domingo, 2 de septiembre de 2018

EL CUERPO FISICO



El desarrollo real de la conciencia se ve mejor desde abajo, por cuanto el cuerpo físico es el primero en estar bien organizado como instrumento del conoci­miento, y se desarrolla por sí en el mundo físico que conocemos. La naturaleza emocional estimula las glándulas y los ganglios del cuerpo físico, y el mental se entroniza en el sistema cerebro-espinal, y ambos continúan con su evolución en las invisibles esferas, por medio del estímulo obtenido desde el cuerpo físico. No necesitamos detenernos en la evolución del cuerpo físico denso, dado que ello puede estudiarse en la ciencia física. La conciencia humana es automática aquí, y el Hombre no tiene más necesidad de dirigir el proceso físico; continúa por los hábitos, resultados de largas presiones desde la conciencia.

La parte más refinada del cuerpo físico, el doble etérico, compenetra al denso, y se extiende un poco más allá de este en toda la superficie; sus órganos pro­pios de los sentidos son vórtices sobre su superficie, ubicados en la parte opuesta (1) de la parte superior de la cabeza, (2) del punto entre las cejas, (3) la gargan­ta, (4) el corazón, (5) el bazo, (6) el plexo solar, (7) la base de la columna vertebral, (8, 9, 10) en la parte más baja de la pelvis. Estos tres últimos no se usan, excepto en magia negra. 
Estos vórtices, técnicamente llamados chakras o ruedas por su apariencia, se ponen en actividad duran­te el entrenamiento oculto, y forman el puente entre las esferas física y astral, de manera tal de que esta últi­ma queda incluida dentro de la actividad de la concien­cia que despierta. La salud de su compañero denso depende de la vi­talidad del doble etérico, el cual extrae sus energías directamente del sol, y en la parte en contacto con el bazo, divide esta energía en corrientes, que se dirigen a los diferentes órganos del cuerpo físico; el sobrante irradia hacia afuera y energiza a todas las criaturas vi­vientes dentro de su alcance. 
La simple proximidad de una persona vigorosa y sana vitaliza, mientras que un cuerpo débil absorbe vitalidad del medio, deprimiendo, con frecuencia, a los que lo rodean. 

El magnetismo físico, el poder de cu­rar, etc., son maneras de usar útilmente este exceso de vitalidad. 
La visión etérica - visión física más penetrante que las demás - puede utilizarse para observar objetos di­minutos, como los átomos químicos, o las formas de las ondas de las fuerzas eléctricas y otras, o para estu­diar a los espíritus de la naturaleza que tienen sus cuerpos inferiores de materia etérica - hadas, gnomos, duendes y criaturas de esta clase. Una ligera ten­sión nerviosa causada por excitaciones, enfermedades, drogas, alcohol, pueden producir estas visiones. La parte etérica del cerebro juega una parte acti­va en los sueños, especialmente en aquellos causados por las impresiones desde afuera, o por la presión in­terna causada por los vasos cerebrales. Estos sueños son generalmente dramáticos, y pueden involucrar la memoria de eventos pasados, objetos o personas.[1] En las personas normales y sanas, la parte etérica del cuerpo físico no se separa de la parte densa, pero su mayor parte puede ser anulada por anestésicos, y se duerme fácilmente en el caso de personas medium­nísticas, sirviendo con frecuencia de base para las ma­terializaciones. La muerte es la separación completa de su contraparte densa, conjuntamente con la con­ciencia en los cuerpos superiores; queda con ellos durante un intervalo variable - normalmente unas treinta y seis horas - y luego es despedida por el Hombre, al no ser de más utilidad; decae con la caída del cuerpo denso.

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[1] Ver los numerosos casos dados por Du Prel en su Filosofía del Misticismo.

ANNIE BESANT

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