La Teosofía, como lo indica la palabra, es la
Sabiduría Divina; pero sólo podemos tener un concepto de esa Sabiduría de acuerdo
con nuestras propias capacidades. Para nuestros propósitos, pues, podemos
definirla como la Sabiduría declarada en todas las cosas; una Sabiduría que
debe tener una relación con las cosas que observamos, con nuestra experiencia
práctica.
En cualquier concepto
que nos formemos de Dios como Realidad, o del hombre y el universo en relación
con Dios, no podemos ir en contra de los hechos, o sea de nuestras experiencias,
cualquiera que sea la explicación de esas experiencias. Entre esos hechos
innegables se cuentan las observaciones de la Ciencia; pero no las deducciones
de ellas, de las cuales hay muchas, ni tampoco las teorías, que cambian de
cuando en cuando, y que deben seguir cambiando a medida que se despeja algo más
de esa “X” que la Ciencia deja por fuera. Varias de esas incógnitas se han ido
presentando ante la Ciencia en su progreso. Las deducciones y teorías deben
juzgarse sobre sus propios méritos, y cada uno de nosotros debe sentirse libre
para juzgarlas. Bien puede ser que ciertas teorías científicas concuerden con
la opinión oculta en ciertos puntos, o que hasta se identifiquen esencialmente
con esa opinión oculta, aunque se expresen en otros términos.
La palabra
“oculta” suena misteriosa, pero significa solamente “lo oculto”; y lo que está
oculto a nuestra limitada visión y percepción en la Naturaleza es inmensamente más que lo que
está descubierto y patente en la superficie.
La
Ciencia, en el sentido moderno, se basa en observaciones y ha crecido sobre
ellas. Pero lo que se observa no es sino una apariencia, una forma. Detrás del
frente o fachada de esa forma hay una serie de factores causativos. Y el
intento de conocer algo de esos factores y de sus creaciones a diferentes
niveles, es lo que da origen a lo que se llama Ocultismo.
Hay
algo que trasciende a las formas que podemos observar en cualquier plano de materia;
y ese algo pertenece a la naturaleza de la vida o consciencia, al lado
subjetivo. El Ocultismo estudia tanto ese lado subjetivo como el objetivo.
Cuando la vida o consciencia se manifiesta por medio de una forma, en cualquier
clase de actividad observable, entonces la Ciencia puede tomar esas actividades
y hablar de esa vida o consciencia en términos de esas actividades. Pero la
visión científica está limitada por el hecho de que existen límites definidos
para las facultades de observación física que el hombre ejerce. Sólo conocemos
el mundo externo dentro de ciertos sectores definidos en una escala de
vibraciones que se extiende por cada uno de sus extremos mucho más allá de
nuestro actual alcance normal. Teóricamente, esta escala puede ser infinita.
Puede existir en algún medio desconocido una onda que corresponda a cualquier
longitud que podamos postular, hasta donde sabemos.
Si
tal es el caso, ¿no es posible que lo que consideremos como experiencias
subjetivas de una persona, por ejemplo sus sentimientos místicos o religiosos,
tengan también un lado objetivo, pero que ese lado objetivo esté en un nivel
más sutil o más elevado que el de las vibraciones que afectan nuestros sentidos
normales?
La
Ciencia construye desde abajo. El edificio Oculto incluye los cielos en
expansión, la vida y la Tierra. Pero el fundamento de la estructura global debe
consistir en datos objetivos; fundamento en el sentido no de un comienzo, sino
de lo que es real para todos nosotros, es decir, los hechos objetivos. La
estructura bien puede tener su origen en la cúspide, en el ápice del
coronamiento de la cúpula central. En otras palabras, puede ser una estructura
colgante de un punto en la cúspide, una estalactita muy notable. Esto nos
parece absurdo. Es tan absurdo como la idea de que la gente al otro lado de
este globo está colgando con la cabeza hacia abajo, y los pies hacia arriba.
Arriba y abajo son términos relativos que deben entenderse como dentro y fuera,
o como lo unificado y lo diferenciado.
Si
en esta visión de un movimiento desde el centro hacia la circunferencia,
introducimos el concepto de una disminución de espiritualidad y un aumento de
materialidad, obtenemos la verdad como la ve el Ocultismo. Si lo que llamamos
estructura es un movimiento desde arriba hacia abajo, sus extremos más bajos
deben concordar con los datos, colocados como bolos en este nivel que nos
parece pequeño. La Ciencia o Filosofía Oculta intenta transmitir los hechos, y
explicar con la mayor precisión todo lo que existe, todo lo que podemos
observar, todos los fenómenos, naturales y humanos.
El
cimiento está correcto sólo cuando los datos están completos; entonces pueden
levantarse los muros; es decir, podemos hacer una estructura de deducciones
lógicas, hasta cierto punto y obtener alguna idea, si no de los diversos pisos
de la casa del Padre (para usar un término Cristiano), y de su techo o la forma
del techo, por lo menos sí un concepto unificado de la luz del techo. De esa manera
obtenemos una idea diagramática y necesariamente esbozada del edificio, idea
que puede no estar equivocada, hasta donde ello es posible. Cualquier declaración
científica, suficientemente amplia para definir un campo completo de hechos, tiende
a volverse abstracta -geométrica, ecuacional, etc.-, y falta de contenido
vital, de experiencia y consciencia vivas.
La
Sabiduría Divina debe incluir todo lo visible y lo invisible, todo lo
perteneciente a la vida y a la forma, lo subjetivo y lo objetivo. Supongamos
que conocemos todo esto, en cierto grado; ¿formará ese conocimiento un todo
completo, una síntesis? Sólo puede haber una síntesis en el campo del conocimiento
si hay cierta coherencia o armonía en lo conocido, o sea en el Universo. Las
cosas se mantienen unidas de cierta manera bajo la presión de fuerzas que
actúan con forme a ciertas leyes. Podemos conocer esta condición, analizar sus
partes. ¿Pero existe en el universo un principio causante de una armonía mayor,
más profunda y más fundamental, que produzca una unión final de todas las partes,
y las coloque dentro de cierto orden que pueda describirse como una síntesis
fiel y completa, poseedora del más alto significado?
La
Teosofía, que es una versión moderna de la Sabiduría Antigua con respecto a
estas cosas, responde a esta pregunta en forma afirmativa. Einstein, antes de
llegar a sus teorías, se movía bajo el sentimiento de que la Naturaleza debe
ser un todo, y de que debe haber armonía y cierta uniformidad en sus
operaciones. Esto era fe, y lo condujo a un punto de vista que produjo notables
resultados. Sean sus opiniones susceptibles o no de radicales modificaciones, su
fe la comparte plenamente el Teósofo. La explicación Teosófica tiene el mérito
de observar todo cuanto ocurre, a la luz de principios que, partiendo del más
elevado punto de auto-realización, y siendo deductivamente sólidos, exhiben la
más elevada armonía y proveen un esquema que no excluye ningún hecho observado
o experimentado. Estos principios constituyen un conjunto lógico y son una
especie de átomo metafísico indesintegrable. Mas es un átomo en el que cada uno
de nosotros tiene que soplar el aliento de sus propias realizaciones
conscientes, y entonces el átomo se ensanchará para formar un universo muy
maravilloso.
Hay
en el universo un principio de Unidad, que es la unidad de toda vida. Todo lo
que está manifestado surge de cierta polaridad entre este principio de Unidad y
el principio de Diferenciación, representado por la Materia en todos sus
grados. Otros nombres de esta polaridad son Espíritu y Materia, los cuáles son
inseparables en todos los niveles y en todas las formas. Es sólo la
manifestación del Espíritu la que varía, en grado y en calidad o naturaleza. Y
esta suposición fundamental es la que distingue a la Teosofía de todas las
filosofías materiales y puramente empíricas. Debido a esta suposición, puede
describirse la Teosofía como una filosofía espiritual.
Existe
vida por doquiera, aunque en grados diferentes, hasta en lo que consideramos
como materia muerta e inerte. La consciencia está inherente en la vida. En el
hombre esa consciencia se ha desenvuelto en auto-consciencia, y por ello el
hombre puede conocer ciertas verdades pertenecientes a su naturaleza psíquica y
espiritual, verdades que son subjetivas para su consciencia física.
Es decir,
el hombre puede ahondar en su consciencia y descubrir la verdadera naturaleza
de sí mismo.
La
más importante de estas verdades es la de la unidad de todo cuanto existe. En
la verdad de esta unidad, que es dinámica, reposa la posibilidad de una
síntesis perfecta. Todas las cosas están evolucionando hacia un estado en que
su alma, su verdadera naturaleza vital, se hará más manifiesta; un estado más
perceptivo, más dúctil y capaz de auto-armonización. Cuando este proceso esté
completo, todas las cosas habrán alcanza do su propio orden, un orden que
producirá cooperación mutua y mayor solidaridad, sin que ninguna de las cosas
sacrifique su propia calidad espiritual distintiva,
Al
evolucionar cada cosa de este modo, se hace más capacitada y alcanza sus
verdaderas relaciones con las demás, es decir, las mejores relaciones posibles.
Nosotros podemos realizar esta posibilidad en el género humano. En un sentido
especial, todos los hombres son uno. Dada la inteligencia necesaria y un
espíritu de comprensión mutua, es posible que los individuos, grupos y naciones,
diferentes como lo son, cooperen entre sí, con el efecto de enriquecer grandemente
la vida de cada cual y de constituir un espléndido conjunto humano,
La
Teosofía extiende este concepto al universo entero. El Universo está animado
por la misma Vida, que es la Vida de Dios, aunque en el hombre está desenvuelta
en grado más alto que en los reinos inferiores. Existe una unidad de Espíritu.
Este Espíritu, reflejado en la materia, se manifiesta en múltiples aspectos. Cada
aspecto es una individualidad distinta que en cada caso se manifiesta en cierta
forma. Nada puede manifestarse sin una forma.
El
Espíritu es trascendente y siempre intangible en todos los niveles objetivos.
Despide rayos infinitos que constituyen el alma de cada forma, aunque una forma
difiera de otra en capacidad y naturaleza. La manifestación de la
individualidad, que es la naturaleza de la vida encerrada, no es estática sino
progresiva. Esto es evolución, la cual, según la Ciencia, es una evolución de
especies, y según la Teosofía es una evolución de formas, compañera del
desenvolvimiento de la vida.
La
vida inmanente es una y múltiple. Una, desde el punto de vista del Espíritu que
es el centro; múltiple y diferente, desde el punto de vista de la Materia o
expresión que representa la circunferencia.
La
síntesis de que hablo no es meramente una síntesis en nuestro conocimiento que
nos da una mejor comprensión, sino una síntesis en la Naturaleza misma. Si
pensamos en la vida que está dentro de las cosas, hay la posibilidad no
meramente de una síntesis que es una unión, sino hasta de una integración, la
cual es más que unión e implica una unidad. Puesto que el Uno se ha vuelto muchos,
los muchos pueden volver a convertirse en el Uno dentro de una consciencia
realizada. Pero del lado de las individualidades, que son distintas, la
síntesis debe significar armonía perfecta, productora de simpatía, cooperación
y felicidad.
Siendo
éste el punto de vista Teosófico, puede acoger todo cuanto haya de verdadero en
cualquier filosofía o religión o ciencia. Estas, especialmente la Religión y la
Ciencia, han parecido ser opuestas entre sí en el pasado, pero meramente
representan diferentes ángulos de acercamiento.
La Ciencia se acerca desde
afuera a las cosas del universo y registra sus observaciones.
Luego establece
las relaciones en lo que ha observado. También propone teorías para explicar
esos hechos, tales como la Teoría de la Relatividad. La Filosofía opera en el
plano de la mente, tomando en cuenta todas las experiencias mentales; examina
la validez de esas experiencias, extrae de ellas conclusiones, y trata de
arreglar estas en cierto orden para iluminar los procesos naturales.
La
Religión se ocupa de ciertos tipos de esas experiencias, los más profundos, y
formula teorías o ideas para explicarlos. Puesto que fuera de nuestras experiencias
no existe nada sobre qué construir, y toda experiencia es terreno de estudio,
en Teosofía estudiamos Ciencia, Filosofía y Religión.
Sabiduría
es mucho más que conocimiento, el cual ordinariamente no es sino conocimiento
de hechos y procesos. Nuestra sabiduría consiste en el uso que hacemos de esos
hechos y procesos.
La Sabiduría no consiste en mera ingeniosidad, ni siquiera
de parte de Dios.
No hay nada más maravilloso que la ingeniosidad de la
Naturaleza. Mas todo, ¿con qué fin?
Hay un hondo propósito en la Naturaleza, el
cual es el auto-desenvolvimiento de todas las cosas, de la naturaleza oculta en
ellas. En este desenvolvimiento hay Gozo, hay Creación, hay Belleza.
La
Sabiduría de Dios está en Su naturaleza que se manifiesta a través del universo
y es inseparable de él. Esa Sabiduría es la que ha producido las muchas formas
con el impulso de la Vida Una.
Las formas se hacen más y más significativas a
medida que se cargan con el poder de la unidad.
Más significado, más poder más
individualidad, significa una integración más verdadera e íntima entre los
elementos que componen esa forma. La Sabiduría final de Dios está en la
síntesis que resulta de todas las formas en evolución: en cierto orden que
alcanzan ellas, que es un orden perfecto.
Desde
el punto de vista de esta Sabiduría, la construcción de todo el universo, su naturaleza,
puede expresarse en términos extremadamente simples. Puesto que todo es lógico
y procede en una ilación natural, todo es simple en el centro. Se complica en
la circunferencia. En el principio, Espíritu y Materia, los dos polos manifestados
de la única Realidad absoluta; toda vida es el juego del Espíritu sobre la
Materia, o la interacción entre ellos. Imaginemos al Espíritu como el centro, y
la materia física densa como la circunferencia. La Materia existe en grados
diferentes de finura y sutileza, sobre los radios que conectan el centro con la
circunferencia. Y así hay en este universo materia de diferentes grados y
tipos, y hay formas de cada tipo de materia, constituyendo mundos diferentes.
Todos estos mundos son, como si dijéramos, secciones relacionadas de un solo
mundo.
La
evolución es infinita, pues no hay límites para la potencialidad del Espíritu
que está realizándose cada vez más en las formas. Cada ser humano individual y
cada especie de vida, representa una manifestación progresiva del Espíritu, una
manifestación que continúa aún después de la muerte del cuerpo físico, porque
el Espíritu es inmortal. Deben existir en el universo, y los hay, Seres que
habitan principalmente en los mundos sutiles, y en quienes ese desarrollo que
está ocurriendo por doquiera, ha alcanzado un estado más alto; y quienes, por
consiguiente, son semejantes a Dios en Poder, Sabiduría y Amor. El Hombre está
destinado a crecer de manera semejante. Todo esto, aunque aparentemente
teórico, se deduce en forma extremadamente lógica de premisas simples, responde
a innumerables preguntas, y tiene mucho terreno racional en qué apoyarse.
Nuestro
conocimiento de la Sabiduría Divina tiene por fuerza que ser parcial y limitado
en extremo. Nuestro horizonte, desde cualquier altura de donde podamos dominarlo,
tiene que ser un fragmento minúsculo de una esfera infinita. Sin embargo, la visión
que logramos es amplia. Por lo menos tiene un contorno definido. Por lo menos
tiene un contorno definido. A ese contorno se le ha dado el nombre de Teosofía y
dentro de el podemos incluir cualquier conocimiento que nos venga. Pone todo
nuestro saber dentro de cierto orden, dándonos una idea cada vez más llena del
significado de los procesos en que nos vemos envueltos. Esta comprensión tiene
que ser tanto de la vida como de la forma. Pues la vida es el agente sintetizador.
Y el conocimiento de la vida puede venir solamente con la percepción de los
demás, con una comprensión de ellos que sea sensitiva, simpática e imaginativa,
y con cierta liberación de las ataduras a nuestro propio ser limitado y
separado.
Es
posible tener cierto conocimiento del todo, sin un conocimiento de las partes;
tener algún conocimiento de la vida, sin mucho estudio de las formas. Pero se
conoce más de lo que existe en la unidad cuando el conocimiento se despliega en
acción, cuando se objetiviza en formas.
La forma perfecta es aquella por medio
de la cual se revela plenamente la naturaleza innata de una cosa. Hacia una
forma así, perfecta en todo sentido, están moviéndose firmemente el hombre y
todas las cosas de la naturaleza y del Universo.
N. SRI RAM
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