La Voz del Silencio es realmente un libro que
describe el viaje del hombre por el sendero espiritual.
Este viaje puede ser ,en general, dividido en
tres partes. La primera parte consiste en la preparación para el Sendero; la
segunda parte tiene que ver con el descubrimiento del Sendero; y la tercera
parte está esencialmente relacionada con el hollar el Sendero. O sea, que los
Tres Fragmentos de La Voz del Silencio tratan estos tres aspectos: la
Preparación, el Descubrimiento y el Recorrido del Sendero espiritual. Ellos
pueden ser considerados como Dharana, Dhyana y Samadhi. H.P.B. describe a
Samadhi o Contemplación como "el estado de visión perfecta". A menos
que el neófito tenga esta visión perfecta no podrá hollar el Sendero de
Perfección. Pero, ¿cómo obtiene él esta visión perfecta? Obviamente en la condición de
Dhyana, porque Dhyana es el momento de iniciación, la expansión de la conciencia.
Es una condición en la que "la gota de rocío se introduce en el brillante
mar" o el mar entra en la gota de rocío.
En el estado de Dhyana o meditación desaparece
la dualidad de sujeto y objeto, y seguramente no puede haber descubrimiento
donde la dualidad del sujeto y el objeto persista. De este modo, la meditación
es preeminentemente un momento de descubrimiento, pero el descubrimiento
implica la existencia de la cosa descubierta. En la meditación evidentemente el
neófito descubre la Realidad; pero la Realidad siempre es no tiene por qué ser
traída a la existencia.
Si es así, ¿por qué no descubrimos a la
Realidad de momento en momento? Porque hay pantallas ocultando la Realidad, y
las pantallas han sido puestas por la mente humana. Es solamente cuando se
rasga velo tras velo que la Realidad surge a la vista.
Es al rasgar estos velos que la mente humana
alcanza la condición de Dharana, un estado de atención total y sin
distracciones en el cual sólo la Realidad puede ser percibida.
El paso del neófito por las Tres Cámaras es un
proceso de rasgar los velos que ocultan la Realidad. Hemos visto que los tres
atributos de la mente: Inercia, Actividad y Equilibrio, distorsionan nuestra
visión de la Realidad. Por lo tanto, tiene que haber un completo descondicionamiento de la mente antes
que el neófito pueda llegar a Dhyana, el momento supremo de iniciación. H. P
.B. indica esto muy bellamente, en el siguiente pasaje:
"Las aguas puras de la vida eterna,
claras y cristalinas, no pueden mezclarse con los barrosos torrentes del
tempestuoso monzón."
"La gota de rocío celestial acariciada
por el primer rayo de sol matinal que brilla en el
seno del loto, una vez caída en tierra,
conviértese en barro; mira, la perla es ahora
una partícula de cieno." (52,53)
No puede haber una mezcla entre las
"aguas puras de vida eterna" y los "barrosos torrentes del
tempestuoso monzón". A menos que la mente esté completamente libre de los
torrentes barrosos del "yo" no podrán descender a ella las aguas
puras de la vida eterna, porque cualquier descenso desde lo
alto a una mente que está sucia resultaría como la perla que se vuelve una
partícula de lodo. Aún las cosas más nobles de la vida se tornan meras
partículas de barro bajo las maleables influencias de una mente contaminada. La
mente es experta en verba1izar; escoge palabras hermosas y pone en ellas el feo
contenido de sus propios anhelos. Por lo tanto, la mente tiene que ser
despojada de todo antes que pueda servir de cáliz para recibir las puras aguas
de la vida eterna. Esta es la condición a la que debe llegar el neófito si
quiere experimentar los goces del descubrimiento espiritual en la gran hora de
la meditación. En tanto permanezca en la mente la más pequeña semilla, la
meditación estará fuera del alcance del neófito. En lo que se conoce como
"meditación con semilla" no hay meditación en absoluto, es tan sólo
una condición de Dharana. El neófito puede confundir la Cámara de la Sabiduría
por la de Meditación y asentarse allí considerando esto como el fin de su
viaje; pero, en esta Cámara existe aún la pequeña semilla de la
"conciencia del yo", y puesto que el neófito está consciente de sus
victorias sobre el yo inferior, consciente de que está en un estado de armonía
o equilibrio, su mente está aún cubierta por el atributo de
Sattva, el atributo de virtuosidad. Aún esta pequeña semilla debe desaparecer
antes de que el neófito pueda entrar en la Cámara de la Meditación.
Es a esto que se refiere H. P .B. en el
siguiente pasaje que nos introduce en la gran enseñanza mística de los Siete
Sonidos. Dice ella:
"Antes de afirmar tú pie en el peldaño
superior de la escala, la escala de los sonidos
místicos, debes oír la voz de tu DIOS interno
de siete maneras. " (41)
El Dios interno es, obviamente, el Yo Superior
del neófito. El ha dejado atrás al yo inferior en la Cámara de la Instrucción,
el yo que fue creación de la mente. La Cámara de la Sabiduría es la región del
Yo Superior: pero es a este Yo Superior al que se adhiere la semilla, pequeña e
imperceptible, de "la conciencia del yo". Es bien evidente el hecho
de que H.P.B. hable de la destrucción de seis de los siete sonidos. Si estos siete sonidos representan la voz del Dios
interno, ¿por qué deberían ser destruidos? Obviamente hay alguna contaminación
que se adhiere a estas voces del Dios interno, y por lo tanto, a menos que
estas voces se destruyan, no podrá ser oído el Sonido Insonoro.
Los Siete
Sonidos descriptos por H. P .B. son:
"La primera es como la dulce voz del
ruiseñor cantando una canción de despedida a su compañera."
"La segunda llega como el sonido de un
címbalo de plata de los Dhiani despertando a las titilantes estrellas."
"La siguiente es como el lamento
melodioso del espíritu del océano aprisionado en su seno."
"Y ésta es seguida por el canto de la Vida."
"La quinta es como el sonido de flauta de
bambú que vibra en tu oído."
"Luego se cambia en un sonar de
trompeta."
"Finalmente suena como el sordo retumbar
de una nube tempestuosa."
"La séptima devora a todos los otros sonidos, que mueren y no se oyen más." (42 al 49)
¿Cuál es el significado de esta enseñanza
acerca de Los Siete Sonidos y qué lugar ocupa aquí en esta etapa en la que se
encuentra el neófito en su peregrinaje espiritual? Los Siete Sonidos
representan, obviamente, los diferentes niveles de conciencia del hombre. Habiéndose disociado el neófito del yo
inferior, está ahora lleno de la conciencia del Yo Superior, en la Cámara de la
Sabiduría; pero, ¿qué es esta conciencia del Yo Superior? ¿Es un sentido de
superioridad sutil, un sentimiento de triunfo sobre lo inferior? Si es así, la espantosa herejía de
la separatividad ha aparecido, disfrazándose como el Yo Superior. Luz en el
Sendero dice:
"Los vicios del hombre corriente pasan a
través de una transformación sutil y reaparecen en el corazón del
discípulo."
Donde haya un sentimiento de superioridad, de
conciencia de triunfo y victoria, los vicios del yo inferior han de reaparecer
bajo la apariencia del Yo Superior. Es por esto que H.P.B. dice que antes que
el neófito ponga su pie en el peldaño superior de la escala debe oír las voces del Yo Superior en
diferentes niveles. En otras palabras, el neófito debe examinar todo lo que
yace bajo la superficie del Yo Superior. Los niveles más elevados del Yo Superior
aparentarán voces que son hechizadoras. El neófito será probablemente arrullado
en un sueño placentero, oyendo estas voces, sintiendo que el Yo Superior es
puro y sin mácula; pero es sólo cuando asciende hasta el séptimo sonido, el estrato más bajo de la
conciencia de su Yo Superior, que él encuentra que todas las otras voces han
sido absorbidas. Él está cara a cara con el "sordo retumbar de una nube
tempestuosa".
Apagados están los dulces sonidos del címbalo,
la villa y la flauta. El neófito había pensado que estaba completamente libre
de los vicios del yo inferior pero, indudablemente, ellos parecen haber
reaparecido refugiándose bajo el ala protectora del Yo Superior.
¿Cuáles son estos vicios? Son los sentimientos
de la propia rectitud, la conciencia de ser virtuoso. Estos son los últimos
vestigios de la "conciencia-del-yo" y es por eso que se dice que el
orgullo es uno de los obstáculos que estorba el movimiento del neófito hacia el final. Es el orgullo espiritual el
que muy a menudo se ensoberbece bajo la capa del Yo Superior.
Es este orgullo espiritual el que debe
desvanecerse completamente antes de que la hora de la Iniciación pueda llegar.
H.P.B. dice:
"El yo de materia y el Yo del Espíritu
jamás podrán encontrarse.
Uno de los dos debe desparecer; no hay lugar para ambos."
"Antes que la mente de tu alma pueda
comprender debes aplastar el capullo de la personalidad y al gusano de los sentidos
destruir Sin resurrección posible." (56-57)
La personalidad ha de ser sojuzgada antes que
el Peregrino espiritual pueda salir de la Cámara de la Sabiduría y entrar al
Valle de la Bienaventuranza. Los Siete Sonidos son los sonidos de la mente y
ellos pueden ser silenciados sólo cuando sea examinado el contenido del Yo Superior. Es entonces que el
neófito se halla en la condición de Sueño Profundo, listo para entrar en el
Valle de la Bienaventuranza.
Mas, aquí puede surgir una pregunta: ¿No es
Sushupti, el Sueño Profundo, una condición peligrosa dada la vaciedad que
indica? ¿No quedará el individuo expuesto a influencias indeseables por causa
de esta pasividad? El siguiente versículo del Bhagavad Gita quizá pueda
ayudarnos a comprender lo que significa la conciencia de Sueño Profundo:
"Lo que es noche para los demás seres, es
día para el hombre disciplinado; y cuando en vigilia están los demás seres, es noche
para el Sabio Vidente." (11-69)
Esto muestra que la condición de Sueño
Profundo no es pasiva. Hay un profundo despertamiento presente en la conciencia
del hombre, el cual puede ser llamado de Conciencia Pura; pura porque es el estado
de conocimiento sin la dualidad de sujeto y objeto. Se ha realizado la unión del sujeto
y el objeto, del que percibe y de lo percibido. Semejante conciencia profunda
es una condición de sensibilidad, no de pasividad. Es esta condición de Sueño
Profundo la que está indicada en el siguiente pasaje de La Voz del Silencio:
"No podrás hollar el Sendero antes de que
te hayas convertido en el Sendero mismo." (58)
El discípulo debe convertirse en el Sendero
mismo antes de que pueda comenzar a hollarlo.
¿Qué significa esto? Significa
que la dualidad de Sendero y Caminante del Sendero debe desaparecer. Donde
persista esta dualidad, allí el individuo estará perdido en los enredos de la disciplina, la lucha y
los conflictos; pero cuando él y el Sendero no son diferentes, entonces no
surge el problema de la disciplina. En tanto exista la conciencia de "yo
estoy hollando el Sendero" no habrá Sendero en absoluto.
El hombre no ha alcanzado el Sueño Profundo, y
permanece en el estado de Sueño.
El gran descubrimiento del Sendero viene
solamente cuando el neófito, el hollador del Sendero, ha desaparecido. El
descubrimiento es el punto de partida del Sendero, el punto de iniciación. Es
en Sueño Profundo, y allí solamente, que se alcanza este punto.
Que la condición de Sueño Profundo, la
condición en la que el discípulo sale de la Cámara de la Sabiduría, no es
pasiva sino de extrema sensibilidad, puede ser confirmado por el siguiente
pasaje que aparece en La Voz del Silencio:
"Deja que tu alma preste oído a todo
grito de dolor así como el loto desnuda su corazón para absorber el sol
matinal. "
"No permitas que el ardiente sol seque
una lágrima de dolor antes de que tú la bayas enjugado del ojo del que sufre." (59-60)
Se necesita una extraordinaria sensibilidad
para enjugar la lágrima en el ojo del que sufre antes de que el ardiente sol la
haya secado. Es la mente que no tiene compromisos la que puede ser tan
sensitiva. Y una mente sin compromisos no tiene distracciones, no tiene resistencias. No hay yo que tenga que
defender, ni inferior ni superior. Es tan sólo una mente así la que puede
escuchar el sufrimiento de los demás. Es innecesario decir que una mente pasiva
no puede tener esta sensibilidad. Una mente pasiva está embotada debido al peso de sus hábitos; una mente
sensitiva es libre, capaz de dar toda su atención a cualquier cosa ya todas las
cosas porque no se apega a nada ni nada se le adhiere. Es con referencia a una
mente así que las siguientes palabras fueron dichas por H.P.B.:
"... permite que cada ardiente lágrima
humana caiga en tu corazón y que allí permanezca, y no las enjugues basta que
el dolor que las ha causado sea eliminado."
"Estas lágrimas... son las corrientes que
irrigan los campos de la caridad inmortal.
Es en un suelo tal que crece la flor de media
noche, la flor de Buddha..." (61-62)
Para recibir el impacto total del dolor de
otro sin explicaciones, juicios o justificaciones, se necesita una mente muy
sensitiva, libre de toda resistencia. Es en el terreno de una mente así que
crece la flor de media noche del Buddha. Una flor de media noche es una flor que se levanta cuando todo está
dormido. Es sólo en el silencio del Sueño Profundo que tan extraña flor puede
crecer.
El discípulo que sale de la Cámara de la
Sabiduría en la condición de Sueño Profundo y entra en el Valle de la
Bienaventuranza es el único que puede "ayudar a la Naturaleza y trabajar
con ella". La Naturaleza lo observa "como uno de sus creadores"
y le "prestará obediencia". Con la voluntad de la mente sojuzgada más
allá de la resurrección, él percibe la Voluntad de la Naturaleza, el Plan de
Dios, y es uno con él. A un hombre tal la Naturaleza le desvela sus más
recónditos secretos, el Sendero yace ante él como un libro abierto. Le es concedida al neófito
una percepción espiritual sin velos, y éste es, en verdad, el cuarto estado de
conciencia, el estado en que la copa vacía ha sido llenada con las "aguas
puras de la vida eterna, claras y cristalinas".
¿Llegará el neófito a este estado
trascendental o se demorará en la Cámara de la Sabiduría arrobado por la luz de
su propio Yo Superior? Apegarse al Yo Superior es el último vestigio de orgullo
que el discípulo debe desechar para no ser arrastrado por su peso nuevamente dentro del cieno de las
ideaciones de la mente. Escuchemos lo que H.P.B. dice:
"...Ay de ti (discípulo) si hay un sólo
vicio que no hayas dejado atrás, porque entonces la escalera cederá y te derribará; su base se
apoya en el profundo cenagal de tus pecados y defectos, y antes de que intentes cruzar
este ancho abismo de materia, habrás de lavar tus pies en Aguas de Renunciación.
Ten cuidado, no sea que pongas un pie todavía
sucio en el escalón inferior de la escalera. Ay de aquel que se atreva a
ensuciar un escalón con un pie embarrado. El fango inmundo y viscoso se secará,
se aferrará tenaz y pegará su pie en ese sitio y, como pájaro atrapado en la mezcla pegajosa del
cazador de aves, quedará impedido para un progreso ulterior. Sus vicios tomarán forma y
lo arrastrarán hacia abajo. Sus pecados alzarán sus voces, semejantes a la risa
y al aullido de los chacales al oscurecer; sus pensamientos serán legión y lo llevarán cual
prisionero." (69)
Cada vicio tiene que ser dejado atrás y el
vicio más poderoso es la conciencia de victoria sobre otros vicios. Claro está
que ésta es la conciencia del Yo Superior del hombre, y es ésta la que se
muestra a sí misma como orgullo espiritual en la vida del discípulo. En tanto
permanezca, otros vicios "tomarán forma y lo arrastrarán hacia
abajo". Así, H.P.B. dice:
"...torna impotentes a tus vicios antes
de dar el primer paso en el majestuoso viaje". (70)
Mas los vicios no son reducidos a la
impotencia mientras permanezca el orgullo espiritual, mientras uno esté
consciente apenas de un Yo Superior. Como antes se dijo, la conciencia del Yo
Superior es verdaderamente la conciencia de victoria sobre el yo inferior. Esta conciencia de victoria sobre lo
inferior es el momento de peligro más sutil para elperegrino espiritual porque
es en esta conciencia que la memoria completa del pasado está
imperceptiblemente presente. y la memoria del pasado, tarde o temprano,
arrastra al neófito hacia abajo, dando forma, uno a uno, a sus vicios
aparentemente olvidados. Es esta advertencia la que hace H.P.B. en inequívocas
palabras cuando dice:
"Un sólo pensamiento acerca del pasado
que has dejado atrás te arrastrará hacia abajo y deberás entonces recomenzar tu ascenso."
"Mata en ti todo recuerdo de pasadas
experiencias. No mires atrás o estarás perdido." (74-75)
La memoria de pasadas experiencias es,
ciertamente, el punto de partida de la propia caída espiritual. Y nuestro así
llamado Yo Superior es, en verdad, la memoria de experiencias pasadas,
llámesele Cuerpo Causal o con cualquier otro nombre que se quiera darle. La
memoria del hombre contiene centros de reconocimiento psicológico, y es aquí
que los vicios retienen su potencia. Ahora la conciencia de un Yo Superior es
la conciencia de virtud, de victoria moral. En otras palabras, en la pura
conciencia de virtud hay un sentimiento de victoria sobre el vicio. Es este
sentimiento de victoria el que sin duda es el centro de reconocimiento
psicológico. Es este centro el que da forma a los vicios y arrastra al neófito
hacia abajo.
La conciencia de la virtud surge de un sentimiento de seguridad, pero en el
sentimiento de seguridad siempre está presente el miedo a la inseguridad y, por
lo tanto, miramos constantemente hacia atrás con la esperanza de que los vicios
que dejamos en pos de nosotros no nos estén siguiendo, pero ya este mirar atrás
da potencia al vicio. Es por eso que H. P .B. dice: "No mires atrás o
estarás perdido". Es el mirar atrás lo que fortalece los centros de
reconocimiento psicológico. El deseo de mirar atrás procede del miedo a la
inseguridad. A mayor inseguridad, mayor es el apego a la falsa seguridad.
Extrañamente, la conciencia de la virtud contiene este miedo, y el miedo hacia
los vicios que han sido dejados atrás puede atraparnos. La virtud que tiene que
recordarse a sí misma sus victorias sobre el vicio no es virtud en absoluto.
¿Cómo puede la virtud coexistir con el miedo? Y, ¿no es el orgullo espiritual
una forma del mecanismo de defensa de la mente contra este miedo? Demás está
decir que una mente que tiene miedo es una mente corrupta y contaminada, no
puede tener calidad espiritual en sí, está llena de "los barrosos torrentes del monzón".
Es la memoria de pasadas experiencias lo que
en verdad es la causa de las distracciones de la mente. El pasado incompleto
siempre necesita un futuro que se llene a sí mismo, y es el pasado incompleto
el que deja huellas de memoria psicológica. El pasado y el futuro son los dos
polos opuestos de los movimientos de la mente. ¿Cómo puede haber reposo en tanto continúe ese movimiento ? Y,
¿puede la naturaleza de Dharana ser comprendida mientras la mente no esté en un
estado de reposo ? Hemos visto que la causa raíz de los movimientos de la mente
es la memoria del pasado, no la memoria de eventos cronológicos, sino la
memoria de atracciones y repulsiones psicológicas. La mente que está libre de
las distracciones de la memoria es, verdaderamente, la que está pronta para
Dharana.
El proceso total de disociación que hemos
comentado con respecto a las Tres Cámaras es, en verdad, un proceso de liberar
la mente de las distracciones de la memoria. El No- Yo, el Yo y por último el
Yo Superior, son los depositarios de la memoria. Siendo conscientes de la
naturaleza transitoria de las cosas, examinando el proceso del propio pensar y
observando el contenido de nuestras propias virtudes, son procesos de
disociación por los que se alcanza un estado de completa libertad. Es una
condición de renovación de la mente, porque aquí ella se ha vuelto pura y
fresca. Es volver a obtener el estado infantil a lo que se refiere H.P.B. en el
siguiente pasaje:
"La rosa ha de reconvertirse en capullo
nacido del tallo paterno antes que el parásito haya devorado su corazón y
absorbido su savia vital" (77)
"El discípulo debe recobrar el estado
infantil que ha perdido antes que el primer sonido pueda incidir sobre su oído." (79)
El parásito que devora el corazón y absorbe la
savia vital es el deseo de apegarse. y éste es la memoria de experiencias
pasadas. Es este deseo el que induce al neófito a mirar hacia atrás. La rosa
que se convierte nuevamente en el capullo es ciertamente la condición de la
mente liberada de la memoria de las experiencias pasadas. Es un estado de
renovación, un estado de renacimiento espiritual. Obtener el estado infantil es
renacer espiritualmente. En el estado infantil la mente se haya sin compromisos,
no tiene en ella centros de reconocimiento psicológico. El estado infantil es
esa condición de la conciencia en la que el impacto de la vida es recibido por
el ser total del hombre. Es así como un niño recibe los impactos de la vida; su
conciencia no está dividida, su mente no está en conflictos. En cualquier cosa
que haga, el niño está presente. No está distraído porque no existen centros de
reconocimiento psicológico que lo empujen en diferentes direcciones. Recibir la
vida con la totalidad del propio ser es, ciertamente, el secreto de Dharana o
Concentración. Esto es lo que H.P.B. ha indicado en las dos sentencias que
siguen:
"A menos que oigas, no verás. A menos que
veas, no oirás." (82-83)
Las dos cláusulas anteriores parecen carecer
completamente de sentido si se las considera superficialmente. Uno no podrá oír
a menos que vea y uno no podrá ver a menos que oiga. ¿Por dónde se empieza? Es
un koan que la mente no puede comprender, porque la mente siempre necesita una
secuencia en el espacio y en el tiempo cuando se le presentan dos cosas. ¿Cómo
pueden dos cosas permanecer en el mismo lugar al mismo tiempo ? Este es el
problema que siempre deja perpleja a la mente, y en los términos de la mente no
hay solución para ello.
La coexistencia es desconocida para la mente
y, por lo tanto, ella no puede conocer una experiencia en su totalidad; debe
dividir la experiencia y colocarla en la secuencia de espacio y tiempo antes de
poder conocer de qué se trata. Y, por lo tanto, siempre se pregunta: ¿Cuál es
primero, es el oír o el ver? , pero para aquel que responde a la vida con la
totalidad de su ser, el oír y el ver son simultáneos. y es así cómo el niño experimenta la vida. Tenemos que ser como
niñitos, en el sentido espiritual, antes de entrar al Valle de la
Bienaventuranza. En el estado infantil hay una percepción directa y nada se
interpone entre el sujeto y el objeto. En efecto, en esta condición, el sujeto
no está consciente de que está percibiendo un
objeto. Es un estado de percepción pura. En una mente semejante no existen
imágenes, porque una imagen arrojaría una sombra. Mientras exista alguna
sombra, ya sea de un objeto externo o de un concepto interno, la mente permanecerá inefectiva para Dharana.
H. P .B. dice:
"Aparta tu mente de todo objeto externo,
de toda visión externa. Aparta las imágenes internas, para que no proyecten su
oscura sombra sobre la Luz de tu Alma".
"Tú estás ahora en DHARANA. . . "
(86 -87)
Así, de acuerdo con H.P.B., cuando no se
proyectan imágenes en la mente, imágenes de visiones externas o de ideaciones
internas, entonces el neófito ha llegado al estado de Dharana. Esta es, en
verdad, la condición en que ha cesado toda mentalización. El terreno de la
mente está libre de toda semilla, de modo que la semilla que desciende del
cielo puede fructificar . En Dharana la tierra está pronta para recibir el
regalo del cielo. Exenta de todo conflicto y contradicción, la mente está
receptiva; está en un estado de indagación. El discípulo se ha convertido
verdaderamente en el Buscador. "Busca y encontrarás" ha sido la
antigua verdad proferida por todo profeta y todo sabio. Habiéndose vuelto un
buscador en el estado de Dharana, el discípulo llegará al final de su búsqueda cuando entre en la Cámara de la
Meditación y de allí saldrá para compartir lo que ha descubierto, y este
compartir será ciertamente caminar por el Sendero. Buscar, Encontrar y
Compartir son las tres instrucciones dadas en La Voz del Silencio como Dharana,
Dhyana y Samadhi. Habiendo obtenido el estado infantil, la mente se pone los blancos ropajes de la inocencia, lista para
ser iniciada en los Grandes Misterios de la Vida. Y los secretos del Sendero
son comunicados solamente en el Silencio Creador de la Meditación. Es a este
Supremo Momento de Inspiración al que H.P.B. nos lleva, a través de la instrucción profundamente
significativa contenida en el Segundo Fragmento.
Rohit Mehta
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