lunes, 22 de octubre de 2018

LA TEOSOFIA APLICADA A LOS PROBLEMAS SOCIALES


Puede ayudarle al lector a comprender el valor de la Teosofía en la dirección de la vida, si consideramos cómo puede aplicarse a la solución de algunos de los problemas más penosos que enfrentamos en el actual estado de la Sociedad. Pueden extraerse muchas suge­rencias de las civilizaciones fundadas y reguladas en el pasado por miembros de la Fraternidad Blanca, aunque, bajo las condiciones tan cambiadas que preva­lecen hoy en día, deben de encontrarse nuevas aplica­ciones de los principios fundamentales. La fundación de una Sociedad estable debe hacerse bajo las bases de la Fraternidad; los seres humanos ne­cesitan felicidad y condiciones favorables para su evo­lución, y la Sociedad tiene la obligación de proporcio­nar un medio ambiente que las proporcione. El nacimiento de un ser humano en una Sociedad organizada trae consigo un clamor, y origina un deber de la Sociedad; el clamor del niño hacia sus padres y el deber de los padres hacia el niño. Este propio y natural clamor del joven hacia los mayores ha sido pervertido en la agresiva doctrina de los "derechos”; los animales, los chicos, los enfermos, los ignorantes, los desampara­dos, todos tienen derechos, derechos a ser usados con mesura, protegidos, nutridos, enseñados, amparados. El fuerte, el maduro, tiene solamente deberes. Las Sociedades organizadas existen para la felici­dad y el buen pasar de sus miembros, y allí donde falla en estos objetivos es ipso facto condenada. "Los go­biernos existen solo para el bien de los gobernados", dijo Pitágoras predicando en el monte Tauromenion, y la frase ha repercutido durante siglos y se ha consti­tuido en una clave para quienes buscan el mejoramien­to de las condiciones sociales. Solamente cuando se aseguran estas condiciones el Estado merece la elo­cuente descripción con la cual el Gran Maestro cerró una de sus conferencias en la Colonia Griega de Naxos, a cuyos habitantes reunidos en una colina les hablara: "Escuchen, mis muchachos, lo que el Estado debe ser para un buen ciudadano. Es más que un padre y una madre, más que un marido o una esposa, más que un hijo o un amigo. El Estado es el padre y la madre de todos, es el esposo y la esposa. 

La familia es buena, y bueno es el regocijo del hombre en su mujer y en sus hijos. Pero más grande es el Estado, que es el Protector de todos, sin el cual el hogar sería saqueado y destruido. Querido es para el buen hombre el honor de la mujer que lo soporta y querido el honor de la esposa cuyos hijos se hamacan sobre sus rodillas; pero más querido debe ser el honor del Estado que da segu­ridad a la mujer y al hijo. Del Estado proviene todo lo que torna próspera vuestra vida y os da belleza y segu­ridad. Dentro del Estado está construido el Arte, que hace la diferencia entre el bárbaro y el hombre. Si el hombre valiente muere contento por el hogar, mucho más contento debería morir por el Estado". Pitágoras es ahora el Maestro K. H., muy bien conocido en su vinculación con la Sociedad Teosófica, y cita el ideal Teosófico del Estado, el padre-madre de sus ciudadanos, el Protector de todos. El deber del Estado, en una Sociedad organizada, es asegurarle a todos sus miembros el mínimo de bie­nestar por lo menos - comida, vestido, vivienda, edu­cación, distracción - que lo capacite para desarrollar las facultades con las cuales vino a este mundo. No hay necesidad de que exista el hambre y la pobreza, de so­breesfuerzos y falta de distracción, o de falta de con­fort y de medios para sus pasatiempos. 

El cerebro hu­mano es suficientemente inteligente para planificar un sistema social en el cual cada uno de los ciudadanos tenga lo suficiente para disfrutar de una vida feliz; los Únicos obstáculos son el egoísmo y los deseos. Fue rea­lizado hace tiempo bajo los Reyes-Iniciados, que diri­gieron la Ciudad de Golden Gate, y en Perú. Fue realizado en los tiempos del Rey Ramachandra, como pue­de leerse en el Ramayana. Fue hecho cuando el Manú dirigía la Ciudad del Puente[1]. Pero debe ser planifica­do con sabiduría, no con ignorancia, y realizado con el amor y el sacrificio de los más poderosos, y no median­te la compulsión de los menos poderosos. El populacho puede hacer revoluciones, pero no puede construir un Estado.

PRINCIPIOS DEL NUEVO ORDEN

Basándose en el estudio del pasado, la Teosofía puede establecer ciertos principios, a ser elaborados en sus detalles por los experimentados y educados. Los Principios son: el Gobierno debe estar en manos de los Mayores, es decir de los más inteligentes, de los más experimentados y de los mejores moralmente; la posesión de una habilidad y de un poder, impone el deber de servir; la libertad trae la felicidad sólo al edu­cado y auto-controlado, y nadie que sea ignorante y sin auto-control debe tener participación alguna en el gobierno de otros, teniendo solo las libertades que condicen con el bienestar de la comunidad; la vida de éstos debe ser tan feliz y útil como sea posible, bajo disciplina, hasta que pueda "caminar solo", de mane­ra tal de que su evolución pueda ser acelerada; la coo­peración y la ayuda mutua deben sustituir a la compe­tencia y a la lucha; cuanto menos recursos tenga el hombre en sí mismo, más medios para su regocijo deben ser puestos a su alcance por la Sociedad.

SUGERENCIAS

Las sugerencias que siguen son el resultado de mis propios estudios acerca de lo que ha sido realizado en el pasado, y de mis propios pensamientos sobre las condiciones presentes. Son sólo sugerencias, y muchos Teósofos pueden estar en desacuerdo con ellos. Mi único deseo es señalar una línea de cambios en conso­nancia con las ideas Teosóficas. La Hermandad deman­da imperativamente cambios sociales fundamentales, y la rápida mejora del desasosiego, justificado por las condiciones de las clases que viven de las labores manuales, forzará un cambio antes que pase mucho tiem­po. La única pregunta es si los cambios se producirán mediante la sabiduría de ojos abiertos, o mediante el ciego sufrimiento. Al presente, la Sociedad está empe­ñada en seguir con este último plan. En las tierras de un país debe de haber: (1) el Regente, sus Consejeros, Oficiales de todos los grados, la administración de Justicia, el mantenimiento del Orden interno y la Defensa Nacional; (2) Religión, Educación, Entretenimientos, Pensiones y el cuida­do de la Salud; (3) Todo aquello no incluido en (1) y (2) y que se ganen la vida con labores manuales, ya sea en la producción o en la distribución. La Educación, libre y universal, debe ser la única ocupación del período entre los siete y los veintiún años de edad, de manera tal de que los jóvenes de am­bos sexos, al alcanzar la madurez, estén listos para ser ciudadanos útiles y capaces, con sus facultades bien desarrolladas, como para llevar una vida honorable, independiente y respetuosa. 

La vida de trabajo - y todos deben trabajar en una de las tres divisiones enumeradas - debe de ir des­de los veintiún años a los cincuenta años de edad, a menos que se determine que con un término menor puede mantenerse a la nación. Durante el resto de su vida, el ciudadano debe recibir una pensión, resultado de la acumulación del sobrante de su trabajo, y será consecuentemente un pago y no una dádiva; quedará libre para realizar las actividades que desee. La producción y la distribución deben ser organizadas por personas como las que acumulan enormes fortunas, que ahora son tan numerosos, y una vez abas­tecidos todos los involucrados en la producción y dis­tribución, las ganancias deben de ir a (1) y (2); parti­cularmente al último. La organización de la industria debe estar gober­nada por la idea de que la mano de obra debe ser lo menos recargada que sea posible, mediante adecuadas condiciones sanitarias y mediante la sustitución de la mano de obra por maquinarias en todas las tareas desa­gradables y peligrosas, como minería, drenajes y otras. Allí donde la mano de obra fuera necesaria en tareas de este tipo, para beneficio de la comunidad, las horas de trabajo deben de acortarse en proporción a lo ina­decuado de las tareas, sin disminución de la paga. Si debe de realizarse la recolección de basura, por ejem­plo, debe de mecanizarse tanto de este trabajo como sea posible; para los demás, sus horas deben reducirse y dárseles buena paga, desde que la salud de la comu­nidad depende de ellos, y debe ponerse a su disposición recreación, alguna educativa y de refinamiento y otra de distracción pura. El es una mano activa de la Naturaleza, ayudándola en su tarea constante de trans­formar lo que es inútil y peligroso en el nutriente de una nueva vida y de una nueva belleza. 

Debe ser con­siderado, no como un esclavo, sino como un coopera­dor de Dios. Se dice que es tosco y repelente. Más vergüenza es para nosotros, refinados y atractivos, que nos aprovechamos de su trabajo y que lo hemos hecho como es por nuestro egoísmo, nuestra indiferencia y nuestra dejadez. La doctrina de la Reencarnación aplicada a la edu­cación nos conduce a ver en el niño un ego que ha lle­gado hasta nuestro cuidado durante el tiempo que tar­da en crecer en su cuerpo, para que lo ayudemos a en­trenarse para el propósito para el cual ha reencarnado. Reconociendo que en el ego en sí mismo están en­garzados todos los poderes acumulados en las vidas pa­sadas, y que sus gérmenes están plantados en el nuevo cuerpo mental, entonces nos damos cuenta de toda la fuerza que tiene el dicho platónico de que "Todos los conocimientos son reminiscencias", y trataremos de extraer aquello que ya conoce y que puede estimular las facultades mentales en germen, imprimiendo al cerebro plástico. Nosotros no consideramos que el cuerpo del niño nos pertenece a nosotros, padres o maestros, sino que le pertenece al ego, y vemos nuestra obligación de ayudarlo a que tome completa posesión de él, trabajando desde afuera, mientras que él trabaja desde adentro, y siguiendo cualquier indicación que nos dé acerca de la mejor orientación para su estudio, el camino más fácil para su progreso. Le damos al chico la mayor libertad compatible con su seguridad física, moral y mental tratando de comprender en todo, y no coercionar. La aplicación detallada de estos principios puede leerse en un admi­rable librito “Educación y Servicio”, de Alcyone. 

La Reencarnación, aplicada al tratamiento de cri­minales y de la clase menos desarrollada que está siem­pre en los límites de la criminalidad, sugiere una política totalmente diferente de la que aplica nuestra Sociedad, que les da completa libertad de hacer lo que quieran, les aplica una pena cuando cometen una falta legal, los devuelve a la libertad después de un cierto tér­mino variable de confinamiento, y de esta manera les da una vida de libertad alternada con prisión, transformándolos en criminales habituales, derivándolos finalmente a "la divina gracia"; el hombre ha fallado en hacer nada bueno con ellos[2]. A la luz de la Reencarnación sugiero que el crimi­nal es un salvaje, que ha venido a una escuela, y que te­nemos la obligación de tratarlo como a un niño en el sentido intelectual y moral, refrenando a la bestia que tiene en su interior a hacer daño. Puede reconocerse a estas personas, y a la clase casi criminal que está por encima de ellas, desde su na­cimiento, y deben ser separadas en establecimientos educacionales especiales, dándoseles la educación ele­mental que puedan asimilar, tratándoselos amable pero firmemente, con muchos juegos y con formas toscas de labores manuales. Los maestros de estas escuelas deben ser volunta­rios de las clases sociales más elevadas, con deseos de enseñar y jugar con los chicos, y capaces de despertar en ellos un sentido de admiración, apego y lealtad, que evoca la obediencia. 

Deben ser aquellos que obvia­mente son sus superiores, si es que esto puede decirse. A partir de estas escuelas, deben ser orientados a pequeñas colonias brillantes, agradables, con negocios, juegos, música y restaurantes, conducidos por la misma clase de personas. Deben de tener de todo para que su vida sea agradable, excepto la libertad para tomarla errónea y miserable. Estas colonias deben de abastecer de mano de obra para las tareas más rudas, como la minería, construc­ción de caminos, changadores, basureros, etc., dejando que la gente decente actualmente empleada en esos menesteres quede en libertad para desempeñar tareas me­jores. Algunos, como el criminal congénito verdadero o el salvaje deben de quedar toda la vida en esta situa­ción, pero se irá de la existencia mucho menos salvaje de lo que ingresó. Algunos responderán al tratamiento y adquirirán suficientes habilidades y auto-control como para quedar finalmente libres. La dificultad principal será la pillería y la dejadez innatos, porque el criminal es un holgazán, incapaz de tener una activi­dad constante. La escuela debe de tratar de mejorarlo, haciendo que sea más agradable hacer lo correcto que cometer errores o no hacer nada. 

"El que no trabaja, tampoco come", es una buena máxima, porque la co­mida se hace con trabajo, y aquel que, estando capaci­tado, lo rehúsa, no tiene derecho a reclamarla. Deben darse cheques por cada hora de labor, cam­biables en los negocios y restaurantes por las cosas ne­cesarias para vivir, y el interesado puede hacer tanto o tan poco como quiera; el equivalente en necesidades y lujos será a su propia elección. Sólo es posible aquí señalar los lineamientos gene­rales para la solución de este problema, debiendo apli­carse métodos similares "mutatis mutandi" con las chicas y mujeres de los tipos correspondientes. El Karma, aplicado a las villas, verá en ellas el imán para la reencarnación de los Espíritus de los tipos más bajos. Es sabio, así como también es una obligación, eliminar esas manchas de suciedad, atractivas solo para las multitudes más indeseables. A la luz de la Teosofía, es una obligación de los mayores planificar, y construir gradualmente, ciuda­des con habitaciones decentes y con espacios libres suficientes como para poder ir instalando a los mora­dores de las villas. Estas deben destruirse, y su suelo, empapado con la mugre de generaciones debe de recu­brirse de jardines. 

La mugre se transformará así en árboles y flores, ya que construir nuevas casas en ese suelo es una invitación a las enfermedades. Además, debe buscarse la Belleza, como se dice en la Sección ll, como una necesidad de la vida, y no como un lujo para unos pocos. La Belleza refina y cultiva, y se reproduce a sí misma en las formas y ma­neras de los que viven bajo su influencia. La Belleza en el vestido, en la casa, en la ciudad, es una necesidad a gritos, como una fuerza para la evolución. No carece de significado que antes de la presente era de maquinismo, cuando las personas estaban más rodeadas por las bellezas naturales de lo que lo están ahora, las ropas de cualquier clase era hermosa, como todavía lo es en el Este; es natural en las personas bus­car y expresar la Belleza. Sólo cuando se las ha aparta­do lejos de la Naturaleza, aceptan indiferentes la feal­dad de las vestimentas y de los alrededores. Compa­remos las vestimentas que se ven en las villas con las que se ven en los poblados hindúes. Pueden escribirse muchos volúmenes sobre el tema de la aplicación de la Teosofía a la vida, pero consideramos suficiente lo dicho, dentro de nuestros límites.

ANNIE BESANT




[1] Puede hallarse mucho de valor e interés sobre la Políti­ca del Manú en la Ciencia de la Organización Social, de Bhagavan Das.
[2] Lo que sigue es el inmediato tratamiento del criminal, tal como es. Esperamos, más adelante, eliminar la especie

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