En el primer versículo de La Voz del Silencio, H.P.B. hace una distinción entre desarrollo psíquico y desenvolvimiento espiritual, cuando dice:
"Estas instrucciones son para quienes ignoran los peligros de los IDDHI inferiores."
(1)
Es muy obvio que los Iddhi inferiores son los poderes psíquicos, y que estos constituyen las grandes tentaciones en el camino de un aspirante espiritual. Apartarlo de los peligros de los Iddhi inferiores e indicarle el sendero de la verdadera espiritualidad es, por lo tanto, el principal propósito de La Voz del Silencio. En el curso de los Tres Fragmentos, H.P.B. desarrolla el tema de la Vida Espiritual basando sus instrucciones en tres principios fundamentales: Dharana o Concentración, Dhyana o Meditación y Samadhi o Contemplación.
El Primer Fragmento contiene cien versículos que tratan el problema de Dharana o Concentración; esto se ve claro al considerar el versículo ochenta y siete de este Fragmento, donde H.P.B. dice: "Tú estás ahora en DHARANA". De este modo, versículo tras versículo del Primer Fragmento, ella comenta el problema más importante de la vida espiritual: el problema de la Concentración.
Ella dice al comienzo de este Fragmento:
"Quien quiera oír y comprender la voz de Nâda,'el Sonido insonoro', ha de aprender
la naturaleza de Dharana" (2)
¿Qué es verdaderamente Dharana y por qué se le da el primer lugar en el campo de la vida espiritual?
Dharana es la condición no distraída de la mente. En otras palabras, indica ese estado de la mente en el cual es posible dar total atención a cualquier cosa que esté presente en ella. La mente que oscila es incapaz de una atención total y sin una atención total y sin
distracciones, ¿cómo podrá el hombre comprender cosa alguna? Para comprender el Sonido Insonoro, la mente del hombre debe llegar a una condición de atención total. Es obvio que al menos que la mente esté armonizada o integrada no podrá prestar
atención completa a ninguna cosa que trate de comprender. Como dice el Bhagavad Gita:
"Para el no armonizado no hay Razón Pura ni concentración." (II - 66 )
Mas, el problema es cómo llegar a este estado de Dharana..
En los Yoga Sutras de Patanjali, Dharana está precedida por Pratyahara, la que puede ser traducida como "recogimiento", pero este recogimiento no significa un escape o una huída del mundo
fenoménico. No es un proceso de mortificación, de falso ascetismo en el que el hombre huye de los objetos de percepción para que no lo tienten. Debe recordarse que las tentaciones no son causadas por los objetos de percepción sino por las proyecciones
con que la mente los dota. En otras palabras, no son los objetos sino las asociaciones de la mente con respecto a ellos lo que constituye la causa raíz de todas las distracciones. Mientras haya distracciones, la naturaleza de Dharana no podrá ser comprendida.
Por lo tanto, es necesario que el peregrino espiritual se ocupe primero de estas distracciones antes que aspire a oír el Sonido Insonoro.
Es por eso que Pratyahara
debe preceder a Dharana.
En el siguiente versículo, H. P .B. atrae nuestra atención hacia este mismísimo factor, Pratyahara, como una condición previa a Dharana:
"Habiéndose vuelto indiferente a los objetos de percepción debe el discípulo ir en busca
del Rajah (rey) de los sentidos, el Productor del pensamiento, el que despierta la ilusión." (3)
Aquí H.P.B. trata un tema de profunda importancia psicológica porque, de acuerdo con ella, Pratyahara debe cubrir tanto el proceso consciente como el proceso inconsciente de la mente.
En el pasaje anterior ella indicó dos cosas: "siendo indiferente a los objetos de Percepción y buscando al Productor del pensamiento, el que despierta la ilusión".
Ahora bien; en la mente del hombre se produce continuamente un doble proceso que puede ser descrito como las proyecciones de la mente consciente y las asociaciones de la mente
inconsciente. Es así que las operaciones de la mente tienen un aspecto activo y otro pasivo: las proyecciones de la mente consciente representan el aspecto activo, así como las asociaciones de la mente inconsciente representan el aspecto pasivo.
Entonces, ser indiferente a los objetos de percepción es ciertamente tratar con la mente
consciente. Esta, mediante sus numerosas proyecciones, distorciona los objetos de percepción. Ser indiferente a los objetos de percepción es ver las cosas como ellas son; en otras palabras, ver las cosas y los sucesos como hechos. Lo que se indica aquí es la
objetividad de la percepción. Separar los hechos de lo que ha sido proyectado sobre ellos es lo primero que se requiere de un aspirante espiritual que desee aprender la naturaleza de Dharana.
Cabe preguntarse: ¿habla H.P.B. aquí de la objetividad de un científico?
Es cierto que el científico emplea un punto de vista objetivo para sustentar su campo de investigación. Sabe que los sentidos físicos son selectivos en sus operaciones y, por lo tanto, ellos
no dan una imagen correcta del fenómeno que él se está esforzando por estudiar . Su principal tarea es, obviamente, eliminar la selectividad de los sentidos.
Esto lo puede hacer usando instrumentos científicos.
Recientemente la ciencia ha perfeccionado este factor de objetividad respecto al fenómeno físico. Un científico es "indiferente a los objetos de percepción".
No obstante, no olvidemos que su capacidad como científico tiene como campo de percepción a los objetos físicos.
El se esfuerza por eliminar , tanto como le sea posible, el factor subjetivo en sus actos de observación y experimentación con referencia a estos
objetos.
Pero el campo esencial de crecimiento y actividad del hombre es psicológico. y es aquí que encuentra extremadamente difícil desenvolver una perspectiva objetiva. Es así, entonces, que no puede ser indiferente a los objetos psicológicos de percepción. Invariablemente proyecta algo en los procesos psicológicos y de este modo distorciona los objetos puros de percepción.
El factor subjetivo del hombre le impide ver el fenómeno psicológico en su verdadera perspectiva. En otras palabras, la mente del hombre está lejos de ser indiferente en lo que concierne a la percepción psicológica. Nuestro pensamiento consciente, en los dominios del fenómeno psicológico,
está lleno de actividad proyeccional, y por lo tanto, la mente humana ve lo que ella quiere ver. Ve lo que ella ha proyectado en un hecho psicológico. En el nivel psicológico apenas vemos las cosas tal como ellas son, porque allí dentro nuestro factor subjetivo está involucrado en mayor o menor grado. Ser conscientes de nuestras propias proyecciones, distinguir los eventos de las construcciones que hemos superpuesto
sobre esos eventos es, en verdad, volverse indiferente a los objetos de percepción en el nivel psicológico, tal como el científico es indiferente a los objetos de percepción en el nivel físico.
Este es el primer paso en Pratyahara como lo indica H. P .B. en el pasaje que hemos estado considerando.
Pero existe un segundo y ulterior paso que es el de "buscar al rajah (rey) de los sentidos, el productor del pensamiento, el que despierta la ilusión". No es suficiente saber qué estamos proyectando en un fenómeno psicológico, debemos también inquirir el por qué de nuestra indulgencia en tales proyecciones. Es aquí que las asociaciones mentales, las cuales son, en gran medida, inconscientes y que son los factores motivantes tras las proyecciones de la mente consciente. Ser conscientes de los patrones de proyección es tratar con la mente consciente, pero inquirir los motivos de las proyecciones, eso es
ahondar en los estratos inconscientes de la mente. Y esto es lo que H.P.B. indica en la frase: "busca al rey de los sentidos" .
Ciertamente que hay que ir en busca de la mente, porque está oculta tras los patrones de pensamiento. Es en las intenciones, propósitos y motivos en donde verdaderamente reside la mente. Mientras que estos permanezcan intactos, tanto más segura se sentirá, dando nacimiento a nuevos patrones de pensamiento en el nivel consciente. Es necesario buscar los parajes ocultos de la
mente, ya que estos son los motivos y los incentivos que producen el pensamiento. Es con justa razón que H. P .B. dice que tenemos que buscar al "Productor del pensamiento" . Y esta búsqueda implica una investigación en los motivos que subyacen en nuestras proyecciones conscientes. Las intenciones y los motivos de la mente están ocultos en las proyecciones con las que los hechos de la vida están recubiertos y, por lo tanto, es sondeando en los motivos que podemos buscar al rajah (rey) de los sentidos.
H.P.B. describe al "productor del pensamiento" como "aquel que despierta la ilusión".
El "productor del pensamiento" es, obviamente, la mente.
En el nivel consciente uno ve solamente el pensamiento, pero es en el nivel inconsciente donde uno puede percibir al productor del pensamiento. De este modo, el 'productor del pensamiento' y el 'pensamiento' son sólo dos aspectos de la mente, uno consciente y el otro inconsciente.
Son los motivos y las intenciones los que constituyen al Pensador y, por lo tanto, él es quien produce al pensamiento; pero, ¿cómo es que el 'productor del pensamiento'
despierta la ilusión?
¿Qué es una ilusión? Seguramente, cuando uno no ve las cosas como ellas son está aprisionado en una ilusión. Cuando una cosa no es vista en su correcta perspectiva, entonces es que se actúa bajo una ilusión. Confundir una cuerda con una serpiente
es estar bajo una ilusión, porque la cuerda no es vista como una cuerda.
El concepto de serpiente es proyectado sobre la cuerda, y uno ve lo que ha proyectado; pero, ¿por qué uno proyecta una serpiente? Obviamente la proyección emerge de ciertas asociaciones. Vemos solamente la proyección que está en el nivel consciente; no vemos las asociaciones que están en el nivel inconsciente. La ilusión en la propia percepción es creada por las asociaciones inconscientes de la mente. Así, ellas ponen una pantalla sobre la realidad. Por ello es que H.P.B. describe a la mente como "el gran destructor de lo real". La mente distorsiona los hechos con sus proyecciones, las cuales tienen sus raíces en las motivaciones de la conciencia. y son las asociaciones las que dan nacimiento a los motivos.
El Bhagavad Gita usa la palabra deseo por motivo, cuando dice:
"De la Asociación surge el Deseo; del Deseo aparece la Ira; de la Ira procede el Error; del Error la Memoria confusa; de la Memoria confusa la destrucción de la Razón.(II,62-63)
Es a esta destrucción de la Razón que H.P.B. se refiere cuando describe a la mente como el gran destructor de lo real. Se debe recordar que en el Bhagavad Gita se usa “razón” en el sentido de Buddhi o Intuición.
La intuición percibe una cosa directamente, pero la percepción por la mente es siempre indirecta.
Es esta percepción indirecta la que causa la destrucción de lo real. En la percepción indirecta, hecha por la mente, se agregan los factores de asociación, motivación y proyección, dando una visión
considerablemente distorsionada de la cosa percibida.
En este Primer Fragmento, al tratar el tema de Dharana, H.P.B. pide al discípulo matar al destructor.
Y es en la destrucción de la mente que ella está interesada en este discurso cabal sobre Dharana. Es innecesario decir que la destrucción de la mente significa clarificar la mente, sin mente, para usar la expresión de los Upanishads.
La mente se vuelve sin mente cuando su distorsionante instrumento de asociación, motivación y proyección deja de operar. Es con este instrumento que la mente recubre lo Verdadero con lo
falso. Si el aspirante espiritual va a "matar al destructor", deberá enfrentarse con las asociaciones, las motivaciones y las proyecciones de la mente.
La pregunta es: ¿cómo debe hacerse esto? Es obvio que lo Verdadero existe, que no puede ser matado o destruido, pero una pantalla puede encubrirlo de la misma forma que el sol se oculta tras una nube.
Tal como el sol no tiene que ser atraído a la
existencia, basta con quitar la nube, de igual modo, cuando desaparece lo falso lo Verdadero brilla en toda su gloria. Es así que la desaparición de lo falso y la
percepción de lo Verdadero son procesos simultáneos.
Siendo conscientes de lo falso se percibe lo Verdadero. H. P .B. dice:
"Cuando haya cesado de oír a los muchos... tan sólo entonces, no antes, abandonará la región de Asat, lo falso, para entrar en el dominio de Sat, lo verdadero."(7-8)
El neófito debe primero cesar de oír a los muchos; y es el oír a los muchos que causa distracciones. En tanto uno oiga a los muchos, no podrá ser comprendida la naturaleza de Dharana. Los Muchos deben desaparecer antes que el Uno pueda ser percibido. H.P.B. trata con más extensión esta idea de las distracciones cuando dice:
"Antes que el Alma pueda oír , la imagen (hombre) ha de tornarse tan sorda a los rugidos como a los susurros; a los bramidos de los elefantes como al argentino zumbido de la dorada luciérnaga." (10)
El pasaje anterior indica que las distracciones pueden ser muy ruidosas o extremadamente sutiles; pero el hombre tiene que volverse sordo aún a las
distracciones más sutiles que aparecen en las más hermosas formas o en la más noble apariencia. Esto nos recuerda al primer discurso del Bhagavad Gita que describe a Arjuna en un estado de distracciones mentales, oyendo el sonido de muchas conchas por
todos lados.
El está totalmente confundido en cuanto a su deber y esconde sus distracciones tras bellas palabras y sentimientos nobles. Shri Krishna le reprende diciéndole:
"Te lamentas de lo que no debieras lamentarte. Aún son tus palabras de falaz sabiduría." (II, 11)
Aquí tenemos un ejemplo de las distracciones que llegan al hombre bajo una noble apariencia.
La nobleza en un nivel verbal, más de una vez, desvía al hombre del sendero de la verdadera espiritualidad; por lo tanto, todas las voces de la mente deben ser
silenciadas antes que el neófito pueda oír el Sonido Insonoro.
Como antes se ha dicho, la percepción de la mente es siempre indirecta, pero la percepción espiritual exige una actitud directa de parte del neófito. Tal actitud directa puede venir solamente en estado de Dharana, en el que todas las distracciones han desaparecido y la mente ha quedado completamente silenciosa. Es a esta actitud directa que H. P .B. se refiere en el siguiente pasaje:
"Antes de que el alma comprenda y recuerde deberá unirse al Hablante Silencioso, así
como la forma que es modelada en la arcilla primero estuvo unida con la mente del alfarero. Porque entonces el alma oirá y recordará. y entonces al oído interno hablará
LA VOZ DEL SILENCIO (11-12-13)
El neófito debe estar unido al Hablante Silencioso antes de que pueda oír la Voz del Silencio.
Esto significa que nada debe interponerse entre el aspirante espiritual y el Hablante Silencioso, ni siquiera la más sutil imagen. Ciertamente, las distracciones son los caminos hechos por la mente para el cumplimiento de sus propios intereses creados. Mientras estos subsistan, la unión con el Hablante Silencioso existirá solamente como un sueño vano.
La desaparición de los intereses de la mente es, en verdad, la destrucción del destructor, pero antes de que la mente pueda ser matada -desmentalizada- será
necesario comprender las modalidades de la mente.
Muchas veces la mente pretende estar muerta y luego surge nuevamente tomando al neófito completamente desprevenido. Esto es porque los recursos de la mente, sus operaciones y su funcionamiento, deben ser completamente comprendidos, de modo que el peregrino espiritual no pueda ser descarriado por sus pretensiones y así perder su camino.
En el Primer Fragmento de La Voz del Silencio H. P .B. nos desvela todos los recursos sutiles de la mente, sus sagaces artificios y sus seductoras distracciones. El estudio de la mente humana y sus operaciones es el principal tema del Primer Fragmento, porque sin una cabal investigación de los modos de actuar de la mente, el aspirante espiritual no podrá llegar a la condición de Dharana.
Ahora bien, para comprender las operaciones de la mente, uno tiene que atisbar y observar sus reacciones inmediatas a los acontecimientos de la vida.
Hay todo un enorme proceso de pensar tras estas reacciones, ya menos que uno se vuelva atento
a este trasfondo global de pensamiento, no podrá comprender los recursos sutiles de la mente.
Hablando en general, todas nuestras reacciones pueden ser clasificadas en dos categorías: ellas implican aprobación o desaprobación; aceptación o rechazo, indulgencia o abstención. La mente siempre opera entre pares de opuestos y, por lo tanto, o afirma o niega; y es por esto que todas nuestras reacciones oscilan entre dos polos opuestos. Todo el pensar se manifiesta en términos de opuestos. Este es el campo
dentro del cual la mente puede operar y por eso es que sus reacciones surgen ya desde el punto de aprobación ya del punto de desaprobación.
El movimiento entre los pares de opuestos es, ciertamente, el único movimiento conocido por la mente. Si la mente
ha de ser desmentalizada, debe cesar este movimiento entre los opuestos. Si ambos opuestos, con relación a cualquier problema o situación desaparecen, no hay movimiento posible para la mente. y es de la cesación del movimiento de la mente que surge el profundo silencio en el cual solamente puede ser escuchado el Sonido Insonoro. H.P.B. trata este problema de los opuestos y de las reacciones de indulgencia y de
negación de una forma pintoresca y notable en los siguientes pasajes:
"Y dirá (la Voz del Silencio):
"Si tu alma sonríe mientras se baña en la luz del Sol de tu Vida; si tu alma canta dentro
de su crisálida de carne y materia; si tu alma llora dentro de su castillo de ilusión; si
tu alma lucha por quebrar el hilo de plata que la liga al Maestro, sabe, discípulo, que
tu Alma es de la tierra."
"Cuando al torbellino del mundo tu alma en capullo presta oído; cuando a la rugiente
voz de la gran ilusión tu alma responde; cuando espantada a la vista de las ardientes
lágrimas de dolor, cuando ensordecida por los gritos de desolación, tu alma se retrae,
como la asustadiza tortuga, dentro de la caparazón de la PERSONALIDAD (egoísmo), sabe, discípulo, que del "Dios" Silencioso tu alma es indigno altar."
"Cuando, ya más fuerte, tu alma deja suave y rápidamente su seguro retiro, y desprendiéndose del protector santuario extiende su hilo de plata y se lanza adelante; cuando contemplando su imagen en las olas del espacio ella susurra: "Esto soy yo", estás afirmando, discípulo, que tu alma está cautiva en las telarañas de la ilusión". (14-15-16)
Los tres pasajes anteriores describen muy adecuadamente las reacciones de la mente. Como dice H.P.B.: si tu alma sonríe o llora, si se refugia lanza adelante, sabe que es “de la tierra”, que es “un indigno altar”, que está presa “en las telarañas de la ilusión”;
pero, ¿qué otra cosa puede hacer el alma? Puede sonreír o llorar , retraerse o lanzarse adelante. ¿Existe alguna otra acción posible?
Con seguridad que la mente no puede vislumbrar ningún otro camino.
Esto es, ciertamente su limitación; y tal es la identificación del hombre con las operaciones de la mente que llega a considerar la voluntad de la mente como la suya propia, los recursos de la mente como los únicos
caminos para ser hollados por él; pero, como dice H.P.B.: 'cuando contemplando su imagen en las olas del espacio ella murmura: "esto soy yo", estás afirmando, discípulo, que tu alma está cautiva en las telarañas de la ilusión'.
Lo que generalmente el hombre llama el Alma o el Yo es tan sólo la imagen creada por la mente, pero la imagen de la mente es meramente un producto de los opuestos. Puede
pensar del Yo como lo opuesto al No-Yo.
Por las creaciones de los opuestos la mente estará siempre prisionera de los conflictos y contradicciones. Trata de subyugar lo que desaprueba con la ayuda de lo que aprueba. Es así que nuestras reacciones, inducidas
por la mente, generan más y más conflictos. En los términos de las reacciones mentales, el hombre debe siempre permanecer en la Cámara del Sufrimiento, " en donde están colocados a lo largo del sendero de terribles pruebas, lazos para atrapar a tu Ego
engañado con la ilusión llamada 'La Gran Herejía"'.
La Gran Herejía es el Attavada, de acuerdo con la filosofía buddhista: creer en la existencia de un Yo separado. Este concepto de un Yo separado es producto de la mente. Una vez que este Yo separado queda postulado se deben, entonces, hacer esfuerzos para guardarlo y protegerlo contra el No-Yo.
Eso es lo que la mente hace constantemente fabricando mecanismos de defensa y construyendo resistencias.
Todas las reacciones que funcionan dentro del entramado de los opuestos tienen ese elemento de resistencia en ellos.
Bajo la máscara de la protección del Yo, la mente busca erigir su propia seguridad.
Encubre su deseo de continuidad con el altisonante motivo de guardar y proteger al Yo contra las influencias del No-Yo. Este es, ciertamente, el hábil plan de la mente para salvaguardar su propia existencia; por lo tanto, es necesario exponer ante nuestra vista los patrones y motivos de la mente, de modo que podamos estar libres de la ilusión llamada La Gran Herejía. Es a ese problema de explorar los recursos de la mente que H.P.B. se dirige cuando expone el fascinante tema de las Tres Cámaras en los
subsiguientes versículos correspondientes al Primer Fragmento de La Voz del Silencio.
Rohit Mehta