenciado y el 2 el Shiva-Shakti
Tattva. Entre el O y el 2 está el 1, que debe representar algún aspecto de la Realidad que se
intercala entre los dos aspectos antes mencionados.
La Realidad Última indiferenciada o lo Absoluto, que es un Vacío llamado Nirvishesa no
puede tener un centro o punto particular en su seno, porque ello implicaría una distorsión y
falta de uniformidad. Sin embargo, sin un centro eterno tal, no puedo haber manifestación,
como se ha demostrado en otro capítulo; pero, si tal centro existe, sólo puede existir si está
perfectamente contrabalanceado por su opuesto exacto. Cabe preguntarse entonces: ¿cuál es
el opuesto exacto de un punto que pueda neutralizarlo o equilibrarlo perfectamente al Punto
y servir así para mantener el estado de perfecta indiferenciación de la Realidad Última?
Obviamente: el Espacio vacío, infinito e ilimitado.
Así, el Espacio, al que se hace referencia en “La Doctrina Secreta”, es aquel aspecto de la
Realidad que equilibra al Punto manteniendo así la condición de perfecta indiferenciación
requerida en tan elevado estado.
Tanto el Espacio Eterno Último como el Punto Eterno Último son reconocidos en
Ocultismo e Hinduismo. El primero, el Espacio Eterno Último, que se menciona como el
“contenedor” o “vestidura” de la Realidad Última, es llamado Mahakasha en la filosofía
hindú, para distinguirlo del Cidakasha o espacio mental que viene a la existencia en la
manifestación para servir de medio a la Ideación Divina.
El Punto Eterno que sirve como un centro en torno al cual se verifica la manifestación es
llamado un Mahabindu. Es este el Punto que por su primaria diferenciación en opuestos
polares, produce los focos del dual Tattva Shiva-Shakti y contiene, en sus insondables
honduras, los centros mentales de todos los Logos Solares y Mónadas.
Si analizamos las ideas acerca del punto matemático y del espacio matemático,
encontramos que son dos aspectos opuestos y limitados de una misma realidad que subyace
en la idea de magnitud y que pueden ser caracterizados como ‘extensión”. Si comenzamos
a contraer una esfera de cualquier dimensión quedará finalmente reducida a un punto, que
es un ente matemático ideal sin magnitud, sin longitud, ni espesor, ni ancho. Análogamente,
si procedemos en sentido contrario y vamos hacia el otro extremo ampliando la esfera ad
infinitum, asumirá finalmente la forma o la amorficidad que generalmente se asocia con el
espacio ilimitado e infinito, es decir, espacio extendiéndose en todas direcciones sin
limitaciones y tan atenuado que es ya un perfecto vacío.
Debemos suponer que ese espacio infinito deberá ser la última expresión de una esfera en
expansión porque sólo una esfera es lo que da, en último límite, un punto Cualquier otro
cuerpo, por ejemplo: un cubo o un tetraedro, de cualquier tamaño, contrayéndose, en último
límite no darán un punto, como puede verse sin necesidad de prueba; los vértices de tales
cuerpos impiden que por contracción se llegue a un punto perfecto.
Así, el punto ideal y el
espacio ideal son los dos límites ideales de nuestra concepción de la “extensión”, el punto
en la dirección de lo infinitamente pequeño y el espacio en la dirección de lo infinitamente
grande.
Esta idea es de la mayor importancia en nuestra concepción de lo Absoluto, porque muestra
que el Punto Último y el Espacio Último han de ser las dos eternas y opuestas formas o
envolturas de la Realidad Suprema, es decir, por una parte lo Absoluto ha de adoptar la
forma del espacio y por la otra la de un punto, siendo ambas mutuamente opuestas pero
perfectamente equilibradas o neutralizadas, manteniendo así la vacuidad de aquel Estado
Supremo.
No se trata de que lo Absoluto esté permaneciendo en el espacio en su estado
inmanifestado y manifestándose a través de un punto, sino, de estar existiendo mediante
ambos simultáneamente, lo que a su vez significa que los estados de inmanifestación y
manifestación de lo Absoluto, asociados a estos Espacio y Punto no son dos estados
alternativos sino co-existentes, que existen simultánea y eternamente, que pueden ser
considerados como estados polares indisolublemente unidos.
No es que el Punto ideal aparezca cuando la manifestación va a tener lugar, sino que en lo
Absoluto, el Punto eterno o Centro Laya en torno al cual cristaliza, por así decirlo, el
universo manifestado, está eternamente allí, Existe eterna y simultáneamente, con el
Espacio Último y es el vehículo de Nirguna-Brahman, la Realidad que viene entre lo Absoluto y el Shiva-Shakti y que corresponde al número 1 en la serie de los números arriba
mencionados.
La concepción de lo Absoluto como un estado superintegrado, en el cual todos los
principios, etc., están presentes en una condición de armonía, es una parte necesaria de la
concepción filosófica de la Realidad Suprema, pero ahondando el pensamiento, se verá que
ello es tan sólo eso, un aspecto de ese estado trascendente. Además, ese estado ha de ser un
estado de naturaleza puramente estática, un estado de congelada inmovilidad, resultando
por ello difícil imaginar cómo este universo dinámico, con el movimiento reinando en todas
partes y épocas, pueda tener su fuente en tal estática Realidad. A fin de aclarar esta duda
deberemos, por eso, dar vuelta la moneda y examinar la otra cara, considerando, por un
momento, el aspecto dinámico de esta Realidad, que es exactamente el opuesto del estático,
y que debe existir como complemento de ese aspecto. Podemos designarlo mejor con la
expresión Ritmo Cósmico.
Ahora examinaremos esto brevemente.
Se observa, en general, que un fenómeno de cualquier naturaleza, una vez que su proceso
ha comenzado, prosigue ganando en importancia en forma creciente hasta que llega a su
culminación, comenzando entonces el proceso inverso, esto es, el proceso de decadencia o
declinación; éste también va ganando en intensidad hasta que se anula y, o bien desaparece
del dominio de la manifestación, o reaparece con un impulso renovado, Estos procesos se
verifican en todos los niveles, desde el nivel en que el átomo vibra en un movimiento
armónico simple hasta el nivel de los sistemas manifestados, que nacen, crecen, culminan,
declinan y desaparecen cuando adviene el Pralaya.
La vigencia de esta ley casi universal en los fenómenos de la Naturaleza, tiene lugar en
puntos de manifestación en presencia de un movimiento periódico o ritmo en lo
Inmanifestado, semejante a un movimiento armónico, o sea con apartamiento en
direcciones opuestas con relación a un punto neutral.
Considerando el fenómeno de la manifestación al máximo nivel, encontramos allí un
movimiento alternado hacia la manifestación y hacia la disolución en la eterna sucesión de
Shristi y Pralaya. En el dominio de lo Inmanifestado esto correspondería a un movimiento
hacia afuera y hacia adentro en torno a un Centro Laya. Con las expresiones hacia afuera y
hacia adentro se quiere significar un movimiento en el que hay alternancia de expansión y
contracción en torno a un punto central, movimientos análogos a los centrífugos y
centrípeto de la mecánica.
Debemos recordar que en estos fenómenos cósmicos no sólo hay un movimiento periódico
y recurrente de Shristi a Pralaya sino que también de Pralaya a Shristi; en otras palabras:
un sistema manifestado pasa no solamente a un estado de Pralaya ya después de un período
de funcionamiento activo, sino que también emerge del estado de Pralaya después de un
cierto período y entra en la fase de funcionamiento activo llamado Shristi, y desde que
Pralaya es un estado de quietud equivalente al nivel cero, debe haber no solamente una
fuerza que retrotrae a un sistema manifestado al estado de Pralaya sino también una fuerza
opuesta correspondiente que, proviniendo del otro lado del nivel cero, y después de pasarlo,
impulsa al sistema, por así decirlo, a la manifestación.
El sistema manifestado continúa
desarrollándose y creciendo hasta que la onda exterior se agota, dando lugar al comienzo
del proceso inverso de decadencia y declinación, hasta que el sistema es impulsado nuevamente tras del nivel cero hacia el estado de Pralaya repitiéndose todo el ciclo una y
otra vez.
El potencial cero del centro Laya no puede producir, por sí mismo, un nuevo impulso
exteriorizante hacia la inmanifestación, al igual que un organismo muerto no puede, por sí
mismo, reanimarse y volverse a la vida nuevamente. Una batería descargada no puede
recargarse por sí sola. Un sol que se ha enfriado o que ya está muerto, no puede volver a la
actividad nuevamente salvo que un agente externo actúe sobre él, lo energetice y entre en
actividad otra vez.
Dado que la Realidad Última es, por SU naturaleza intrínseca, una Realidad independiente,
auto-suficiente (Nira-lamba) y no puede haber otra Realidad por sobre Ella ni aparte de
Ella para producir tales cambios, se sigue, lógicamente, que debemos buscar tales fuerzas y
los cambios que ellas producen, dentro de la Realidad Última misma.
En otras palabras
debe existir un movimiento periódico eterno en la Realidad Última misma que responde de,
y automáticamente produce, estas alternancias de Shristi y Pralaya y otros cambios
periódicos en el dominio de la manifestación.
Si el punto de vista anterior es correcto, entonces el período de Pralaya de todo sistema no
es un período de sueño, un estado de inactividad casi semejante a la condición de un
moribundo, con la que aparece al intelecto sujeto a ilusión. Es un período en el que toda la
gama de cambios, o más bien, de movimiento indicados arriba tiene lugar tras el telón que
separa al Manifestado de lo Inmanifestado,
Podemos “ver”intelectualmente sólo cuanto
sucede cuando la oleada de la manifestación emerge desde detrás del telón, Este es el
nacimiento del universo (o de un sistema menor), su crecimiento, su culminación,
declinación y desaparición en el estado de Pralaya. A esto ¿qué sigue? ¿Qué ocurre cuando
la oleada revertida se retrae hacia las tinieblas del Pralaya? ¿Todo se congela e inmoviliza
hasta que vuelva el tiempo de Shristi o creación y un sistema manifestado inicie su
actividad? Esto no puede ser así, como tampoco puede la vida surgir de la muerte, ni la
energía de la inercia.
Lo que se verifica detrás del telón, en la obscuración del Pralaya (que es oscuridad sólo
para los que estamos de este lado del telón), es el completamiento del movimiento rítmico,
del cual sólo es intelectualmente visible desde este lado solamente una mitad. Este
movimiento puede ser diagramado así:
La oleada recesiva en el momento del Pralaya ya, desciende hasta lo Inmanifestado, alcanza
el «nadir” y otra vez retorna hacia el “nivel cero” con una cierta impulsión que crea la
nueva urgencia por un Shastri después de un período de Pralaya. El movimiento podría visualizarse como siendo análogo al movimiento del péndulo
de un reloj, como se indica en el croquis que sigue;
Si tapamos una mitad de la parte inferior del reloj sólo
veremos la mitad del movimiento del péndulo. El movimiento
detrás de la parte cubierta de la izquierda permanece invisible
para nosotros.
El fenómeno de la manifestación es semejante a
la parte visible del movimiento del péndulo a la derecha.
Un punto interesante de destacar en el movimiento de tal
péndulo, es que podría continuar oscilando indefinidamente por sí mismo en medio análogo
al vacío si la resistencia en el punto de apoyo desapareciese de algún modo.
De lo dicho puede verse que podemos reemplazar la concepción ordinaria de Shristi y
Pralaya por otra concepción que admira por su belleza, armonía y envergadura filosófica.
Reemplazamos la representación parcial e insatisfactoria del proceso cósmico en el que un
universo aparece de alguna parte y desaparece en alguna otra parte, sin causa alguna, con
otra representación con la que logramos una vislumbre de todo el proceso, que es simple,
armonioso, auto-contenido, eterno, y en armonía con las leyes científicas con las que
estamos familiarizados.
El estudiante deberá notar que esta clase de ritmo eterno en lo Inmanifestado puede dar
cuenta muy satisfactoriamente de un gran número de fenómenos pertenecientes al dominio
de lo manifestado, como los siguientes:
(1) La Periodicidad que parece regir todos los fenómenos de la Naturaleza.
Todo el Universo aparece como un gigantesco reloj en el cual ruedas de todos tamaños y
clases giran continua e incesantemente a pesar del hecho de que se consume energía y que,
en última instancia, la maquinaria se detendrá.
(2) Fases, acompañadas ‘de crecientes y decrecientes, flujos y reflujos, en diferentes esferas
del Universo.
(3) Aumento y disminución del nivel energético en los sistemas manifestados y
organismos más pequeños.
Estos fenomenos están simbolizados por la luna creciente y DAMRU en la simbología de
Mahesha.
Como la idea de un ritmo eterno impregnando el cosmos es interesante en extremo, tanto
desde el punto de vista filosófico como del científico, y permite arrojar luz sobre muchas
doctrinas del Ocultismo y fenómenos naturales, la consideraremos un poco más en detalle.
Veamos primero que significa y si podemos visualizarla en cierta medida con la ayuda de
símbolos matemáticos y analogías científicas,
La visualización de la Realidad Última como lo único existente en el Espacio ilimitado e
infinito o Mahakasha, o alternativamente en un Punto, llamado Mahabindu, es
filosóficamente insatisfactoria. Si existe solamente en el Espacio ilimitado e infinito ¿cómo
hemos de tomar en cuenta Su manifestación a través de un Punto, puesto que el punto
parecería ser la base de todos los fenómenos de la manifestación, desde el más inferior de
los planos al más elevado de ellos? Si, por otra parte, esa Realidad ha de ser concebida como existiendo en un Punto ¿cómo podemos tomar en cuenta su existencia en el
Mahakasha?
Estas dos concepciones matemáticas: el Punto adimensional y la Esfera ilimitada de radio
infinito, como se indicó antes, son dos concepciones opuestas últimas en que cabe imaginar
la existencia de esta Realidad, pero no existe realmente en una u otra exclusivamente, lo
cual es una trampa del intelecto que sólo concibe toda realidad o idea como un par de
opuestos o Dvandva. Ambas concepciones son estáticas y materialista, mientras la
Realidad, por su verdadera naturaleza, ha de ser de la naturaleza de la conciencia y
dinámica.
La simple idea de un Ritmo Cósmico reconcilia y fusiona las concepciones del
Punto adimensional y del Espacio ilimitado en una concepción inteligible que concuerda
con las ideas de la Ciencia moderna.
Es así que, entonces, la Realidad Última es concebida como una oscilación de la
conciencia, en que alternativamente ella se expande hasta una esfera ilimitada de radio
Infinito y luego se contrae hasta un punto ideal, pasando por todas las etapas intermedias
representadas por esferas concéntricas de radios diferentes.
Esta alternancia de contracción a un punto y expansión al infinito muestra por un lado la
naturaleza dinámica de la Realidad y por la otra se muestra cómo el Punto ideal y el
Espacio infinito sirven, ambos, alternativamente, como vestiduras de esa Realidad.
Quienes están familiarizados con la idea de la Ciencia actual verán, en esta alternante
asunción de dos estados extremos y opuestos, una analogía con el estado de resonancia que
acontece en un fenómeno cuando muestra las características de dos estados opuestos
simultáneamente.
Lo que muestran tales características opuestas se supone corresponder a
esas dos características adoptando dos estados extremos alternadamente y con extrema
rapidez. Bajo esas circunstancias el hecho no es ni uno ni otro de ambos extremos, sino un
equilibrio dinámico entre ambos.
Debe notarse también que esta oscilación entro los dos estados límites significa que todos
los estados intermedios entre ambos se han sucedido con inconcebible velocidad y, por lo
tanto, están contenidos en el estado total. Así, todos los estados posibles de existencia están
fundidos, por así decirlos en un solo estado. Esta idea, por lo tanto, nos proporciona una
nueva vislumbre de la naturaleza de la Realidad y nos muestra la naturaleza dinámica del
estado superintegrado.
La idea arriba expresada nos da una representación satisfactoria pero no completa, del
proceso cósmico, porque se refiere tan sólo a la contracción y expansión en el dominio positivo de la manifestación, correspondientes a los procesos por sobre el cero en la figura
anterior. Sin la correspondiente expansión y contracción en el dominio negativo, por debajo
del cero no podría haber equilibrio y movimiento automático y sería difícil contar con la
reversión del impulso que lleva a un universo a manifestarse después de un período de
Pralaya. Un péndulo, si es que ha de continuar su movimiento oscilatorio deberá hacerlo a
ambos lados de la posición media.
No podemos imaginarlo oscilando hacia un solo lado de
la posición media.
¿Qué es lo que hace que el universo manifestado comience su movimiento de contracción,
después que el impulso de expansión se ha agotado? ¿Qué es lo que lo hace entrar en
manifestación después de un período de Pralaya? La clave de todos estos interrogantes yace
en la combinación de la idea de expansión y contracción en el dominio positivo, por arriba
del nivel cero con la idea de expansión y contracción en el dominio negativo, debajo del
nivel cero, completando así el ciclo del proceso cósmico, automático y análogo a ciclos
similares en el campo de los fenómenos naturales.
Se observa, en el caso de los fenómenos físicos, que un cuerpo en movimiento continuará
moviéndose a menos que sea frenado por la aplicación de una fuerza, en forma de alguna
clase de resistencia. Un péndulo debería oscilar indefinidamente a menos que sea detenido
por alguna resistencia, por ínfima que pueda ser. Esto es debido a Tamas o “inercia”.
Esta tendencia, inherente en la Naturaleza, ha sido formulada bajo la forma de ley definida
de la dinámica y está en la base de todos los movimientos naturales que continúan
indefinidamente, como los movimientos de los electrones en el átomo o de los planetas en
un sistema solar. En realidad, es la expresión de una de las tres Gunas fundamentales, las
que, en su condición de existencia armónica, son llamadas Prakriti en la filosofía Samkhya.
Ahora veamos al proceso cósmico un poco más de cerca para comprender el significado de
todo el ciclo. Cuando la onda de contracción alcanza el límite del Punto ideal, no invierte su
dirección para iniciar de nuevo la expansión. Atraviesa el Punto y emerge del lado
negativo como onda de expansión. Y al atravesar el Punto no sólo cambia su dirección y de
una onda de contracción se transforma en otra de expansión, sino sufre un cambio en su
naturaleza, que puede ser comparado con la puesta al revés de un guante.
Sigamos el movimiento del frente de onda por medio de un diagrama: La contracción y la
expansión en el punto en que se repiten las inmersiones puede esquematizarse así:
Veamos en la figura cómo la onda cambia su dirección en Punto O, en que una onda de
expansión se convierte en una comprensión y viceversa. En el esquema, la inversión en el
punto O ha sido representada dentro de un limitado entorno del Punto O y un estrecho sector del mismo, pero el estudiante, con su imaginación puede fácilmente visualizar todo
el proceso en términos de una esfera con centro en O que se expande y se contrae.
En el esquema podemos visualizar la inversión del movimiento en el Punto O, pero no su
inversión en el dominio del infinito cuando, después de haberse expandido hasta el infinito
la onda comienza su contracción otra vez, tanto en el dominio de lo manifestado como de lo
no manifestado, pero que tal inversión debe tener lugar resulta obvio si es que el Ritmo
Cósmico es un hecho y el proceso cósmico, con su alternancia de Shristi y Pralaya, ha de
ser una actividad automática y eterna en lo Absoluto que no requiera un impulso inicial
para creación o disolución, ya sea ese impulso interno o externo.
No podemos abrigar la esperanza de comprender o visualizar estos misterios últimos de la
existencia como no sea de una manera muy vaga fragmentaria, pero sí podemos sentir
intuitivamente su tremenda naturaleza y aterradora magnitud. Las matemáticas a veces nos
auxilian en estas cosas, permitiéndonos simbolizar estas realidades trascendentes con
esquemas matemáticos.
Pero esos diagramas serán meros símbolos y no nos podrán hacer
comprender el modus operandi de los procesos salvo de un modo muy general e impreciso.
En el caso presente, por ejemplo, de acuerdo con las matemáticas, si una onda que parte de
un centro y comience a expandirse hasta el infinito deberá en última instancia reaparecer en
el mismo centro desde adentro. Esto significa que en el dominio de lo infinito, contenido en
lo Inmanifestado, ha sido invertida de alguna manera en su dirección, si bien de ninguna
forma podemos ni visualizar ni concebir cómo.
Si como ha sido considerado arriba, el Ritmo Cósmico está en la base de todos los
movimientos periódicos y cambios en el cosmos, todo el estado de manifestación, en el
sentido positivo tal como lo conocemos, deberá tener su contraparte negativa y deberemos
tener un estado manifestado negativo que equilibre al estado manifestado positivo y así
mantener el estado vacío de lo Absoluto, En correspondencia con las realidades básicas que
encontramos en el universo manifestado positivo, ha de haber su contraparte en el mundo
negativo.
Habrá tiempo negativo, espacio negativo, materia negativa, etc., aunque resulta
difícil concebir el significado de esos constituyentes del mundo negativo. Los hombres de
ciencia ya han comenzado a hablar de antimateria, y quienes viajan en los muy veloces
aviones tipo jet tienen alguna idea de lo que podría significar tiempo negativo, tiempo
transcurrido hacia atrás; de modo que la idea de la existencia de tiempo, materia, espacio,
etc., negativos, si bien suena a cosa fantástica, no es tan absurdo como podría aparecer
superficialmente considerada.
En la literatura oculta se encuentran veladas referencias acerca de estos mundos de materia,
tiempo, espacio, etc., negativos, pero por alguna razón, la verdad acerca de este estado
negativo de manifestación que existe, por así decirlo, detrás del telón, ha sido mantenida
desconocida para el público en general por el momento.
No tratemos, por lo tanto, de
penetrar en esas cosas por ahora.
Que la concepción de un Ritmo Cósmico no es pura fantasía, y que cae dentro del dominio
de lo posible, y aun de acuerdo con el conocimiento científico actual, resultará claro del
examen del siguiente sencillo diagrama que ilustra la repetida reflexi6n de ondas de luz
provenientes de un punto luminoso situado en el centro de una esfera de vidrio, cuya
superficie exterior ha sido plateada como un espejo de modo que la superficie interna actúa
como un espejo esférico que refleja las ondas de luz que chocan contra ella siguiendo los radios de la esfera.
Los rayos luminosos avanzan a lo largo de los radios de la esfera, y
cuando cada uno de ellos choca contra la superficie de la esfera se refleja, retrocediendo a
lo largo del mismo radio Todos los rayos reflejados pasan a través del centro y el frente de
la onda contraída se convierte de nuevo en una onda en expansión. Todo el proceso, como
se ha dicho en otro contexto, se repite ad infinitum con la velocidad de la luz si la esfera es
perfecta y el plateado lo es también, o en otras palabras, bajo condiciones ideales:
Se verá que en este simple ejemplo científico tenemos una representación casi perfecta de
la concepción del Ritmo Cósmico que estamos considerando. El frente de ondas emerge
una y otra vez del centro, después de haber sido reflejado por la pared esférica y
desaparecer en el centro, correspondiendo esos dos procesos a Shristi y Pralaya o creación
y disolución. La única diferencia consiste que en este caso la onda invertida, de regreso,
aparte de la central, tiene lugar en la superficie interna de la esfera y puede ser vista,
mientras que en el caso del Ritmo Cósmico, la inversión se produce en el oscuro dominio
de lo Inmanifestado y no puede ser visto ni comprendido.
Debe recordarse, sin embargo, que aquí se trata del Espacio Último, o Mahakasha, el
vehículo de la Realidad Última, que no solamente es infinito, sino también ilimitado. Un
universo manifestado, de acuerdo con la Doctrina Oculta, es un fenómeno relativamente
limitado, aunque nos parezca estupendo e infinito. Se lo llama Brahmanda o “Huevo del
Creador” y es probable que los impulsos del Ritmo Cósmico se reflejen en la cara interna
de este Brahmanda, de modo análogo a la reflexión de la luz en la superficie interna de la
esfera del ejemplo dado. Teniendo en cuenta la muy estrecha relación entre luz y
conciencia, bien podría ser que el fenómeno físico fuese el reflejo de una realidad de
acuerdo con la máxima oculta: “Como arriba, así abajo”.
La concepción del Ritmo Cósmico en la Realidad Ultima, o lo que podrían ser llamada una
alternancia eterna de expansión y contracción de la conciencia entre el Punto y el Espacio
Ultimo, está en armonía con los fenómenos de la Naturaleza en los dominios visibles e
invisibles. Los ritmos observados en el universo en ciclos mayores y menores, las
contracciones y expansiones que se alternan en las diversas esferas y niveles, el influjo y
aflujo de energías, los avances y retrocesos, todo señala la existencia de un Ritmo Cósmico
misterioso y omniabarcante, en el mismo corazón del universo manifestado, y como el
universo manifestado deriva de y está basado en lo Inmanifestado, ellos indican que el
origen de estos movimientos o alternancias de estados está en la Realidad Ultima misma.
Resumiendo lo que hemos estado discutiendo en páginas anteriores, podemos decir que el
concepto de Absoluto como una Realidad Ultima perfectamente neutral, equilibrada,
perfecta, total, fuera de la cual nada puede existir, requiere que esta Realidad, en su
totalidad, sea auto-regulable, no requiriendo ningún agente externo o causa para iniciar
cualquier proceso, tales como de creación o disolución. Siendo eterno, no tendrá principio
ni fin, y todo movimiento en ello deberá ser un movimiento circular. Las ideas e
ilustraciones dadas arriba servirán tal vez para arrojar alguna luz sobre cómo un Estado tal,
cómo tal auto-regulada Realidad, que incluye tanto a lo Manifestado como a lo
Inmanifestado, puede existir y funcionar sorteando la necesidad de suponer que lo Absoluto
tenga que iniciar ciertos movimientos o cambios periódicos, idea que es filosóficamente
insostenible.
Es este aspecto dinámico de la Realidad Ultima o Ritmo Cósmico, que es mencionado
como danza de Shiva y está representada por la muy conocida figura de Nataraja. Está en la
base de todo movimiento rítmico y armonioso que encontramos por todas partes en la
Naturaleza. Los movimientos rítmicos tanto en el átomo infinitesimal como en las
expresiones y contracciones del universo, son sus meros reflejos y expresiones a niveles
inferiores. El arte de bailar es un esfuerzo fútil para expresar el misterio del Ritmo Cósmico
en los movimientos del cuerpo físico. Aun todavía, el danzar, en su elevada expresión,
cuando es realmente creativo y transporta a quien danza y a los que lo contemplan a un
estado de éxtasis es, en suma, y de alguna misteriosa manera, un reflejo y pálida expresión
de aquel ritmo que subyace en el universo, el baile, por su verdadera índole, no puede ser
repetitivo, basado en la memoria y en la técnica, sino que debe depender de una relación del
que danza con los movimientos rítmicos que están aconteciendo eternamente dentro del
corazón del universo y por consiguiente dentro del corazón de cada ser humano.
Así, pues,
no pueden ser producto de la mera técnica o aún de la creación ordinaria, si bien son ambos
necesarios. Una interna sintonización de lo inferior con lo superior, de cualquier manera
que sea alcanzada, es una condición necesaria.
También puede señalarse que este Ritmo Cósmico ha sido descripto como un movimiento
alterno de la conciencia, hacia adentro y hacia afuera, desde el gran Centro, y abarcando en
su vasto abrazo todo el Cosmos. Mas esto es así por que nosotros no podemos concebir
ningún movimiento en más de tres dimensiones en cuanto nuestra conciencia se mantenga
confinada a este mundo físico de tres dimensiones. De hecho, el Ritmo Cósmico, por propia
naturaleza, debe ser un movimiento que esté más allá de las dimensiones del espacio pero
teniendo el poder potencial de producir cualquier clase de movimiento rítmico en mundos
de cualquier número de dimensiones. Y es, así, esa forma integrada fundamental de
movimiento rítmico, la que sirve de inagotable fuente de una infinita variedad de tales
movimientos.
Dr. I.K Taimni
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