El
desarrollo real de la conciencia se ve mejor desde abajo, por cuanto el cuerpo
físico es el primero en estar bien organizado como instrumento del conocimiento,
y se desarrolla por sí en el mundo físico que conocemos. La naturaleza
emocional estimula las glándulas y los ganglios del cuerpo físico, y el mental
se entroniza en el sistema cerebro-espinal, y ambos continúan con su evolución
en las invisibles esferas, por medio del estímulo obtenido desde el cuerpo
físico. No necesitamos detenernos en la evolución del cuerpo físico denso, dado
que ello puede estudiarse en la ciencia física. La conciencia humana es
automática aquí, y el Hombre no tiene más necesidad de dirigir el proceso
físico; continúa por los hábitos, resultados de largas presiones desde la
conciencia.
La parte más refinada del cuerpo físico, el
doble etérico, compenetra al denso, y se extiende un poco más allá de este en
toda la superficie; sus órganos propios de los sentidos son vórtices sobre su
superficie, ubicados en la parte opuesta (1) de la parte superior de la cabeza,
(2) del punto entre las cejas, (3) la garganta, (4) el corazón, (5) el bazo,
(6) el plexo solar, (7) la base de la columna vertebral, (8, 9, 10) en la parte
más baja de la pelvis. Estos tres últimos no se usan, excepto en magia negra.
Estos vórtices, técnicamente llamados chakras o ruedas por su apariencia, se
ponen en actividad durante el entrenamiento oculto, y forman el puente entre
las esferas física y astral, de manera tal de que esta última queda incluida
dentro de la actividad de la conciencia que despierta. La salud de su
compañero denso depende de la vitalidad del doble etérico, el cual extrae sus
energías directamente del sol, y en la parte en contacto con el bazo, divide esta
energía en corrientes, que se dirigen a los diferentes órganos del cuerpo
físico; el sobrante irradia hacia afuera y energiza a todas las criaturas vivientes
dentro de su alcance.
La simple proximidad de una persona vigorosa y sana
vitaliza, mientras que un cuerpo débil absorbe vitalidad del medio,
deprimiendo, con frecuencia, a los que lo rodean.
El magnetismo físico, el
poder de curar, etc., son maneras de usar útilmente este exceso de vitalidad.
La visión etérica - visión física más penetrante que las demás - puede
utilizarse para observar objetos diminutos, como los átomos químicos, o las
formas de las ondas de las fuerzas eléctricas y otras, o para estudiar a los
espíritus de la naturaleza que tienen sus cuerpos inferiores de materia etérica
- hadas, gnomos, duendes y criaturas de esta clase. Una ligera tensión
nerviosa causada por excitaciones, enfermedades, drogas, alcohol, pueden
producir estas visiones. La parte etérica del cerebro juega una parte activa
en los sueños, especialmente en aquellos causados por las impresiones desde
afuera, o por la presión interna causada por los vasos cerebrales. Estos
sueños son generalmente dramáticos, y pueden involucrar la memoria de eventos
pasados, objetos o personas.[1]
En las personas normales y sanas, la parte etérica del cuerpo físico no se
separa de la parte densa, pero su mayor parte puede ser anulada por
anestésicos, y se duerme fácilmente en el caso de personas mediumnísticas,
sirviendo con frecuencia de base para las materializaciones. La muerte es la
separación completa de su contraparte densa, conjuntamente con la conciencia
en los cuerpos superiores; queda con ellos durante un intervalo variable -
normalmente unas treinta y seis horas - y luego es despedida por el Hombre, al
no ser de más utilidad; decae con la caída del cuerpo denso.
Para mejor visualización pulsa la imagen
[1] Ver los numerosos casos dados por Du Prel en su Filosofía del
Misticismo.
ANNIE BESANT
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