Las dos esferas superiores, la Intuicional,
en la cual la naturaleza de Cristo se desarrolla en el Hombre, y la Espiritual,
no pueden describirse plenamente aquí. La Intuición, o la visión clara en la naturaleza de las cosas, que ve
al Ser Uno en todas las cosas y destruye el sentido de separatividad, es la
facultad de la naturaleza Sabiduría, la suprema visión espiritual, para la cual
"La Naturaleza no tiene velos en todo su reinado".
La esfera
espiritual, en la cual se realiza la unidad de la voluntad humana con la
divina, es la última y más alta en el presente sistema manifestado. Las esferas
monádicas y divinas son inmanifestadas todavía.
La rueda de la evolución humana
normal gira en tres mundos: el físico, el intermedio y el cielo. En el primero,
juntamos experiencias; en el segundo sufrimos y gozamos según nuestra vida en
el primero; en el tercero, disfrutamos de una felicidad sin tacha y se
trasmutan las experiencias en facultades, tornando las experiencias en poder.
De esta manera retornamos, edad tras edad.
Cada etapa de esta evolución a
través de los eones puede estudiarse por el desarrollo de la conciencia y el
mejoramiento de los cuerpos pertenecientes a los diferentes mundos. No deben
tomarse como verdades las afirmaciones realizadas en esta sección, excepto
sobre la mónada, pues el estudio que garantiza una verificación es tan arduo
como el de las altas matemáticas o el de la astronomía. Un desarrollo
ligeramente superior de la voluntad normal, sin embargo capacita el examen de
los hechos en los cuerpos etéricos y mental, y tal experiencia puede dar ánimos
al estudiante para proseguir con la tarea más allá.
CEREMONIAS
Y RITOS RELIGIOSOS
Un gran servicio rendido por la Teosofía
como ciencia a las diversas religiones es la explicación que ofrece de sus
diversas ceremonias y ritos. Estos fueron planeados originalmente por grandes
ocultistas para trasladar a los devotos y a los buenos, las influencias de las
altas esferas. Un "Sacramento" es, definido por el Catecismo de la
Iglesia de Inglaterra como "el signo exterior y visible de una gracia
interior espiritual", y no solamente es el signo de que la gracia está
presente, sino un medio mediante el cual puede ser llevada al devoto. Por las
reglas antiguas, para el sacramento debe de haber un Objeto físico externo, un
Signo de Poder y una Palabra de Poder, y también un Oficiante debidamente
calificado según las leyes de la religión. Así, en el Bautismo Cristiano, el
Agua es el objeto físico, el Signo de Poder es la Cruz, y la Palabra de Poder
es la fórmula bautismal "Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo".
El oficiante es un sacerdote debidamente ordenado. La
gracia Interna Espiritual es la bendición vertida sobre la criatura por los
Angeles circundantes, su admisión a la comunidad Cristiana en este y en otros
mundos, y las bienvenidas que se extienden sobre él por medio de la visible e
invisible Iglesia Cristiana.
En la Sagrada Comunión se sigue el mismo principio, y cualquier
clarividente que viera la ceremonia, vería los destellos de luz que siguen a
las palabras de consagración, la luz que brilla a través de la iglesia bañando
a los fieles y siendo apropiada y absorbida por los realmente devotos. Ello
debido a la tradición de esta "Presencia real" que preserva la Hostia
en las iglesias Católicas Romanas, y desde la cual, efectivamente, irradia una
constante bendición. Las ceremonias que se realizan para ayudar a los que han
fallecido, los llamados "muertos" se basan todas en el conocimiento
de los hechos del mundo intermedio, aunque las personas que toman parte en
ellas hoy en día conocen muy poco del resultado real sobre las personas a las
cuales están destinadas. La plegaria diaria y la meditación, que realiza
cualquier hindú piadoso, se hace para atraer y esparcir gracias espirituales,
atrayendo a los Devas, "el ministerio de los Angeles" para esparcir
sus bendiciones en las vecindades o en las vidas humanas, animales o vegetales.
Todas estas cosas son vistas como "supersticiones" por el hombre
moderno común, aunque, dado que el mundo invisible interpenetra y rodea al
visible, no es irracional la influencia que aquél ha de ejercer sobre éste. Fue
considerada una superstición a fines del siglo dieciocho la creencia de que
había una fuerza que hacía mover a las patas de una rana colgadas en un alambre.
Galvani sufrió las burlas por haber observado que bailaban mientras esperaban
la sartén, y fue llamado "el maestro de baile de ranas". Sin embargo,
la corriente galvánica liga los continentes hoy en día. Muchas
"supersticiones" indicaron la dirección de un descubrimiento de
fuerzas desconocidas para la humanidad. El inteligente observa e investiga, y
no rechaza sin haber antes estudiado.
ANNIE BESANT
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