“Y oye, otra vez, ¡oh tú de poderosos brazos! mis palabras
supremas, que a ti, que permaneces complacido, yo declararé
porque deseo tu bienestar.”
“Ni la asamblea de los Dioses ni de los Reyes Adeptos
conocen mi origen, porque Yo soy el origen de todos los dioses
y de todos los adeptos. Quienquiera que me conoce como el
poderoso Gobernante del Universo y sin nacimiento o comienzo,
él entre todos los hombres, sin ilusiones, será liberado de todos
sus pecados. La percepción de sutileza, el conocimiento espiritual,
el recto juicio, la paciencia, la verdad, la auto-maestría; el
placer y el dolor, la prosperidad y la adversidad; el nacimiento y
la muerte, el peligro y la seguridad, el miedo y la ecuanimidad,
la satisfacción, la sujeción y control de cuerpo y mente; la
dádiva de limosnas, la inofensividad, el celo fervoroso, la gloria
y la ignominia; todas esas diversas disposiciones de las
criaturas, vienen de mí. Y así, en tiempos pasados, los siete
grandes Sabios y los cuatro Manus que son de mi misma
naturaleza, nacieron de mi mente, y de ellos surgió este mundo.
Y aquél que conoce perfectamente esta permanencia y mística
facultad mía, se convierte, sin duda alguna, en el poseedor de
una fe inquebrantable. Yo soy el origen de todo; todas las cosas
proceden de mí, y creyéndome ser así, el sabio dotado con la
sabiduría espiritual, me adora; sus mismos corazones y mentes
están en mí; iluminándose los unos a los otros y hablando de mí
constantemente, ellos están llenos de gozo y de satisfacción. Y
a aquéllos que de esta forma son siempre mis devotos, que me adoran con amor, Yo les doy esa devoción mental por la cual
vienen a mí. Por ellos, Yo, por mi propia compasión, de pie
dentro de sus corazones, destruyo las tinieblas que surgen de la
ignorancia por medio de la brillante lámpara del discernimiento
espiritual.”
ARJUNA:
“¡Tú eres Parabrahman1! ¡La mansión suprema, la gran
Purificación; tú eres la Presencia Eterna, el Ser Divino, anterior
a todos los otros dioses; santo, primario, omni-penetrante, sin
comienzo alguno! Así te han declarado todos los Sabios como
Nārada, Asita, Devala, Vyāsa, y ahora tú mismo declaras
también lo mismo. Yo creo firmemente todo lo que tú, ¡Oh
Keśava!, me dices a mí, porque ni los dioses ni los demonios
comprenden tus manifestaciones. ¡Sólo tú te conoces a ti mismo
por ti mismo, Espíritu Supremo, Creador y Maestro de todo lo
que vive, Dios de Dioses, y Señor de todo el Universo! Tú sólo
puedes declararme plenamente tus poderes divinos por medio
de los cuales penetras y continúas penetrando estos mundos.
¿Pero cómo podré yo, aun pensando constantemente en ti, ser
capaz de conocerte?, ¡oh misterioso Señor! ¿En qué formas
particulares podré meditar en ti? Oh Janārdana —buscado por
los mortales— dime por lo tanto, y plenamente, tus propios
poderes y formas de manifestación, porque no quedo nunca
saciado de beber las aguas dadoras de vida de tus palabras.”
KṚṢṆA:
“Oh tú, el mejor de los Kurus, bendiciones a ti2. Yo te haré
conocedor de la principal de mis manifestaciones divinas,
porque la extensión de mi naturaleza es infinita.”
“Yo soy el Ego que se asienta en los corazones de todos los
seres; Yo soy el comienzo, el medio y el fin de todas las cosas
existentes. Entre los Ādityas3, Yo soy Viṣṇu, y entre los cuerpos
luminosos, Yo soy el sol. Yo soy Marīci entre los Maruts4 y
entre las mansiones celestes, Yo soy la luna. Entre los Vedas Yo
soy el Samaveda5, e Indra6 entre los dioses; entre los sentidos y
órganos, Yo soy Manas7; y de las criaturas, soy la existencia.
Yo soy Śaṅkara entre los Rudras; y Vitteśa, el señor de la
riqueza, entre los Yakṣas8 y los Rākṣasas9. Yo soy Pāvaka entre
los Vasus10, y Meru11 entre las montañas de alta aspiración. Y
sabe, ¡oh hijo de Pṛthā!, que Yo soy Bṛhaspati12, el cabecilla de
los maestros; entre los líderes de los ejércitos celestiales, soy
Skanda, y entre las inundaciones, soy el océano.
Soy Bhṛgu
entre los Reyes Adeptos; de las palabras soy el monosílabo
OṀ; de las formas de adoración soy la silente repetición de los
textos sagrados, y entre las cosas inamovibles, Yo soy el
Himalaya. Dentro de los árboles del bosque soy el Aśvattha, el
árbol Pippala; y de los sabios celestiales, soy Nārada; entre los
Gandharvas13, soy Citraratha, y de los santos y perfeccionados,
soy Kapila. Sabes que entre los caballos, Yo soy Uccaiḥśravā,
que se alzó con el Amṛta de entre el océano; entre los elefantes,
soy Airāvata, y entre los hombres, sus soberanos. Entre las
armas, Yo soy el rayo del relámpago; entre las vacas soy
Kāmadhuk, la vaca de la abundancia de los procreadores; soy el Dios del amor, y entre las serpientes, soy Vāsuki14, su jefe. Yo
soy Ananta entre los Nāgas15, Varuṇa entre las cosas del agua;
entre los ancestros, soy Aryamā, y dentro de todos los que
juzgan, soy Yama16.
Entre los Daityas soy Prahlāda, y entre los
cálculos y computaciones, soy el Tiempo mismo; soy el león
entre las bestias, y Garuḍa17 dentro de la tribu alada. Entre los
purificadores, soy Pavana, el aire. Soy Rāma entre los que
portan armas, Makara entre los peces, y el Ganges entre los
ríos.
Entre las cosas que evolucionan, ¡oh Arjuna!, Yo soy el
comienzo, la mitad, y el fin. De todas las ciencias, Yo soy el
conocimiento del Adhyātman18; y de los sonidos articulados,
soy el habla humana. Entre las letras soy la vocal A, y de todas
las palabras compuestas Yo soy el Dvandva19.
Yo soy el tiempo
interminable, y el preservador cuyo rostro está vuelto hacia
todas partes. Yo soy la muerte que todo lo atrapa, y el
nacimiento de todos los que están por ser; entre las cosas
femeninas, Yo soy la fama, la fortuna, el habla, la memoria, la
inteligencia, la paciencia, y también el perdón. Entre los himnos
del Samaveda, Yo soy el Brhat Sama, y la Gāyatrī entre las
cosas de medir. Entre los meses, Yo soy el mes Mārgaśīrsa20, y
de las estaciones soy la primavera, llamada Kusumākara, el
tiempo de las flores. De las cosas que engañan, Yo soy los
dados, y el esplendor de las cosas espléndidas. Yo soy la
victoria, la perseverancia y la bondad del bueno.
De la raza de
los Vṛṣṇi, Yo soy Vāsudeva; y de los Pāṇḍavas, Yo soy Arjuna,
el conquistador de las riquezas; de los perfectos santos, Yo soy
Vyāsa21, y de los profetas-videntes, Yo soy el profeta Uśanā.
Entre los gobernantes, Yo soy la vara del castigo; entre los que
desean conquista, Yo soy su política; y entre los sabios del
conocimiento secreto, Yo soy su silencio. Yo soy, oh Arjuna, la
simiente de todas las cosas existentes, y no hay nada, ya sea
animado o inanimado, que sea sin mí. Porque mis divinas
manifestaciones, ¡oh atormentador de tus enemigos!, no tienen
fin, y las que he mencionado son tan sólo ejemplos. Y toda
criatura que es permanente, afortunada o poderosa, sabe
también que surge de una porción de mi energía. ¿Pero qué, oh
Arjuna, has de hacer tú con tanto conocimiento como este? Yo
he establecido todo este Universo con una sola porción de mí
mismo y, sin embargo, permanezco separado.”
Y así, en la Upanishad, llamada la sagrada Bhagavad Gita, en la ciencia del Supremo Espíritu, en el libro de la devoción, en el coloquio entre el santo Kṛṣṇa y Arjuna, está el Décimo Capítulo, de nombre—
Y así, en la Upanishad, llamada la sagrada Bhagavad Gita, en la ciencia del Supremo Espíritu, en el libro de la devoción, en el coloquio entre el santo Kṛṣṇa y Arjuna, está el Décimo Capítulo, de nombre—
DEVOCIÓN POR MEDIO DE LAS DIVINAS PERFECCIONES
UNIVERSALES.
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1- Más allá del Brahman.
2- En la obra original, la primera palabra es una que lleva una bendición con
ella;; es una bendición que significa “ahora bien”, sólo que esto, en nuestro
idioma, no comunica bendición alguna.
3- Ādityas, los doce Dioses-Solares, los que a la llegada del tiempo de
disolución por fuego, traen la conflagración universal.
4- Los Dioses del aire.
5- En el lenguaje occidental podría decirse que este es el Veda o canción en
su sentido más alto de canción. Muchos pueblos han sostenido que la
canción tiene el poder de hacer, aún a la misma materia, moverse obediente
al sonido.
6- En el original dice “Vāsava” que es un nombre de Indra.
7- El corazón y la mente.
8- Espíritus de una naturaleza sensual.
9- Una clase de espíritus malignos.
10- Son de los primeros Seres creados en un orden superior.
11- Que entre algunos, se dice ser el Polo Norte.
12- Júpiter, el maestro de los Devas.
13- Hueste celestial de cantores; se trata de una clase de seres elementales.
14- Serpientes venenosas.
15- Las serpientes no venenosas de tipo fabuloso, y de las que se dice que
tienen el don del habla.
16- El Juez de los muertos.
17- Garuḍa, el ave de Viṣṇu.
También significa todo el ciclo manvantárico.
18- El supremo conocimiento espiritual.
19- Una forma de palabra compuesta en sánscrito que preserva el significado
de las palabras que forman el conjunto.
20- El mes en que las lluvias regulares han cesado y el calor aminora.
21- Vyāsa, el autor del Mahabarata
COMENTARIOS AL CAPITULO 10
El título dado es: “Devoción Por Medio de las Divinas
Perfecciones Universales”.
Las palabras: “Divinas Perfecciones Universales” tienen una
significación que no es usualmente captada por el lector. Los
hombres hablan de perfección desde el punto de vista de la
imperfección y siempre en relación a las formas, las condiciones
y las apariencias que están constantemente cambiando;
al punto de que para la humanidad en general, el modelo de lo
perfecto es una idea que está siempre alejándose y es elusiva,
como igualmente ilusoria. Y aquí, otra vez, tal como nuestra
ciencia moderna, nosotros razonamos partiendo desde lo
particular a lo universal, en vez de desde lo universal a lo
particular, sin percibir nunca que nada menos que la causa
misma podrá conocerse a sí misma.
Las disertaciones de Kṛṣṇa no hacen más que repetir aquello
que había sido conocido antes, a los hombres perfeccionados de
todos los tiempos y aquello que todas las divinas encarnaciones
ya han declarado: el Hombre es idéntico con el Absoluto
inmanifiesto y también con la Deidad, como lo vemos manifiesto
en la Naturaleza.
Nuestras doctrinas y nuestra educación
nos llevan a pensar que somos inherentemente imperfectos; y si
así lo fuéramos, nunca podríamos, por ningún medio, llegar a
ser perfectos; pero si fuéramos inherentemente perfectos,
podríamos ver, comprender y corregir algún conocimiento
imperfecto y hacer uso de todas las fuerzas, porque es de
fuerzas que estamos aquí tratando, no con formas; es con ideas,
no con personas. Entonces, comenzaremos a comprender que
hay sólo una fuerza o poder: lo Espiritual; y que todos los
variados efectos de ese poder o fuerza que vemos y experimentamos
son debidos a la dirección dada a ese poder por entidades conscientes que son de muchas clases en sus diferentes grados.
Para comprender las “perfecciones divinas”, hay que aplicarlas
universalmente, desde el punto de vista del Yo Uno, el Yo de
cada uno, el Yo de Todo.
Mientras la Gītā es planteada en la forma de un diálogo entre
Kṛṣṇa y Arjuna, así como entre un divino maestro y su
discípulo y puede ser así entendido, el poema puede ser
aplicado en otra forma; Kṛṣṇa es el Yo Superior en cada uno y
Arjuna, la mente, el espejo de las impresiones externas; de tal
manera, el diálogo puede tomarse provechosamente como el
medio hacia la realización del Yo, y a Su ajuste y control de los
componentes inferiores y fuerzas. La nota-clave de la antigua
enseñanza es que el poder creativo y sostenedor de todas las
cosas y seres no es para ser buscado externamente; y tan sólo
puede ser encontrado en la raíz misma de la naturaleza de cada
y todo ser. Como aparece en las Upaniṣads, “El Yo-Ser perforó
las aberturas hacia fuera, por tanto uno mira hacia fuera, no
dentro de sí mismo”. Los sabios, que buscan lo Eterno, miran
hacia dentro, porque “eso que vive y piensa en el Hombre es el
Eterno Peregrino” (la D.S.). Entonces, para el estudiante es
necesario reflexionar sobre las ideas de que él actúa por y como
el Yo de Todo; que el poder de verlo todo y de conocerlo todo
está potencialmente presente en él, es de hecho su Yo
verdadero.
Entonces, por lo menos comprenderá que, cuando
Kṛṣṇa dice: “Ni la asamblea de los Dioses ni la de los Reyes
Adeptos” conocen mi origen porque Yo soy el origen de todos
los Dioses y de mí proceden los Adeptos;; “soy el origen de
todo;; todas las cosas proceden de mí”;; él está hablando aquí del
Yo de Todo y de cada uno; y que el origen de eso que es Eterno
e incambiable no puede ser descubierto, porque es ambos Ser y
No-Ser. Como lo señala Patañjali, “El Alma es el Percibidor;; es
la visión misma, pura y simple y esta mira directamente las
ideas”. Esto quiere decir que cada ser humano tiene el poder de
ver y de conocer todas las cosas, no importa cuán restringido
pueda ser ese poder en cualquier ocasión; y que la restricción
yace en las ideas más o menos estrechas a las que él se adhiere, las cuales forman la base para sus acciones.
Este auto-limitado
ámbito de percepción, no sólo previene el ejercicio completo de
sus poderes como Yo, sino que actúa como una barrera al
correcto entendimiento de su observación y experiencia; en
consecuencia que, aún el hombre de hoy puede decir: “Yo soy
el origen de todas las cosas;; todas las cosas proceden de mí”,
porque en lo que a él concierne, las ideas que él ha adoptado y
la naturaleza que él ha adquirido, forman la base para todas las
causas que él ponga en movimiento, mientras que, al mismo
tiempo, constituyen su campo de observación y de experimentación
de los efectos. Por el mismo poder que reside en el Yo, el
Hombre crea el bien y el mal, la ilusión de la separatividad y
todas las imperfecciones. Las perfecciones Divinas son universales;
y ellas pueden solamente ser alcanzadas actuando por y
como el Yo en todas las cosas.
Este estado puede ser obtenido
por una eliminación gradual de todas las bases de acción que
crean la separatividad.
Arjuna comienza diciéndose a sí mismo (a Kṛṣṇa), las
características que, de acuerdo a él, pertenecen al máximo poder
y sitial. “Tú eres Parabrahman” (más allá de Brahman), “Tú
eres la Presencia Eterna, el Divino Ser; todo penetrante; sin
comien-zo”. “Sólo tú puedes conocerte a ti mismo por medio de
tu Yo”. “Solamente tú puedes declarar plenamente tus poderes
divinos”. “¿Cómo puedo yo, que pienso constantemente en ti,
ser capaz de conocerte?” “¿En qué particulares formas habré de
meditar sobre ti?”
La respuesta comienza con: “Te voy a familiarizar con mis
principales manifestaciones divinas, porque la extensión de mi
naturaleza es infinita. Yo soy el Ego que se asienta en los
corazones de todos los seres; Yo soy el comienzo, la mitad y el
final de todas las cosas existentes”. Él prosigue, entonces, a
declarar que, entre los dioses, el Yo es lo supremo; entre las
esferas planetarias, el Sol es su expresión; entre los espíritus del
aire, el jefe de estos es una expresión de Eso; entre las escrituras
sagradas, Eso es la esencia de aquellas, la canción o el sonido
que todo lo impulsa; y así sucesivamente a través de una larga enumeración de formas, poderes y cualidades que ya son
conocidas por Arjuna. Él termina diciendo: “Yo soy, Oh
Arjuna, la simiente de todas las cosas existentes y no hay nada,
ya sea animado e inanimado, que esté sin mí”.
“Mis divinas
manifestaciones no tienen fin, las muchas que Yo he
mencionado han sido dadas sólo como ejemplo. También sabe
que cualquier criatura que sea permanente, de buena fortuna o
poderosa, nace de una porción de mi energía. ¿Pero qué, Oh
Arjuna, haz de hacer tú con tanto conocimiento como este? Yo
he establecido este universo con una sóla porción de mí mismo
y sin embargo, permanezco separado”.
Arjuna le ha preguntado a Kṛṣṇa bajo qué forma particular
debería el Yo ser adorado. La respuesta de Kṛṣṇa fue: “bajo
todas las formas”, porque no hay nada en el universo, animado
o inanimado, que esté desprovisto de YO. El buscador de la
Verdad y del conocimiento debe ver al Yo Uno en todas las
cosas y todas las cosas en el Yo, y entonces actuar por y como
el Yo de Todo. Todas las escrituras sagradas están dirigidas al
individuo porque es desde dentro del individuo, y sólo del
individuo, que la reforma puede comenzar y ha de ser llevada a
cabo. El estudio y la aplicación de la Gītā tiende a derribar
todas las ideas que están basadas en la separatividad, e inculca
en el estudiante la idea de que el camino hacia el conocimiento
de las divinas perfecciones yace en el servicio universal, sin
distinción de castas, credo, sexo, color o raza.
“El Auto-
Conocimiento es la criatura de la acción benévola”.
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