REG.– ¿Qué es el hipnotismo? ¿En qué se diferencia del magnetismo animal o mesmerismo? 10
RESP.– Hipnotismo es el nuevo nombre científico
de una vieja “superstición” de los “pueblos ignorantes” que se ha denominado de diversas formas, entre otras “sugestión” y “encantamiento”.
Es una mentira anticuada convertida en verdad moderna. El hecho está ahí, pero su explicación científica aún se hace esperar: algunos opinan que el hipnotismo es el resultado de una irritación producida artificialmente en la periferia de los nervios; que esta irritación, reaccionando primero en la periferia, pasa al interior de las células de la substancia cerebral y causa, por agotamiento nervioso, un estado que no es sino otra manera de sueño (hipnosis procede del griego hypnos: adormecimiento); según otros se trata simplemente de una insensibilidad autoinducida que provoca principalmente la imaginación…
El hipnotismo difiere
del magnetismo animal en que el estado hipnótico es producido por el método Braid, que es puramente
mecánico (la fijación
de los ojos en algún punto brillante, un metal o cristal), y se convierte en magnetismo animal o mesmerismo cuando se logra por medio de pases mesmerianos sobre el paciente. Cuando se usa el primer método no intervienen corrientes electropsíquicas ni electrónicas, sino simplemente vibraciones mecánicas, moleculares, del metal o cristal contemplado fijamente por el sujeto.
El ojo –el órgano externo
más misterioso de nuestro cuerpo–
es el que, sirviendo como intermediario entre ese trozo de metal o cristal y el cerebro, armoniza las vibraciones moleculares de los centros nerviosos de este último en unisonancia (es decir, igual número de oscilaciones respectivas) con las vibraciones del objeto brillante que está siendo sostenido. Y es esta unisonancia la que produce el estado hipnótico.
Pero en el segundo caso, el nombre correcto para el hipnotismo sería ciertamente
“magnetismo animal”, o la tan ridiculizada denominación de “mesmerismo”. Pues en la hipnotización por pases preliminares es la voluntad humana del operador –tanto conciente como inconscientemente– la que actúa sobre el sistema nervioso del enfermo. También gracias a las vibraciones –solamente
atómicas
y no moleculares– que se producen en el éter del espacio mediante esa acción enérgica llamada Voluntad (un plano de acción completamente distinto al del otro método), se consigue ese estado supra–hipnótico (“sugestión”).
Pero las que llamamos “vibraciones de voluntad” y sus auras son absolutamente distintas de las vibraciones producidas por el simple movimiento molecular mecánico; y en los planos cosmoterrestres cada una actúa en niveles separados. Aquí es necesaria, claro está, una nítida comprensión de lo que se entiende por Voluntad en las Ciencias Ocultas.
PREG. – Tanto en el hipnotismo como en el magnetismo animal hay un acto de voluntad por parte del operador, un transito de algo de él al paciente, un efecto sobre el paciente.
¿Qué es ese “algo” transmitido en ambos casos?
RESP.– Aquello que es transmitido no tiene nombre en las lenguas europeas, y si lo describimos simplemente como voluntad pierde todo su sentido. Las viejas palabras convertidas en tabú, como “encantamiento”, “fascinación”, “hechizo”, “ensalmo”, y especialmente el verbo “hechizar”, sugerían mucho mejor la acción real que estaba teniendo lugar durante el proceso de tal transmisión, que los términos modernos y sin sentido como
“psicologizar” y “biologizar”.
El Ocultismo denomina a la fuerza transmitida “fluido áurico”, para distinguirla de la
“luz áurica”. El “fluido” es una correlación de átomos en un plano superior, y un descenso al inferior bajo la forma de substancias plásticas impalpables e invisibles, generadas y dirigidas por la voluntad potencial. Por otra parte, la “luz áurica” –o lo que Reichenbach llama Od–, una luz que circunda todo objeto animado e inanimado en la Naturaleza, es sólo el reflejo astral que emana de los objetos; su color o colores particulares, las combinaciones y variaciones de éstos, denotan el estado de las gunas (o cualidades y características de cada objeto y sujeto particular), y el aura del ser humano es la más intensa de
todas.
PREG.– ¿Qué bases racionales tiene el
“vampirismo”?
RESP. – Si con esta palabra
se entiende la transmisión involuntaria de una porción
de la propia vitalidad o “esencia de vida” mediante una suerte de ósmosis misteriosa de una persona a otra –estando esta última dotada de esta facultad vampirizadora, o bien, sufriéndola– puedo asegurarle que es posible comprender
el fenómeno estudiando
bien la naturaleza y la esencia de ese “fluido áurico” semi–material del que acabamos de hablar.
Como en todo desarrollo oculto de la Naturaleza, este proceso endosmótico y exosmótico puede ser hecho benéfica o maléficamente, ya sea de forma inconsciente o a voluntad. Cuando el operador sano mesmeriza a un paciente con el deseo determinado de aliviarle y curarle, el agotamiento sentido por el primero es proporcional al alivio dado: ha tenido lugar un proceso de endósmosis en el que el sanador ha cedido una porción de su aura vital para beneficiar al hombre enfermo. El vampirismo, por otra parte, es un proceso mecánico y ciego, generalmente producido sin el conocimiento del que absorbe ni de la persona vampirizada. Es Magia Negra, conciente o inconciente, según los casos (pues cuando se trata de adeptos y hechiceros entrenados, el proceso se realiza concientemente y guiado por la voluntad. Pero en ambas ocasiones, el agente de transmisión es una capacidad magnética y de atracción cuyos resultados
se manifiestan en el plano terrestre y fisiológico, aunque es producida y generada en el plano
“cuatri–dimensional” –el reino de los átomos–.
PREG.– ¿En qué circunstancias es el
hipnotismo “Magia Negra”?
RESP.– En las que acabamos de mencionar. Pero abarcar totalmente el tema, aun dando pocos ejemplos, demandaría más espacio del que podemos utilizar para estas respuestas. Baste decir que siempre que el motivo con que actúe el operador sea egoísta o vaya en detrimento de cualquier ser vivo, la acción será clasificada por nosotros como Magia Negra. El saludable fluido vital impartido por el médico que mesmeriza a su paciente puede curar, y de hecho cura. Proporcionado en demasía, llega a matar11.
PREG.– ¿Hay alguna diferencia entre la hipnosis producida por medios mecánicos, tales como hacer pendular espejos, y la producida por la mirada fija y directa del operador (fascinación)?
RESP.– Esta diferencia ha sido ya señalada en la respuesta a la primera pregunta. La mirada fija del operador es más potente,
y por ello más peligrosa, que los simples
pases mecánicos del hipnotizador –quien en nueve de cada diez casos no sabe cómo (ordenar), y por tanto no puede ordenar–. Los estudiantes de la Ciencia
Esotérica deben entender que, por las mismas leyes de las correspondencias ocultas,
la primera acción se ejerce en el primer plano de la materia (el inferior), mientras que la última, que necesita una voluntad bien concentrada, debe realizarse en el cuarto (si el operador es un novicio profano) o en el quinto plano (si tiene algo de ocultista).
PREG.– ¿Por qué un trozo de cristal o un botón brillante son capaces de lanzar a una persona al estado hipnótico y no afectan de ninguna manera a otra persona? Una contestación
a esto pensamos que resolvería más de una duda.
RESP.– La ciencia ha ofrecido varias hipótesis diferentes sobre el tema, pero hasta ahora no ha aceptado ninguna como definitiva. Su incapacidad para encontrar una explicación válida reside en que todas sus especulaciones giran en el círculo vicioso de los fenómenos físicos y materiales
con sus fuerzas ciegas y teorías mecánicas.
El “fluido aúrico” no es reconocido por los hombres de ciencia, y por tanto lo rechazan. Sin embargo, ¿no han estado creyendo durante años en la eficacia de la metaloterapia, disciplina que considera que la influencia de los metales sobre el sistema nervioso se debe a la acción de los fluidos eléctricos o corrientes que poseen? Y esto simplemente porque se encontró que existía una analogía entre la actividad de este sistema y la electricidad. Pero la teoría falló, porque chocó con las observaciones y experimentaciones más cuidadosas. En primer lugar fue contradicha por un hecho fundamental que se daba en metaloterapia, y que ha demostrado ser la característica más peculiar de esta ciencia:
a) que no siempre cualquier metal actuaba en toda enfermedad nerviosa, siendo un paciente sensible a algún metal mientras que todos los demás no producían ningún efecto en él; b) que los pacientes afectados por
ciertos metales eran pocos y excepcionales.
Esto demostraba, aparentemente, que los “fluidos eléctricos” curando y operando sobre las enfermedades existían sólo en la imaginación de los teóricos. Si hubieran tenido alguna existencia
auténtica, entonces todos los metales influenciarían, en mayor o menor grado, a todos los pacientes; y todo metal, tomado separadamente, influiría
en todos los casos de enfermedad nerviosa,
siempre que las condiciones para generar tales fluidos en los casos dados fueran
exactamente las mismas.
El Dr. Charcot reivindicaba al Dr. Burke –el antaño desprestigiado descubridor de la metaloterapia–, mientras que Shiff y otros desacreditaban a todos los que creían en la existencia de los fluidos eléctricos (teoría que parece desplazada por la hipótesis del
“movimiento molecular”, que, naturalmente por ahora, ejerce el dominio absoluto en fisiología).
Pero entonces surge una pregunta: la verdadera naturaleza, el comportamiento y las condiciones del “movimiento”, ¿son mejor conocidos que la naturaleza, comportamiento y condiciones de los “fluidos”? Hay que dudarlo.
De cualquier manera, el Ocultismo es lo suficientemente audaz como para sostener que los fluidos eléctricos o magnéticos (que en realidad son exactamente iguales) son debidos en su esencia y origen al mismo movimiento molecular –transformado ahora en energía atómica–, al que también es debido cualquier otro fenómeno en la Naturaleza. En efecto: que la aguja de un galvanómetro o electrómetro no oscile señalando
la presencia de un fluido electrónico o magnético no prueba, en absoluto, que no haya tales a registrar. Simplemente, el electrómetro no puede ser afectado por la energía desplegada en un plano del que está desconectado completamente, y en muchos casos los fluidos
pasan a un plano de acción
superior.
Hemos tenido que explicar lo anterior para mostrar que la naturaleza de la fuerza transmitida por un hombre u objeto a otro hombre u objeto, tanto en el hipnotismo, la electricidad, la metaloterapia, como en la
“fascinación”, es la misma en esencia, variando sólo en su gradación, y modificada de acuerdo al subplano de materia en que está actuando. Como todo ocultista sabe, estos subplanos son siete en nuestro plano terrestre, así como en cualquier otro.
PREG.– ¿Está la ciencia completamente equivocada en su definición del fenómeno hipnótico?
RESP.– No tiene definición
alguna, hasta el momento. Ahora bien, si hay una cosa en la que está de acuerdo el Ocultismo (hasta cierto punto) con los últimos descubrimientos de la ciencia física, es en el hecho de que todos los cuerpos dotados de la propiedad de inducir o provocar metaloterapia u otros fenómenos
análogos, tienen, a pesar de su gran variedad, una característica en común. Todos ellos son fuentes y generadores de rápidas oscilaciones moleculares que, bien a través de agentes transmisores, bien por contacto directo, se comunican ellos mismos con el sistema nervioso, cambiando de ese modo el ritmo de las vibraciones nerviosas bajo la única condición, eso sí, de estar en unisonancia.
Ahora bien, la unisonancia no implica siempre igualdad de naturaleza o de esencia, sino simplemente identidad de grado, semejanza con respecto a la gravedad
y agudeza, e igualdad de potencia en la intensidad
del sonido o del movimiento; un timbre puede tener unisonancia con un violín,
y una flauta con un órgano humano o animal.
Además, el porcentaje
del número de vibraciones, especialmente en una célula u órgano animal, cambia según el estado de salud y la condición general. De aquí que los centros nerviosos del cerebro
de un sujeto hipnotizado –aun cuando estén en perfecto
unísono, en grado potencial y en una actividad original esencial, con el objeto contemplado fijamente– puedan, no obstante, entrar en desacuerdo en el número de vibraciones de dicho objeto, a causa de alguna perturbación orgánica. En un caso así no se producirá la condición hipnótica, y de ninguna manera podrá existir unisonancia entre las células nerviosas y las células del cristal o del metal que se contempla; por lo tanto, ese objeto particular no tendrá ningún efecto
sobre él.
La conclusión de todo esto sería que se requieren dos condiciones para asegurar el éxito en un experimento hipnótico:
1) como todo cuerpo orgánico o “inorgánico” posee en su naturaleza un número específico y constante de oscilaciones moleculares, es necesario encontrar cuáles son aquellos cuerpos que actuarán al unísono con un determinado sistema nervioso humano;
2) recordar que las oscilaciones moleculares de un cuerpo pueden influir en la actividad del sistema nervioso sólo cuando los ritmos de sus vibraciones respectivas coincidan, es decir, cuando el número de sus oscilaciones sea idéntico; efecto que en el caso del hipnotismo
conseguido por medios mecánicos, se logra a través del ojo.
Aunque la diferencia entre la hipnosis producida por medios mecánicos y la que consigue la mirada directa del operador más su voluntad, depende del plano en que se produzca el fenómeno, el agente “fascinador” o dominante es creado por la misma fuerza en acción. En el mundo físico y en sus planos materiales es denominada movimiento; en los mundos mental y metafísico es conocida como voluntad –el polifacético agente mágico
que actúa en toda la Naturaleza–.
Así como la frecuencia de vibraciones (movimiento molecular) en los metales, maderas, cristales, etc., cambia bajo el efecto del calor, del frío, etc., también las moléculas cerebrales aumentan o disminuyen su frecuencia de la misma forma. Esto es lo que realmente tiene lugar en el fenómeno del hipnotismo. En el caso de la contemplación con mirada fija, es el ojo –principal agente de la voluntad del operador activo, pero esclavizante y traidor cuando la voluntad está dormida– el que, de manera inconsciente para el paciente o sujeto, armoniza las oscilaciones de sus centros nerviosos cerebrales con el número de vibraciones del objeto contemplado, alcanzando el ritmo de este último y llevándolo al cerebro. Pero en el caso de los pases directos, es la voluntad del operador la que, irradiándose a través de su ojo, produce la requerida unisonancia entre su voluntad y la de la persona sobre la que actúa. Esta clase de unisonancia se explica porque en dos objetos armonizados, por ejemplo dos acordes, uno será siempre
más fuerte que el otro, y por lo tanto predominará sobre él, e incluso tendrá la capacidad de
destruir a su “correspondiente” (más débil que él).
La ciencia física corrobora este hecho. Tomemos como ejemplo actual el de la “llama sensitiva”. La ciencia
nos dice que si es tocada una nota al unísono con la frecuencia de oscilaciones de las moléculas
calóricas, la llama responderá inmediatamente al sonido o nota tocada, de forma que “danzará y cantará” al ritmo de la música. Pero la Ciencia Oculta añade que la llama también puede ser extinguida si se intensifica el sonido o nota. He aquí otra prueba: cójase una copa de vino o un vaso de cristal muy fino y transparente;
produzca, golpeando suavemente con una cuchara
de plata, una nota bien determinada; reproduzca después la misma nota friccionando el borde con un dedo húmedo, y si el experimento tiene éxito el vaso se resquebrajará y romperá inmediatamente. Indiferente a cualquier otro sonido, el vaso no resiste la gran intensidad de su propia nota fundamental, pues esa vibración particular causa tal conmoción en sus partículas que toda su estructura cae en pedazos.
PREG.– ¿Qué sucede con las enfermedades curadas mediante el hipnotismo? ¿Son realmente curadas, son pospuestas, o aparecen bajo otra forma? ¿Pertenecen las enfermedades
a nuestro karma? Y si es así, ¿es correcto tratar de
curarlas?
RESP.– La sugestión hipnótica puede curar para siempre, y también puede que no. Todo depende del grado de relaciones magnéticas entre el operador y el paciente. Si son kármicas, serán sólo pospuestas y retornarán bajo alguna forma diferente, no necesariamente como enfermedad, sino como un mal punitivo de otro tipo. Siempre
que podamos, es “correcto” tratar de aliviar el
sufrimiento, poniendo en ello lo mejor de nosotros mismos. Porque un hombre sufra justa prisión, ¿es ésta una razón para que el médico no trate de curarle en su
húmeda celda cuando coja fiebre?
PREG.– ¿Es necesario que las “sugestiones” hipnóticas
del operador sean pronunciadas con palabras?; ¿no es suficiente para él con pensarlas? Y además, ¿no es posible que sea ignorante y no tenga conciencia de la
inclinación que está produciendo en el sujeto?
RESP.– Ciertamente no, si la conformidad que existe entre los dos está firmemente establecida de una vez para siempre. El pensamiento es más poderoso que la palabra en casos de una real subyugación de la voluntad del paciente a la del operador. Pero, por otra parte, a menos que la “sugestión” sea hecha para el solo beneficio del sujeto y esté completamente desprovista de cualquier motivo egoísta, una sugestión por el pensamiento es un acto de Magia Negra, aun más cargada de malas consecuencias que la sugestión hablada. Es siempre erróneo e ilícito privar a un hombre de su libre voluntad, a menos que sea para su propio bien y el de la Sociedad. Y aun así, esto debe hacerse con gran discernimiento. El Ocultismo considera todas estas inmorales tentativas como Magia Negra y hechicería, sean concientemente realizadas o no.
PREG.– ¿Afecta la intención y el carácter del operador al resultado, inmediato o remoto?
RESP.– Ciertamente no, si la conformidad que existe entre los dos está firmemente establecida de una vez para siempre. El pensamiento es más poderoso que la palabra en casos de una real subyugación de la voluntad del paciente a la del operador. Pero, por otra parte, a menos que la “sugestión” sea hecha para el solo beneficio del sujeto y esté completamente desprovista de cualquier motivo egoísta, una sugestión por el pensamiento es un acto de Magia Negra, aun más cargada de malas consecuencias que la sugestión hablada. Es siempre erróneo e ilícito privar a un hombre de su libre voluntad, a menos que sea para su propio bien y el de la Sociedad. Y aun así, esto debe hacerse con gran discernimiento. El Ocultismo considera todas estas inmorales tentativas como Magia Negra y hechicería, sean concientemente realizadas o no.
PREG.– ¿Afecta la intención y el carácter del operador al resultado, inmediato o remoto?
RESP.– Sí, en la medida en que el proceso
hipnótico se convierte
bajo su operación en
Magia Blanca o Negra, como hemos visto
en la pregunta anterior.
PREG.– ¿Es prudente hipnotizar a un paciente, no sólo para curarle una enfermedad, sino para disminuir hábitos suyos
tales como la bebida o el mentir?
RESP.– Es un acto de caridad y nobleza, próximo a la sabiduría. Pues aunque el menguar sus hábitos viciosos no añadirá nada a su buen karma (el individuo lo podría hacer con sus esfuerzos personales para reformarse, por su propia voluntad, mediante grandes luchas físicas y mentales), una “sugestión” afortunada podrá prevenirle de generar más karma negativo y de aumentar constantemente el historial de sus transgresiones.
PREG.– ¿Qué es lo que el “sanador por la fe”, o curandero, ejerce sobre sí mismo cuando tiene éxito? ¿Qué ardides
emplea con sus principios y con su karma?
RESP.– La imaginación es una ayuda poderosa en cualquier hecho de nuestras vidas. La imaginación actúa sobre la fe, y ambos son los delineantes que preparan los bocetos que la voluntad grabará más o menos profundamente en las rocas de los obstáculos y las oposiciones esparcidas en el sendero
de la vida.
Paracelso dice: “La fe debe confirmar la imaginación, pues la fe establece la voluntad…
Una voluntad direccionada es el comienzo de todas las operaciones mágicas… Las artes
(de lo mágico) son inciertas, porque los hombres no imaginan ni creen de manera
perfecta en el resultado, cuando podrían ser perfectamente ciertas”. Este es todo el secreto. La mitad, si no las dos terceras partes, de nuestras enfermedades y achaques son el fruto de nuestra imaginación y nuestros miedos. Destruid estos últimos y dadle un nuevo impulso
a la primera, y la Naturaleza hará el resto. No hay nada pecaminoso o nocivo en los métodos en sí. Ellos llegan a hacer dado sólo cuando la creencia en tal poder se hace demasiado arrogante y marcada en el sanador por la fe, y cuando cree que puede alejar con la voluntad, males que necesitan, para no llegar a ser fatales, la ayuda inmediata de médicos
y cirujanos expertos.
H.P. BLAVATSKY
NOTAS
10 La siguiente exposición –respondiendo a las demandas que hicieron a H.P. Blavatsky sus discípulos– se fundamenta en los conocimientos del Ocultismo. Y no se tomarán en consideración aquellas hipótesis de la ciencia moderna (otra forma de denominar al materialismo) que estén en desacuerdo con las enseñanzas esotéricas.
11 La explicación detallada de esto último se encuentra en la respuesta a la pregunta séptima, cuando se evidencia que el experimento vibratorio puede romper un vaso en pedazos.
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